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¡Fiesta del trabajo!, de Anselmo Lorenzo
Anselmo Lorenzo fue el privilegiado espectador del nacimiento y desarrollo del proletariado militante y el hilo conductor durante casi medio siglo de la historia del sindicalismo hispano. Nacido en Toledo, emigró a Madrid, donde en 1868 entró en la Internacional de la mano de Giussepe Fanelli. Se carteó con Bakunin, conoció a Marx y Engels, colaboró con Francisco Ferrer Guardia, vivió el congreso constituyente de la CNT… toda una vida dedicada al anarcosindicalismo. Autor de El proletariado militante, un libro indispensable para estudiar la historia social europea, escribió también numerosos artículos, entre los que destacamos el que ahora reproducimos, publicado en la portada de ¡Adelante!, órgano de la CNT de Cuenca, en su número del 29 de abril de 1933.

El deber anárquico, de Manuel González Prada
Manuel González Prada (1844-1918) es uno de los intelectuales más destacados del Perú, y por extensión de toda la América que habla castellano, en las décadas de cambio del siglo XIX al siglo XX; su influjo no ha dejado de sentirse directamente o a través de la huella que dejó en sus discípulos. Renegó de su familia aristocrática para abrazar el anarquismo, fue forzado a combatir en la guerra contra Chile a pesar de oponerse a cualquier Estado, quedó marcado por sus viajes por Europa a pesar de defender la causa de los amerindios. Más conocido como poeta, hasta el punto de ser considerado uno de los padres del Modernismo, y literato, llegó a dirigir la Biblioteca Nacional peruana hasta su muerte, su compromiso con el anarquismo es indiscutible y su ímpetu revolucionario impregna toda su obra. Aquí reproducimos «El deber anárquico».

El socialismo anarquista, de Azorín
José Martínez Ruiz, más conocido por su seudónimo literario de Azorín, fue uno de los escritores más famosos y reconocidos de su tiempo, aunque con el paso de los años su obra haya ido quedando en el olvido popular y cada vez esté más recluida en el ámbito académico; lejos de la popularidad que aún gozan Antonio Machado, Ramón del Valle Inclán, Miguel de Unamuno o Pío Baroja. Como el resto de sus compañeros de la llamada «generación del 98», Azorín tuvo en su juventud una identidad política muy acusada; él fue rabiosamente anarquista aunque en su madurez se convirtiera al más rancio conservadurismo. De ese pásado ácrata, rescatamos este artículo, que se publicó originariamente en La Tribuna de Barcelona el 28 de diciembre de 1906 y que fue reproducido por el semanario libertario Tierra y Libertad en su primer número del año 1907.

Carta de Amiens
Entre los días 8 y 16 de octubre de 1906 se celebró en la ciudad francesa de Amiens el XV Congreso Nacional de la Confédération Générale du Travail. La CGT francesa era una organización sindical fundada en Limoges en septiembre de 1895, en la que ejercían una destacada influencia los anarquistas, entre los que destacaba Fernand Pelloutier, inspirador en 1892 de las Bourses du Travail. Esa orientación se puso de manifiesto en 1906, cuando el citado congreso aprobó una resolución, conocida popularmente como Charte d’Amiens (Carta de Amiens), que sentaba los principios del sindicalismo revolucionario de inspiración anarquista: el anarcosindicalismo. Animadas por estos mismos principios, en diciembre de 1922, organizaciones sindicales europeas y americanas reconstruyeron en Berlín la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), continuadora de la Primera Internacional bakuninista.

El gobierno y la esclavitud
El pensamiento anarquista norteamericano ha dado al movimiento libertario alguno de sus ideólogos más destacados, basta pensar en Noam Chomsky, de sus militantes más activos, como Emma Goldman, o de sus gestas más heroicas, como la de los Mártires de Chicago que se recuerda cada 1º de Mayo en todo el mundo. La debilidad del anarquismo norteamericano en la actualidad puede condenar al olvido a otros personajes de indudable interés, pero menos conocidos fuera de los Estados Unidos. Este es el caso de Caspar Christopher Clemens (1849-1906), un reformador social nacido en Kansas que firmaba sus obras como G. C. Clemens. De él se publicaron en España una serie de artículos aparecidos en La Alarma, de Chicago, en los años finales del siglo XIX; fueron recopilados en un volumen con el título de Elementos de anarquía que vio la luz en Barcelona en 1938 de la mano de la Editorial Tierra y Libertad. Reproducimos aquí el titulado “El gobierno y la esclavitud”.

Nosotros no votamos
Ante las próximas elecciones habíamos pensado publicar un artículo explicando que los anarquistas no votamos y lo que significa esa opción. Queríamos incidir en la inutilidad de desalojar del poder a unos para que se encaramen otros, por muy progresistas, izquierdistas y demás que se proclamen. Pero nos cayó en las manos una carta de Élisée Reclus (1830-1905) y nos pareció que resultaba muy oportuna en estos momentos. La reproducimos traducida.

Malatesta y los bolcheviques
Tras la Revolución rusa de octubre de 1917, un manto de silencio cayó sobre Occidente. Las noticias eran escasas y siempre manipuladas por los portavoces de una burguesía que veía peligrar sus privilegios. Desde su exilio londinense, el anarquista italiano Errico Malatesta (1853-1932) analiza lo que sucederá en Rusia si la revolución sigue orientada por los parámetros autoritarios del partido bolchevique. Lo expresa en una carta dirigida a su compañero y amigo Luigi Fabbri (1877-1935). Como en otras ocasiones, las palabras de Malatesta resultan proféticas

Las ideas anarquistas en la práctica
Juan Grave es un lúcido pensador anarquista especialmente conocido por su libro Las aventuras de Nono, una obra escrita para niños y jóvenes en la que expone con sencillez el ideario anarquista a través de las aventuras de su protagonista infantil en el país de Autonomía. Esta obra fue utilizada como libro de lectura en la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia y en otros muchos centros educativo libertarios o laicos, lo que la convirtió en un libro sobradamente conocido y reconocido. Sin embargo, Juan Grave también fue director de la revista ácrata Les Temps Nouveaux y autor de otros ensayos, entre los que merece destacarse La sociedad moribunda y la anarquía, de la que reproducimos uno de sus capítulos, según la edición del año 1904 de la editorial F. Sempere de Valencia.

La anarquía y la iglesia
La conducta del anarquista hacia el hombre de iglesia se halla trazada de antemano en tanto que curas, frailes y toda clase de detentadores de un supuesto poder divino se hallen constituidos en liga de dominación, ha de combatirlos sin descanso, con toda la energía de su voluntad y con todos los recursos de su inteligencia y de su fuerza. Esa lucha no ha de impedir que se guarde el respeto Sigue leyendo