Archivos de la categoría Librepensamiento

Jesucristo expulsando a los mercaderes del templo

Cristianismo (y distorsión moral)

Ahora que está a punto de celebrarse no sé muy bien qué, sobre el mito del cristianismo, y mientras en la tierra donde supuestamente nació masacran al pueblo palestino ante la indiferencia generalizada, no está demás lanzar unas reflexiones al respecto. Antes de nada, un lúcido comentario apriorístico ante las acusaciones de todos esos bodoques sobre que criticamos fácilmente una religión mientras con otras, supuestamente, no nos atrevemos. Y es que, de forma obvia, uno lanza exabruptos sobre las creencias e instituciones que sufre con mayor fuerza, máxime si pretende ser toda una luz civilizatoria como es el caso del cristianismo (en este inefable país, llamado España, sabemos mucho de eso). Diremos, por supuesto, que hay que combatir otras religiones, como es el caso de la musulmana, máxime con las teocracias que perviven en el siglo XXI y con la guerra santa proclamada por unos cuantos fanáticos dispuestos a hacer cualquier barbaridad en nombre de ella, algo por otra parte que también han hecho históricamente los seguidores de ese personaje de ficción evangelizadora llamado Jesús. Aclarado esto, vamos allá. Ya el gran Bertrand Russell lo dijo hace casi un siglo, pero trataremos de señalar de nuevo lo evidente ya entrado el nuevo milenio. Las brillantes diatribas de hoy no serán contra la religión en general, con sus peculiares fantasías sobre seres sobrenaturales y sus sueños sobre la inmortalidad, más bien sobre la figura que ha conformado culturalmente eso que llamamos Occidente.

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ACRACIA FILOSOFÍA SOFISTA

¡Eres un sofista!

Recientemente, asistí a una acalorada discusión en una barra de un bar entre dos parroquianos, que no estoy seguro, pero creo que versaba sobre eternas rivalidades balompédicas. El caso es que, en pleno combate dialéctico, uno de ellos le espetó al otro: ¡eres un sofista! Un instante de tenso silencio parecía la antesala de una ensalada de bofetadas, cuando decidí intervenir raudo y veloz. Con una amplia sonrisa, les dije que, tal vez sin pretenderlo, habían tocado uno de mis temas favoritos. La palabra «sofista», en su sentido negativo, que alude a una persona que emplea un razonamiento falso con apariencia de verdad (es decir, un «sofisma»), llega a nuestro días. En mi opinión, continué alegremente mi discurso, esa mala prensa de los sofistas, filósofos de la Antigüedad, se debe a la imagen que de ellos quisieron dar autores como Platón o Jenofonte, pero también a la mala interpretación de sus frases. Como, entre palabra y palabra, puede ver que aquellos dos tipos adoptaban un ambiguo gesto, entre la perplejidad y el interés, me animé a continuar. Los sofistas, al contrario de lo que se ha sostenido de manera simplista y reduccionista, no representan un cambio de interés en la filosofía respecto a sus precedentes.


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ATEÍSMO MORAL CONCIENCIA

Ateísmo, moral y conciencia

Hay una frase atribuida a Albert Einstein: «Si la gente es buena solo porque teme el castigo y espera una recompensa, somos efectivamente un grupo lamentable». Aunque temamos caer en la simplificación, puede que ésta sea una de las claves del pensamiento religioso en lo que atañe a la moral, un comportamiento correcto se realiza para obtener ciertos beneficios (en el caso que nos ocupa, sobrenaturales). Desde este punto de vista, el ser humano necesita la religión, o cree necesitarla, para comportarse correctamente, aunque la vigilancia al respecto suele ser muy terrenal para justificar la existencia del Estado. Richard Dawkins, de forma muy irónica, afirma que se suele decir que la gente necesita religión, cuando en realidad lo que necesita son policías. Por supuesto, en ambos casos se trata de una visión simplista y hay que observar los factores determinantes, todos muy humanos.

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Librepensamiento, ayer y hoy

Identificar mero ateísmo con librepensamiento nos conduce a no pocas objeciones y problemas. Hay que distinguir entre la figura de un librepensador, propia de los siglos XVIII y XIX y lo que hoy podemos considerar que eso significa. Creemos sinceramente, y de una manera también ferozmente autocrítica, que desde posiciones ateas, lo que entendemos por un movimiento ateo combativo con la religión y más o menos organizada, se produce con cierta asiduidad esa ambivalencia de pretender ser progresista y librepensador y hacerlo únicamente desde posiciones, quizá no superadas, pero sí necesitadas de ser puestas al día conforme a nuevos discursos que resultan de lo más cuestionables. 

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El librepensamiento y la propaganda oficial

En una conferencia de 1922 así titulada, Bertrand Russell alertaba sobre los peligros en torno a la libertad de pensamiento, por mucho terreno que pareciera que se hubiera logrado. Casi un siglo después, con una concepción del progreso que hay que cuestionar tanto o más que en aquel momento, merece la pena que atendamos a lo que dice el genial filósofo.

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Anarquismo y religión, unas nada modestas reflexiones

Alguien dijo, tengo que reconocer que con un tono sarcástico encomiable, algo así como que si los ateos empleamos tanto tiempo en hablar de ese ser de ficción que la historia ha llamado Dios es porque, en el fondo, somos fervorosos creyentes (no recuerdo si dijo exactamente ese adjetivo, pero lo añado yo, que tampoco estoy exento de buen humor). El caso es que, es cierto, a poco que se eche un vistazo a este lúcido blog, se verificará que no pocas veces lo he dedicado a una crítica feroz a las creencias religiosas. Luego incidiré en motivos más profundos, pero también reconozco que me inquieta sobremanera la capacidad que tiene el homo sapiens para arrodillarse ante entes sobrenaturales y generar toda una suerte de ritos disparatados alrededor. Y, efectivamente, no distingo demasiado entre religiosidad, idolatría o creencias fantásticas; creo que los que lo hacen es por intereses muy concretos de defender sus propias convicciones ultraterrenales y adornarlas con una terminología más asumible. En los orígenes de la modernidad, las filosofías críticas con la religión, entre las más radicales se encontraba la libertaria (¡santa anarquía!), observaron algo que parece muy evidente: la creencia religiosa convertía la existencia más soportable a los humildes y trasladaba un posible bienestar a una realidad sobrenatural en forma de paraíso.

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ANARQUISMO PROUDHON DIOS

Proudhon y la religión: Dios es el mal

La relación de Proudhon con la religión es, tal vez, algo ambigua. Parece ser que Daniel Guerin llegó a decir que el pensador francés no se liberó nunca por completo de su formación cristiana. Una obra como Proudhon y el cristianismo, de Henri de Lubac, Sigue leyendo

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El catolicismo y la libertad religiosa

Hay personas que confunden la crítica, en mi caso, tan feroz como razonada, con una suerte de censura, motivos ocultos, manía antialgo e incluso, abundaremos en ello más adelante, con una persecución represiva y violenta. Voy a dedicar mi (sobradamente) lúcida columna de hoy, como se ve en el título, a una cuestión religiosa muy concreta, pero extiendo el razonamiento a cualquier otro ámbito. Insisto, cuando uno se muestra razonable y radicalmente crítico, algo que me parece indispensable para el avance hacia alguna parte (vamos a presuponer que es hacia adelante), gran parte del personal tuerce el morro y se queda observando el dedo que señala sin atender a argumentos sólidos ni profundización alguna. Es una tendencia obvia, del ser humano, el acomodo intelectual (y moral), y la clase dirigente siempre se aprovechará de ello con discursos básicos, vacuos o manidos, si no directamente falacias. Es más, creo que el autoritarismo y la violencia están tan arraigados en el vulgo que, como ya insinué al principio, si uno se declara sin ambages anticlerical inmediatamente muchos lo identifican con comerse a los curas y quemar iglesias. En otras palabras, que si te muestras contrario a una determinada organización, y a la clase mediadora (por lo tanto, autoritaria) que la sustenta, seguro que eres un elemento violento.

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Sobre una tal Teresa de Calcuta

Escucho que a un cretino de Vox se le llevan los demonios porque alguien ha llamado «mal bicho» a la muy alabada, y también criticada, Teresa de Calcuta. Es lo que tiene ser un facha acrítico (valgo el pleonasmo). Resulta curioso que este personaje haya quedado en el imaginario popular, e incluso en el lenguaje, como sinónimo de realizar «buenas obras», incluso de manera exacerbada. Es decir, que si te muestras excesivamente genero o altruista, viene alguien a decir que eres «una Teresa de Calcuta». Veamos si podemos aportar algo de lucidez a toda esta distorsión moral a la que es tan proclive, en ocasiones, la bendita humanidad. Hay que recordar, y tal vez venga al caso, que la India es un país con un tremendo e irritante apego por las creencias sobrenaturales. De hecho, tengo unos vecinos originarios de aquellas tierras, gente tremendamente modesta, y hay que ver en las pelotudeces en las que creen. Tal vez, el viejo Marx, tan equivocado en otros terrenos, no andaba desencaminado cuando señaló que las creencias religiosas eran un consuelo del sufrimiento de los humildes en el mundo terrenal (el famoso «opio», tan malentendido por otra parte). Mis conocidos hindúes adoran a no sé qué deidad con forma de elefante y alguien dirá que no hacen daño a nadie y así nos echamos unas risas, pero me permito dudarlo, aunque solo sea por el tiempo que se pierde en tonterías.

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Adios a Dios (y a cualquier otro concepto absoluto)

Como creo que ya he manifestado en alguna de estas magníficas columnas que pongo negro sobre blanco, tengo la (no siempre) sana costumbre de leer y escuchar a gente de todo pelaje. Sé que es una botarate tendencia del ser humano la de solo atender a lo que pueda confirmar sus creencias, pero no es mi caso. Precisamente, como uno es un lúcido ácrata de tendencias nihilistas, se deja guiar por su curiosidad, escepticismo, crítica e incredulidad para ir dando forma a un pensamiento exento de dogmas, ya que el compromiso con los valores, quizá de forma solo aparentemente paradójica, se muestra más sólido desde posiciones no absolutistas y enarbolando una pequeña bandera (figurada, of course!) nihilista. Y, por mucha tabarra que nos den algunos, la historia y el pensamiento ayudan sobremanera a llegar a estas conclusiones. El caso que los intelectuales reaccionarios (valga el oxímoron), vertiente católica, son muy, muy pesaditos nombrando hasta el hastío al escritor y filósofo Chesterton. A este fulano se la atribuye una frase, que sus seguidores fundamentalistas no dejan de repetir hasta la saciedad con orgullo algo estólido; algo así como que, si el ser humano deja de creer en Dios, acaba creyendo en cualquier cosa.

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