«Sin ejércitos, no habría guerras», aseveración que puede parecer pueril en principio, pero que en realidad se trata de una perogrullada como un castillo. Es decir, hablamos de una organización armada, ferozmente jerarquizada, que sirve a los intereses de un nación, que es lo mismo que decir de un Estado, que viene a ser el poder político, que a su vez lo forma principalmente una oligarquía sujeta a determinados intereses, que no suelen coincidir en lo más mínimo con la sociedad de la que forman parte. Es decir, incluso a estas alturas, puede haber tarambanas que se crean esa mistificación inicua llamada «patriotismo», pero la realidad que no quieren ver ante sus ojos es que, si los conducen a la guerra, obedecen a los intereses de una clase dirigente. Así de sencillo. Alguien puede identificar un ejército, meramente, con la defensa armada de un pueblo o de una comunidad, pero seamos serios y usemos la semántica de forma mínimamente decente.
La creencia nacionalista, que no deja de ser una forma de religión secularizada, en la que el Estado parece ocupar, como instancia trascendente, el lugar que antes era propio de Dios, se nutre de un lenguaje patriótico, grandilocuente y redentor, que alimenta los deseos, ilusiones y temores de las personas, para encubrir intereses muy terrenales por parte de una minoría de dirigentes y privilegiados.
En español se dice «apátrida», en inglés se usa el mucho más poético «statelessness». ¿Sabías que es posible quedarte sin nación, es decir, que no haya ningún país en el mundo del cual seas considerado ciudadano? Suena como el argumento de una película, pero las consecuencias de algo como esto pueden ser nefastas. Sigue leyendo →
Cuando muchos hemos nacido en una sociedad en la que se nos enseñaba desde nuestra más tierna infancia, cuando entrábamos a formar parte del sistema de enseñanza del Estado, donde prevalecía aquello del nacionalcatolicismo y del nacionalsindicalismo que preconizaba la patria común de todos los españoles en la que no se ponía nunca el sol, y en la que no se podía poner en cuestión aquello Sigue leyendo →
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