Archivo de la etiqueta: Cárceles

La película ‘Modelo 77’ y la historia de la Copel

Había mucha expectación para ver la última película de Alberto Rodríguez, Modelo 77. Tengo que decir que este director es para mí es uno de los más interesantes en la actualidad, y ahí está su filmografía para demostrarlo, donde ya había tocado de manera muy crítica la historia reciente de este país. Ahí están películas tan notables como Grupo 7, La isla mínima o El hombre de las mil caras, donde bajo el formato de policiacos o thrillers se denuncia una determinada realidad social y política de un país con demasiadas costuras.

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Kropotkin tenía razón: Cárceles y presos políticos en los países socialistas

Pedro Kropotkin era un príncipe. Y empiezo con esto para recalcar que el anarquismo nunca fue un proyecto clasista, sino que su ubicación ha sido desde otro lugar, el de la emancipación humana, contra todo poder. En el anarquismo, entonces, hemos tenido personajes de todas las clases sociales y todos los roles, desde un príncipe como lo era Kropotkin, pasando por carpinteros como Enrique Malatesta hasta cocineras, como Petronila Infantes de Bolivia.

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El sucio crecimiento de la Burbuja Carcelaria

¿Os acordáis del asunto de la burbuja inmobiliaria, que a principios del siglo XXI empezó a crecer y crecer hasta que estalló en 2008 dando lugar a una crisis financiera morrocotuda? Bueno, la fiebre constructora de esos primeros años hizo que se edificaran montones de pisos, y que el sector público levantara aeropuertos, autopistas, puertos, rotondas, ciudades de la justicia, infraestructuras variadas, estatuas pavorosas, eventos y cosas así, que a día de hoy no valen para nada. Uno de los múltiples negocios que se llevaron a cabo para forrarse y llenarse los bolsillos de dinero público, tanto políticos como intermediarios y empresarios del ladrillo, fue el de la construcción de cárceles.

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Sobre las prisiones democráticas, faltaría más.

Siguiendo con el tema de prisiones, y por noticias aparecidas en prensa por las que se quejan los funcionarios de las agresiones que reciben por parte de presos, algunos datos más. Comentaba en el anterior articulillo, que en 2009 se había producido una masificación de las prisiones (78.000 presos), llegando a un punto que obligó a los poderes públicos a legislar de una forma menos carcelaria, y ello a pesar de la campaña histérica y podríamos decir fascista de los medios de comunicación, que ejercen un terrorismo informativo de cara a crear pánico en la población, mostrando el país como un criadero de delincuentes que en cualquier momento te pueden entrar en casa, cortarte el cuello y robarte la vajilla de Navidad… Conviene recordar que la criminalidad de España es baja. Pero no de ahora: ha sido baja siempre, desde el siglo XIX a la actualidad. Comparándola con otros países de Europa con fama de avanzados y progresistas, España es un país muy seguro, aunque a muchos tertulianos y vocingleros les gustaría que esto fuese una distopía con el Juez Dreed dando hostias.

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Indultos, penados y presos

Una reflexión sobre el Reino en que vivimos. En 1995 se reformó el Código Penal, para –en resumen– endurecer las penas alargando más la permanencia en prisión (1). Fue durante el Gobierno de José María Aznar que se llevó a cabo el cambio legislativo, en medio de una histeria  de tertulianos y periodistas que vendían este país de bendiciones, como el lugar en el que los delincuentes comunes y los terroristas mataban a una vieja, se la comían, entraban en comisaría y salían al cabo de un minuto. Así la derecha fomentó la prisión como alternativa necesaria y de ahí se pasó de la cifra de 18.000 presos de 1980, a la de 76.000 en 2009. Los problemas que generó esta locura presidiaria hicieron que el legislador optase en 2010 por ablandar un poquitín el castigo, y al rebajar las penas por delitos como el tráfico de drogas, la población reclusa es en la actualidad –más o menos– de 42.741 hombres y 3.312 mujeres. 46.000 personas encerradas en un confinamiento que ríete del COVID…

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Un juicio

En unas semanas seré enjuiciado y también, indudablemente, condenado. Se me acusa de un delito de «atentado a la autoridad» (poético, para un anarquista) y se me pide un mínimo de 1 año y 6 meses de prisión y 770 pavos de multa. Todo esto por supuestamente haber dado en 2015 una patada a un guardia civil en el cuartelillo donde se me retenía y torturaba con la finalidad de intimidarme y desestabilizar el proyecto autogestionario de vivienda de la Comunidad «La Esperanza», ubicada en el municipio grancanario de Guía.

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Cárceles dentro de las cárceles, y dar hostias con la mano tonta

En este país es imposible beberse un litro de cubalibre tranquilo, sin que algún alcohólico en la mesa de al lado hable a grito pelado, manifestando claramente que él está allí, que existe, que lo que dice es importante, y que tiene sensación de impunidad. Esta mañana el discurso de un pelagatos de esos, iba de que está harto de confinamiento, que es una cabronada que el Gobierno nos limite de este modo, que no poder salir, ni reunirse, ni pasarlo en el bar hasta las tantas le está afectando sicológicamente (¡JA!). Y no me pude resistir. Porque este mismo tipo es de los que va diciendo que las cárceles españolas son hoteles de lujo en donde los presos tienen bibliotecas, piscinas, gimnasios, terapeutas y siquiatras a su disposición las 24 horas del día. Inicié el diálogo diciéndole «tú lo que eres es imbécil y un cretino pedazo de cabrón de mierda» y se puso como loco siendo imposible llevar a cabo un intercambio sereno de opiniones. Eso es lo que pasa con los fanáticos, que es imposible hablar con ellos, y que te lanzan escupitajos víricos.

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La cárcel, una mina de oro

“Asumimos que las prisiones son inevitables, pero a menudo tenemos miedo de enfrentarnos a las realidades que producen. Éste es el papel ideológico que juega la prisión; nos exime de la responsabilidad de enfrentarnos seriamente con los problemas de nuestra sociedad, especialmente con aquellos producidos por el racismo y, de manera creciente, por el capitalismo global” – Angela Davis.

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Charla-presentación «Autobiografía de Manuel Martínez»

¿Qué?:  «Manuel Martínez es un personaje excepcional con una vida trepidante en la que el “rebelde primitivo” y el militante anarquista se suceden como el gusano y la mariposa en una crisálida».—Santiago Alba Rico
La vida de Manuel Martínez (Madrid, 1951) puede leerse como la historia subterránea de toda una generación de inadaptados sociales; jóvenes de barrio que se enfrentaron a una maquinaria represiva que no se detuvo con la muerte del dictador. Su peripecia vital puede leerse como una contrahistoria de la España —de esa España salvaje— de la segunda mitad del siglo xx, que pasó del tardofranquismo a una democracia de consumidores.
Manuel entrará en el talego como un chorizo, como un quinqui de barrio, como uno más de los miles que sufrieron la aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes —más tarde de Peligrosidad Social—, y saldrá de prisión convertido en un expropiador.
Ni es este otro libro carcelario ni la historia de Manuel Martínez es la historia de un héroe (en ocasiones es más bien la de un antihéroe). Es la narración de la vida en las barriadas madrileñas antes y durante el desarrollismo franquista, de la reclusión de Manuel durante década y media en todo tipo de instituciones de encierro y de su participación en la Coordinadora de Presos en Lucha (copel).
Este testimonio es, además, la historia de las madres que no podían atender a sus hijos porque trabajaban de internas, de esas mujeres que se convertirían en «madres de presos» y que se organizarían antes que ellos para luchar por sus derechos. Es la historia de la migración interna y de la urbanización vertiginosa, de los barrios de chabolas y de los bloques de viviendas, de los hippies y de los yonquis, de la vida «deprisa, deprisa». La historia, también, del exilio, pues Manuel Martínez tendrá que marchar a América Latina, donde, sobre todo en Brasil, vivirá algunos de los momentos más felices de su vida en una pequeña comunidad de fugados de España y Portugal.

¿Cuándo?: domingo, 15 de septiembre de 2019

¿Dónde?: Librería LaMalatesta – C/ Jesús y María, 24 – Madrid (Metros Tirso de Molina o Lavapiés)

¿A qué hora?: 12 h.

¿Cómo contactar?http://lamalatesta.net/ – info@lamalatesta.net– Tlf.: 915 391 007

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Pastora González: Una vida de lucha contra la cárcel

Una vez un niño soñó con fugarse, fugarse de la mirada perniciosa, de la mano que acorrala, del gruñido que acosa, de noches tormentosas. Una vez un chico soñó con correr paraje adentro, encontrarse en otros rostros y otras risas y entrelazarse las manos para juntos seguir corriendo. Una vez un hombre soñó con huir, huir de la cárcel, de la prisión, del encierro, del aislamiento. Aquello quedó en un sueño. Nunca lo logró. Murió de encierro.

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