La llegada del anarquismo a España

La llegada de Fanelli a España, en 1868, es ya parte de la historia. El ambiente donde este hombre dará numerosas conferencias, entregará todo el material que estaba en su mano y conocerá a los fundadores en España de la Internacional  estará influido por el societarismo obrero, el socialismo utópico, el republicanismo federal y las ideas de Proudhon.

Como es sabido, Fanelli será un emisario de Bakunin, a través de la organización Alianza de la Democracia Socialista, integrada en la Internacional. Detengámonos primero en lo que fue la Alianza, para comprender lo que serán posteriormente sus seguidores españoles. En 1864, Bakunin creó la Alianza de los Hermanos Internacionales; Marx mandó una invitación al ruso para unirse a la Internacional, pero Bakunin prefirió mantener un grupo revolucionario secreto. Mucho se ha dicho sobre el gusto por la organizaciones secretas de Bakunin y, desde la óptica libertaria, se ha considerado que prefería una mayor seguridad y eficacia en ese tipo de agrupación con hombres firmes y convencidos que podrían, en un momento clave, inspirar y aportar lucidez a las masas; no hablamos, en ningún caso, de una vanguardia autoritaria ni de una organización jerarquizada. Entre 1864 y 1866, Bakunin mantiene contacto con diversas sociedades secretas fundando él mismo ese último año otra más: La Fraternidad Internacional; también interviene en la Liga de la Paz y la Libertad, una asociación internacional formada por hombres tan importantes como John Stuart Mill, Garibaldi, Victor Hugo, Louis Blanc y Herzen, entre otros, que quería unir Europa bajo un gobierno republicano. En ese momento, Bakunin ya pertenece a la Internacional y propone el ingreso en ella de la Liga, pero esa organización manifiesta pocas inclinaciones socialistas y provoca bajas ilustres como la del propio ruso; a raíz de ello, Bakunin funda la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, formada por algunos de sus amigos y por parte de los que se habían dado de baja de la Liga.

En septiembre de 1868, la Alianza Internacional de Bakunin solicita ingresar en la Internacional, pero también se organiza como sociedad secreta. Para comprender su estrategia hay que leer estas palabras de Bakunin:

La Alianza perseguirá un doble fin: (a) se esforzará por expandir entre las masas populares de todos los países ideas verdaderas sobre política, economía social y sobre todo los problemas filosóficos. Llevará a cabo un activa propaganda por medio de periódicos, folletos y libros y a través de asociaciones públicas que ayudará a fundar. (b) Tratará de afiliar a todos los hombres inteligentes, enérgicos, discretos, de buena voluntad, sinceros y dedicados a nuestros ideales, con el fin de formar en toda Europa y, en la medida de lo posible, una red invisible de revolucionarios, más devotos y fuertes gracias a esta alianza1.

Hay dos factores ideológicos y programáticos de divergencia, en lo que supondrá finalmente la ruptura entre los seguidores de Bakunin y los de Marx. Uno es la cuestión de la herencia, abolición propuesta por Bakunin para acabar con los privilegios que, a pesar del desprecio de Marx, tuvo un gran respaldo en el Congreso de Basilea; la otra, y más importante, es sobre la noción de Estado, controversia de la cual el ruso fue consciente desde el principio. Sea como fuere, y a pesar de estas divergencias que a la sazón serán definitivas, el proceso en la Internacional seguía su curso.

El consejo de la AIT, fuertemente influido por Marx, rechazó en diciembre de 1868 la solicitud de ingreso de la Alianza de Bakunin a no ser que esta organización admitiera ser una sección más de la Internacional aceptando sus estatutos. La Alianza acepta las condiciones y a principios de 1869 se disuelve como asociación internacional y pasa a denominarse sección ginebrina de la AIT. Sin embargo, en ese momento hay un hecho clave, que es la llegada de Fanelli a España. El italiano da por hecho que se aceptará la propuesta original de la Alianza de Bakunin y, desde que se hace la propuesta de ingreso hasta el resultado final de Ginebra, pasan dos meses. Fanelli no está en contacto con sus camaradas de Ginebra y es por eso que desconoce la disolución de la Alianza Internacional de Bakunin; debido a ello, transmite a sus primeros contactos en Madrid y Barcelona los estatutos de la Alianza junto al material de la AIT que llevaba, además de otros trabajos de carácter ideológico. Marx y sus acólitos se encargarán de hacer ver que la Alianza de Bakunin era una entidad misteriosa, jerárquica y maquinadora a través del Congreso de La Haya, a la sazón de ruptura definitiva dentro de la Internacional. Anteriormente, hemos visto los propósitos de la Alianza, para nada coactivos ni autoritarios, y el español Farga Pellicer pudo conocer en Ginebra una de sus reuniones; allí comprobó que no se trataba de una organización formal, no tenía ningún tipo de acuerdos ni directrices, solo pretendía animar y dinamizar a nivel local o regional situaciones de transformación social. La Alianza de la Democracia Socialista en España actuó de manera autónoma, inspirándose en las circunstancias del propio país; Bakunin mantuvo correspondencia con miembros españoles, por supuesto, pero con la intención de aconsejar, persuadir o aclarar, jamás de imponer.

Grupo de fundadores de la Primera Internacional, en Madrid, en octubre de 1868. Fanelli aparece en el centro con una larga barba.

El interés de Bakunin por lo que estaba ocurriendo en España había aumentado en el verbo de 1868. El fin del reinado de Isabel II abrió la esperanza para un horizonte y, tal y como expresó la sección ginebrina de la Internacional, era posible una república federal como primer paso para un sistema más justo para los trabajadores. Es por esa situación que parte para España Fanelli. El italiano tomó contacto en Barcelona con ilustres nombres ácratas, como Élie Reclus, y conoció un nombre para la historia de lo que será la AIT en España: Tomás González Morago; a través de él, Fanelli también conocerá a Anselmo Lorenzo y el grupo creador de la Internacional en Madrid. Lorenzo era conocedor de la obra de Fourier, de Proudhon y de Pi y Margall, consideraba que aquel núcleo estaba preparado para la gran empresa que debían acometer. Fanelli dejará al grupo de Madrid todo el material que tenía de la Internacional, y también los estatutos de la Alianza de la Democracia Socialista; su intención fue crear una sección de la AIT y también, al parecer, infundir el espíritu de la Alianza de Bakunin. Recordemos que él pensaba que esta organización había ingresado prácticamente en la Internacional. El historiador del anarquismo Max Nettlau escribirá que Bakunin consideró que Fanelli, aunque bienintencionado y creyendo obrar como lo haría el propio ruso, había cometido un error; no fue, como quisieron ver después Marx y compañía, ninguna maniobra de Bakunin. No obstante, sea como fuere, el destino de la Internacional en España, con su carácter antiutoritario, estaba marcado.

Fanelli, aunque con el propósito de animar a la creación de secciones de la Internacional en España, difundió legítimamente lo que consideró correcto según sus propias ideas afines a las de Bakunin. Tampoco existía un programa definitivo en la Internacional, por lo que entregó el material que tenía: unos considerandos de los Estatutos generales; entre ellos y el programa de la Alianza de la Democracia Socialista existían evidentes coincidencias.

Por su importancia para el anarquismo en España, reproducimos a continuación el programa de la Alianza:

1. La Alianza quiere, ante todo, la abolición definitiva y completa de las clases y la igualdad económica y social de los individuos de ambos sexos. Para llegar a este objeto, pide la abolición de la propiedad individual y del derecho de heredar, a fin de que en el porvenir sea el goce proporcionado a la producción de cada uno, y que conforme con las decisiones tomadas por los últimos congresos de Bruselas y Basilea, la tierra y los instrumentos de trabajo, como cualquier otro capital, llegando a ser propiedad colectiva de la Sociedad entera, no puedan ser utilizados más que por los trabajadores, es decir, por las asociaciones agrícolas e industriales.

2. Quiere para todos los niños de ambos sexos, desde que nazcan, la igualdad en los medios de desarrollo, es decir, de alimentación, de ilustración y de educación en todos los grados de la ciencia y de la industria y de las artes, convencida de que esto dará por resultado que la igualdad solamente económica y social en su principio, llegará a ser también intelectual, haciendo desaparecer todas las desigualdades ficticias, productos históricos de una organización tan falsa como inicua.

3. Enemiga de todo despotismo, no reconoce ninguna forma de Estado, y rechaza toda acción revolucionaria que no tenga por objeto inmediato y directo el triunfo de la causa de los trabajadores contra el capital; pues quiere que todos los Estados políticos y autoritarios actualmente existentes se reduzcan a simples funciones administrativas de los servicios públicos en sus países respectivos, estableciéndose la unión universal de las libres asociaciones tanto agrícolas como industriales.

4. No pudiendo la cuestión social encontrar su solución definitiva y real sino en la base de la solidaridad internacional de los trabajadores de todos los países, la Alianza rehúsa toda marcha que se funde sobre el llamado patriotismo y sobre la rivalidad de las naciones.

5. La Alianza se declara atea; quiere la abolición de los cultos; la sustitución de la ciencia a la fe y de la justicia humana a la justicia divina1.

Este programa recogía el pensamiento sintetizado de Bakunin, que al contrario de lo que han difundido sus difamadores tenía una visión revolucionaria práctica, coherente y dinámica. Esta visión, afortunadamente y al contrario que en tantos países, caló en los dos núcleos que fundarán la Internacional en España, en Madrid y en Barcelona. Después de la revolución de septiembre de 18682, la ideología predominante en España era el republicanismo federal, también entre obreros y campesinos. Por otra parte, el socialismo de Pi y Margall no dejaba de tener un carácter estatal, por lo que la clase obrera, gracias a las ideas de Bakunin, comprenderá que el Estado es también un instrumento de clase. Por otra parte, existía un cierto conocimiento en España de la obra de autores socialistas, como Cabet y Proudhon, el mencionado ambiente político antimonárquico (si bien con los republicanos divididos entre centralistas y federalistas) y, lo más significativo para el caso que nos ocupa, una situación social intolerable para la clase trabajadora con numerosas e intensas luchas por parte de los oprimidos (desde el obrero catalán hasta el campesino andaluz); el anarquismo echará raíces para ocuparse de la cuestión social, que no querían tocar obviamente los republicanos burgueses, para oponerse al clero y para no buscar límites al federalismo con el objetivo del fin del Estado.

Es el germen ideológico, apasionante, de lo que será el poderoso movimiento anarquista en España, del que nos ocuparemos en próximos textos.

Capi Vidal

Notas:


1.- Textos reproducidos en Historia de la FAI, de Juan Gómez Casas.
2.-La revolución de septiembre de 1868, conocida como La Gloriosa, fue un levantamiento que acabó con el destronamiento de Isabel II e inició lo que se ha conocido como el Sexenio Revolucionario y ahora también se denomina Sexenio Democrático; fue un periodo de libertades políticas, pero finalmente supuso el fin de la Primera República y la vuelta de una ola de conservadurismo a través de la restauración borbónica.

Referencias:
-Abel Paz, Los internacionales en la región española. 1868-1872 (EA, Barcelona 1992).
-Juan Gómez Casas, Historia de la FAI (Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid 2002).
-Max Nettlau, La anarquía a través de los tiempos (Ediciones Júcar, Gijón 1977).
-Max Nettlau, Miguel Bakunin, la Internacional y la Alianza en España. 1868-1873 (Las Ediciones de La Piqueta, Madrid1977).
-Miklós Molnár, El declive de la Primera Internacional (Edicusa, Madrid 1974).

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