Sexualidad y Anarquismo

La sexualidad es un componente  esencial  del  ser  humano que integra tanto los aspectos, características, comportamientos y conductas puramente biológicas/naturales como las culturales, ideológicas, socioeconómicas,  políticas,  sentimentales, emocionales, afectivas y psicológicas (normas sociales, creencias, valores  morales  y  éticos,  roles  de género, identidad y orientación sexual…). Su desarrollo, maduración y ejercicio precisan de una relación armónica  entre  todos  esos  aspectos diferentes para que la construcción de nuestra identidad, existencia y vida personal y social sea saludable, libre, autónoma y nos conduzca al placer y la felicidad.

La complejidad de la sexualidad humana, de los comportamientos sexuales, trasciende, por tanto, el mero paradigma de respuesta sexual biologicista pasando a ser una respuesta vivida y sentida desde lo cultural y social, una respuesta construida desde la diversidad y la libertad, ajena a estereotipos y dogmas.

Esta armonía entre lo que podríamos  llamar  el  paradigma  biologicista  y  el  sociocultural,  de  cara  a comprender  el  funcionamiento mental humano, extensible a explicar también la construcción de la respuesta sexual, la definía Platón con clarividencia hace miles de años en  la  llamada  «Alegoría  del carro alado» utilizada en su diálogo Fedro.

De manera semejante, Sigmund Freud intentaba mostrar que el funcionamiento mental resultaba más equilibrado cuando encontramos la armonía entre el principio del placer (nuestros deseos) y el principio de realidad (los códigos morales y sociales).

Posiblemente, ambas metáforas responden a una lógica dualista, y afortunadamente superada, en la que cuerpo y mente representan dos mundos  separados  con  intereses contrapuestos. La realidad es que este tipo de enfoques dualistas conducen y profundizan en la polaridad, en la percepción de la realidad mediante códigos binarios (naturaleza/cultura;   hombre/mujer; sexo/género; dominación/sumisión; sujeto/objeto…) que no explican la enorme diversidad de la realidad a la hora de comprender la construcción  contextual  de  cada  ser  humano como un todo único y, por el contrario, pueden provocar imposiciones, enfrentamientos, violencias, desigualdades, dogmatismos.

Contrastada su enorme importancia en todos y cada uno de los planos de la vida, la sexualidad ha ocupado, históricamente, un lugar destacado en  la  definición  y  concreción  del proyecto ideológico, teórico y práctico del anarquismo que se viene planteando en los últimos siglos; y lo viene haciendo, como no podía ser de otra manera, desde parámetros coherentes con su compromiso de utopía, antiautoritarismo, transgresión,  subversión,  transformación… de los valores éticos, morales, económicos y legales del  poder (esencialmente capitalista y patriarcal).

Para Helena Andrés Granel, en su trabajo  «Anarquismo  y  sexualidad» [http://periodicoellibertario.blogspot.com/2017/02/anarquismo-y-sexualidad.html] publicado en la revista Germinal, la concepción  que  tiene  el  movimiento anarquista del amor y la sexualidad  es  que  se  trata  de  una construcción sociocultural, histórica y política, siendo  el  sistema  sexual parte esencial del sistema social. De esta manera, cualquier proceso de transformación y revolución social precisa, no solo un cambio en las estructuras políticas y socioeconómicas sino, paralelamente, una revolución  personal  que  incluya la liberación sexual, la construcción de relaciones  de  género  igualitarias  y antiautoritarias, la emancipación de las mujeres, una nueva moral sexual que  suplante a la burguesa…  

En este sentido, simplemente a título indicativo, recordar la fructífera  relación  que  históricamente ha mantenido el anarquismo con la sexualidad, con las respuestas sexuales, y por extensión, con el feminismo entendido en toda la amplia y compleja variedad de ámbitos que abarca (sexualidad, amor libre, género, naturismo, derechos, derechos LGTBIQ+, igualdad, control de natalidad, antipatriarcado…).

Así, Dolors Marin en sus dos libros  Anarquismo. Una introducciónAnarquistas. Un siglo de movimiento libertario en España, describe parte de la riquísima trayectoria de experiencias y proyectos  provenientes  del  socialismo utópico  (Charles  Fourier,  Robert Owen, Henri de Saint-Simon, Flora Tristán…)  desde  finales el  siglo XVIII, tanto en Europa como América, como los falansterios, comunas, colectivos, grupos de afinidad, naturalistas, ecologistas, feministas…  en  la  que  queda  patente  la concreción de realidades y sociedades basadas en parámetros de igualdad  plena  entre  hombres  y mujeres, nuevas formas de vida en común sin autoridad y control del Estado, crianza y escolarización de hijos e hijas en comunidad  y  de  forma  compartida, distribución  del  trabajo  doméstico, apoyo mutuo, sostenibilidad, respeto a la diversidad, libertad, naturalismo,  nudismo, el arraigo del neomaltusianismo, igualdad hombres  y  mujeres  ligados a la igualdad social, sexualidad amorosa y gozosa, sexualidad libre de trabas morales y legales…

En España, este acercamiento relacional no fue unánime ni uniforme  como  nos  recuerda  Laura Vicente en el capítulo «El feminismo como  principio  de  justicia  en  Anselmo Lorenzo» del libro En el Alba del anarquismo. Anselmo Lorenzo 1914-2014 o Carlos Taibo en su libro Repensar la anarquía. En el anarquismo español del siglo XIX emergen dos líneas de pensamiento a la hora  de  interpretar  las  relaciones hombre/mujer. Por un lado, bajo la influencia de Pierre-Joseph Proudhon, seguido por Ricardo Mella, las mujeres son concebidas esencialmente como meras reproductoras que contribuyen a la sociedad desde el trabajo doméstico en el hogar familiar  o  con  trabajos  secundarios siempre  al  del  hombre.  Por  otra parte, con el auspicio de Mijaíl Bakunin y Anselmo Lorenzo, las mujeres ocupan un mismo plano de igualdad con el hombre, siendo esta la línea de pensamiento mayoritaria adoptada en el anarquismo español. Guillermina Rojas, Teresa Claramunt, Teresa Mañé y tantas otras mujeres representan esta línea del pensamiento feminista anarquista, que  culminará en el movimiento anarquista, siempre poco reconocido, Mujeres Libres y que cuestionó con radicalidad la institución familiar y el matrimonio burgués dando paso al respeto por las relaciones libres entre personas que se aman.  

De la misma manera, resaltar que entre  los  acuerdos  sobre  Comunismo Libertario (ponencia presentada por el médico Isaac Puente) del IV Congreso de la CNT celebrado en Zaragoza del 1 al 10 de mayo de 1936 (posiblemente la organización anarcosindicalista más relevante e influyente  de  la  historia  moderna), encontramos un apartado referido a «La familia y las relaciones sexuales» en  el  que  puede  leerse:  El  comunismo libertario proclama el amor libre, sin más regulación que la voluntad del hombre y de la mujer

En esta misma dirección, la primera ministra de la historia de España  y  una  de  las  primeras en Europa, Federica Montseny (ministra de Sanidad y Asistencia Social desde noviembre de 1936 a mayo de1 937), en el escaso tiempo que duró su mandato se hace eco de las demandas, discriminaciones y sufrimientos de las mujeres, aportando y promoviendo leyes que garantizaran la libertad de las mujeres a decidir  sobre  su  propio  cuerpo como la Ley de Reforma Eugénica del Aborto; soluciones como los liberatorios de prostitución; jardines de infancia; mejoras en educación; ayudas  para  bebés; creación de parvularios; centros de planificación familiar (actualmente desaparecidos)…

Toda esta rica tradición anarquista y feminista es recuperada a nivel mundial con la revolución de mayo del 68, movimiento hippie, antimilitarista… teniendo claro que el movimiento anarquista y el feminista comparten planteamientos aunque no son idénticos.  

En todo caso, el punto de partida, el eje vertebrador, la línea roja de todo tipo de sexualidad en los feminismos  vinculados con el anarquismo  supone el  rechazo a cualquier forma de mercantilización del sexo, abuso de poder y explotación sexual. El ejercicio de esa sexualidad tiene que estar vinculado a la libertad, lejos de la comercialización porque ello conduce a la esclavitud.

La sexualidad para el anarquismo es aliada de nuestra capacidad de imaginación,  fantasía,  flexibilidad infinita, búsqueda, originalidad, creatividad, diversidad, de libertad y aunque hayamos desarrollado una enormidad de tipos, estilos de sexualidad… si se basan en los principios de libertad y no sometimiento a nadie ni a nada que huela a mercado  o  represión…  son absolutamente legítimas.

Como señala Carlos Taibo en su libro Libertari@s citando a John Zerzan: la historia de la civilización es la historia de la dominación de la naturaleza y de las mujeres…

La civilización nos la han vendido como un éxito frente al salvajismo primitivo pero, sin duda, se trata de un camino de renuncia a vivir en armonía con la naturaleza, a nuestro derecho a una vivencia personal de la sexualidad, a la negación de nuestros deseos, a la renuncia de nuestro cuerpo. El ser humano tiene derecho a dejar fluir sus impulsos, su sexualidad, su espontaneidad a la hora de experimentar el placer… en un contexto  de  libertad,  de  apoyo mutuo, igualdad y respeto a la diversidad.

El amor  libre forma parte de la propuesta tradicional anarquista, es coherente con la expresión de una sociedad antiautoritaria y antirrepresiva y, esencialmente, representa  que  la  relación  amorosa, afectiva, sexual entre personas no debe estar mediatizada ni regulada por las leyes del Estado ni las de la Iglesia sino que es una relación privada y en libertad entre personas que se aman y así lo han decidido. En el amor libre no existe la esclavitud sexual o el sometimiento de la mujer sino el reconocimiento del derecho de las personas a sentir placer y felicidad. El amor libre representa la opción de amar a quien se quiera en condiciones de igualdad, sin imposiciones económicas, patriarcales, legales o morales. El amor libre es la ejemplificación del principio anarquista de que los medios son los fines, de que la libertad sexual como el anarquismo se pueden vivir hoy y ahora.

Generemos relaciones humanas basadas en una sexualidad libre, ajenas a cualquier sistema de explotación y esclavitud.

Jacinto Ceacero

Artículo publicado originalmente en el periódico Rojo y Negro # 355. Madrid, abril 2021. Número completo accesible en http://rojoynegro.info/sites/default/files/rojoynegro%20355%20abril.pdf.

Un comentario sobre “Sexualidad y Anarquismo”

  1. Analizar la utopía sexual libertaria, así a pelo, me suena hasta infantil… un poco de autocrítica no vendría nada mal…si no es demasiado tarde ya.

Deja un comentario