Vaya por delante que empatizo con las personas que de una manera trágica (pérdida de seres queridos), penosa (pérdida de bienes materiales: viviendas, negocios, coches, etc.) o desdichada, han vivido un suceso de «gota fría» tan terrible como el sucedido en la provincia de Valencia (29 de octubre de 2024). Vivo también en el Mediterráneo y conozco, sin haber vivido una experiencia tan límite, el miedo que causan esas tormentas ahora denominadas DANA (siglas de una Depresión Aislada en Niveles Altos).
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Los valores del imaginario anarquista
Lejos de todo tipo de determinismo, ni el que insiste en condiciones objetivas y económicas, ni el que se alimenta de toda voluntad poder, los movimientos anarquistas trabajan por un imaginario social opuesto a toda forma dominación en el que las personas se involucren en los procesos sociales instituyentes (con la permanente crítica a lo instituido).
Sobre una forma de contrarrevolución que está en marcha
Quienes nos proclamamos revolucionarios deberíamos saber que, si tomar nuestros deseos por realidades es engañoso para nosotros mismos, aún resulta más perjudicial cuando intentamos propagar social y políticamente ese autoengaño revistiéndolo con el ropaje de lo factual.
Sin duda, debemos celebrar como una importante muestra de rebeldía y de dignidad popular el hecho de que el pasado 27 de septiembre decenas de miles de personas se movilizaran en todo el país para protestar con rabia por el genocidio que Israel está cometiendo en Gaza. Como suele ser habitual estos últimos años, buena parte de las manifestaciones estaban compuestas por un gran proporción de personas jóvenes, muchas de ellas mujeres.
Seguir leyendo Sobre una forma de contrarrevolución que está en marcha¡Enajenados!
Uno de los subterfugios habituales, de los optimistas antropológicos, y no digo que yo me aleje siempre de semejante condición, es pensar que hoy existe más enajenación que nunca. Esto es, creo, cuando el personal se siente extraño a sí mismo, sus actos ya no le pertenecen y los mismos pasan a convertirse en dueños de la persona, la misma acaba subordinándose a ellos e, incluso, los termina por idolatrar. Si lo queremos expresar de otro modo, podemos poner sobre la mesa factores de toda índole para excusar que la gente se comporte como auténticos gilipollas. De esa manera, el común de los mortales estaría dominado por determinadas fuerzas externas, que le empujan a situarse en una realidad ajena, desgraciadamente, bastante imbécil, que le empuja a realizar una estupidez tras otra. Autores sesudos aseguran que esta situación de produce con el desarrollo del capitalismo y de la sociedad de consumo, y no decimos de entrada que no sea así, aunque se nos antoja un poco abstruso el discurso. El principal problema que observo con este análisis es que, si consideramos que el ser humano tiende a realizar una conducta digamos «desviada«, no propia del ser humano, es porque debería existir un comportamiento «correcto». Mucho suponer. Ojalá sea así, de ahí mi inevitable y ocasional optimismo, aunque es inevitable pensar que, al margen de que exista la más mínima posibilidad para un comportamiento extendidamente racional en la especie humana, no hay duda de que también existen condiciones inherentes para que, al menos una mayoría, se comporte como una manada de borregos.
Seguir leyendo ¡Enajenados!Errejón y la doble moral
La doble moral ha sido un comportamiento netamente masculino desde tiempos inmemoriales, ya que a las mujeres no se les ha permitido más que una versión de la moral, la del sistema heteropatriarcal. Las mujeres han sido vigiladas, maltratadas, encerradas, para que su comportamiento respondiera a la normatividad estricta, lo contrario implicaba, entre otras cosas, un peligro para la paternidad legítima de los hombres que han castigado siempre, incluso con la muerte. Pero las normas elaboradas por los hombres permiten un comportamiento masculino laxo, aceptable y bien visto (en todo caso, los hombres nunca han sido censurados por vivir en la doble moral).
Seguir leyendo Errejón y la doble moral¿Ni de izquierdas, ni de derechas?
Cuando alguien asegura no ser de izquierdas ni de derechas, ya lo dijo el clásico, ya sabemos que es de derechas. Siento la broma facilona, pero algo de verdad puede haber en eso. Hay que recordar que esa denominación de un lado u otro del espectro polìtico tiene su origen en la Asamblea Constituyente después de la Revolución francesa; a la derecha del presidente, se aposentaron los partidarios del Antiguo Régimen y, a su izquierda, los del nuevo. En la actualidad, con una gran cantidad de personas que se consideran «de centro», sea lo que sea lo que significa eso, esas categorías simplistas parecen en franca decadencia. Diré en primer lugar que, efectivamente, calificarse de manera tibia como centrista esconde, según mi nada modesta opinión, una actitud ambigua más bien conservadora. Ya nos advierte la Biblia acerca de esto: «Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca». Y me remito a la experiencia personal, ya que uno tiende mucho a la regurgitación política. Es cierto que se ha abusado de manera maniquea y simplista de ambos términos, aunque si echamos un vistazo al lenguaje la cosa es aún peor: lo diestro alude a algo correcto y positivo, mientras que lo siniestro evoca lo perverso y diabólico. Eso sí, si lo correcto es la mediocridad imperante, hace que uno simpatice aún más con la izquierda, qué queréis que os diga.
Seguir leyendo ¿Ni de izquierdas, ni de derechas?Haz lo que te dé la gana
Son las necesidades revolucionarias las que crean organizaciones revolucionarias y no al revés. El tejido social existe per se y no puede crearse ex profeso -a no ser que con tejido social no se pretenda más que designar lo que toda la vida se ha denominado como simpatizantes-. No es ni más ni menos que las imbricaciones sociales en las que todas las personas estamos inmersas y lo que pretendemos es liberar esta imbricación de cualquier forma de violencia y dominación, empezando por la estructura autoritaria y jerárquica. Si la sociedad es abrumadoramente conservadora -lo es en apariencia- si está enmohecida, producirá moho y poca gente escapará a este destino. La minoría crítica se encontrará aislada. El anarquismo se debate entre un crecimiento cuantitativo improbable y una violencia disociada del apoyo popular al menos si nos ceñimos al mundo occidental y desarrollado, debido a la malévola función distorsionadora de los medios de formación de masas. Cada cual debe decidir cual es el ámbito de actividad que más se acomode a sus tendencias y características individuales.
Seguir leyendo Haz lo que te dé la ganaLos fondos de inversión y la revolución
Para entender, si es que ello es posible, la evolución del precio de viviendas y alquileres (1), hay que irse al franquismo, porque los informes que cada década sacan sobre el estado de la juventud, mencionan «la herencia cultural». Por nombrar un inicio: el Plan Nacional de la Vivienda del año 54. El ministro de Vivienda, José Luis Arrese (falangista) y algunos más pensaron que si conseguían que los trabajadores tuviesen una casita propia, acciones en las empresas y deudas alargadas, no desearían sublevarse más contra sus patrones.
Seguir leyendo Los fondos de inversión y la revoluciónSobre ese participio que alude al poder político
Sí, con ese magnífico titular no me refiero a otra cosa que al Estado. ¿Por qué diablos nos oponemos los lúcidos ácratas a esa tan «necesaria» institución? Y es que el Estado, supongo que en su forma moderna, liberal y democrática, ha logrado impregnar el imaginario de gran parte del personal observándolo como algo, no sé si del todo bueno, pero entendido principalmente como necesario. Ya los anarquistas clásicos, tremebundos por un lado en la crítica a la institución estatal, aclaraban no obstante que se referían principalmente a todo gobierno, es decir, al hecho de que decidan unos pocos, estén o no legitimados democráticamente, sobre el resto. El objetivo era, lo expresaré con bellas palabras, abolir toda autoridad e institución coactivas para fundar una sociedad de libres e iguales y satisfacer, sobre la armonía de los intereses diversos y el concurso voluntario de todo quisque, las necesidades sociales. Esto será todo lo «utópico» que se quiera, pero si alguno de los numerosos experimentos estatales que las historia nos ha deparado se ha acercado a dicha «sociedad de libres e iguales» que venga Bakunin y lo vea. Y, por supuesto, tampoco el capitalismo, a pesar de lo que sostengan algunos mitómanos actuales, sumamente simplistas e interesados, por no decir abiertamente mistificadores. Pero, centrémonos en el Estado.
Seguir leyendo Sobre ese participio que alude al poder políticoEl precio de la vivienda y sus devaneos en el Reino
Un 10% de nuestro cerebro dicen que usamos. O sea, que si nos extirpan el 90% que no usamos, nos quedamos talicomo. Y que la mente es muy poderosa. Y que tenemos el Subconsciente por ahí dentro, dando por saco. Y una cantidad de tonterías como el superyó, que no es capaz ni de atravesar una pared, como haría Diana de Themyscira, princesa de las Amazonas.
¿De dónde sacan todas esas chorradas? Eso del Subconsciente es como lo del Alma: que no se puede ver, tocar o analizar. Nadie sabe dónde está, cómo se almacena en los sesos, y por qué es capaz de absorber como una esponja algún hecho negativo, dejando a un lado miles de cosas positivas… O sea, que si con catorce años te dio por pensar que podrías follarte a tu madre o a tu padre, sin llegar a hacerlo… ¡Ahí está la causa de que te mees en la cama con sesenta años!
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