Podría decir que la corrupción es inherente al poder, sobre todo a nivel moral, pero temo generalizar en exceso. Podría decir que la corrupción es inherente al Estado y ya la evidencia empírica me ayuda bastante. Podría decir, de forma obvia, que el sistema capitalista es eminentemente corrupto y… ¡qué queréis que os diga! ¿Estoy diciendo que todos los políticos y grandes detentadores del capital roban?, obviamente no; al menos, maticemos, al menos no lo son por lo que se entiende por latrocinio de forma ilegal (el otro, el legal, me temo que es mucho más dañino). Lo que sí digo es que, desde esa transacción tan maravillosa hacia la democracia hace casi 50 años, no ha habido ninguna fuerza política parlamentaria que haya denunciado claramente, y mucho menos combatido, la corrupción. Es posible que la misma, pasada además por casi cuatro décadas de cruenta dictadura, sea una herencia histórica, pero como mayor motivo para desenmascarar los entresijos corruptos del sistema rompiendo con el pasado. Y esto no lo va a hacer ningún partido en el poder, ni clase dirigente alguna. Como parece que en este inefable país no tenemos ni un asomo de memoria histórica, y gran parte de la población es sumamente manejable en función de cuáles sean nuestras simpatías políticas, pues alguien se echa las manos a la cabeza con los nuevos casos de corrupción del gobierno (comisiones y financiaciones ilegales, ¡qué sorpresa!). Oxigenemos el cerebro y hagamos un poquito de historia. Cuando el falsario e inicuo Felipe González llega al poder en 1982 anuncia medidas contra la corrupción de los que le precedieron, algo de las que por supuesto nunca se supo demasiado como de tantas otras promesas vacías. Dejaremos hoy un lado todas las cabronadas que los supuestos socialistas hicieron en el poder, aunque mencionaremos brevemente para los que quieran seguir pensado que fue una creación de la derecha, la reconversión industrial, la entrada en juego de las multinacionales y el comienzo de las privatizaciones de bienes públicos, y vamos a centrarnos en la corrupción (aunque, por supuesto, todo esté relacionado).
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A propósito de dos obras sobre el capitalismo
Karl Polanyi (1886-1964), judío nacido en Viena y de origen húngaro, reconocido economista, antropólogo y filósofo, escribió La gran transformación. Crítica del liberalismo económico a mediados del siglo XX, siendo el autor consciente de que la utopía liberal del siglo XIX, basada en organizar la sociedad alrededor del mercado, había dado a su fin. El contenido del libro puede sintetizarse en tres puntos: el determinismo económico, fenómeno propio del siglo XIX, solo funcionó en un sistema de mercado a punto de desaparecer; dicho sistema de mercado había deformado considerablemente nuestra manera de entender el ser humano y la sociedad, y esas percepciones distorsionadas resultaban las principales trabas para resolver los problemas de la civilización. La feroz crítica de Polanyi a la economía de mercado está enfocada más bien en sus consecuencias, en su impacto sobre la condición humana, su tesis resulta en que es imposible sostener una sociedad basada en un supuesto mercado autorregulado. La tierra, el dinero e incluso los seres humanos se vieron absorbidos por el mercado transformándose en simples mercancías para ser compradas y vendidas. La economía fue cobrando cada vez más autonomía hasta convertirse en figura de autoridad, quedando estrictamente separada de lo social, a la que el conjunto de los seres humanos quedaron subordinados.
Seguir leyendo A propósito de dos obras sobre el capitalismoLa gestión de las catástrofes y la posibilidad autogestionaria
Recientemente, ha habido una huelga general en el País Valenciano, comunidad regional de este indescriptible Reino de España, que se ha descrito como convocada específicamente «contra Mazón». Y es posible que así sea. No obstante, los libertarios por lo general, aunque se hayan sumido a la jornada, de manera lógica trataron de incluir su mensaje en pro de la autogestión. Desconozco si con otro tipo de administración gobernando la comunidad (un pequeño Estado, al fin y al cabo) la cosa hubiera sido muy diferente, y es cierto que la actitud del todavía presidente comunitario fue repulsiva e irresponsable antes y durante la catástrofe. Ignoro también el grado de responsabilidad en la gestión que pudo tener la administración central de este inefable país (el Estado, vamos), que alguna seguro que tiene. Sea como fuere, ante el desastre de la gestión central y jerarquizada, yo insistiría en la posibilidad autogestionaria frente a cualquier sospecha de, meramente, ser contra un gobierno en concreto (o, aún peor, contra un fulano en concreto, como si quitando un gobernante y poniendo a otro se solucionaran todo los males). Resulta comprensible la indignación ante actitud chulesca y manifiestamente autoritaria de algunos gobernantes, especialmente de la derecha, pero los males del sistema no se reducen a ellos, a pulir un poco las formas para que todo luego, más o menos, siga igual.
Seguir leyendo La gestión de las catástrofes y la posibilidad autogestionariaCrisis sistémicas a cascoporro
Mientras el mundo civilizado se rearma, preparándose para la paz, las crisis de todo tipo se suceden en las mal llamadas sociedades avanzadas. Sin ir más lejos, hace escasos días un apagón eléctrico inundó la Península ibérica (sí, nuestros hermanos portugueses incluidos) y, mientras las teorías conspirativas se sucedían, la lógica más alarmante nos decía que se trataba de meros fallos dentro de un sistema basado en los beneficios económicos más depravados. Tal vez, solo acariciamos ese día lo que tantas personas viven cotidianamente en gran parte del planeta, mientras en el conocido como primer mundo, supuestamente con un aceptable nivel de vida para casi todos sus integrantes, se suceden crisis para dar y tomar. Y, si no se producen por las evidentes fallas sistémicas, ya se encargarán de fabricarlas, quizá es eso que denominan capitalismo del shock, para mantenernos bien asustaditos confiando en la autoridad de turno. De acuerdo, una considerable parte de la humanidad, algo esperanzador, parece darse cuenta en esas circunstancias en que todo parece tambalearse, que la única solución pasa por cuidarnos unos a otros, en procurar que la solidaridad impere frente a tanto malnacido que solo busca su propio beneficio, en buscar el reconocimiento al otro y el consenso con todos para las soluciones más justas y eficaces. No, nadie dijo que fuera fácil.
Seguir leyendo Crisis sistémicas a cascoporroLos Dólares, el Mundo, y la Identidad Europea
¿Qué es lo que une y define a Europa? ¿Cuál es su característica más señalada? La guerra. Es el signo de identidad de Europa y de los europeos. La historia de Europa es la historia de sus guerras y de sus apestosos Estados soberanos. Y es que Estado y Paz, son incompatibles. Por poder, por prestigio, por dinero, todos los Estados intentan ejercer su influencia, dominar territorios, recaudar tributos. Los Estados son expansionistas, y cuando no lo son, es porque algo los detiene. Andorra o Mónaco, por ejemplo, no se expanden por culpa de sus vecinos, aunque hacen lo que pueden. Hasta ahora lo que ha detenido a muchos otros Estados de formar sus respectivos Imperios, es el dólar. Y es que la economía mundial funciona de una manera muy curiosa en torno al dólar.
Seguir leyendo Los Dólares, el Mundo, y la Identidad EuropeaIndigencia moral
Paseando por un barrio céntrico, de una gran ciudad, uno puede contemplar como una muestra más del paisaje urbano toda una auténtica comunidad de indigentes. Estas personas que viven en la calle, son ya tan habituales, que la actitud recurrente de las personas de una condición social más acomodada es, simplemente, de indiferencia. A lo largo de mi vida, he sentido siempre un profundo rechazo a la pobreza, y quiero creer que está claro lo que quiero decir. Alguien me dijo una vez que las clases más conservadoras sienten verdadera repulsión a la pobreza, pero también miedo, de ahí que se esforzaran en mantenerla lejos. Por supuesto, a pesar de que su propia actitud y condición es la que genera y sustenta esa misma pobreza, siempre ajena, claro está. En mi caso, huelga decirlo, el rechazo a la pobreza no es aversión al pobre, fobia o actitud que ahora tiene una llamativa denominación en forma de neologismo. Desgraciadamente, ese repudio, desprecio o mera indiferencia a la persona pobre, y más en concreto al abiertamente indigente, es algo profundamente interiorizado en las sociedades mal llamadas desarrolladas. Es así hasta el punto que las superfluas y justificativas opiniones sobre la situación de esas personas pasan por considerarlos vagos e irresponsables, algo que siempre me sorprende, ese aventurarse en el juicio sobre las circunstancias vitales de los demás y, con más saña, en el caso de los más desafortunados. También, se alude en ocasiones a un posible desequilibrio mental o a adicciones habituales al alcohol u otras sustancias, algo que cargaría aún más de responsabilidad al pobre desgraciado. Seguir leyendo Indigencia moral
La urgencia existencial de nuestros tiempos
El gusto por la verdad no impide la toma de partido
Albert Camus
Las imágenes que los medios de información nacionales e internacionales nos transmiten casi diariamente, de multitudes felices paseando por festivales y ferias o llenando salas de conciertos, teatros, cines, estadios y playas de los cinco continentes, incitan a creer que la humanidad está viviendo momentos de gran bonanza y paz. Sin embargo, nunca ha estado su supervivencia tan amenazada como lo está hoy. No solo por la locura de la guerra que, además de continuar sembrando muerte y desolación, puede acabar provocando un apocalipsis nuclear, sino también por las pandemias virales de más en más mortíferas y el cambio climático que puede hacer de la Tierra un planeta inhabitable.
Seguir leyendo La urgencia existencial de nuestros tiemposSobre algunas perspectivas libertarias y el anarcocapitalismo
Nos lamentamos mucho las y los anarquistas, de manera quizá pertinazmente reiterada, pero la mayor parte de las veces con razón, de las muchas falsedades que se han vertido sobre nuestras ideas y prácticas. De hecho, la Real Academia Española, por decirlo con delicadeza, no resulta muy afortunada en su definición de anarquismo. Dejaremos a un lado la segunda acepción, una suerte de pleonasmo que plasma un absurdo como «Movimiento social inspirado por el anarquismo», y nos centraremos en la primera. En la misma, se asegura lo siguiente: «Doctrina que propugna la supresión del Estado y del poder gubernativo en defensa de la libertad absoluta del individuo». Resulta imposible en la insigne institución lingüística mayor imprecisión, por no hablar de mera mistificación, con tan escasas palabras. No queda clara la sociedad a la que aspiran los anarquistas, hubiera sido tan sencillo como aclarar que desean «una sociedad exenta de cualquier forma de dominación» (por lo tanto, no se oponen solo al Estado y sus instituciones coactivas), ni podemos subscribir desde ninguna perspectiva libertaria, incluso yo diría que tampoco desde la tradición más ferozmente individualista, ese despropósito filosófico de una «libertad absoluta del individuo». Nos sirve la errada e irritante acepción de la RAE, al menos, para profundizar en unos cuantos conceptos libertarios en la actualidad, más que nunca, extremadamente confusos.
Los fondos de inversión y la revolución
Para entender, si es que ello es posible, la evolución del precio de viviendas y alquileres (1), hay que irse al franquismo, porque los informes que cada década sacan sobre el estado de la juventud, mencionan «la herencia cultural». Por nombrar un inicio: el Plan Nacional de la Vivienda del año 54. El ministro de Vivienda, José Luis Arrese (falangista) y algunos más pensaron que si conseguían que los trabajadores tuviesen una casita propia, acciones en las empresas y deudas alargadas, no desearían sublevarse más contra sus patrones.
Seguir leyendo Los fondos de inversión y la revoluciónEl precio de la vivienda y sus devaneos en el Reino
Un 10% de nuestro cerebro dicen que usamos. O sea, que si nos extirpan el 90% que no usamos, nos quedamos talicomo. Y que la mente es muy poderosa. Y que tenemos el Subconsciente por ahí dentro, dando por saco. Y una cantidad de tonterías como el superyó, que no es capaz ni de atravesar una pared, como haría Diana de Themyscira, princesa de las Amazonas.
¿De dónde sacan todas esas chorradas? Eso del Subconsciente es como lo del Alma: que no se puede ver, tocar o analizar. Nadie sabe dónde está, cómo se almacena en los sesos, y por qué es capaz de absorber como una esponja algún hecho negativo, dejando a un lado miles de cosas positivas… O sea, que si con catorce años te dio por pensar que podrías follarte a tu madre o a tu padre, sin llegar a hacerlo… ¡Ahí está la causa de que te mees en la cama con sesenta años!
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