Aunque no siempre lo veamos expresado de esa manera, no podemos estar más de acuerdo con Rudolf Rocker, el anarquismo es la gran síntesis entre liberalismo y socialismo. Las dos grandes corrientes producidas a partir de la Revolución francesa confluyen en el ideal libertario. Ello se produjo cuando determinados autores observaron que «la cuestión social» no se resuelve con cambios de constitución ni de gobierno, y sí llegando al fondo del problema.
La posmodernidad es una época peculiar que nos ha traído cosas buenas y algún que otro disparate; entre estos últimos, repliegues de fundamentalistas de diversa índole, reaccionarios o modernos proclives al dogmatismo, junto a otras cretineces varias. Mencionaré a los comunistas originados en Marx, y filtrados por Lenin, que se empecinan una y otra vez en acudir a las sagradas escrituras para llevar a la práctica algo que, sencillamente, ha sido un fracaso. Ni asomo de emancipación obrera, más bien una triste y cruel sociedad totalitaria. No seré yo el que niegue la brillantez en tantos aspectos del pensamiento marxista, pero tomado el mismo como doctrina «científica» y llevado a la praxis política ha sido un despropósito, con algunos logros, pero con demasiado coste humano. De hecho, los autores marxistas que más me han interesado han sido, en mi nada humilde opinión, los que se han acercado a las ideas libertarias en aras de la muy deseada liberación social. Pues sí, la crítica que los antiautoritarios hicieron a Marx y Engels en el siglo XIX era y es perfectamente válida; el ser humano necesita, al menos, un margen de libertad para llevar a cabo su proyecto de vida. Y sí, soy consciente de que la libertad es un concepto complejo, muy condicionado por demasiados factores, pero todos sabrán a lo que me refiero. No podemos observar la historia de modo lineal, ni marcada exclusivamente por la lucha de clases, las condiciones económicas y los modos de producción, algo que a estas alturas parece una obviedad. Mucho menos, que esa suerte de teleología nos conducirá al socialismo y, finalmente, al deseado comunismo con el fin de la explotación de unos sobre otros.
Leía hoy en la prensa que la ONU declara que ya van 25.000 muertos en la guerra del Estado de Israel contra Hamás, un 80% de ellos mujeres y niños. O sea, 20.000 mujeres y niños, que hay que suponer que no eran combatientes de Hamás, aunque lo mismo había algún bebé que ya estaba alistado en la milicia. Allá vamos. Es decir, que si el 80% de los muertos son no-combatientes, puedo suponer y supongo que el 80% de las 5.000 víctimas masculinas, es decir, 4.000 hombres eran también no-combatientes. Y eso nos lleva a concluir dos cosas: que los combatientes de Hamás son endiabladamente escurridizos, y que es mucho más seguro estar alistado en el ejército que ser un no-combatiente.
Acabamos un año que se ha llevado el demérito de ser el año con mayor número de asesinatos machistas desde que los últimos años fueran descendiendo. A 27 de noviembre de 2023 el número de mujeres muertas por “violencia de género” es de 55. En 2022 se cerró con la cifra de 50 asesinadas dentro de una relación, en 2021 fueron 49. Y en este dato no sé incluye el número de muertes de mujeres que, por ser prostitutas, mujeres sin familia que reclame su desaparición, etc.
La creencia nacionalista, que no deja de ser una forma de religión secularizada, en la que el Estado parece ocupar, como instancia trascendente, el lugar que antes era propio de Dios, se nutre de un lenguaje patriótico, grandilocuente y redentor, que alimenta los deseos, ilusiones y temores de las personas, para encubrir intereses muy terrenales por parte de una minoría de dirigentes y privilegiados.
A lo largo de mi trayectoria como militante anarquista, siempre he mantenido una conexión muy fuerte con el mundo editorial. De hecho, fue precisamente a través de este medio como tuve mi primer contacto con el anarquismo, cuando cayó en mis manos un fanzine anarcofeminista que llevaba el sugerente título de «Barbie Destrozada». Ese material fue como un verdadero «balón de oxígeno» para mí, que vivía en la «atmósfera asfixiante» de Patos de Minas a principios del siglo XXI. El impacto que esa experiencia tuvo en mí fue tan profundo que rápidamente pasé de ser un simple lector a convertirme en editor, uniéndome a otras personas que acababan de descubrir el anarquismo para crear nuestro propio fanzine, al que llamamos «Eidos Info‐Zine».
Anda bastante gente decepcionada con el hecho de que un hasta ahora inmaculado deportista (¡ya será menos!), no estoy seguro, pero creo que es alguien con gran habilidad para dar a una bolita con una especie de mango con una red tensada, se ha convertido en promotor y embajador de un régimen tan repulsivo como el de Arabia Saudí. Alguien infinitamente más lúcido me aclara que no hace mucho se ha llegado a jugar un torneo balompédico (la misma palabra aclara algo sobre este deporte que despierta tantas pasiones) de este inefable país llamado España en la misma tierra saudita, por oscuros intereses crematísticos, sin que apenas nadie dijera ni mú sobre los derechos humanos, por lo que la hipocresía y consecuente indignación es aún mayor. En cualquier caso, no sé si hay mucho de lo que sorprenderse, con (muy) escasas excepciones, a estos deportistas de élite se les presupone una total falta de conciencia ética y social. Y, para el caso que nos ocupa en este más que lúcido blog, me interesa reflexionar en por qué este gente (o, más bien, auténtica gentuza), que tiene una cantidad incontable de dinero, para resolver la vida de los suyos durante varias generaciones, llega a semejante grado de indecencia moral llegando a corromperse hasta la náusea.
Eugène Lanti (1879-1947), pseudónimo de Eugène Adam, fue un anarquista, nacido en Normandía, vinculado al movimiento obrero esperantista y al concepto del anacionalismo, en el que profundizaremos en el siguiente texto.
Hay que decir que Lanti, término que deriva del apodo francés «L’anti tout» (el anti-todo), no es una figura demasiado conocida en la historia del anarquismo; del mismo modo, el movimiento político llamado «anacionalismo», que aspiraba a eliminar el concepto de nación (criticando con ello, incluso, al Internacionalismo obrero) no es recordado ni siquiera mencionado en las principales obras sobre cuestión nacional. Es por eso que hay que agradecer a Bernat Castany Prado, cuyos artículos seguimos para elaborar esta entrada, el dar a conocer a Lanti y sus ideas. Este autor, vinculado en un inicio al Partido Comunista Francés, no tardará en comprender que el comunismo soviético no era más que un capitalismo de Estado y un monstruo burocrático controlado por una nueva elite. Será después de la Primera Guerra Mundial cuando Lanti se una al movimiento esperantista, al considerar que esta lengua universal podría superar el concepto de nación, y llegará a fundar la Asociación Anacional Mundial (SAT, según sus siglas en esperanto: Sennacieca Asocio Tutmonda). Seguir leyendo Eugène Lanti y el movimiento anacionalista→
Ahora que han pasado las Navidades, y el Año Nuevo, y los Reyes Magos, podemos hablar de religión. Lo primero que se me ocurre, es que las religiones monoteístas son un puro disparate. ¿En qué cabeza cabe que un dios omnipotente, iba a mandar a un emisario, precisamente a Galilea, un lugar que aparece siempre semidesértico en las películas, para explicar a los humanos ¡que estaban equivocados! y que en lugar de haber un montón de dioses, sólo había uno (él)? ¿Quién cuernos puede pensar eso?
El 7 de octubre de 2016 participé en Madrid en un acto de recuerdo de Francisco Granados y Joaquín Delgado, ejecutados el 17 de agosto de 1963. En aquel acto quisimos recordar que existió una oposición al franquismo que no se rindió nunca, que una parte de dicha oposición era anarquista y que en ella había mujeres como no podía ser menos.
Mi intervención giró en torno a algunas mujeres que a principios de la década de 1960 estaban integradas en el Movimiento Libertario en el exilio, una parte de ellas en la Federación Ibérica de las Juventudes Libertarias (FIJL) que a raíz del dictamen de 1961 creó el organismo conspirativo Defensa Interior (DI). La mayoría de las mujeres españolas eran hijas de militantes de la CNT y sus parejas también formaban parte del Movimiento Libertario. Las más mayores habían participado en la guerra civil, las más jóvenes no lo habían hecho por su edad, incluso había mujeres francesas, italianas o inglesas vinculadas al antifranquismo libertario. Sus nombres son menos conocidos que los de sus compañeros, en ocasiones desconocidos para la memoria, la historia y la genealogía anarquista y libertaria, en aquel acto quisimos rescatarlas del olvido, conocerlas y reivindicarlas. Mi participación en aquel acto me dejó la impresión de que no sabía gran cosa sobre ellas y se presentó la ocasión de conocer más y mejor a aquellas mujeres[1] y a finales del mismo mes de octubre nos desplazamos al sur de Francia para entrevistarlas.
La pequeña comunidad de anarquistas octogenarias nos recibió extraordinariamente bien, nos invitaron a sus casas a comer y fueron generosas con sus recuerdos que compartieron conmigo que les hacía la entrevista y el cámara que las grababa. Una de las cosas que más me llamó la atención fue la humildad de las mujeres al contarnos su participación en la FIJL; era sorprendente la unanimidad en el comentario de que ellas no habían hecho nada y que no entendían porqué las queríamos entrevistar. Esta actitud, situadas siempre en segundo plano, encajaba perfectamente con lo que me dijo Tomás Ibáñez por correo electrónico los primeros días de noviembre de 2016:
«A la luz de los bienvenidos avances que ha aportado la lucha feminista en las últimas décadas no cabe duda de que la FIJL era una organización terriblemente machista (¡¡por ejemplo, si repasas la composición de las Comisiones de Relaciones de la FIJL—en “Insurgencia”— quizás te sorprenderá comprobar que salvo la compañera Rosa Vaqué en la CR de 1956 ninguna otra mujer ocupa cargo en el máximo órgano entre congresos de la FIJL !!).
Lo que no quería decir, ni mucho menos, que las compañeras no tuviesen criterio y no lo manifestasen en contextos más restringidos, tampoco significaba que no estuviesen tan o más decididas que los compañeros a correr riesgos o a contribuir a las tareas de la organización, pero permanecían en un segundo plano y casi todos lo encontraban “normal”».
Jeanine Lalet
Entre estas mujeres que conocí, dos me produjeron una grata impresión: Montse Turtós y Jeanine Lalet, ambas desgranaron con sencillez su participación de enlaces e informantes en diversas actuaciones entre España y Francia. En el caso de Jeanine, junto con su compañero Jordi Gonzálvo, formaban parte de la base fronteriza de Perpiñán con que contaba el DI. Esta base, formada por más personas, no se acostumbraba a implicar directamente en las acciones del DI pero sí de los pases clandestinos, tanto de personas como de propaganda.
Montse Turtós
Montse nos relató su vida personal y su acceso a las ideas libertarias de forma muy vivida, desprendiéndose de dicho relato su manera de entenderlas. En su casa y la de su expareja, José Morato, se realizaba desde hacía años una tertulia los domingos sobre la situación de España. En 2016 tuvimos la suerte de grabarla en su casa un domingo soleado en el jardín y de participar en la comida con un grupo que mantenía dicha tradición. Estos recuerdos que conservo en la memoria han aflorado al tener noticia de la muerte de ambas: el 10 de diciembre de 2023 Montse, y quince días antes su amiga Jeanine. Que la tierra les sea leve.
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general