En los últimos años, la acusación de «¡fascista!» (o facha) ha resurgido por doquier. Desde opositores al pase sanitario que blanden carteles de «Macron fascista» y exigen nada menos que un nuevo juicio de Núremberg para él, hasta Bruno Retailleau denunciando una «deriva fascista de activistas que explotan la tragedia sufrida por los palestinos”; desde la candidata Kamala Harris, quien acusó a Donald Trump de fascista, hasta John Kelly, quien afirmó que Trump «encaja en la definición general de fascismo» (a pesar de haber sido jefe de gabinete de Trump entre 2017 y 2019), o Dick Cheney, el exvicepresidente neoconservador de Estados Unidos entre 2002 y 2009 (famoso por sus mentiras sobre las armas de Sadam Husein), quien, tras haber apoyado a Trump, ahora cree que nunca ha existido una amenaza mayor para el país; desde ciertos activistas trans que etiquetan a cualquiera que cuestione y critique la gestación subrogada como partidario del fascismo, hasta un sector de sionistas que cree que el más mínimo apoyo a los sitiados en Gaza es una señal de antisemitismo, las invectivas vuelan por todos lados. La confusión está en su punto álgido, pero hay que reconocer que tiene raíces profundas.
Entre los factores de enajenación más obvios, dentro de los medios de comunicación de masas, está la televisión. La cosa es tan elemental que uno se pregunta cómo podemos dejar que un medio, que además alcanza cotas tan bajas de nivel cultural, puede ser tan importante en nuestras vidas. Recordaremos, brevemente y de modo elemental, lo que entendemos por enajenación o alienación: se trata de una pérdida de la personalidad debido a la dependencia del ser humano de fuerzas externas, de tal manera que se muestra incapaz de realizar lo que se espera mínimamente de su capacidad.
Hace muchos años, mucho antes de tener uso de razón, mi mente vagaba por terrenos llenos de niebla y confusión. Me preguntaba, por ejemplo, que por qué los periódicos están llenos de páginas dedicadas a la Bolsa, o a deportes que jamás entendí. Sigo igual que entonces. O más misterioso aún, por qué cuando llegaba la época electoral en EEUU, no nos podíamos perder las primarias de Seguir leyendo La literatura policial creativa, y la mirada centrada en los EEUU→
Para la inmensa mayoría de nosotros, esta es nuestra primera pandemia. Somos novatos en cuarentenas y en estados de alarma y, este nuevo escenario que ha ido avanzando a ritmos vertiginosos, ha implantando medidas nuevas prácticamente a diario, con la justificación de que, poco menos, que un virus está arrasando con la humanidad. Seguir leyendo La pandemia de la represión y el estado de alarma→
Hace poco más de dos siglos, allá por el año 1811 y durante los cinco años posteriores, Inglaterra fue el escenario de una potente revuelta social conocida como la Rebelión de los Luditas —en alusión a su protagonista epónimo Ned Ludd— que destruyó parte de la novedosa maquinaria textil cuya instalación eliminaba puestos de trabajo y condenaba a la miseria parte de la población. Miles de Seguir leyendo Ludd, Hipermodernidad y neo-totalitarismo en tiempos de COVID-19→
No sé si fue Foucault el primero que desarrolló el concepto de «biopolítica», pero para el caso que nos ocupa partiremos del filósofo francés, que tantas palabras dedicó al poder. De esta manera, se nos dice con dicha visión que el control de la sociedad moderna, o posmoderna, no se realiza únicamente mediante la conciencia o la ideología, sino también con el impacto en otros ámbitos biológicos como es el propio cuerpo humano. Así, la medicina sería una estrategia biopolítica, lo cual dará una Seguir leyendo Biopolítica y disciplina policial→
Cuestionar el peligro del coronavirus es claramente absurdo. Por otra parte, ¿no es igual de absurdo que una perturbación del curso habitual de las enfermedades sea objeto de tal explotación emocional y despierte la arrogante incompetencia que una vez barrió la nube de Chernóbil de Francia? Por supuesto, sabemos con qué facilidad el espectro del apocalipsis sale de su caja para Seguir leyendo CORONAVIRUS, por Raoul Vaneigem (reporte desde la región francesa)→
Dramático, lancinante, indignante… cabreo mayúsculo, ¡por supuesto! Al igual que le ocurre a mucha gente así lo estamos viviendo, y el hecho de gritar nuestra rabia no solo nos ayuda, sino que quizás sirva también para despertar algunas conciencias. Hay que hacerlo, claro, pero es tan insuficiente como darle vueltas a lo que ya sabemos de sobra. Seguir leyendo COVID-19, un poco más allá de lo que ya sabemos de sobra→
«Ver lo que se tiene delante exige una lucha constante»
George Orwell
En REDES nos hemos conjurado para no dejar de ver lo que tenemos delante. Pese a la inmediatez de la pandemia que sufrimos, pese al miedo que apabulla, abruma y paraliza, queremos hablar y reflexionar. Tiempo habrá para análisis más profundos. Seguir leyendo Pandemia viral, miedo y poder→
Desde que se detectó en China hace meses el CoVid-19 (coronavirus) sabemos que éste es muy contagioso, que no alberga demasiado riesgo para la mayoría de la gente (el 80% de las contagiadas cursan síntomas leves) pero cuenta con una tasa de mortalidad considerable para gente vulnerable (personas de más de 60 años y/o con patologías previas). Asimismo, un porcentaje suficientemente alto de gente contagiada necesita cuidados intensivos como para saturar el sistema de salud estatal si se extiende de manera amplia. Seguir leyendo La crisis del coronavirus y la amenaza del ecofascismo→
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general