Hay quien considera, con una línea argumentativa preescolar, que algunas personas odian tanto a su país, que se muestran incapaces incluso de nombrarla. De esa manera, usan eufemismos como «este país» o «Estado español» (concepto este, por cierto, que siempre he detestado y me parece hacerle el juego al enemigo). Veamos si soy capaz de explicarlo aumentando el nivel de lucidez habitual de este blog, que ya es decir, aunque no me responsabilice de la dificultad de comprensión de lectura de nadie. En primer lugar, se quiere observar tantas veces como un problema dicotómico entre izquierda y derecha, siendo los primeros los enemigos de la patria, supuestamente, y los segundos los que la aman profundamente. Esto, no es que sea solo de un maniqueísmo que tira de espaldas al que tenga un poquito oxigenado el cerebro, es que para llegar a semejante conclusión hay que reducir notablemente conceptos más bien poliédricos y no tener una visión de la historia como repugnante culto a los poderosos. Del mismo modo, sería necesario clarificar a estas alturas qué diablos es izquierda, pero bueno, quizá podamos entender por derecha a todos los que reivindican la historia de este inefable país (obsérvese la habilidad del que suscribe, no exenta de cierto animus iocandi, para no mencionar a la sacrosanta patria).
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