Archivo de la categoría: Opinión

Se fundieron los plomos… En la cárcel

Hubo un corte de luz en toda la Península… ¿Recordáis cuando de pequeños, que se iban los plomos y nos quedábamos a oscuras? Te decían… «¡niño, mira los plomos!». Tenías que ir con una vela a la entrada de la casa, abrir la caja, bajar una palanca, ver cuál fusible estaba quemado, y liar un hilo de cobre (antes de plomo) entre dos tornillos. Subías la palanca y se encendía otra vez la bombilla de 40w… Bueno, claro, el día del Gran Apagón hubo un calentón en la red y todo se fue al diablo. Los técnicos tardaron, pero cambiaron los plomos, y ya está. 

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Crisis sistémicas a cascoporro

Mientras el mundo civilizado se rearma, preparándose para la paz, las crisis de todo tipo se suceden en las mal llamadas sociedades avanzadas. Sin ir más lejos, hace escasos días un apagón eléctrico inundó la Península ibérica (sí, nuestros hermanos portugueses incluidos) y, mientras las teorías conspirativas se sucedían, la lógica más alarmante nos decía que se trataba de meros fallos dentro de un sistema basado en los beneficios económicos más depravados. Tal vez, solo acariciamos ese día lo que tantas personas viven cotidianamente en gran parte del planeta, mientras en el conocido como primer mundo, supuestamente con un aceptable nivel de vida para casi todos sus integrantes, se suceden crisis para dar y tomar. Y, si no se producen por las evidentes fallas sistémicas, ya se encargarán de fabricarlas, quizá es eso que denominan capitalismo del shock, para mantenernos bien asustaditos confiando en la autoridad de turno. De acuerdo, una considerable parte de la humanidad, algo esperanzador, parece darse cuenta en esas circunstancias en que todo parece tambalearse, que la única solución pasa por cuidarnos unos a otros, en procurar que la solidaridad impere frente a tanto malnacido que solo busca su propio beneficio, en buscar el reconocimiento al otro y el consenso con todos para las soluciones más justas y eficaces. No, nadie dijo que fuera fácil.

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El papado y la anacrónica Iglesia

Recuerdo hace ya unos cuantos años, estando todavía aquel tipo llamado Joseph Ratzinger en el trono de Roma, que hubo manifestaciones masivas por la celebración en Madrid de no sé que jornadas joviales de la Iglesia, con la visita de innumerables jóvenes católicos y del propio, entonces, sumo pontífice. El caso es que uno, criticón, gruñón y curioso por naturaleza, se pasó por aquellas protestas para ser testigo de algunas escenas peculiares. Así, los manifestantes, cada vez que se cruzaban con aquellos feligreses de corta edad venidos de tierras lejanas les espetaban, a modo de mantra, algo así como «¡Vuestro Papa es un nazi!». Es muy posible que la indescriptible expresión de los fervorosos creyentes, a medio camino entre el estupor y el espanto, estuviera motivada sencillamente por la incomprensión del idioma castellano, aunque no es descartable tampoco que en realidad estuviera originada en la ignorancia pura y dura acerca del fondo de la cuestión. Hay que decir, cierto es y como no podría ser de otra manera, que el apellidado Ratzinger, cuyo nombre artístico fue Benedicto XVI, fue sin duda un tipo ultraconservador y, se destapó en su momento, había pertenecido al parecer a las Juventudes Hitlerianas, algo que él mismo aclaró fue de manera forzosa siendo un tierno infante. El caso es que, pretendiendo ser el que suscribe algo racional en sus protestas, sufrí algo de vergüenza ajena ante aquellos gritos iracundos que transgredían sin pudor la ley de Godwin (buscad, buscad).

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Sobre los perroflautas y el perroflautismo

Como el lenguaje es importante, continúo con el análisis de ciertos términos provenientes en su mayoría de círculos casposos y reaccionarios. Es el caso de ‘perroflauta’, palabra popularizada en los últimos años, estoy casi seguro que a partir del 15M, y que no sé si hasta nuestra docta Rae la ha admitido a estas alturas o, tal vez, está a punto de hacerlo. Mi relación con el vocablo de marras es curiosa, ya que la primera vez que la escuché fue en boca, o mejor dicho en escritura, de nada menos que un picoleto. Como lo oís. En un contexto estrictamente personal, con aquel con el que había tenido una relación más estrecha años antes, se refirió de esa manera peyorativa en un correo a los que poblaban las manifestaciones desencadenadas por el 15M (acontecimiento que urge recuperar ya llegados al primer cuarto del siglo XXI). Mi estupor y perplejidad fueron considerables y no sería hasta tiempo después cuando comprendí el verdadero alcance, nada gratuito, de la expresión. Acabé entendiendo, antes de que las circunstancias lo confirmaran de forma inevitable, que el despectivo apelativo tenía, sin duda, un origen policial bien aderezado con intenciones repulsivamente clasistas. Pero, atendamos a la evolución y diversas acepciones del vocablo que nos ocupa. Seguir leyendo Sobre los perroflautas y el perroflautismo

Si quieres la Guerra, prepara la Guerra

El gobierno español, Europa en general, los EEUU, China, India, Irán, Rusia Ucrania, Brasil, Japón, y la República de Andorra, se están armando a marchas forzadas. Finlandia, Noruega, Suecia, Países Bálticos, Polonia, Alemania… ¿Andorra? Haciendo simulacros y disponiendo de refugios para civiles contra bombardeos de misiles, gases, radiaciones… Los rusos y bielorrusos hacen otro tanto.

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Reflexiones sobre la propiedad (con perdón)

Como a día de hoy, todavía, es posible escuchar de boca de algunos anarquistas que están en contra de la propiedad privada, esta aseveración me suscita no pocas preguntas y reflexiones. Uno es así de terco. Hay quien afirma que el anarquismo moderno nació como una corriente socialista, que a diferencia de otras no consideraba la libertad como algo dispensable y que proponía la colectivización de los medios de producción para participación y disfrute de todas y todos. Niego la mayor, uno considera desde su alabada ingenuidad que las ideas anarquistas (mejor en plural) son también herederas del liberalismo. Se me ocurrió, recientemente en cierto evento libertario, recordar aquella declaración del bueno de Rudolf Rocker, cuando sostuvo que se trataba el anarquismo de la síntesis de las dos grandes corrientes de la modernidad, socialismo y liberalismo, y observé con estupor cómo se torcieron varios morros entre aquel granado público. Recordemos, está muy bien indagar en la historia y aprender un poquito de ella sin ese detestable dogmatismo anclado en el pasado, algunas de las propuestas ácratas sobre el trabajo y la propiedad. Así, una de ellas es la que recibió el nombre de colectivismo, según la cual el productor debía tener todo el derecho a la propiedad de los bienes de consumo, ya que los mismos serían un garante de la libertad individual. Una vez escuché hablar de un anarquista de primera generación, no recuerdo el nombre, que ante el enfrentamiento con los marxistas, afirmó que esa gente, con sus prácticas autoritarias, iban a conseguir que las personas odiaran el término comunismo.

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Los Dólares, el Mundo, y la Identidad Europea

¿Qué es lo que une y define a Europa? ¿Cuál es su característica más señalada? La guerra. Es el signo de identidad de Europa y de los europeos. La historia de Europa es la historia de sus guerras y de sus apestosos Estados soberanos. Y es que Estado y Paz, son incompatibles. Por poder, por prestigio, por dinero, todos los Estados intentan ejercer su influencia, dominar territorios, recaudar tributos. Los Estados son expansionistas, y cuando no lo son, es porque algo los detiene. Andorra o Mónaco, por ejemplo, no se expanden por culpa de sus vecinos, aunque hacen lo que pueden. Hasta ahora lo que ha detenido a muchos otros Estados de formar sus respectivos Imperios, es el dólar. Y es que la economía mundial funciona de una manera muy curiosa en torno al dólar.

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Sonrisas y estulticia

Cuando alguien asegura que es abiertamente feliz, alguien como el que subscribe , tan negativo, tan frustrado y tan nihilista, no puede por menos que fruncir (aún más) el ceño. La primera reflexión es que, a poco que uno tenga un mínimo de conciencia, y de consciencia, no me cabe en la cabeza cómo puede uno abrazar sin más la felicidad de un modo tan simple e irreflexivo. Se me dirá que si la gente quiere repetir ante el espejo, con una sonrisa de oreja a oreja, que su vida se muestra pletórica de alegría y felicidad, allá cada uno. Claro, pero es que alguien tan amargado como yo, no solo no puede aceptar sin más semejante simpleza narcótica, además creo que el problema es un poquito más profundo. La exigencia de felicidad, junto a ese engendro pseudopsicológico denominado «filosofía positiva», no solo es uno de los más terribles síntomas de la progresiva idiotización social que sufrimos, también es fácilmente reconocible como algo generado por el sistema en que vivimos y que sufrimos. No hace falta que pongamos nombre a dicho sistema, productivista y consumista hasta la nausea, pero que da lugar a tantos problemas sociales, económicos y psicológicos, que uno no entiende cómo podemos continuar de forma pertinaz por el mismo camino, tantas personas de forma acrítica y con una obligada sonrisa en el rostro.

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Los valores del imaginario anarquista

Lejos de todo tipo de determinismo, ni el que insiste en condiciones objetivas y económicas, ni el que se alimenta de toda voluntad poder, los movimientos anarquistas trabajan por un imaginario social opuesto a toda forma dominación en el que las personas se involucren en los procesos sociales instituyentes (con la permanente crítica a lo instituido).

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La OTAN sin USA

Llevan décadas las izquierdas verdaderas pidiendo que se salga España de la OTAN y que se quiten las bases militares de EEUU del sagrado territorio nacional. Y ahora resulta que EEUU de la mano del señor Trump, dicen que en la OTAN se ha acabado vivir del cuento. Que EEUU, que es la potencia mundial con el mejor ejército, las mejores armas, bombas atómicas y un montón de dinero, deja de dar la cara por polacos, finlandeses o lituanos. Y, claro, los izquierdistas afirman que Rusia no es ningún problema, que es un país pacífico, con el que podemos establecer relaciones de amor y fraternidad. La culpa de todo la tiene la OTAN…. 
Es verdad. El problema no es Rusia, no, para nada. Ni el problema es la OTAN. El problema es Europa, que es un polvorín. 

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