Apuntes históricos sobre autogestión y anarquismo

El himno de La Internacional y el espíritu libertario

De vez en cuando, lo confieso, en un cuestionable ejercicio de masoquismo, acudo a algún debate político en televisión. No es que el nivel habitual sea gran cosa, pero logro sorprenderme esta vez por el grado de ignorancia y/o maledicencia.

Recientemente, el candidato triunfador en las primarias del PSOE, Pedro Sánchez, cantaba La Internacional puño en alto junto a un grupo de partidarios. Bien, en dicha tertulia, y aclararemos ya que perteneciente a un medio reaccionario y nacionalista (español) se recreaban, de forma prácticamente unánime, en que se trataba de algo «anacrónico» y en la aseveración de que era un «himno comunista» (la muy cultivada audiencia mandaba mensajes, en el mismo sentido, y aseguraban que cantaba la Internacional «como Stalin»). El nivel de analfabetismo histórico y político es alarmante, no sé si en este país muy superior a otros. Dejaremos a un lado lo pintoresco de que un secretario general del Partido Socialista quiera pasar por devoto creyente en la letra de un himno de lo más radical, si bien alterado en su espíritu original, sí es cierto, ya antiguo. No tanto, ni seguro que no tan «anacrónico», como ciertos símbolos nacionales como la bandera rojigualda o un himno de tono pachanguero que suele excitar los ánimos deportivos de las masas; es algo que convendría recordar a todos esos conservadores y reaccionarios españolistas. Veamos ahora algo de la historia de La Internacional, un himno obrero y socialista en origen, que no tiene necesariamente connotaciones marxistas (ni, para ser más concretos, socialdemócratas, ni comunistas en sentido autoritario).

Es a Eugène Pottier, nacido en 1816, a quien se debe la muy lírica letra de La Internacional, un poema que se convertiría posteriormente en el himno de la clase obrera. Será una exaltación de la fraternidad humana, un canto universal que adelanta un mundo nuevo criticando todo lo que oprime al hombre: la religión, el militarismo, la propiedad privada… Si en otras ocasiones, los letristas de himnos son bastante cuestionables, en esta ocasión puede decirse que hablamos de un verdadero poeta: lo bello de las palabras puesto al servicio de la fuerza de las ideas. Según el Gran Diccionario Socialista de Morel, editado después de la Primera Guerra Mundial, el canto de La Internacional se atribuye, en su letra, a Pottier y en su música Adolphe Degeyter; la fecha para la letra data de 1871, año de la Comuna de París, de la cual era veterano Pottier, si bien no se editaría hasta 1894. El canto de La Internacional sería interpretado por primera vez el 8 de julio de 1888, pero desgraciada y paradójicamente Pottier falleció el 6 de noviembre de 1877 y no pudo vivirlo. A pesar de que se atribuyera en alguna ocasión la música a Adolphe, hoy se suele considerar el verdadero autor a su hermano Pierre Degeyter; una larga querella entre ambos llegaría hasta 1922, sin que llegara a probarse quién fue el verdadero autor, pero históricamente hay que señalar a Pierre, músico militante obrero, que se dice compuso la música con la ayuda de un simple armonio. Toda esta información está sacada del que tal vez es el estudio más serio sobre la historia del himno, el realizado por Hem Day.

Donde el himno de La Internacional inicia su expansión fue en el XIV Congreso Nacional del Partido Obrero Francés, el 20 de julio de 1896. El éxito del canto se debió a que fue entonado por los socialistas, venciendo a La Marsellesa cantada por el sector más nacionalista y reaccionario. Es posible que, a partir de aquel momento, La Internacional comenzara a imponerse en toda reunión obrera. No obstante, no se detuvo en Francia la tensión entre partidarios de La Marsellesa y los que preferían el himno socialista. En 1917, con el triunfo de la Revolución rusa La Internacional se acabará convirtiendo en el himno oficial de la Unión Soviética. La historia de ignominia y traiciones sobre la letra original de Pottier no tendrá fin. Cuando la URSS se alió con las democracias capitalistas en la Segunda Guerra Mundial, deja de entonarse La Internacional e incluso se compone un nuevo himno nacional, ya abiertamente patriótico y estalinista. Como vemos, se vincula el canto al comunismo, pero las alteraciones y renuncias se reiteraron, acorde con la práctica política. Por el contrario, lo cual no sorprende si analizamos detalladamente el espíritu de sus palabras, La Internacional ha tenido predicamento en el mundo libertario. De hecho, la versión portuguesa es obra de un anarquista, Neno Vasco (1878-1920). En el Congreso Anarquista Internacional de Ámsterdam, en 1907, pudo escucharse con entusiasmo el canto. De la misma forma, en otros más recientes, como el Congreso de Carrara, en 1968, o el de Valencia en 1990. En el XX Congreso de la Asociación Internacional de los Trabajadores, en 1996 en Madrid, en la clausura se entonó La Internacional en todos los idiomas de los asistentes. En español, existen varias versiones, la socialista entonada por Pedro Sánchez y sus acólitos, es una versión más corta y desprendida del espíritu original. Hay alguna versión anarquista de exaltación de la FAI, creemos que creada durante la Guerra Civil, tal vez no muy afortunada. A pesar de que se adoptara por el comunismo, quedémonos con la letra original, que reproducimos a continuación, en francés y en su versión española.

La Internacional


(Texto íntegro del poema original en lengua francesa)

C’est la lutte finale:
Groupons-nous, et demain,
l’Internationale
sera la genre humain!

Debout les damnés de la terre.
Debout les forçats de la faim.
La raison tonne en son cratère,
c’est l’éruption de la fin.
Du passé faisons table rase:
Foule, esclave, debout, debout.
Le monde va changer de base;
nous ne sommes rien, soyons tout.

Il n’est pas de sauveurs suprêmes:
Ni Dieu, ni César, ni Tribun,
producteurs, sauvons-nous nous-mêmes,
décrétons le salut commun.
Pour que le voleur rende gorge,
pour tirer l’esprit du cachot,
soufflons nous-mêmes notre forge,
battons le fer quand il est chaud.

L’Etat comprime et la loi triche,
l’impôt saigne le malheureux.
Nul devoir s´impose au riche,
le droit du pauvre est un mot creux.
C’est assez languir en tutelle,
l’égalité veut d’autres lois:
Pas de droits sans devoirs, dit-elle,
égaux, pas de devoirs sans droits!

Hideux dans leur apothéose,
les rois de la mine et du rail
ont-ils jamais fait autre chose
que dévaliser le travail?
Dans les coffres-forts de la banque
ce qu’il a créé s’est fondu.
En décrétant qu’on le lui rende
le peuple ne veut que son dû.

Les rois nous soûlent de fumées,
paix entre nous, guerre aux tyrans.
Appliquons la grève aux armées,
crosse en l’air et rompons les rangs!
S’ils s’obstinent, ces cannibales
a faire de nous des héros,
ils sauront bientôt que nos balles
son pour nos propes généraux.

Ouvriers, paysans, nous sommes
le grand parti des travailleurs.
La terre n’appartient qu’aux hommes,
l’oisif ira loger ailleurs.
Combien de nos chairs se repaissent?
Mais, si les corbeaux, les vautours
un de ces matins disparaissent,
le soleil brillera toujours.

La Internacional

Música de Pierre Degeyter
Letra (en francés) de Eugène Pottier

Arriba, parias de la tierra,
en pie, famélica legión.
Atruena la razón en marcha,
es el fin de la opresión.
Del pasado hay que hacer añicos,
legión esclava, en pie, a vencer.
El mundo va a cambiar de base,
los nada de hoy todo han de ser.

Agrupémonos todos
en la lucha final.
¡El género humano
es la Internacional! (bis)

Ni en dioses, reyes ni tribunos,
está el supremo salvador,
nosotros mismos realicemos
el esfuerzo redentor.
Para hacer que el tirano caiga
y al mundo siervo libertar,
soplemos la potente fragua
que al hombre libre ha de forjar.

Agrupémonos todos…
La ley nos burla y el Estado
oprime y sangra al productor,
nos da derechos irrisorios,
no hay deberes del señor.
Basta ya de tutela odiosa,
que la igualdad ley ha de ser.
No más deberes sin derechos,
ningún derecho sin deber.

Agrupémonos todos…

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