Anda bastante gente decepcionada con el hecho de que un hasta ahora inmaculado deportista (¡ya será menos!), no estoy seguro, pero creo que es alguien con gran habilidad para dar a una bolita con una especie de mango con una red tensada, se ha convertido en promotor y embajador de un régimen tan repulsivo como el de Arabia Saudí. Alguien infinitamente más lúcido me aclara que no hace mucho se ha llegado a jugar un torneo balompédico (la misma palabra aclara algo sobre este deporte que despierta tantas pasiones) de este inefable país llamado España en la misma tierra saudita, por oscuros intereses crematísticos, sin que apenas nadie dijera ni mú sobre los derechos humanos, por lo que la hipocresía y consecuente indignación es aún mayor. En cualquier caso, no sé si hay mucho de lo que sorprenderse, con (muy) escasas excepciones, a estos deportistas de élite se les presupone una total falta de conciencia ética y social. Y, para el caso que nos ocupa en este más que lúcido blog, me interesa reflexionar en por qué este gente (o, más bien, auténtica gentuza), que tiene una cantidad incontable de dinero, para resolver la vida de los suyos durante varias generaciones, llega a semejante grado de indecencia moral llegando a corromperse hasta la náusea.
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«Qatar. Sangre, dinero y fútbol», de Fonsi Loaiza
Ahora que ya pasó el mundial de ese deporte que parece enloquecer a las masas conviene recordar, gracias a este libro Qatar. Sangre, dinero y fútbol, la explotación y miserias que se producen en torno a ello, que es lo mismo que decir del sistema en que vivimos. Efectivamente, es necesario profundizar en ello, máxime, en este mundo de la información de la inmediatez y la permanente manipulación; como ejemplo, se filtraron gran parte de los crímenes producidos, con miles de trabajadores muertos por condiciones infrahumanas, por la celebración del mundial en un país con una dictadura y sin tradición futbolística, pero se ahogaron las protestas y la cosa se acabó celebrando sin mayores problemas para vergüenza de la profesión periodística y del mundo en general.
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Aclararé, sin ánimo excusatorio alguno, que el deporte del balompié me interesa entre muy poco y nada. Sin embargo, algo que mantiene embobados a infinidad de espectadores obliga, si queremos empezar a anular toda actividad alienante, no obliga a indagar un poquito en todo ello. Máxime, cuando el Mundial de Qatar está en boca todos por diversos motivos. Solo asistí, en cierta ocasión, a un partido futbolístico y la serie de barbaridades que allí escuche todavía hoy me estremece (no, no son meros remilgos, es oposición a la barbarie). En primer lugar, y no me lo podrá negar ningñun aficionado sensato, el fútbol destila machismo por los cuatro costados y hay quien señala en ella un repulsivo modelo de masculinidad imperante. Esto es así hasta el punto que los futbolistas y árbitros que han declarado tener una orientación sexual diferente se pueden contar con los dedos de una mano. Y habrá quien diga, como caldo de cultivo para la actitud más repulsivamente hipócrita, que nadie tiene que reconocer su condición sexual de modo público; no, amiguito, no se trata de reconocer, se trata de ser y actuar con toda normalidad, algo que no se produce para nada en el universo futbolístico. Al parecer, en el deporte femenino hay algo más de visibilidad; las mujeres, como suele ocurrir, algo más adelantadas tambien en esto. Volvamos ahora al nauseabuando Mundial de Qatar, un país donde el régimen prohibe la homesexualidad y se sanciona con varios años de prisión.
Seguir leyendo Más sobre el corrupto mundo balompédicoEsperpento, cretinez y papanatismo
Vaya por delante aclarar que el que suscribe no está del todo seguro si el gilipollas es él, al señalar que la corrupción es algo sistémico en este inefable país, o tal vez gran parte del material humano que le rodea. Uno es así de generoso en su análisis de la realidad. El caso es que esta guerra desatada entre facciones del Partido Popular, esa indescriptible derecha de este inenarrable país, además de ser un esperpento vergonzante, invita a unas pocas reflexiones a poco que profundicemos. Pablo Iglesias, que ahora tiene un podcast en el que pretende aportar sesuda información veraz y alternativa, instaba recientemente a que la izquierda parlamentaria se ponga las pilas y denuncie ante la fiscalía los presuntos casos de corrupción en el PP madrileño. Vamos a ver. En primer lugar, amiguito, ¿la izquierda parlamentaria no eras tú hasta anteayer? ¿Acaso los numerosos contratos, adjudicados a dedo por la Administración presidida por Ayuso, son algo que se sepa ahora? ¿Acaso no había ya indicios hace tiempo de que la Comunidad de Madrid había favorecido notablemente a familiares y amigos? ¿Por qué diablos no se puso, ni se termina de poner en la actualidad, todo ello en manos de la justicia? Sí, la justicia puede estar plagada de fachas y estar igualmente corrompida, y puede que luego haya multitud de cretinos que avalen a los corruptos en las urnas, pero al menos la contundencia en la denuncia moral y mediática puede y debe hacer un ruido estruendoso. A pesar del discurso epidérmico de algunos, y con gloriosas excepciones reales, no parece que sea así en este impronunciable país.
Seguir leyendo Esperpento, cretinez y papanatismoCorrupción
El titulo alude, no a la corrupción moral, que ahí entramos ya en otro terreno no menos interesante, sino a la corrupción en la que pensamos todo inmediatamente al oír la palabreja. Se dice que la corrupción es un mal que afecta especialmente a las democracias, sin embargo, aunque se supone que en regímenes menos autoritarios hay mayor transparencia, yo trataría de enfocarlo como un problema de poder puro y duro. Sea democrático, o no, que parece que porque lo sea es menos perverso. En primer lugar, los poderosos ya tienen una vida de puta madre sin mucha necesidad de saltarse una ley hecha a su gusto, por lo que tiene que haber alguna explicación psicológica, que seguramente nos hará avergonzarnos de pertenecer a la especie humana, para que que quieran más y más. Por otra parte, cosas que hoy están mal vistas, aunque se sigan practicando de una u otra manera, que son las regalías a los que forman parte de una administración, no hace tanto era algo más que habitual. Yendo un paso más allá, creo que donde las cifras ya aterran es en las corruptelas producidas en la adjudicación de contratos de todo tipo, que creo que ha afectado a todos los partidos políticos que han acariciado poder. Si, en primer lugar, el problema radica en una sociedad jerquizada, hay que tener en cuenta la cantidad de asesores y picapleitos que los poderosos pueden pagarse para no ser pillados. A eso le unimos una justicia, en la que presumiremos que la mayoría de las personas no son corruptas, que tal vez es mucho presumir, de una lentitud exasperante. Va a ser entonces, digo yo, el sistema, que tiende a la corrupción y protege a los corruptos.
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Esta semana, el medidor de vergüenza ajena en España ha subido considerablemente con la publicación de un manifiesto por parte de viejas glorias políticas en defensa del llamado rey emérito. El grupito de firmantes, con Alfonso Guerra a la cabeza, lo forma toda suerte, a diestra y siniestra, de exministros, expresidentes regionales, exdiplomáticos y otras gentes de mal vivir. Aseguran Seguir leyendo Vergonzantes juancarlistas
Corinna y el rey
Las monarquías, no solo constituyen a poco que uno tenga bien oxigenado el cerebro instituciones casposas y obsoletas, además, en su versión «democrática» son algo digno de análisis desde puntos de vista, al menos, cercanamente libertarios. Es decir, resulta indisociable las condición de monarca, o jefe de Estado, que viene a ser lo mismo, del continuo robo a los súbditos, abiertamente papanatas o no. Claro, se me dirá que en una república no hay súbditos, sino Seguir leyendo Corinna y el rey
Falsarios
Uno se pregunta cómo, ante las constantes mentiras de la clase política, la ciudadanía es seducida una y otra vez por la manipulación electoral. Dichos embustes, dirigidos principalmente a sus propios feligreses en función de las simpatías de cada uno, se producen por supuesto a ambos lados del espectro político. Así, cuando cada uno de estos personajes van siendo oficialmente pillados en sus corrupciones y corruptelas, a nivel tanto moral como material, niegan la mayor a pesar de existir numerosas y palpables pruebas documentales. En otro momento, nos ocuparemos de los embustes manipuladores de nuestros políticos actuales, pero me gustaría ocuparme ahora de dos de los «mayores estadistas» de la historia reciente de este inefable país. Empiezo por lo fácil, que es atender a los vómitos cargados de falsedad expresados recientemente por el repulsivo José María Aznar. Este personaje aseguró no conocer a Francisco Correa, uno de los principales delincuentes condenados en una de las mayores tramas criminales de este país, la Gürtel. Nos tenemos que tragar dicha mentira, expresada sin pudor, a pesar de ser uno de los principales testigos de la boda de la hija del nausabundo Aznar, además de la persona que corrió con gran parte de los gastos, y ser el organizador de los mitines del Partido Popular. Seguir leyendo Falsarios
La respuesta anarquista ante la corrupción, esa lacra inseparable de todo poder estatal
La corrupción es la esencia es consustancial al sistema capitalista – sea en versión neoliberal privatizadora o burocrática seudosocialista – y al tipo de relaciones humanas y de sociedad que dicho sistema genera y en el que el poder se ejerce con el aval de la representatividad y de la delegación, regulada mediante las comedias electorales. En ese sistema estando tan interiorizados en Seguir leyendo La respuesta anarquista ante la corrupción, esa lacra inseparable de todo poder estatal
Ese pasado maldito
Hay algo del tema de la corrupción política, que me deja cabizbajo y meditabundo. El caso de Espinar, y su venta del piso protegido ha sido presentado por la derecha fascista (la realmente existente) como el culmen de la maldad y de la incoherencia. La defensa de la izquierda ha sido afirmar, que «no es para tanto». Y añaden que a la izquierda se le exige que tenga mucha ética, mientras que de la Seguir leyendo Ese pasado maldito