Archivo de la etiqueta: Memoria Histórica

Anarquismo y República en España

El concepto de República, si bien tiene una importancia histórica innegable, no resulta tan claro en la actualidad. En un principio, se trata de lo contrario de la monarquía, equivale a la democracia en el sentido de considerar la gestión del Estado cosa de todos los ciudadanos(1); más adelante, veremos la falacia de tal asunto según la visión libertaria. La realidad es que, con el paso del tiempo, el concepto de república ha encubierto toda suerte de sistemas autoritarios en algunos de los cuales ni siquiera aparecía garantizada la democracia electiva. En cuanto a la monarquía, no debería ser necesario aclarar que resulta intolerable para cualquier persona con la mínima sensibilidad democrática, ya que se trata de la forma más elevada de aristocracia familiar; un intolerable vestigio del pasado que, sin embargo, se muestra en la actualidad en algunas países como una mera clase parasitaria, si bien asumiendo la jefatura de Estado, que tolera una democracia formal. Hoy en día, una u otra forma de Estado, monarquía o república, encubre una forma de dominación utilizando la ilusión de la democracia representativa.

Los anarquistas, desde los inicios en el siglo XIX, denunciaron my pronto la falsedad democrática que podía suponer la llegada de la República. Así, la breve Primera República española (1873-1874) encubrió en numerosos casos nuevos formas de dominación y el consecuente sufrimiento de la clase trabajadora; muy pronto los partidos republicanos se acomodaron a la nueva situación y nada harían por cambiar el orden establecido, tal y como denunciaron los libertarios; en algunos lugares, el pueblo, agotada su paciencia, trató de llevar a la práctica las promesas incumplidas de sus dirigentes y repartió las tierras abandonadas de latifundio2. Huelga decir que el gobierno restableció el orden utilizando los mismos medios de antaño y los problemas sociales permanecieron intactos. El momento previo a la proclamación de la República suponía unas condiciones insoportables para la clase trabajadora (falta de trabajo, jornales insuficientes, trabajo infantil, vejaciones para mujer…), lo que dio lugar a numerosos disturbios extendidos por todo el país y una crisis política, que concluyó con la abdicación del rey Amadeo de Saboya y la proclamación del nuevo régimen. Los internacionalistas españoles, organizados en la Federación Regional Española (FRE), núcleo originario del anarquismo español, reconocieron el cambio inesperado en el mundo político, pero alertaron de que «la república es el último baluarte de la burguesía»; era preciso, según los anarquistas, acabar con toda dominación y caminar hacia una «libre federación universal de libres asociaciones obreras, agrícolas e industriales»3. Ya la revolución de 1868, conocida como La Gloriosa, que derrocó a Isabel II e inició el llamado sexenio democrático, puede considerarse un punto de ruptura para el anarquismo español. En ese momento, arraiga el internacionalismo bakuninista en una clase trabajadora que había tenido cierta militancia en el republicanismo federal, y se adopta una coherente estrategia con tres puntos fundamentales: ruptura con los partidos políticos, definitiva desilusión con el sistema republicano y negativa a formar parte de las elecciones4.

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Instituciones obsoletas

Ante la previsible caída (y constatada huída, en un ejercicio propio de la ‘ficción’ creada por mis admirados Azcona y  Berlanga) del monarca emérito, ese prohombre que ‘trajo’ la democracia a este inefable paìs, resulta repulsiva, a la par que inquietante, la defensa que algunos todavía hacen de su figura sin el menor asomo de vergüenza. «Es posible que cobrara comisiones, pero trajo mucho dinero a este país”, he escuchado hoy mismo por casualidad en cierto medio televisivo (que rima también con repulsivo). Claro que si el mismo tipo que está al frente Gobierno, ese que preside un partido que todavía se autodenomina socialista, apuntala a la monarquía afirmando que “se juzga a las personas y no a las instituciones”, pues qué podemos esperar. Solo sus socios gubernamentales, los que creo que todavía se llaman Unidas Podemos, mantienen una postura aparentemente crítica con el sistema, veremos por cuánto tiempo. Sin embargo, el hecho de que el rey Juan Carlos haya resultado un corrupto en lo económico, y no solo en lo moral como corresponde a todos los de su especie, no debería resultar tan sorprendente para todo el que tenga la conciencia y el cerebro bien oxigenados. Al fin y al cabo, los libertarios somos conscientes de que el Estado, cualquier forma de Estado, supone un saqueo constante. Seguir leyendo Instituciones obsoletas

Historias

Uno mantiene, a pesar de las evidencias en contra, la ilusión «libertaria» de que el conocimiento, si no completamente, al menos puede ayudar a un cambio de conciencia en aras de la emancipación social o, al menos, por no ser tan pomposos ni ambiciosos, de una mejora mínimamente razonable de las cosas. Sin embargo, como he apuntado, hay motivos para la desesperanza observando esa panda de borregos sin remedio que a veces somos los humanos. Y no lo digo por el tópico de que en este inefable país apenas se lee, que debe ser cierto para gran parte de la población, sino también por lo que leemos y cómo lo leemos. Por lógica, cuanto más conservadora es una persona, más la cuesta revisar sus creencias, por mucho que lea, y desgraciadamente es un mal que afecta a todas las variantes del espectro ideológico, no solo a la derecha. No obstante, por supuesto, en el facherío puede ser más evidente esta tendencia. Un ejemplo reciente es el libro, del nada sospechoso de progresismo Henry Kamen, La invención de España, subtitulado muy apropiadamente Leyendas e ilusiones que han construido la realidad española. Seguir leyendo Historias

Los olvidados

Es recurrente la afirmación, especialmente en el mundo libertario, de que los anarquistas constituyen los olvidados entre los olvidados. Así es, en un país donde venció el fascismo, y cuando los actos sobre la memoria histórica se esfuerzan especialmente en buscar efemérides que idealicen la Segunda República, pocos realizan una mirada razonablemente objetiva y mínimamente Seguir leyendo Los olvidados

Ateneo libertario: Cuarenta años en el corazón de los barrios de Villaverde

El siguiente texto ha sido elaborado desde la Federación Comarcal Sur de CNT en Madrid con motivo del cuarenta aniversario del Ateneo libertario de Villaverde. De hecho, las compañeras del sindicato tenían previstas actividades para la celebración de este aniversario que tendrán que esperar debido a la emergencia sanitaria y social de la Covid-19. Para contextualizaros es Seguir leyendo Ateneo libertario: Cuarenta años en el corazón de los barrios de Villaverde

Derribos

En diversos lugares de Estados Unidos, como consecuencia de las protestas por el asesinato de George Floyd a manos de un policía, hay quien se ha lanzado al derribo de ciertas estatuas que se identifican con la ignominia histórica. Es ya un (irritante) lugar común la condena de esos actos y la consabida repetición de que no se puede juzgar la historia con la visión moral de la actualidad. Se Seguir leyendo Derribos

Torturadores

Recientemente, un amigo mío paseaba con su anciano padre por el céntrico barrio de este último en Madrid. Un hombre de cierta edad, al verles, sonrió abiertamente y se acercó a ellos, quería saludar al hombre que en cierta ocasión le ayudó en su actividad antifranquista. Hay que aclarar que el progenitor de mi amigo trabajó como sereno durante los últimos años de la dictadura. Para Seguir leyendo Torturadores

Mientras dure la guerra o hasta que la muerte nos separe

Una premisa fundamental del cine es que las imágenes nunca son inocentes. Todas las películas influyen en el modo que una sociedad tiene de percibir las cosas, influye en la concepción que tiene de sí misma como colectivo y del mundo que le rodea. Genera hábitos, normas de comportamiento, mentalidades, formas de vida, mitos, en definitiva, fotogramas que constituyen la ideología. Seguir leyendo Mientras dure la guerra o hasta que la muerte nos separe

Las fosas de la infamia

Recientemente, he conocido a un arqueólogo vasco, que ha llevado a cabo diversas exhumaciones en fosas de la Guerra Civil y el franquismo. Los obstáculos que ponen las diversas administraciones, no así en el País Vasco, que cuenta con su propia partida prespuestaria para ello y no se ponen trabas en el proceso, pasan por que el gobierno regional de turno niega de una u otra manera el trabajo de exhumación.  Algo, tal vez, no muy sabido o que no interesa lo más mínimo que se sepa es que existe un Derecho Internacional Humanitaro que ampara el derecho de los familiares de la víctimas, en cualquier tipo de contienda o producto de algún régimen autoritario, a recuperar los restos y rendirle el lógico tributo. He dicho, claro, en «cualquier tipo de contienda», por lo que España, ni es diferente, ni es una excepción. Rectifico, España es diferente porque seguimos esclavos de una mezquina Transición donde se dejó todo «atado y bien atado». Hay que ser muy hipócrita y muy interesado, especialmente aquellos que se llenan la boca de respeto a la ley, para no respetar un derecho fundamental basada en la más básica conducta ética que podamos imaginar. Seguir leyendo Las fosas de la infamia

Charla-presentación «Autobiografía de Manuel Martínez»

¿Qué?:  «Manuel Martínez es un personaje excepcional con una vida trepidante en la que el “rebelde primitivo” y el militante anarquista se suceden como el gusano y la mariposa en una crisálida».—Santiago Alba Rico
La vida de Manuel Martínez (Madrid, 1951) puede leerse como la historia subterránea de toda una generación de inadaptados sociales; jóvenes de barrio que se enfrentaron a una maquinaria represiva que no se detuvo con la muerte del dictador. Su peripecia vital puede leerse como una contrahistoria de la España —de esa España salvaje— de la segunda mitad del siglo xx, que pasó del tardofranquismo a una democracia de consumidores.
Manuel entrará en el talego como un chorizo, como un quinqui de barrio, como uno más de los miles que sufrieron la aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes —más tarde de Peligrosidad Social—, y saldrá de prisión convertido en un expropiador.
Ni es este otro libro carcelario ni la historia de Manuel Martínez es la historia de un héroe (en ocasiones es más bien la de un antihéroe). Es la narración de la vida en las barriadas madrileñas antes y durante el desarrollismo franquista, de la reclusión de Manuel durante década y media en todo tipo de instituciones de encierro y de su participación en la Coordinadora de Presos en Lucha (copel).
Este testimonio es, además, la historia de las madres que no podían atender a sus hijos porque trabajaban de internas, de esas mujeres que se convertirían en «madres de presos» y que se organizarían antes que ellos para luchar por sus derechos. Es la historia de la migración interna y de la urbanización vertiginosa, de los barrios de chabolas y de los bloques de viviendas, de los hippies y de los yonquis, de la vida «deprisa, deprisa». La historia, también, del exilio, pues Manuel Martínez tendrá que marchar a América Latina, donde, sobre todo en Brasil, vivirá algunos de los momentos más felices de su vida en una pequeña comunidad de fugados de España y Portugal.

¿Cuándo?: domingo, 15 de septiembre de 2019

¿Dónde?: Librería LaMalatesta – C/ Jesús y María, 24 – Madrid (Metros Tirso de Molina o Lavapiés)

¿A qué hora?: 12 h.

¿Cómo contactar?http://lamalatesta.net/ – info@lamalatesta.net– Tlf.: 915 391 007

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