Llevan décadas las izquierdas verdaderas pidiendo que se salga España de la OTAN y que se quiten las bases militares de EEUU del sagrado territorio nacional. Y ahora resulta que EEUU de la mano del señor Trump, dicen que en la OTAN se ha acabado vivir del cuento. Que EEUU, que es la potencia mundial con el mejor ejército, las mejores armas, bombas atómicas y un montón de dinero, deja de dar la cara por polacos, finlandeses o lituanos. Y, claro, los izquierdistas afirman que Rusia no es ningún problema, que es un país pacífico, con el que podemos establecer relaciones de amor y fraternidad. La culpa de todo la tiene la OTAN….
Es verdad. El problema no es Rusia, no, para nada. Ni el problema es la OTAN. El problema es Europa, que es un polvorín.
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La industria del holocausto
Mientras los palestinos mueren hoy en día en Gaza, masacrados por el Estado de Israel, resulta llamativa la cantidad de cultura popular (el cine, mayormente) que sigue recogiendo el horror del holocausto producido, mayormente, sobre el pueblo judío (aunque sea ya un lugar común aclararlo, no solo contra los judíos). Solo en el momento en que escribo estas líneas, en la cartelera española se encuentran los films The Brutalist, premiada obra que hay quien ha calificado de propaganda sionista más o menos justificadora de que cualquier medio sería válido para construir la nación israelí (aunque sea con la sangre de otros), Lee Miller, sobre la fotógrafa de moda que acabó yendo al frente de guerra para recoger en imágenes los desmanes del Tercer Reich, o A Real Pain, situada en la actualidad, con tono de comedia, en la que dos jóvenes recorren Polonia recuperando la memoria sobre sobre el holocausto producido sobre sus ancestros. El paradigma de la obra fílmica más efectista sobre el tema lo constituye quizás La lista de Schindler, firmada por el a menudo sensiblero y superficial Steven Spielberg. El pianista, de Polanski, aporta en cambio algunos interesantes matices sobre la actitud (humanamente comprensible, dado el horror) de parte de la comunidad judía sin caer en ese atroz maniqueísmo. Si echamos un vistazo atrás, todos los años hay un bombardeo constante sobre la misma temática y, ojo, no digo que me parezca mal a priori siempre y cuando se denuncien todas y cada uno de las matanzas y opresiones originadas en autoritarismos de diversa índole.
Seguir leyendo La industria del holocaustoLos derechos de las mujeres en crisis
Laura Vicente
Existe una sensación, con sustento real en algunos países, de catástrofe, de que los derechos conseguidos pueden retroceder e incluso desaparecer. No digo que los derechos no estén en peligro, pero creo que debemos abandonar esa visión catastrofista y enfocar bien dicho peligro y, sobre todo, cómo afrontarlo1.
Seguir leyendo Los derechos de las mujeres en crisisPasiones de diversa condición
Continúo en mi pertinaz empeño de tratar de arrojar algo de luz sobre la condición humana y la deriva moral de la civilización que hemos construido. Un poco pretencioso, pero en este momento no tengo nada mejor que hacer. Habrá quién señale la paradoja de un tipo pretendidamente nihilista, y asumo la crítica de aquel que lo observe como una mera pose enrabietada en permanente tensión con cierto afán libertario, que por otra parte no para de lanzar moralismos varios. Así es, y es que si cierto reducto de mí persona se proclama sin rubor nihlista lo es, no por carecer de principio moral alguno, como el vulgo a veces quiero observar dicha condición, sino por considerar que es necesario destruir los valores instituidos para que, con suerte, algo mejor germine. Creo que, con ello, recojo de forma nada modesta el legado de alguien tan malinterpretado como Nietzsche, pero tampoco me hagáis demasiado caso al respecto, no vamos a ponernos demasiado intelectuales. Otro pensamiento reivindicable, y convenientemente distorsionado, es el del enérgico y bienintencionado Bakunin cuando afirma cosas como aquello de que la pasión destructora es también pasión creadora. No sé si tal aserto es generalizable, pero estoy seguro de que se aplica a las intenciones constructivas y loablemente transformadoras del gigante anarquista, que luego continuaron ácratas posteriores con encomiable esfuerzo. Pero, insisto, no divaguemos con reflexiones que, no digo que sea mi caso, alguno considerará meramente filosóficas. Vamos a lo práctico y situémonos en el milenio actual, transcurrido casi un cuarto del siglo XXI, que hace tiempo sonaba a ficción científica.
El anarquismo y el cambio revolucionario
¿Qué significa el término ‘revolución’ hoy en día? Si bien, es obvio, que el significado social y político tiene su importancia histórica, en la actualidad parece haberse desterrado, en gran parte del imaginario de la gente, la posibilidad de un gran cambio revolucionario.
Cosas de creyentes en los Estados
Con esto de la Nueva Era Mundial, me quedo muchas veces perplejo. Por ejemplo, me pongo a ver algo que sea serio, un debate en el programa de este tío… ¿cómo se llama aquel que fue vicepresidente y dimitió? Joder, que no me acuerdo (1)… Pues habla de Trump y de los aranceles, y llega a la siguiente conclusión: que la subida del 25% que anuncia Trump, la van a pagar los consumidores estadounidenses. Tomo nota: Trump toma malas decisiones. A continuación hablan los tertulianos progresistas de las contramedidas de China, que va a subir a su vez los aranceles a productos americanos un 10%… Es decir, que China toma medidas adecuadas de respuesta, y entonces pienso… ¿A los chinos no les van a cobrar el sobrecoste o cómo es eso?
Seguir leyendo Cosas de creyentes en los EstadosComo acabar de una vez por todas con la kultura
La llamada izquierda, sea lo que sea lo que signifique eso a estas alturas, siempre ha tenido una confianza exacerbada en la cultura como herramienta emancipadora. Esta afirmación, que corresponde más bien a la llamada modernidad, hoy que dicen que estamos en una sociedad posmoderna, es digna de ponerse en cuestión. Y no lo digo porque no haya infinidad de militantes progresistas, sea lo que se lo que eso venga a significar, que no crean honestamente que el enriquecimiento cultural genera una nueva conciencia en las personas, lo cual dará lugar a la nueva sociedad y bla, bla, bla. Veamos por qué digo lo que digo. Yo mismo, aunque hubiera sido mucho más feliz de otro modo, que he sido un ingenuo izquierdista y he tenido una serie de descacharrantes inquietudes intelectuales desde temprana edad, muy vinculadas encima a la reflexión política, me he encontrado con un muro de hormigón cuando he tratado de profundizar en según que cosas y he corrido alborozado a mostrarles la luz a los demás. Cuando digo los demás, no me refiero a un minoría a modo de vanguardia intelectual, no, me refiero al pueblo llano (que uno ha tratado a veces).
Seguir leyendo Como acabar de una vez por todas con la kultura¿Necesita utopías el anarquismo?
Reconozco que esta pregunta es un tema recurrente en el que pienso muchas veces1. Abandono el tema durante meses o años, pero siempre acabo recalando en él. Debe ser porque mi posición no es definitiva y siempre que creo que lo tengo claro aparecen fisuras, grietas, a veces, boquetes que me obligan a repensar, a retomar la pregunta.
Seguir leyendo ¿Necesita utopías el anarquismo?Una solución al problema de la guerra
¿No decía la izquierda, que la culpa de que la derecha gane las elecciones la tiene la abstención. Pues bueno, en Alemania en estas elecciones, ha ganado la derecha con un 84% de participación. Es decir, que ha votado casi todo el mundo, menos los que no podían acercarse a las urnas por problemas de movilidad, documentación caducada, errores de censo, despistes, etc., más los que votan nulo… Yo mismo no he votado en esas elecciones porque tenía que cepillar al perro. Quería votar con todas mis fuerzas, y fue imposible.
Seguir leyendo Una solución al problema de la guerraIndigencia moral
Paseando por un barrio céntrico, de una gran ciudad, uno puede contemplar como una muestra más del paisaje urbano toda una auténtica comunidad de indigentes. Estas personas que viven en la calle, son ya tan habituales, que la actitud recurrente de las personas de una condición social más acomodada es, simplemente, de indiferencia. A lo largo de mi vida, he sentido siempre un profundo rechazo a la pobreza, y quiero creer que está claro lo que quiero decir. Alguien me dijo una vez que las clases más conservadoras sienten verdadera repulsión a la pobreza, pero también miedo, de ahí que se esforzaran en mantenerla lejos. Por supuesto, a pesar de que su propia actitud y condición es la que genera y sustenta esa misma pobreza, siempre ajena, claro está. En mi caso, huelga decirlo, el rechazo a la pobreza no es aversión al pobre, fobia o actitud que ahora tiene una llamativa denominación en forma de neologismo. Desgraciadamente, ese repudio, desprecio o mera indiferencia a la persona pobre, y más en concreto al abiertamente indigente, es algo profundamente interiorizado en las sociedades mal llamadas desarrolladas. Es así hasta el punto que las superfluas y justificativas opiniones sobre la situación de esas personas pasan por considerarlos vagos e irresponsables, algo que siempre me sorprende, ese aventurarse en el juicio sobre las circunstancias vitales de los demás y, con más saña, en el caso de los más desafortunados. También, se alude en ocasiones a un posible desequilibrio mental o a adicciones habituales al alcohol u otras sustancias, algo que cargaría aún más de responsabilidad al pobre desgraciado. Seguir leyendo Indigencia moral