La amenaza de disolver uno de los colectivos que apeló a manifestarse contra los embalses agrícolas de regadío el 25 de marzo, es una nueva ilustración del desprecio que este régimen expresa hacia cualquiera que quiera obstaculizar a la política que hacen al servicio de la burguesía.
Se trata en efecto de sostener la idea de que miles de manifestantes presentes en Sainte-Soline habrían sido niños sin ninguna autonomía, presentes allí, bajo la influencia de alguna fuerza oculta.
El sábado 26 de marzo en Sainte-Soline, nuestro camarada S. fue alcanzado en la cabeza por una granada explosiva durante la manifestación contra los embalases. A pesar de su estado de urgencia absoluta, la prefectura impidió a sabiendas que los servicios de urgencia intervinieran en primer lugar y que le trasladaran a una unidad de cuidados adecuada en segundo lugar. Actualmente se encuentra en cuidados intensivos de neurocirugía. Su pronóstico vital sigue siendo reservado.
Estaba hablando de la Condicional. A lo que voy: las Juntas de Vigilancia Penitenciaria deniegan los permisos a los reos, aunque tengan derecho a ello, y le mandan la papeleta al juez para que sea él quién lo suelte si quiere. El juez con el dictamen negativo, se marea mucho antes de dejar suelto a un preso el fin de semana para que vea a sus hijos, porque anda con la paranoia mediática. Porque si en el transcurso de los miles de permisos que se dan, algún penado viola a una persona, personajes miserables cuentan el caso con pelos y señales, trasmitiendo mensajes de miedo, odio y venganza.
Hace unos días manifestaba que escribiría algo sobre las alternativas a la locura carcelaria que nos invade, y la verdad me está resultando muy difícil. Por un lado los anarquistas deseamos abolir el sistema carcelario sustituyéndolo por una sociedad igualitaria etc (1). Esa es nuestra alternativa utópica. Por otro es que resulta que las alternativas realistas al encierro las plantea el propio Estado desde el siglo XIX.
En el artículo anterior manifestaba mi extrañeza por el mantenimiento en el régimen de aislamiento de Alfredo Cospito, so pretexto de que a sus órdenes e inspiración anda un vasto grupo de anarquistas deseosos de destruir el mundo. Hoy en cambio me gustaría mostrar lo que es el Régimen de Aislamiento, o más bien, los efectos que produce en los presos, sin demagogia, sin estridencias, a través de una Sentencia del Tribunal Supremo. Esto pasa en el Reino de España.
Hace dos años, la Editorial Virus publicó Yo soy frontera, autoetnografía de un viajero ilegal, escrito por Shahram Khosravi, una importantísima contribución a la reflexión sobre “los regímenes fronterizos actuales y las múltiples formas de violencia institucional, social, simbólica o psicológica que estos descargan sobre las personas migrantes”. Sin lugar a dudas, un libro muy necesario en el que, no solo a través de su propia experiencia migratoria sino de las reflexiones y vivencias compartidas con muchas otras personas con las que se cruza en el viaje, hace una “reconstrucción íntegra de las trayectorias migratorias” y también confronta aquellas categorías insertas en Occidente compartidas por el Estado y su estructura represiva y por una parte relevante del conglomerado de organizaciones humanitarias, partidos políticos de izquierda y medios progresistas, categorías aceptadas en su esencia vertebradora aunque se planteen desde diferentes enfoques.
Si alguien tiene el buen gusto de leer mi columna, sabrá que hay un anarquista en Italia, Alfredo Cospito, que lleva desde el 20 de octubre de 2022 en huelga de hambre por la abolición del régimen de aislamiento en que se le mantiene, sin comunicaciones de ningún tipo. Este tipo de prisión fue creado en Italia para presos recalcitrantes y mafiosos.
En el momento de escribir estas líneas, Alfredo Cospito cumple 80 días en huelga de hambre, iniciada el 19 de octubre de 2022, en protesta por su situación en prisión.
Alfredo es un anarquista insurreccionalista de Torino (norte de Italia), con décadas de militancia a sus espaldas, lo que le ha ocasionado sufrir la represión del Estado italiano desde muy joven, pasando por prisión en los ochenta cuando estuvo preso por declararse insumiso al servicio militar.
Había mucha expectación para ver la última película de Alberto Rodríguez, Modelo 77. Tengo que decir que este director es para mí es uno de los más interesantes en la actualidad, y ahí está su filmografía para demostrarlo, donde ya había tocado de manera muy crítica la historia reciente de este país. Ahí están películas tan notables como Grupo 7, La isla mínima o El hombre de las mil caras, donde bajo el formato de policiacos o thrillers se denuncia una determinada realidad social y política de un país con demasiadas costuras.
Durante la dictadura militar que sufrimos cuarenta años, a los vencidos se nos secuestró, asesinó y encarceló durante largos períodos en sus sombrías cárceles. La de Carabanchel fue una de sus atrocidades más duras, la edificaron los presos que terminarían entre sus muros. Y durante la democracia vigilada que padecemos, que dura otros tantos años, nos han arrebatado la memoria.
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general