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Bakunin, Dios y la autoridad

Bakunin, en Dios y el Estado, atribuía la creencia en un ser supremo abiertamente a la ignorancia; la imposición del trabajo, la falta de ocio y de medios intelectuales conducen a la aceptación acrítica de las tradiciones religiosas. Sacerdotes y gobernantes, para el anarquista ruso, son los que mantienen artificialmente esa dependencia mental y moral, de tal manera que resulta a menudo más poderosa que el buen sentido natural. Existe otro motivo para explicar la creencias absurdas del pueblo y Bakunin, en la línea de Marx, la atribuye en gran medida a las penosas condiciones económicas a las que se ve condenado. Solo existe un medio no ilusorio para salir del estado de necesidad material y es la revolución social, la cual acabará con todo rastro de hábitos y creencias absurdos. Bakunin considera que opresores y explotadores de la humanidad, aunque no sean verdaderos creyentes en su fuero interno, necesitan que el pueblo se aferre a una religión; hacen buena, así, la máxima de Voltaire: «Si Dios no existe, habría que inventarlo». Además, el filósofo anarquista señala otro tipo de creyentes, aquellos intelectualmente incapaces de aceptar los dogmas, pero que dejan intacto el absurdo máximo de la religión: se aferran a la existencia de Dios; no es ya el ser omnipotente y brutal de la teología clásica, pero siguen creyendo en un ser supremo, nebuloso e ilusorio, hasta tal punto que es plenamente identificable con la nada.

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Derrotados, pero nunca olvidados

En la entrada anterior, incidía en los que pretender apuntalar la historia negra del anarquismo, que describe a sus integrantes como una suerte de bestias sedientas de sangre. Justo es decir que, de manera muy localizada en tiempos muy convulsos y represivos, en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, hubo ciertas figuras que decidieron adoptar en el movimiento libertario la vía de la violencia; igualmente honesto es recordar que fueron decisiones de individuos aislados, que no pertenecían a organización alguna, por lo que no resulta significativa su historia como para estigmatizar a todo un movimiento. La inmensa mayoría de los anarquistas han rechazado el uso del asesinato, con seguridad la suprema forma de poder de un ser humano sobre otro; no obstante, igualmente justo es contextualizar, por lo que también podemos recordar que algunos comprenderán estos actos en su momento, fundados en el deseo de justicia y consecuencia a veces de la represión gubernamental, e incluso elevarán a la condición de mártires a sus responsables conmovidos por su sinceridad. Tal y como el historiador del anarquismo George Woodcock afirmó, por mucho que condenemos estos actos, a nivel moral y político, no se puede calificar a sus protagonistas de meros intrusos y forman también parte de la historia del anarquismo, aunque sea de forma puntual y decididamente trágica. No obstante, la realidad es que los anarquistas se han esforzado, precisamente, en erradicar toda forma de coerción y violencia en la vida social y política; así, hay siempre que precisarlo, junto a aquello de buscar siempre la coherencia entre medios y fines, por lo que ciertas vías deberían ser repugnantes al objetivo.

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Compendio de pacotilla intelectual

Existe un texto de Bertrand Russell con este nombre, tan lúcido como divertido, que se recoge en la valiosa recopilación Dios no existe, de Christopher Hitchens. Echemos un vistazo a las perlas que en él se comentan, muchas de ellas dedicadas a los hombres religiosos, siendo las épocas en las que mayor poder tenían menos proclives a la sabiduría. Efectivamente, en los periodos caracterizados por el predominio de la fe el clero imponía todo su criterio. Cada etapa oscurantista trata de ser ocultada con el fin de que la nueva etapa oscurantista no se reconozca como tal. Russell repasa algunos ejemplos de irracionalidad en el clero, desde que la ciencia comenzó a desarrollarse, y después analiza si el resto de la humanidad es mucho mejor.

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ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

Sobre historiadores y academicismos

Una de las cuestiones que resulta en volverse tarumba, en el contexto de este inefable país, son las diversas visiones contrapuestas sobre la historia contemporánea y, más en concreto, sobre el hecho convulso de una Guerra Civil provocada por el golpe de Estado del criminal Franco y sus secuaces. Así, y aunque la derecha política y mediática no apoye de forma explícita ya, aunque lo hiciera hace no tanto, a historiadores que justifican plenamente el alzamiento reaccionario, sí pretende establecerse un terreno ambiguo sobre el conflicto con el subterfugio de evitar un nuevo enfrentamiento fraticida, cuyas causas no tiene una explicación social y política, sino que escapan al común de los mortales. Esta imbecilidad, que ya fue agitada durante la llamada Transición con el fin de agitar el miedo y evitar la verdadera ruptura con la cruenta dictadura, no debería ser aceptada por nadie que tenga el cerebro mínimante oxigenado. Uno se pregunta cómo puede sostenerse, al día de hoy, este discurso si no es entre una población convenientemente aborregada hasta el mayor hastío banal y consumista. A poco que uno tenga algo de inquietud intelectual, está obligado a indagar en la historia y sacar una serie de conclusiones, y esto con la dosis suficiente de honestidad y dejando al margen, de forma algo razonable, las simpatías ideológicas que podamos tener. Uno de los libros que me hizo fascinarme por las ideas libertarias, allá por una temprana juventud intelectual, fue La ideología política del anarquismo español (1868-1910), de José Álvarez Junco, el cual nos da una idea de la complejidad y de lo avanzado de lo que pensaban los ácratas, nada que ver con las idioteces y falsedades sembradas a diestra y siniestra.

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ISRAEL OCUPACIÓN PALESTINA

Israel siembra muerte en la Palestina ocupada: La ocupación que no importa a la comunidad internacional

Hace dos meses, cuando Vladimir Putin anunció la invasión de Ucrania, la comunidad internacional, de manera casi unánime, se escandalizó. Y con razón. Desde entonces, el ejército ruso controla distintos territorios del Este y Sur de Ucrania, ha provocado centenares de muertes de civiles y el desplazamiento – interno y exterior – de millones de personas. De la noche a la mañana, las ucranianas se han visto sometidas por una fuerza extranjera, que mata a quienes se le resistan y anexiona sus tierras a un Estado del que no se consideran propios.

Esta situación, sin duda, es terrible. Y, por una vez, parece que hay una mayoría de personas en el mundo que así lo entienden. Gobiernos de todos los colores han hecho declaraciones contra Putin y han impuesto duras sanciones contra el pueblo ruso; Estados tanto liberales, como autoritarios e incluso otros con elementos socialistas han condenado la invasión; anarquistas, pacifistas y activistas de todo el mundo se han manifestado contra la guerra de Putin; y organizaciones indígenas como el EZLN han publicado comunicados condenando al ejército ruso.

Sin embargo, si hablamos de la ocupación del Estado de Israel sobre el territorio palestino e intentamos trazar una analogía con lo que sucede en Ucrania, el discurso cambia por completo. Pese a que Israel no respeta la legalidad internacional y ha desobedecido cualquier resolución de la ONU sobre los asentamientos ilegales desde 1967, la comunidad internacional enmudece ante una ocupación que se lleva produciendo desde 1948(1).

Lejos de destensarse la situación en Palestina con el paso de los años, la cosa va empeorando. En el mes de mayo de 2021, según un informe de la ONU de 25 de marzo de 2022, el ejército israelí mató a 261 palestinos – al menos 130 eran civiles y 67 eran niños – en Gaza y aplicó castigos colectivos en Jerusalén Este(2). Asimismo, la policía israelí acabó con la vida de 74 personas – 17 de ellos niños – y tildó de “organizaciones terroristas” a seis prominentes ONGs palestinas.

Un año después, el mes de abril de 2022 ha sido otro de extraordinaria violencia en la Palestina ocupada. Según la Oficina de la ONU para la coordinación de Asuntos Humanitarios, en la primera quincena de abril murieron 18 palestinos, después de que el primer ministro israelí, Naftali Bennett, diera la orden al ejército de librar una guerra contra el “terrorismo”. También ha coincidido con la publicación de un informe de Amnistía Internacional que detalla “cómo Israel impone un sistema de opresión y dominación a la población palestina en los lugares donde tiene el control de los derechos de ésta” y, por primera vez, define el régimen israelí como uno de Apartheid. Esto abarca a los palestinos y palestinas que viven en Israel y los Territorios Palestinos Ocupados y también a la población refugiada desplazada en otros países, según la ONG.

Descarga del Informe de Amnistía Internacional en PDF.

Estos datos se traducen en que, al cierre de esta edición, el número de palestinos muertos en lo que va de 2022 asciende a 48cinco veces más que en el mismo periodo de tiempo en 2021, antes de las matanzas que se produjeron en mayo –. Entre las víctimas de los últimos días se encuentra Ghada Ibrahim Sabatien, madre de seis criaturas que fue disparada pese a encontrarse desarmada por acercarse a soldados, o Muhammad Assaf, un abogado que llevaba a su sobrino al colegio y que se llevó un tiro en el cuello por pararse a observar una intervención militar. Decenas de nombres, tras los cuales se encuentran personas a las que les han arrebatado la vida, que no caben en estas páginas.

Frente a las acciones del régimen israelí, grupos activistas como la campaña BDS (boicot, desinversiones y sanciones) proponen forzar el cambio mediante la presión popular internacional al Estado de Israel. Y es aquí donde los distintos Estados del mundo nos muestran su tremenda hipocresía: la propuesta es la misma que los países de la UE y EEUU están implementando actualmente contra Rusia (las sanciones), pero se niegan a obligar a Israel a acatar la legalidad internacional con ellas porque “no es justo” para el pueblo israelí (como si fuera justo que el pueblo ruso sufra las sanciones por lo que hace su Estado), o porque “no son efectivas”. Y, de esta manera, el régimen de Apartheid israelí se perpetua.

Y es que, como apunta una declaración del Comité Palestino BDS, «la cálida bienvenida de los países del Occidente a las persona ucranianas, contrasta fuertemente con la forma en que estos países han tratado a las personas morenas y negras que llegan a sus costas y fronteras pidiendo asilo. Por el contrario, son tratadas con racismo y bloqueadas con muros para evitar su ingreso, mueren ahogadas en los duros trayectos, y se ven forzadas a separarse de sus familias. Esta misma intolerancia y  maltrato han tenido que experimentar las personas no blancas de Ucrania que buscan refugio. Este doble estándar de los países del Occidente es doloroso, irritante y humillante para los pueblos del Sur Global, incluido el pueblo palestino. Después de todo, el régimen de apartheid, ocupación militar y colonialismo que Israel ha ejercido por décadas contra la población palestina, es armado, financiado, protegido y mantenido impune por los mismos países del Occidente-particularmente Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea-que hoy promueven sanciones contra Rusia y acogen con los brazos abiertos a las personas refugiadas de Ucrania.  

Insistiendo en la igualdad del valor de todos los seres humanos y de sus derechos inalienables, el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), realiza campañas para terminar con la complicidad con el régimen de opresión de Israel que niega la libertad, la justicia y la igualdad a la sociedad civil palestina. El reverendo Martin Luther King Jr. describió una vez los boicots por la justicia racial como «retirar… la cooperación con un sistema malvado». De hecho, el BDS está presionando a los Estados, a las empresas y a las instituciones para que pongan fin a su cooperación directa e indirecta con el régimen de Israel, que está matando, limpiando étnicamente, negando derecho a regresar a casa de miles de personas palestinas refugiadas, encarcelando, robando tierras tierra, asfixiando en bantustanes cada vez más pequeños y asediando a dos millones de personas palestinas en el campo de prisioneros al aire libre de Gaza. Claramente la Nakba aún no termina. 

Como movimiento antirracista y no violento, que defiende los Derechos Humanos, el BDS ha generado sistemáticamente campañas de boicot a las empresas e instituciones por su complicidad, no por su identidad. El BDS no se dirige a individuos ordinarios, incluso si están afiliados a instituciones cómplices. 

Los actuales boicots occidentales, que se imponen a Rusia, que se basa en su identidad o en sus opiniones políticas son, por tanto, antitéticos ante los principios éticos del movimiento de BDS. Los principales medios de comunicación occidentales, incluido un artículo sorprendentemente justo del New York Times, han comenzado a develar este hecho, comparando favorablemente el boicot «mucho más sofisticado», institucional y basado en la complicidad que ejerce el movimiento BDS a Israel, con los boicots alarmantemente xenófobos, basados en la identidad y macartistas que hoy los Estados del Occidente están ejerciendo contra la sociedad Rusa. 

Estas medidas, fomentadas por unos medios de comunicación Occidentales profundamente racistas, chovinistas y tendenciosos, han incluido el boicot a las películas rusas, a las figuras culturales (incluidos Tchaikovsky y Dostoevsky, ¡que murieron a finales del siglo XIX!), a los académicos (excepto a los que denuncian públicamente la invasión) e incluso a los gatos rusos. Un profesor de «ética» médica de Nueva York instó a las empresas farmacéuticas a dejar de vender medicamentos a Rusia diciendo: «Hay que pellizcar al pueblo ruso… con productos que utilizan para mantener su bienestar. La guerra es así de cruel». Un hospital de Alemania -un Estado que defiende el apartheid israelí, que se caracteriza por un racismo anti-palestino y por macartismo anti-BDS-ha anunciado que dejará de recibir pacientes rusos, en una vergonzosa violación del juramento hipocrático

La hipocresía Occidental ha infectado a las instituciones internacionales dominadas por el mismo Occidente. La FIFA, el Comité Olímpico Internacional, la UEFA, Eurovisión, el masivo programa de investigación académica de la UE, Horizon, entre otros, han rechazado durante años las demandas del BDS de excluir al apartheid israelí, bajo el fundamento de que «el deporte está por encima de la política», «la investigación académica está por encima de la política» y «el arte está ciertamente por encima de la política». Más aún, atletas que han solidarizado públicamente con la sociedad civil palestina, han sido fuertemente multados e incluso desplazados durante muchos años, mientras que atletas y equipos nacionales que boicotean a Rusia en solidaridad con Ucrania han sido activamente alentados y recompensados por los mismos organismos deportivos. Ante esta realidad, algunos reconocidos deportistas árabes han comenzado a denunciar valientemente esta hipocresía y doble estándar. 

La Corte Penal Internacional (CPI) desperdició años de disputas antes de abrir finalmente una investigación (que aún no ha dado ningún paso concreto) sobre los crímenes israelíes contra el pueblo palestino, incluida la masacre de Israel en Gaza en 2014, que mató en pocas semanas a más de 500 niños y niñas palestinas. Sorprendentemente-y por el contrario de las acciones de la CPI ante los vejámenes que vive la población palestina- días después de la invasión rusa, la CPI rápidamente comenzó un proceso para abrir una investigación.

La hipocresía y la rapidez con la que todas las entidades dominadas por Occidente boicotearon, expulsaron y sancionaron de uno u otro modo a Rusia y a la ciudadanía rusa, envían un mensaje claramente racista a los palestinos, yemeníes, iraquíes, afganos y muchos otros, de que sus vidas y derechos como personas de color no cuentan. Irónicamente, estos hechos y declaraciones que los justifican, desvalidan los argumentos anti-BDS que por 17 años Israel y los países del Occidente han propagado con el objetivo frustrar las campañas en búsqueda de justicia. 

A pesar de que la justificación para no realizar BDS a Israel ha sido por décadas que «los negocios están por encima de la política», hoy vemos que de repente cientos de empresas occidentales han puesto fin a todos los negocios en Rusia para protestar por la invasión de Ucrania, pero ninguna de ellas ha condenado las salvajes y mortíferas invasiones estadounidenses de Iraq y Afganistán. Por ejemplo, McDonald’s mantiene una sucursal en la Bahía de Guantánamo, el campo de tortura más grande del mundo. Otras de estas empresas, como HP, Hyundai, Caterpillar, General Mills y Puma, han estado bajo la mira del movimiento BDS por su apoyo activo a la ocupación militar y el régimen de apartheid israelí. Airbnb, que se retiró de Rusia a los pocos días de iniciarse la invasión, sigue promoviendo anuncios en asentamientos ilegales israelíes construidos en tierras palestinas robadas, lo que constituye un crimen de guerra. 

También es fundamental aclarar la legalidad y la moralidad de las sanciones. Los Estados y las organizaciones interestatales pueden imponer sanciones con la condición de que éstas tengan por objeto poner fin a violaciones graves del derecho internacional, como la agresión, la anexión, la dominación colonial, o el apartheid, sin discernir entre los Estados perpetradores. Para ser legales, las sanciones deben respetar los Derechos Humanos fundamentales y las obligaciones humanitarias, y ser proporcionales a la gravedad de la violación. Sin embargo, las sanciones impuestas por Estados Unidos se han aplicado de forma selectiva para favorecer los intereses geopolíticos y, cuando se dirigen a Estados del Sur Global en particular, han sido diseñadas en su mayoría para devastar a la gente corriente con el fin de lograr, en última instancia, un «cambio de régimen». En algunos casos, como el de Irak, estas sanciones han tenido resultados genocidas. 

Por el contrario, el BDS, y con él la sociedad civil palestina, pide sanciones selectivas, proporcionales y legales que tengan como objetivo acabar con el sistema opresivo de apartheid, colonialismo y ocupación de Israel, sin perjudicar a la gente corriente. Esto incluye un amplio embargo militar y de seguridad, cortar los vínculos financieros con los bancos que financian el apartheid y los asentamientos, y expulsar al apartheid israelí de los Juegos Olímpicos, la FIFA, Horizonte y otros organismos internacionales. Por otro lado, cortar el suministro de alimentos, medicinas y otros bienes básicos, como suelen hacer las sanciones de Estados Unidos, nunca puede justificarse moral o legalmente«.

Todo por hacer

1.-Para más información sobre la historia de la ocupación israelí de Palestina, nos remitimos a nuestro artículo “Crónicas del Apartheid y de la Guerra”.
2.-Sobre las brutales matanzas perpetradas por Israel en Jerusalén Este y Gaza en mayo de 2021, recomendamos nuestro artículo “Limpieza étnica en Sheikh Jarrah y bombardeos israelíes sobre Gaza”.

Elecciones-Democracia-Representativa-Partidos-Politicos-Anarquismo-Acracia

¿Puede el voto impedir el crecimiento del fascismo en Europa?

Aquí en el Reino, se ha manifestado de manera contundente una y otra vez, que la extrema derecha ha crecido, aparecido, o que nunca se fue, porque no se depuró al franquismo. Los fachas –dicen los expertos– han seguido mandando en empresas, en el Estado, en el Ejército y en la Policía. Vale. Esto lo he escuchado montones de veces en época de elecciones, cuando se nos incita a votar para parar al fascismo. Y resulta que cuanto más se vota… Más fascismo aparece. ¿No es divertido?

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El mundo al borde del abismo: Causas de la invasión rusa a Ucrania que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial

Empecemos dejando clara una obviedad: la invasión de Ucrania a manos de Rusia es una agresión imperialista, infame e injustificada, como lo fue la invasión de Estados Unidos de Irak y Afganistán, como lo es la ocupación israelí de Palestina o la marroquí del Sáhara Occidental.

Ahora bien, el hecho de que esta guerra carezca de justificación, no quiere decir que la explicación de sus causas sea sencilla. Los medios occidentales se limitan a atribuirla a la maldad innata de Vladimir Putin, pero de sobra sabemos que estos análisis simplistas que rezuman a propaganda, lejos de acercarnos a la verdad, nos confunden y alejan de ella. Y es que, como siempre, la realidad es compleja, llena de matices y difícil de condensar.

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El-Capitalismo-Gana-las-Elecciones-Acracia-Anarquismo-Podemos

Ultraderecha en las urnas

El inefable Jorge Verstrynge, que empezó su carrera política en el fascismo (y no me refiero a Alianza Popular) y acabó en no sé muy bien qué híbrido totalitario, aseguró una vez que había no pocas similitudes programáticas, dejando aparte ciertos detalles sobre la inmigración, entre Podemos y el Frente Nacional de Le Pen. La expresión de Pablo Iglesias al escuchar esto, balbuceando algo así como que, por supuesto, había más diferencias, no tuvo precio. El excomunista Antonio Elorza ya insinuó en su momento que el auge del partido morado corría el riesgo de reunir las características de lo que se narraba en aquello de La ola como el nacimiento de un movimiento fascista: populismo ideológico, sumisión al líder, etc., etc. Ya se sabe que los conversos, no sé muy bien en base a qué mecanismo, tienden por lo general al despropósito. Aclarararé que no creo que Podemos haya supuesto, ni en un sentido, ni en el contrario, una fuerza que le haya hecho el más mínimo daño al sistema; más bien, una vez que han acariciado algo de poder, han derivado estrepitosamente hacia la más inofensiva socialdemocracia. Cabe preguntarse ahora si el partido de Le Pen, como es sabido con vínculos con Vox y con el mismísimo Putin, es verdaderamente un partido fascista.

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