Cada vez que aparece el menor asomo de crisis existencial en mi vida (caldo de cultivo para las creencias más disparatadas), cada vez que se produce la mínima tentación idealista, autoritaria o alienante (¿no es todo algo muy similar?), cada vez que asoma la amenaza de alguna estúpida abstracción supuestamente liberadora, corro raudo a releer al bueno de Albert Camus. Y, especialmente, uno de los grandes libros del Siglo XX, El hombre rebelde. Hoy, tiempos confusos, en que los más inicuos reaccionarios fundamentalistas se presentan como «auténticos» rebeldes y defensores del individuo, bien es verdad que justificados en parte en cierta izquierda empecinada una y otra vez en medidas coactivas en nombre de un supuesto bien común, es más necesario que nunca oxigenar el cerebro y pasar a la acción. Ello, en nombre de un espíritu verdaderamente libertario con, por supuesto, algunos tics nihilistas que nos empujen a rechazar tanta superchería en todos los ámbitos de la vida de esta especie peculiar llamada sapiens. Son tiempos de reivindicar una auténtica rebeldía, en nombre de un extenso comportamiento ético, para combatir el sufrimiento de tantas personas en tantos lugares del mundo. Puede parecer paradójico que eso se haga en nombre de cierto nihilismo, pero es que precisamente los detentadores de una perversa moral (hay quien lo llama política haciendo distinciones) son los que apuntalan el mundo tal y como los sufrimos. Una moral instituida en nombre de algún fundamentalismo (llámese Dios, Estado, Nación, Democracia… incluso en ocasiones se invoca el horror en nombre de algo llamado Humanidad).
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¿Un partido antiestatista?
Leo en cierto medio alternativo de izquierdas, por llamarlo de algún modo para que nos entendamos, una columna que aboga por la creación de un partido antiestatista (eso sí, matizando a continuación que «…o anticapitalista»). Para fortalecer su propuesta, acude a la historia mencionando el Partido Sindicalista, que fundó el bueno de Ángel Pestaña y que creo que tuvo una breve continuidad en los años de la llamada Transacción (perdón, «Transición» quería decir). Para los que no lo sepan, Pestaña fue un anarcosindicalista que en sus años en la CNT, junto a otros militantes, criticaba toda «aventurismo revolucionario» y consideraba que era necesaria una preparación durante un tiempo antes de llegar al comunismo libertario. Puede decirse que su decisión final de crear un partido, con el que él mismo llegó a ser diputado, suponía una continuación de su visión con la participación abierta en el sistema parlamentario y, a priori, sin renunciar a la revolución social. Algunos dirán que esto no le diferenciaba gran cosa de socialistas o comunistas, con el fracaso reiterado de la vía estatista para transformar la sociedad, y habrá que darles la razón. Pero, volvamos a esa propuesta actual de crear un partido antiestatista. De entrada, de algún modo se agradece el lanzar una crítica al Estado (al autoritarismo) en unos tiempos en que la izquierda en su conjunto lo identifica una y otra vez de manera pueril con los servicios públicos (y, llamémosle por su nombre, con el asistencialismo). Para otro espacio, dejaremos la profundización en unos servicios «públicos», autogestionados por los propios trabajadores (expertos en la materia) al servicio del conjunto de la sociedad, que no se equiparan a servicios estatales (burocratizados, centralizados y jerarquizados, cuya ineptitud estamos viendo una y otra vez en las diversas crisis sistémicas, este infernal verano son los malditos incendios).
Seguir leyendo ¿Un partido antiestatista?A vueltas con la memoria (y con la historia)
Tengo una amiga, una excelente y honesta historiadora, que no le gusta nada el concepto de «memoria histórica», que para ella vendría a ser poco menos que un oxímoron. Si lo he entendido bien, piensa que una cosa es la historia o historiografía y otra muy diferente es la memoria, más tendente a la subjetividad por motivos obvios. No está nada mal dicha aclaración, dada la acaparación de ambas cosas por intereses políticos, pero me temo que los que lo hacen les interesan más bien poco las sutilezas (y, todavía menos, la honestidad). De hecho, la actual polarización ideológica (por llamarla de algún modo, ya que «ideas» más bien pocas) conduce a que unos, el bando progre, hinchen el pecho de orgullo al mencionar el vocablo memoria a veces etiquetada de algo grandilocuente, mientras que otros, el bando conservador-reaccionario, suele ser partidario de la amnesia colectiva (la derechita cobarde), en el mejor de los casos, o bien directamente de reivindicar la ignominia histórica en este inefable país (la derechista abiertamente ultra). Los anarquistas, aparentemente una minoría hoy en día, aunque muy enérgica, no lo tenemos fácil ante esto de la memoria y la historia. De hecho, dado el muy repulsivo facherío todavía muy vivo en este inefable país, podría resulta tentador adherirse (al menos, de forma crítica y condicional) a la campaña de este gobierno tan progresista, cuando se cumplen 50 años de la muerte del matarife dictador, justificado en lo que se quiere llamar nada menos que Memoria Democrática y con el lema, todavía más distorsionador, de «España en libertad. 50 años». ¿Se nos quiere hacer creer que el franquismo acabó hace medio siglo?. No ya que hubiera un proceso de Transacción (perdón, Transición), sino que con la muerte del cruel caudillo en la cama, nos llegó la libertad por generación espontánea. En fin, la manipulación tiene todavía una vuelta de tuerca. Claro que, como la derecha gobernará más temprano que tarde, muchos dirán que más vale que nos conformemos con esto, aunque la visión histórica sea de una puerilidad que tumba de espaldas.
Seguir leyendo A vueltas con la memoria (y con la historia)¿Nihilismo?
Al parecer, en alguna ocasión se ha acusado a los bodoques ultrarreaccionarios de Vox de nihilistas. Soy consciente de que no son los mejores tiempos para el conocimiento político y filosófico, pero la confusión llega a extremos irritantemente surrealistas. Presuponiendo que son honestos, que es mucho presuponer, los integrantes de la ultraderecha suelen ser, precisamente, todo lo contrario, fervorosos creyentes deseosos de imponer sus dogmas a los demás. Me recuerda un genial diálogo de una de las mejores comedia de los Coen, El gran Lebowski; ante la aparición de un grupo terrorista, compuesto por patanes que aseguran ser nihilistas, otro peculiar personaje espeta: «¿Nihilistas? ¡Hasta los nazis creían en algo!». Es posible que el genial chiste aluda indirectamente a Nietzsche, filósofo con el que se puede estar o no de acuerdo, pero cuyo pensamiento resulta imposible vincular a ninguna forma de fascismo, en mi nada modesta opinión. En cualquier caso, no es mi intención ponerme estupendo a nivel intelectual, o tal vez sí, pero viene al caso lanzar unas cuantas reflexiones para tratar de hacer justicia con esa concepción filosófica vital tan interesante llamada nihilismo. Cierto es que, a un nivel vulgar, el término de marras suele identificarse con la absoluta falta de un principio moral o político. Bueno, la cosa no es tan descabellada como parece en un primer vistazo, ya que la ausencia de dicho principio o fundamento puede ser la negación de cualquier esencia, en lo que atañe al ser humano y la realidad social y política que construye, y se abre la puerta por lo tanto a algo mejor.
Seguir leyendo ¿Nihilismo?La guerra como desposesión
Oigo voces que dicen que lo que sucede en Gaza no es guerra porque no hay dos bandos enfrentados, como por ejemplo sucede en Ucrania. Sin embargo, esa afirmación nos conduciría a «sacar» de la IIª Guerra Mundial a pueblos o etnias que no formaban parte de un bando (supongo que ser bando significa tener Estado) como la población judía o gitana y que sufrieron la persecución y muerte en un genocidio tan rápido que no tiene comparación posible con ningún otro. Estas personas no decidieron ser bando, lo decidió el gobierno de Alemania, igual que el pueblo de Gaza es bando por decisión del gobierno de Israel.
Seguir leyendo La guerra como desposesiónHablemos de genocidios
Recientemente, dos organizaciones israelíes de defensa de los derechos humanos han concluido lo evidente: lo que está perpetrando el Estado de Israel sobre Gaza es, efectivamente, un genocidio. Al parecer son las primeros colectivos oficiales de Israel en manifestarlo alto y claro, pues bienvenido sea. El informe de uno de ellos, llamado B’Tselem, se basa en décadas de documentación sobre los crímenes de Israel y, por supuesto, clama por parar el genocidio sobre Gaza, pero también denuncia la situación de la Cisjordania ocupada con los intolerables traslados forzosos, una exigencia de que se acabe con la ocupación del territorio que legítimamente pertenece a los palestinos. Physicians for Human Righs es la otra organización israelí, cuyo informe documenta rigurosamente la sistemática destrucción del sistema de salud en Gaza por parte del Estado israelí. Resultan espeluznantes la conclusiones, ya que no hablamos únicamente de daños colaterales producto de una maldita guerra, sino de una calculada e intencionada política de destrucción de vidas palestinas en Gaza. Por supuesto, las conclusiones son claras: genocidio. El asunto es obvio, lo perpetrado por Israel desde el 7 de octubre de 2023 es claramente un genocidio, pero en el contexto de un sistema discriminatorio basado en décadas de deshumanización de la población palestina y en una impunidad permanente del Estado de Israel. No olvidemos esto, no son solo las acciones actuales encabezadas por el malnacido Netanyahu, ya que no entiendo muy bien cómo funciona a veces la mente humana al focalizar exclusivamente en un dirigente todos los males producidos por un determinado sistema (lo cual acaba apuntalando el estado de las cosas al desaparecer dicho individuo y ocupar su lugar alguien de apariencia más benévola).
Seguir leyendo Hablemos de genocidiosLegalizar la corrupción para salvar al Gobierno Que Sea
A ver, otra cosa: en España hay casos de corrupción. Los jueces investigan a la mujer del Presidente, al hermano del Presidente, a altos cargos del Gobierno… Centrándonos en los casos que afectan al PSOE, y que harán que pierda las elecciones: ¿Los dos primeros tuvieron enchufe? No me cabe la menor duda. El currículum musical de David Sánchez es extraordinario. El tío sabe de música. Tra la rá la rá larita. Pero el puesto no se lo dieron por ser un buen músico, me temo. Lo mismo que Begoña Sánchez (esposa del mandatario) impartió ese cursillo de «Transformación social competitiva» (capitalismo guay y chachi), pues por la red de contactos que manejaba1. O sea:
Seguir leyendo Legalizar la corrupción para salvar al Gobierno Que SeaHablemos de dictaduras
Pues sí, hay que hablar de dictaduras, ya que la confusión actual (no sé si decir, «posmoderna»), llega hasta límites que rayan la falta de oxigenación cerebral. Cómo es posible que el facherío, con total desvergüenza, tenga ahora púlpitos de notable asistencia (me temo que por un personal de naturaleza acrítica y poco o nada dotado intelectualmente) donde afirmen que lo del militar golpista genocida Franco no fue una dictadura. Donde aseguren que lo que hubo en realidad fue algo así como un «régimen de autoridad», pues lo dice entonces un ácrata de tendencia nihilista, verdadero amante de la libertad: ¡maldita sea la autoridad! Como parece que hemos vuelto a una edad preescolar, hagamos una rápida definición de un régimen dictatorial: ese donde el poder se concentra en un solo fulano o grupo reducido (es decir, una centralización exacerbada), donde las libertades elementales (expresión, asociación, política en general…) no existen y donde, consecuentemente, la disidencia está reprimida y no existe pluralidad. Habrá dictaduras más o menos crueles, aunque todas lo son ya solo por arrebatar a las personas su capacidad de elección en todos los niveles de la vida, y habrá idiotas que les gusten las dictaduras o las consideren necesarias, pero convendremos al menos en esa somera explicación. Aclararé, antes de continuar, dos cosas. Primero, que incluso al margen de mi lúcida condición libertaria, considero de forma evidente que de un régimen autoritario no puede derivar nada nuevo, como han insistido siempre las y los anarquistas y como creo que ha demostrado la historia: solo de la libertad puede surgir la libertad (creo que a buen entendedor debería bastar y para una concepción compleja de libertad, relacionada con lo social, ya empleamos otros espacios).
Seguir leyendo Hablemos de dictadurasHablemos de China
Caminando por la Gran Vía madrileña, en una capital del Reino de España colonizada en algunas zonas por la población inmigrante china, me topo con un solitario tipo con un pancarta de protesta. En la misma, se alude a la persecución de algo llamado Falun Gong en el régimen chino y como mi ignorancia no tiene límites, le interrogo al respecto. Al parecer, se trata de una enseñanza espiritual, que creo que algo tiene que ver con el budismo, y por algún motivo el régimen chino lleva más de un cuarto de siglo reprimiendo, incluso de manera brutal, a sus practicantes. Me pregunto si existe alguna creencia o ideología ajena al todopoderoso Estado que no esté reprimida en China y también el hecho de que esta en particular lo sea de manera tan despiadada. Si alguien se pregunta sobre por qué, al margen de algunas organizaciones de defensa de los derechos humanos, no se levanta con fuerza la voz denunciando la represión en el régimen totalitario chino, la respuesta puede ser evidente. Hablamos del primer exportador mundial y no sé si la segunda potencia económica, ya que creo que se encuentra muy cerca de los Estados Unidos. Los acuerdos comerciales de China con las grandes potencias «democráticas», al margen de derechos fundamentales de los trabajadores, creo que son un hecho, lo cual hace que vuelva la vista ante ciertas cosas, al igual que ocurre con tantos regímenes despóticos en el mundo. No puedo evitar acordarme de la frase que pronuncio el maléfico empresario Juan Roig: «Tenemos que imitar la cultura del esfuerzo con la que trabajan los chinos en España».
Seguir leyendo Hablemos de ChinaA vueltas sobre liberalismo y socialismo
Un lúcido anarquista, ahora mismo no recuerdo quién, dijo algo así como que el anarquismo era la síntesis de las dos grandes corrientes modernas de pensamiento político: socialismo y liberalismo. Estoy muy de acuerdo e, incluso, yo que tengo unos resabios nihilistas bastante agudizados, me esfuerzo en repetirlo asiduamente. A día de hoy, cuando ya llevamos dós décadas del siglo XXI, esta tensión entre esas dos teorías ideales de la sociedad humana se sigue produciendo. Un socialismo, casi Seguir leyendo A vueltas sobre liberalismo y socialismo