Anarquismo-Siglo-XXI-Acracia

Tiempos posmodernos (y, luchemos por ello, también libertarios)

Fue el bueno de Fernando Fernán Gómez, reconocido ácrata, el que aseveró algo así como que, dado el fracaso de todas las políticas gubernamentales él apostaba por una sociedad en la que no mandara nadie. Bien por Fernando. Y es que el anarquismo ha sido objeto de tanta distorsión y marginación, que nosotros seguiremos insistiendo en estos tiempos tan aparentemente malos para la lírica que son los posmodernos. Para muestra, la continua afirmación interesada sobre que el desarrollo de la modernidad ha quedado marcado por dos corrientes políticas y filosóficas: socialismo y liberalismo. Sin embargo, contradiciendo esa simplificación, el sociólogo Christian Ferrer asegura que podrían ser tres las ideas de aspiración emancipatoria: liberalismo, marxismo y anarquismo. El que suscribe considera que es mucha la distancia que separa la filosofía libertaria de la doctrina marxista, mientras que en su comparación con las ideas liberales los anarquistas no podían aceptar bajo ningún concepto que la libertad política y la justicia económica fueran irreconciliables. A menudo, se consideró al anarquismo la rama liberal del socialismo, pero particularmente considero que ha ido, y obviamente seguirá yendo, mucho más allá de ser una corriente socialista. Uno de los motivos por los que aposté por el anarquismo es por, además de buscar la emancipación colectiva, tener una fe inquebrantable en la autonomía individual, así como en el criterio y la responsabilidad de cada persona en un contexto libre y solidario.

El ladino Francis Fukuyama, aprovechando el fracaso de la praxis marxista-leninista, se vino bastante arribar al asentar el fin de la historia, en un guiño cínico al materialismo dialéctico, y de las ideologías. Por supuesto, de lo que se trataba es de hacer creer en el imaginario colectivo, de una manera simplista y maniquea, y a pesar de los desmanes producidos por el capitalismo, que la economía liberal era el único orden posible. Han pasado más de tres décadas y el desarrollo posmoderno nos ha deparado que los conceptos políticos de derecha e izquierda, especialmente por la sumisión de esta última a la vía electoralista y estatal, están casi, casi periclitados. Otra cosa que me gusta, sobre manera, de las ideas libertarias es que nunca sucumbieron a doctrinas finalistas, eso que los sesudos llaman teleología, un motivo más para tener mucho que decir en la llamada posmodernidad. La confusión posmoderna nos ha deparado, entre muchos otros despistes, que una pléyade de liberales, pseudoradicales y nada originales, se hayan apropiado del término libertario, pero tan sencillo como recordar que al hablar de anarquismo e ideas libertarias nos referimos a la negación de cualquier clase de dominación, y no solo a la proveniente del Estado, así como de explotación económica.

Pues sí, el anarquismo sigue teniendo muy mala prensa, lo cual es lógico por los motivos antes expuestos, lo cual le coloca en una gran desventaja para según qué propuestas sociales, políticas y aun económicas. Como creo que ya he dicho en otras ocasiones, cuando uno se proclama anarquista obliga acto seguido a una serie de esforzadas explicaciones. No hay problema, estamos acostumbrados a arrojar luz sobres tinieblas de la ignorancia e, incluso, rozamos ya la excelencia al hacerlo. Recordaré también, para aquellos que les gusta alimentarse en exceso del pasado, que en el caso del anarquismo teoría y movimiento siempre se han conformado y enriquecido mutuamente y, siempre, vinculados a las circunstancias sociales y culturales que tocan vivir. En este inefable país, ahora llamado Reino de España, el movimiento libertario tuvo una vitalidad notable hasta, desgraciadamente, el triunfo de la reacción en 1936. Es quizá a partir de Mayo del 68, donde se empiezan a dibujar los contornos de la posmodernidad, cuando empieza a tener un nuevo auge. Hoy, ya más de dos décadas después de haber abrazado un nuevo siglo y milenio, con toda una revolución tecnológica en los llamados países desarrollados, es momento de que encontremos nuestro momento (auténticamente) libertario. Al fin y al cabo, todas las demás vías gubernamentales han seguido fracasando.

Juan Cáspar

Deja un comentario