Apuntes sobre periodismo

El arraigo de la revolución en un pueblo se comprueba en la cantidad de sus periódicos. Ellos son el alma de ella; le toman todos sus juegos, los amargos y los dulces, y los graban, los esculpen, los estampan. Y sí aparecen después, violentos y desparejos, fatales y esperanzados.
Así hay que amarlos. Pequeñitos, mal escritos, peor impresos, como sean, pensemos que son, no más, golpes de hacha contra el muro; clamores de libertad dentro de los calabozos. Las rebeliones del pueblo.
Miremos a ellos y no a los burgueses.
Rodolfo Gonzalez Pacheco

Toda la crítica del viejo mundo se ha hecho con el lenguaje de ese mundo y sin embargo contra él, y por lo tanto, en un lenguaje otro. Toda teoría revolucionaria ha tenido que inventar sus propias palabras, destruir el sentido dominante de otras, y aportar nuevas situaciones al “mundo de las significaciones” que correspondan a la nueva realidad en gestación y que hay que liberar del revoltijo dominante.
Internacional Situacionista

Todas las sensaciones, esperanzas, miedos, angustias, acciones, vergüenzas, ambiciones, encuentros, peleas, entornos que habitamos están determinados por relaciones de poder. Desde cómo cogemos hasta cómo nos relacionamos con la Tierra y lo que ella contiene, la forma en que enseñamos, la forma en que criamos, la forma en que nos organizamos, la forma en que trabajamos y conversamos. Proponemos que todos los aspectos de nuestras vidas sean pensados detenidamente a través de un ejercicio de desnaturalización que no caiga en una supremacía de la Razón sobre la sensación, que no separe el cuerpo de la mente. Aquí, en esta hoja de apuntes, trataremos de pensar sobre el periodismo, ese oficio que se ocupa de recabar, escribir y transmitir información ya que consideramos que la circulación de información es una de las tareas fundamentales para la descentralización del poder y para la autonomía de los pueblos.

Creemos que si el periodismo no se nutre de hechos reales y concretos no puede ser llamado periodismo. Contar las cosas a medias, privilegiar unos hechos por sobre otros, falsear datos y silenciar voces no es un acto inocente. A eso lo llamaremos publicidad, ya que a través de el ocultamiento o la tergiversación de ciertos hechos, no buscan informar, sino influenciar, y condicionar el comportamiento y la subjetividad de las personas, generando desinformación. Así, filtrando información y adulterándola a su gusto, los medios masivos bajan línea camuflada de “neutral” y objetiva. Podríamos decir que cuanto más énfasis en una supuesta “neutralidad”, más tenemos que desconfiar del mismo. Así, las proclamaciones de Clarín cuando dice “periodismo independiente” no pueden más que hacernos reír.

Quienes tienen la potestad de decidir qué información circula, cuál no y cómo se la transmite, serán capaces de determinar y manipular las condiciones sociales que rigen determinados contextos. La hegemonía de las clases dominantes se basa, precisamente, en la construcción de noticias/realidades ficcionadas que buscan confundir y desviar nuestra atención de la raíz de los problemas y hechos que se suceden a nuestro alrededor. A esto se le debe sumar la sobreinformación con la cual somos bombardeades constantemente. Hechos que se suceden uno detrás de otro tan rápido que nos saturan e inhiben, ya que la posibilidad de responder es inexistente. La catarata de malas noticias es tal que comenzamos a acostumbrarnos a ellas, naturalizándolas. Es así como el Poder logra determinar/moldear la sociedad en su favor, sosteniendo a través de nuestra pasividad y confusión, su estructura asesina.

Los noticieros no paran de reproducir información que sustenta frases como ¨sin Estado la vida sería un caos¨, “la solución a la pobreza es más trabajo”, “alguien tiene que gobernar”, “el capitalismo y la democracia son los sistemas más avanzados”, “los desastres ocurren cuando el Estado está ausente”, “hay que protestar sin salirse de los márgenes legales”. Todas esas afirmaciones que los periodistas profesionales repiten sin cesar se nos cuelan por las orejas y se clavan en nuestras carnes formando un “sentido común” que de común no tiene nada, ya que, como podemos comprobar leyendo la historia, tanto el capitalismo, como el Estado, el patriarcado, la supremacía racial y mercantil, o la religión organizada, no fueron procesos “necesarios”, “lógicos” e “inevitables” del progreso humano, sino que fueron procesos impuestos a fuego y espada, a todas las otras culturas pre-estatales. ¨Hay que mentir, mentir y mentir, porque mientras más grande es la mentira, algo queda como verdad¨, afirmó una vez Joseph Goebbels, ministro de la Alemania nazi.

De esta forma, los medios masivos de comunicación que se encargan de operar al nivel simbólico trabajando con el lenguaje, son una herramienta de constante ideologización. No podría ser de otra manera: el lenguaje en sí es político y una herramienta. Aquí no hay equívocos, toda palabra está minuciosamente calculada para producir determinado efecto en quienes lo reciben. Detrás de una aparente objetividad, se encuentran los fríos cálculos de los mercenarios al servicio del poder. Pondremos un  ejemplo: frente a un hecho como la “Conquista del desierto” (nótese la referencia a “desierto”, sugiriendo que las pampas al sur de Argentina estaban deshabitadas, cuando en realidad estaban pobladas por miles de originaries), el progresismo nacionalista, el fascismo y los liberales (corrientes políticas bastante inundadas por el sentido “común”) nos dicen que el exterminio de les originaries estuvo justificado porque los tiempos avanzaban, porque el progreso tiene la necesidad de liquidar las formas de vidas “salvajes” o “incivilizadas”, y que era necesario, para construir la “patria Argentina”, tener tierras disponibles para el desarrollo económico de la nación. Así, todas las muertes y sufrimiento de los pueblos pre-existentes al Estado argentino son justificadas bajo el argumento “el fin justifica los medios”.

Pero frente a este hecho, también podemos decir que el asesinato y despojo de los pueblos originarios no es justificable de ninguna manera. Decimos que el Estado no representa un  “progreso” universal, sino que representa un progreso patriarcal y capitalista, reflejo de la cosmovisión de las clases dominantes, y que su expansión no se debe a una mejora de la calidad de vida para todes, sino que se debe a la expansión territorial de su dominio hacia todo el mundo. Aquí aparece otro término que busca aparentar neutralidad: la “globalización”, la cual no es más que la invasión mercantil de todas las formas de vida que se oponen a la proletarización de la existencia.

Creemos que no basta solamente con describir los hechos, sino que también es necesario posicionarse frente a los mismos. De ahí que “no existen hechos, solo interpretaciones”. No es posible ver las cosas de forma objetiva y neutral. Quien hable desde un lugar de supuesta objetividad nos está queriendo embaucar. De hecho, es lo que constantemente hacen los medios masivos, abogar por la objetividad, cuando en realidad a la hora de procesar y preparar la información tienen muy en claro su posicionamiento. De allí que digamos que no hacen periodismo sino que hacen propaganda del Estado-Capital. Nos distraen de lo que realmente sucede, de la continua estafa a la que estamos sometides. Cómo olvidar aquél titular de Clarín que decía “La crisis causó dos nuevas muertes” luego de la masacre de Avellaneda.

También tenemos que advertir cuando los medios denominados alternativos son condescendientes con los aires políticos de turno, ya sea por temor a perder lectorxs, audiencia, beneficios económicos o por adquirir un sutil conformismo dejando de lado críticas profundas que en otros contextos políticos tuvieron. Por ejemplo, en estos territorios, sorprende la cantidad de reflexiones y crónicas que adoptaron una prosa laudatoria hacia la asunción de Alberto Fernández y su séquito de pactadores sociales. Crónicas que te llevan a presentificar la escena de un triunfo eufórico y esperanzador pero que no son más que narrativas obsecuentes que maquillan la nueva cara del Estado, esta vez (nuevamente) con colores progresistas que esconden/justifican el ajuste, el extractivismo y la represión. El periodismo, en tanto que práctica de la comunicación, deja de tener sentido cuando se alinea con una estructura cuya característica principal es adueñarse de la comunicación. Al Estado no le interesa ni conviene que se hable de todo lo que sucede, sino más bien que se hable de sus buenas acciones y no tanto de las malas. ¿Cómo informar realmente cuando se está con el gobierno?

Nada podemos esperar de los medios conservadores que han edificado la “opinión pública” de este territorio, nada podemos esperar de los medios liberales que profesan el culto a la propiedad privada, a la competencia y a la libertad individual y capitalista, nada podemos esperar de los medios progresistas que enaltecen al Estado de Derecho como garante de la vida. ¿Podemos esperar algo de esos medios que ante un cambio de amo hacen silencio frente a los padecimientos del pueblo?

Otro aspecto que queremos mencionar es lo que se resume en la conocida frase de Marshall Mcluhan de “el medio es el mensaje”. No solo el contenido es importante, sino también la forma en que se transmite. Supongamos que el día de mañana los grandes medios de desinformación comienzan a producir información antipatriarcal, anticapitalista y comunista. ¿Cambiarían verdaderamente las cosas? Nosotros creemos que no, ya que si la forma de producir información sigue siendo la misma, es decir, continúa una monopolización en el manejo de la información en tanto cómo se clasifica y cómo transmite, seguiríamos en el mismo problema. La palabra “comunicar” viene del latín y significa hacer algo en común con otre. ¿Qué posibilidad de comunicación real hay con el bombardeo constante de información que recibimos a través de pantallas, diarios y radios? ¿Hay alguna posibilidad de respuesta por parte del pueblo? ¿Qué tienen en común un periodista que cobra $80.000 pesos por mes y que no va hacia el territorio, con un laburante promedio que se toma el bondi (término para el autobús, en Argentina) todos los días para trabajar 8 horas y cobra $25.000 dejando la vida en ello?

Hoy en día, la información tiene dos polos: uno que emite constantemente información, y el otro que recibe pasivamente toda la mierda que le tiran con escasa posibilidad de respuestas. El Estado nos ha robado la posibilidad de comunicación a la vez que asegura fomentar la “libertad de expresión”. Esa es, estructuralmente hablando, la esencia de los medios de comunicación, es imposible que puedan comunicar algo, ya que su esencia, el objetivo para el cual fueron creados, es instaurar la unilateralidad, la ausencia de respuesta, el monólogo constante del Poder, su auto-justificación eterna. Es por ello que es imposible que sean neutrales. Su funcionamiento está pensado para manipular, seducir y penetrar en el inconsciente de las personas. Los problemas están siempre relatados desde lo alto, y siempre desde el mismo punto de vista, cuando en realidad, la esencia de informarse es tratar de adquirir la mayor cantidad posible de puntos de vistas, buscando escapar de los “buenos” y los “malos”, profundizando en los matices de la realidad que es siempre compleja.

A continuación pensamos algunos apuntes sobre un periodismo de guerrilla, horizontal, autonomista, proletario, que busque informar, fortalecer lazos y conciencias. Una mente nutrida es, indefectiblemente, enemiga del Poder y amante de la libertad:

  • · Pensamos un periodismo que tome la cotidianeidad de les de abajo como punto de partida, evitando enaltecer la vida de los “ricos y famosos”. Todes, a pesar de no ser millonarios o famosos, tenemos una historia que contar. La constante publicidad que reciben las distintas marionetas mediáticas de la farándula como triunfadores y modelos a seguir no es inocente. La misma busca imponer modelos de felicidad y éxito prefabricados para el consumo en masa.
  • Proponemos un periodismo anti-estatal, es decir, no alineado con ningún partido político u otra estructura jerárquica, promotor constante, tanto en su contenido como formas, de una autonomía a la hora de recabar y difundir información. Cuantas más personas hablando y recopilando, mejor. De lo que se trata es de multiplicar voces contrarias a las gobernanzas del mundo.
  • Pensamos un periodismo como herramienta política de ofensiva de les oprimides. Cuanta más información concreta tengamos sobre nuestras condiciones de vida, cuanta más gente socialice sus historias y vea que los problemas que aquejan son los mismos, más podremos comunicar, es decir, hacer en común. Queremos informarnos sobre nuestras condiciones de vida para poder organizarnos y mejorar nuestras vidas. El objetivo no es solo informar, sino transformar funcionando como una herramienta de contra-psicología, una  herramienta de comunicación sensible y revolucionaria contra la ideología capitalista-patriarcal dominante.
  • La circulación de la información no debería estar controlada por los grandes grupos económicos de desinformación, sino que es responsabilidad del pueblo tomar la iniciativa en la actividad comunicativa, tanto como fuente originaria como también antena retransmisora de la información. Ya Malcolm X nos lo decía: “Cuídate de los medios de comunicación, porque vas a terminar odiando al oprimido y amando al opresor”.
  • Proponemos un periodismo que se base en la libertad de circulación de la información contra la clase dominante y contra las formas opresivas de gestión de la vida. El objetivo es combatir y descolonizar las conciencias y los cuerpos invadidos por la normalidad. Para ello, intentamos producir información, y sobretodo fomentar la auto-organización de redes de comunicación, acercándonos a otres en el proceso y tomando decisiones sobre cómo hacerlo y qué comunicar.
  • Al hacer circular información que busca contagiar para liberar, también tiene la función de fomentar la organización de las diferencias a través de órganos descentralizados de información y difusión. Tanto el contenido como la forma en que nos organizamos para comunicar son importantes.
  • Un periodismo en el cual sea el pueblo quien escribe sus propias noticias, ordenando la información y no ya recibiendo noticias que fueron elegidas y ordenadas por otros para su beneficio.
  • En tanto que nueva forma de informar y comunicar, la tarea de crear un nuevo lenguaje que se ajuste y exprese las ideas del nuevo periodismo será primordial. Al no haber un mando centralizado de noticias, la creación de palabras y sentidos será constante y caótico, es decir, libertario.

No hay una forma de hacer periodismo, sino que hay miles. Quienes intentamos practicar otra forma de periodismo que no separe nuestras vidas cotidianas de nuestras ideas y sueños, intentamos organizarnos en una estrategia de negación de las formas tradicionales de circular información que solo benefician al Estado-Capital. El periodismo es una herramienta más para que como comunicadorxs, escritorxs y lectorxs saquemos nuestras propias conclusiones críticas y construyamos una ética ingobernable.

Ahora bien, queride lectorx, ¿vamos a seguir consumiendo pasivamente las noticias?, ¿o vamos a salir a escribir las nuestras y compartirlas en común?

¡Salud y Libertad!

Fran Fridom

Públicado originalmente en el periodico Gato Negro # 12, Buenos Aires, julio 2020. Artículo accesible en https://periodicogatonegro.wordpress.com/2020/07/18/apuntes-sobre-periodismo

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