Algunas personas hemos leído más, otras hemos leído menos; cuando se cae en demasía en abstracciones intelectuales, privilegio de ciertos círculos de iniciados y la inmensa mayoría de la población ni siquiera barrunta lo que estamos hablando; cuando el anarquismo abandona la calle para refugiarse en interminables discusiones sobre el qué hacer, pregunta con inevitables reminiscencias leninistas; cuando el ostracismo mediático al que estamos sometidos, signo inequívoco de que el sistema todavía nos tiene miedo, es equivalente a una mordaza en la boca; cuando caemos en el desánimo porque nuestros argumentos son ignorados sistemáticamente, no ya por los medios de formación de masas, lo cual es natural pues si el anarquismo tuviera un papel, siquiera secundario, en la sociedad del espectáculo, ¿Qué clase de anarquismo sería?, sino por el pueblo al que van dirigidos; si no dejamos de mitificar al trabajador, que en las democracias occidentales está imbuido de los valores de esta sociedad, es decir, profundamente conservador al que le encanta el ficticio papel protagonista que le adjudican la izquierda y la derecha; y en fin, cuando la voluntad intenta inútilmente imponerse a la realidad, es que tenemos un problema serio.
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Perplejidades institucionales y violencia de género
Tres ministerios (Igualdad, Justicia e Interior) andan confusos, perplejos, frustrados y asombrados ante el aumento de asesinatos de mujeres en el mes de diciembre de 2022 (trece mujeres asesinadas y un caso más que todavía se está investigando) y en el de enero de 2023 (a día 11 debemos contabilizar cuatro mujeres asesinadas). Y es que desde el Estado se confía en que, con recursos, leyes, ministras feministas en Igualdad y labor policial se puede atajar la violencia de género.
Seguir leyendo Perplejidades institucionales y violencia de géneroDe ideologías y justificaciones
Cuando uno se define como anarquista en ciertas situaciones, con algo de provocación y un poquito de orgullo, no tiene precio el gesto que suele adquirir el interlocutor, a medio camino entre la ignorancia supina y una perplejidad exenta de luz alguna. Dan ganas, inmediatamente, de añadir que cierta dosis de nihilismo le salva a uno de caer en tentaciones dogmáticas; mejor no hacerlo, ya que es muy posible que la cabeza del vulgo empieza inevitablemente a girar sobre su eje. El caso es que dicha confesión, expresada a un público no versado en el tema, en vez de provocar alguna curiosidad para tratar de aumentar sus conocimientos, suele caer en los más lamentables tópicos: «eso es una utopía», «eso no lo quiero yo», «eso es algo del pasado» y bla, bla, bla. He de reconocer que dichas respuestas me provocan tal hastío, que no pocas veces, en lugar de verbalizar justificación alguna, para tratar de razonar con el sujeto en cuestión, suelto cualquier barbaridad. Recuerdo otros tiempos, en los que el que suscribe era (más) joven y tiernamente ingenuo, que en estas situaciones solía matizar que mis simpatías estaban con la izquierda libertaria; en estos tiempos posmodernos, no resultan muy claros ni el sustantivo ni el apelativo, aunque frente a toda distorsión es plenamente asumible reivindicar «lo libertario» como emancipatorio (perdón por la solemnidad).
Seguir leyendo De ideologías y justificacionesLa guerra que queremos y necesitamos
Alguna vez he comentado que a mí lo que me asombra de la guerra no es el aspecto humanitario. Al fin y al cabo en todas las guerras hay civiles huyendo, civiles muriendo, soldados ejecutados, torturas, saqueos, violaciones, niños huérfanos y todo eso. A mí lo que me asombra, es el tema de la logística.
Seguir leyendo La guerra que queremos y necesitamos¿Alguien sabe qué diablos ha pasado en Perú?
La pregunta del titular de este nada modesto blog es (casi) retórica, ante la imposibilidad de acceder a una mínima verdad debido a la avalancha de intoxicación informativa. No sé si esto es por el principio de incerditumbre ese del tal Heisenberg, pero creo que no, que es pura y dura manipulación mediática por parte de toda suerte de sinvergüenzas. Creo recordar que el año pasado, el premio Nobel peruano Vargas Llosa, tan talentoso en lo literario como inicuo en lo económico y político, aludió a «la gente que no vota bien». No hace falta mucho recorrido intelectual (o moral) para dilucidar que lo que este fulano quiso decir es que las elecciones en su país, celebradas poco antes, las habían ganado los que no eran de su cuerda. El caso es que, efectivamente, un maestro rural ganó la presidencia en el país y la izquierda (parlamentaria) de este inefable país se congratuló por ello. El mismo tipo, llamado Pedro Castillo, hace escasos días, acabó disolviendo el Congreso, creando un gobierno de excepción y dando lugar a nada menos que un toque de queda para convocar elecciones constiruyentes unos meses después. Ciertos medios han insistido que las accciones de Castillo suponían un golpe de Estado de tomo y lomo; no me gusta en absoluto estar de acuerdo con la inmensa mayoría de ellos, pero a mí me parece que todo eso olía, efectivamente, a autoritarismo puro y duro. También se ha dicho que el golpe o disolución, o como narices quiera llamarse, fue debido ante la amenaza de una inmediata destitución, gracias a una moción de censura, del hoy ya expresidente.
Seguir leyendo ¿Alguien sabe qué diablos ha pasado en Perú?La guerra de Ucrania y la ideología de izquierdas
Me ha costado mucho decidirme a escribir sobre el tema de la guerra en Ucrania y la actitud de la izquierda, incluidos sectores libertarios, hacia este conflicto bélico (no caeré en el justificante ideológico de decir «guerras» cuando quiero decir guerra en Ucrania). Asumo el riesgo que conlleva esta reflexión a contracorriente, busco el debate y el intercambio de pareceres.
Seguir leyendo La guerra de Ucrania y la ideología de izquierdas¿Nostalgia por el pasado?
Resulta estremecedoramente peculiar que tantas personas aludan una y otra vez a los malos tiempos que vivimos, algo que nadie discute, pero lo hagan apelando a un supuesto pasado más benévolo. Eso se traduce en la recurrente frase, digna de toda suerte de parodias, «cualquier tiempo pasado, fue mejor». ¿Acaso eso significa que gran parte de la humanidad son una panda de reaccionarios sin remedio? Veamos. Cierto es que, a nivel social y económico, la situación de una crisis tras otra es como hacerse mirar el sistema en que vivimos. Pero, que yo recuerde el condenado capitalismo este, en perfecta armonía con la clase política, siempre ha encadenado una crisis tras otra; espero que eso no nos haga volver al feudalismo explícito, que ya suficiente explotación tenemos con la actual. Si nos referimos a lo político, el asunto este nostálgico llega a tal nivel de despropósito, que muchas personas consideran que los dirigentes de los partidos no tienen ni punto de comparación con los de hace décadas, en concreto con esos prohombres bondadosos que trajeron la democracia a este inefable país. Pues qué queréis que os diga, no solo los políticos de generaciones anteriores no me parecen mejores que los actuales que sufrimos, sino que, además, aquellos me resultan especialmente repulsivos por haber encabezado esa farsa llamada Transición. Uno se pregunta a qué distorsión cognitiva patética obedece que el personal piense, sin el menor asomo de pensamiento crítico, que los políticos de antes son los que tenían una gran catadura moral mientras que los de ahora no son más que peleles tecnócratas sin entidad alguna. Lo segundo, no lo discuto. Podemos repasar a conciencia, uno tras otro, sean de un partido u otro, por ejemplo a los llamados padres de la Constitución y la cuestión es para echarse a llorar. Claro que para llegar a esa conclusión es necesario una lucidez política y existencial de la que, al parecer, gran parte de este indescriptible país adolece.
Seguir leyendo ¿Nostalgia por el pasado?Sobre censuras bélicas y libertades expresivas
Cuando empezó el lío ese de la operación especial militar en Ucrania, una de las quejas del sector de izquierdas (por resumir) que defiende que esa guerra o como se la quiera llamar, ha sido propiciada por la OTAN, manifestaba que (por simplificar) esa organización militar ejercía una censura contraria a la libertad de expresión, al impedir el acceso a los canales rusos informativos. Y tengo que decir que eso es completamente falso.
Seguir leyendo Sobre censuras bélicas y libertades expresivasMás sobre el corrupto mundo balompédico
Aclararé, sin ánimo excusatorio alguno, que el deporte del balompié me interesa entre muy poco y nada. Sin embargo, algo que mantiene embobados a infinidad de espectadores obliga, si queremos empezar a anular toda actividad alienante, no obliga a indagar un poquito en todo ello. Máxime, cuando el Mundial de Qatar está en boca todos por diversos motivos. Solo asistí, en cierta ocasión, a un partido futbolístico y la serie de barbaridades que allí escuche todavía hoy me estremece (no, no son meros remilgos, es oposición a la barbarie). En primer lugar, y no me lo podrá negar ningñun aficionado sensato, el fútbol destila machismo por los cuatro costados y hay quien señala en ella un repulsivo modelo de masculinidad imperante. Esto es así hasta el punto que los futbolistas y árbitros que han declarado tener una orientación sexual diferente se pueden contar con los dedos de una mano. Y habrá quien diga, como caldo de cultivo para la actitud más repulsivamente hipócrita, que nadie tiene que reconocer su condición sexual de modo público; no, amiguito, no se trata de reconocer, se trata de ser y actuar con toda normalidad, algo que no se produce para nada en el universo futbolístico. Al parecer, en el deporte femenino hay algo más de visibilidad; las mujeres, como suele ocurrir, algo más adelantadas tambien en esto. Volvamos ahora al nauseabuando Mundial de Qatar, un país donde el régimen prohibe la homesexualidad y se sanciona con varios años de prisión.
Seguir leyendo Más sobre el corrupto mundo balompédicoGenerismo de Estado
No es mi intención intervenir en la polémica que está copando espacios en los medios de comunicación estos días de noviembre: me refiero a la reducción de penas para algunos agresores sexuales como consecuencia de la entrada en vigor el mes pasado de la conocida como «Ley del solo sí es sí». La Ley impulsada por Irene Montero desde el Ministerio de Igualdad ha propiciado estos días silencios y comentarios diversos dentro y fuera del Gobierno de coalición y declaraciones de la titular de Igualdad en el sentido de que había jueces que «estaban incumpliendo la ley por machismo».
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