«Era terrible para denostar a los demás. Así llamaba a la escuela de Euclides biliosa, a la enseñanza de Platón tiempo perdido, a las representaciones dionisíacas, grandes espectáculos para necios y a los demagogos los calificaba de siervos de la masa. Cuando le preguntaron en qué lugar de Grecia se veían hombres dignos, contestó: Hombres en ninguna parte, muchachos en Esparta. Como no se le acercaba nadie al pronunciar un discurso serio, se puso a tararear. Al congregarse la gente a su alrededor, les echó en cara que acudían a los charlatanes de feria, pero iban lentos a los asuntos serios. Cuenta Menipo en su Venta de Diógenes que, cogido prisionero y siendo vendido como esclavo, le preguntaron qué sabía hacer. Respondió: Gobernar hombres. Y dijo al pregonero: Pregona si alguien quiere comprarse un amo. Al invitarle uno a una mansión muy lujosa y prohibirle escupir, después de aclararse la garganta, le escupió en la cara, alegando que no había encontrado otro lugar más sucio para hacerlo. Platón dio su definición de que el hombre es un animal bípedo implume y obtuvo aplausos. Él desplumó un gallo y lo introdujo en la escuela y dijo: Aquí está el hombre de Platón. Desde entonces a esa definición se agregó: y de uñas planas. Era apreciado ciertamente por los atenienses, pues cuando un muchacho rompió la tinaja donde habitaba, a este le apalearon, y le procuraron otra a Diógenes. Dijo que la pasión por el dinero es la metrópoli de todos los males. Cuando a Platón le preguntaron: ¿Qué te parece Diógenes?, respondió: Un Sócrates enloquecido. Al ver a un arquero torpe se sentó junto al blanco, diciendo: Para que no me alcance».
No es que sea una novedad, pero hoy, más que nunca, es necesaria la desconfianza, incluso preventiva hacia el poder y sus detentadores (sí, también respecto al llamado Gobierno progresista). Esta generalización requeriría matizaciones, concreciones y detalles, pero sobre todo necesita pensar qué pasa hoy en un mundo en el que la extrema derecha parece avanzar imparable, mientras quienes tratamos de evitarlo parecemos instalados en la confusión y, muchas veces, en la frustración y el desánimo.
“Jamás hallé compañera más sociable que la soledad.”
Henry David Thoreau
Gran parte de los viejos discursos relativamente revolucionarios partían de la primicia de un supuesto estado de soledad del individuo provocado por las condiciones dominantes, inclusive la Seguir leyendo La soledad absoluta está prohibida→
En Abril del 2007 un misterioso Comité Invisible publicaba en Francia un libro de pocas páginas y de reducido tamaño, pero de denso y subversivo contenido: La insurrección que viene (1). Contra todo pronóstico, dado el tipo de publicación del que se trataba, su éxito de ventas fue arrollador, llegando a ocupar el primer puesto en el ranking de libros más vendidos de Amazon. Seguir leyendo A nuestros amigos. Comité Invisible→
Dentro del proyecto de la modernidad, el conocimiento científico parecía estar en plena consonancia con la realidad , se correspondería con ella y la representaría con el debido rigor. En disciplinas como la sicología, y más concretamente en la sicología social, se tenía la realidad de unos fenómenos sicosociales que articulaban la cotidianeidad de los seres humanos, a veces con efectos desafortunados (agresividad, discriminación, sumisión a la autoridad, falta de solidaridad…).
“Quienes se dejan llevar de cuando en cuando por el dulce encanto de ensoñar ficciones nos cuentan que en su lecho de muerte, pocos instantes antes de que su fatigado corazón dejase de latir, Foucault experimentó una satisfacción incontenible. Su rostro adquirió de repente una placidez extrema y sus labios, distendidos por un intenso placer, esbozaron un leve movimiento. Algunos de los presentes tan solo creyeron percibir un profundo suspiro, sin embargo, otros, probablemente más cercanos y más atentos, alcanzaron a oír las siguientes palabras: «¡Por fin!… Por fin el descanso… nunca más escribir…! ¡Por fin la inmovilidad… detenerme por fin en un solo lugar…! «. Seguir leyendo Foucault o la ética y la práctica de la libertad. Dinamitar espejismos y propiciar insumisiones→
Foucault es un filósofo al que no mueve únicamente la curiosidad intelectual, puede decirse que el conjunto de su trabajo tiene todo que ver con una finalidad política. La especulación por sí sola no parece agradar a según qué pensadores, y es la utilidad de su trabajo lo que les motiva, el esperar que un trabajo intelectual resulte útil y funcione en la práctica.
Hay quien interpreta que la obra y el pensamiento de Foucault tienen muchas bifurcaciones e incluso que se puede decir que existen «varios» Foucault; también se puede decir que el propio autor incitó a esta lectura de sí mismo negando ninguna clase de «identidad de autor» (por lo visto, llegó a decir que su pensamiento se transformaba con cada nueva investigación).
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general