Albert Camus dijo una significativa frase, que llega amplificada hasta nuestros días: «“El problema más grave que se plantea a los espíritus contemporáneos: el conformismo, y la pasión más funesta del siglo XX, la servidumbre. Más que el equilibrado, el hombre normal es el hombre domesticado». Hay que analizar diversos conceptos para comprender por qué el ser humano, una mayoría al menos, se ha convertido en un mero espectador en sociedades que se consideran avanzadas.
A poco que uno tenga cierto apego hacia el conocimiento, vivimos una época cuanto menos desconcertante. Lo habéis adivinado, me refiero una vez más a las numerosas creencias, supercherías y charlatanes que proliferan por doquier. Se trata muy problamente, de lo que nos depara la sociedad del consumo y el capitalismo con su pertinaz mercantilización de la vacuidad. Cuanta más estulticia prolifere, tanto mejor, el personal más sumiso y manipulable.
Hay quien sostiene, de manera encomiable por un lado, aunque sembrando la sospecha por otra, que el librepensamiento resulta imposible. Dejaremos claro que, efectivamente, entendido como concepto absoluto, el librepensamiento, o pensamiento independiente, resulta francamente difícil. Es más, lo que nos reafirma en nuestra defensa del mismo, lo cual no quiere decir que ninguno de nosotros merezca el calificativo de ‘librepensador’, es nuestra más firme oposición a todo absolutismo sin que por ello caigamos en un vulgar relativismo (ya que, de una manera o de otra, todos tenemos ciertas creencias, aunque con la permanente crítica en base a la verificación con la realidad que conocemos; no entraremos, de momento, en abstrusas polémicas sobre lo que es o no ‘real’); identificamos el absolutismo con cualquier tipo de creencia, y más en concreto con toda creencia trascendente, es decir, no sujeta a la verificación y al debate en un plano humano (para bien, y tantas veces para mal, el único que conocemos).
Con permiso de Antonio López Campillo y Juan Ignacio Ferreras, autores del libro con el mismo título, sintetizamos algunas ideas presentas en él con las que no podemos estar más de acuerdo.
Identificar mero ateísmo con librepensamiento nos conduce a no pocas objeciones y problemas. Hay que distinguir entre la figura de un librepensador, propia de los siglos XVIII y XIX y lo que hoy podemos considerar que eso significa. Creemos sinceramente, y de una manera también ferozmente autocrítica, que desde posiciones ateas, lo que entendemos por un movimiento ateo combativo con la religión y más o menos organizada, se produce con cierta asiduidad esa ambivalencia de pretender ser progresista y librepensador y hacerlo únicamente desde posiciones, quizá no superadas, pero sí necesitadas de ser puestas al día conforme a nuevos discursos que resultan de lo más cuestionables.
En lo que llevamos de año, han muerto más de 2.700 migrantes en el Mar Mediterráneo, pero las lavadoras tienen apps para el teléfono móvil; la epidemia de cólera en Yemen, de la que usted no ha oído hablar, ronda los 800.000 afectados y supera los 2.100 muertos, pero desde el punto de vista de la economía, la venta de armamentos no se diferencia de la venta de alimentos; el cambio climático desplaza a 22 millones de personas al año, pero usted discute con su compañero de trabajo por el aire acondicionado… ¿no ve cómo incluso la falacia ha elegido bando? Anónimo
El siglo XX queda muy atrás, con sus fallidas promesas emancipatorias y paralela consolidación de un sistema alienante; inmersos ya en un siglo XXI, que ofrece motivos para la desesperanza, ya que una mayoría parece seducida por un sistema que convierte a las personas en meros consumidores, pero también para mostrarse optimistas, ya que proliferan movimientos críticos que adoptan medios libertarios en búsqueda de esa necesaria liberación.Sigue leyendo →
Revolución o colapso. Entre el azar y la necesidad, libro editado este año 2017 por Queimada, recoge las memorias de Octavio Alberola a través de artículos suyos escrito a lo largo del tiempo, muestras de un anarquismo libre de dogmas y heterodoxo, que llega hasta nuestras días, en los que se nos invita a repensar y reinventar la revolución a través de una llamada a la rebelión en un sociedad adormecida y seducida, en gran medida, una y otra vez por las instituciones.Sigue leyendo →
Yo fui católico hasta que tuve uso de razón. Me bautizaron sin mi consentimiento, me obligaron a ir a catequesis sin mi consentimiento, y quisieron que fuera a misa sin mi consentimiento. Ahí terminó la cosa. En cuanto pude, me zafé de toda esa basura. Sigue leyendo →
El sistema dicta su sentencia y los peones la acatan: hay que adaptarse y cualquier saber que no tenga aplicación práctica dentro del sistema es sencillamente considerado inútil. ¿Para qué sirven las humanidades? Se pregunta buena parte de la sociedad. El objetivo pues se ha cumplido, y es que se cree que algo que no tiene una aplicación clara en el sistema productivo es perder el tiempo. Sigue leyendo →
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general