Hoy, hay eso que llaman pomposamente convocatoria electoral en la capital del Reino, y creo que también en otras regiones de este inefable país llamado España. Hay quien considera que, por ser elecciones locales, es posible cambiar alguna cosita con más base que a nivel estatal. Claro, si llegan al poder los buenos. Bien, no dudo que sea posible cambiar «algo» a través del poder, pero la gran pregunta es si es posible cambiar alguna cosita sustancial. Y eso, si conquista el poder esa gente honesta, que tampoco los veo venir dada la patética e hilarante fragmentación de eso tan difuso que denominan ‘izquierda’. Hay pertinaces ácratas que se empecinan en hacer propaganda de la abstención, tratando de evidenciar la falacia de la democracia parlamentaria, pero yo siempre digo que no gastaría el mínimo esfuerzo en ello. Que cada cual haga tenga la ilusión que le venga en gana y haga lo que considere en consecuencia. Eso sí, por favor, está ya muy gastado el cuento de culpar a la abstención de nada. Si no se tiene la capacidad de seducir al personal con propuestas y hechos, más importante sería esto último, que nos dejen en paz a los que, en convocatoria electoral, nos quedamos en la cama igual. Hace no tanto, la democracia parlamentaria parecía estar en crisis. ¿Qué ha pasado desde entonces?
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