Reflexionamos sobre el pensamiento de algunos autores muy importantes para la historia del pensamiento, con el objetivo también de la transformación social, para buscar puntos de coincidencia entre el anarquismo y la filosofía existencialista; muy del gusto de las ideas anarquistas, la esencia no antecede a la existencia del ser humano, lo mismo que no existe una naturaleza que lo determine. Se dan así todas las posibilidades de un horizonte libertario.
Como es sabido, Kropotkin fue geógrafo de profesión. Destacó, en ese aspecto, por los descubrimientos efectuados en el curso de dos expediciones en Siberia y Manchuria (1864), y en Finlandia y Suecia. Como gran interesado en cuestiones políticas y sociales, con 25 años se afilió en Suiza a la Primera Asociación Internacional de los Trabajadores como defensora de los principios socialistas, aunque su adhesión al anarquismo le obligó a finalmente abandonarla y acabaría convirtiéndose en un gran filósofo, en un meticuloso investigador y en uno de los pensadores libertarios más representativos.
Recordamos con este texo la falsa controversia entre las tesis de Darwin y de Kropotkin, que no se enfrentan entre sí, sino que se complementan; como es sabido, la erudita obra del anarquista ruso se esfuerza en demostrar que en la evolución, tan importante o más que la competencia, resulta primordial la sociabilidad y el apoyo mutuo.
A propósito de ciertas tendencias, en la actualidad, de devastadora crítica al progreso, y a otros conceptos propios del proyecto de la modernidad como es el de «revolución», resulta importante y revitalizador revisar el pensamiento de autores libertarios al respecto.
Vamos a repasar en el siguiente texto la visión moral, y las consecuentes propuestas éticas, que han propuesto los grandes pensadores ácratas; junto a ellos, algún autor no explícitamente anarquista, pero reivindicado por la tradición libertaria. Si el desarrollo moderno de la política ha tratado de desvincular radicalmente la ética de la política, encontramos en el anarquismo propuestas abiertamente diferentes, muy necesarias en el mundo que vivimos en la actualidad.
No pocas veces se ha acusado al anarquismo de no captar en todo su complejidad la noción de poder. Para evitar confusiones, sería buena emplear el término de coerción, o de autoridad coercitiva (superando de paso la alegría con la que a veces utilizamos el de autoridad), aunque el tema es, obviamente, digno de estudio. Se ha hecho una distinción entre la autoridad, que tiene una connotación más tradicional o de fidelidad a unos valores, y el poder, que estaría más vinculado a la represión, la fuerza y la burocracia.
Uno de los pilares del anarquismo de Proudhon se asienta en el mutualismo, basado en sus experiencias directas con la clase trabajadora con el objetivo de adelantar un futuro de bienestar y justicia social; puede considerarse como la primera escuela económica anarquista, y así se reflejará en los seguidores de Proudhon en la Primera Internacional; según esta teoría, el Estado será sustituido por la organización de individuos según acuerdos voluntarios sobre una base de igualdad y reciprocidad.
Hoy en Rusia Kropotkin es un famoso científico y revolucionario ruso; entre los antropólogos contemporáneos la teoría del apoyo mutuo desarrollada por Kropotkin se sigue valorando contra las ideas de selección de los seres humanos de o atribuidas a Darwin; para los ecologistas Eliseo Reclus y Pedro [Piotr para algunos] Kropotkin son referentes. Y para los antiautoritarios y anarcosindicalistas, La Conquista del Pan, El Apoyo mutuo, Campos, fábricas y talleres, La Comuna de París, El Estado y su papel histórico, etc., son libros y folletos conocidos o leídos.
A pesar de su título, las Memorias de un revolucionario del príncipe anarquista Piotr Kropotkin no dicen mucho de la revolución propiamente dicha. La actividad revolucionaria que lo hizo famoso está despachada en algunas decenas de páginas, al final y de forma apresurada. El grueso de esa autobiografía, que fue justamente saludada por Tólstoi como una de las grandes obras literarias de su época, está dedicada a narrar la infancia y juventud de Kropotkin.
«Somos ricos, muchísimo más de lo que creemos. Ricos por lo que poseemos ya; aún más ricos por lo que podemos conseguir con los instrumentos actuales; infinitamente más ricos por lo que pudiéramos obtener de nuestro suelo, de nuestra ciencia y de nuestra habilidad técnica, si se aplicasen a procurar el bienestar de todos»
Este año viene repleto de aniversarios conmemorativos para la memoria social; de hecho nosotras mismas este mes cumplimos una década como periódico, y nos enorgullece coincidir en aniversario con el homenaje en el centenario de Piotr Kropotkin. Hace cien años que nos dejase para siempre el abuelo del anarquismo, uno de los principales pensadores de esta filosofía entre los siglos XIX y XX. Además, geógrafo y naturalista, que nació en el seno de una familia aristocrática rusa, por lo que se le conoció como el Príncipe, título otorgado a un noble emparentado con la familia imperial zarista.
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