Lo más espeluznante de estas sociedades posmodernas, que sufrimos, para bien o para mal, resulta en la pobre o nula consciencia acerca del concepto de libertad que podemos observar en el común de los mortales. Así, bajo la apariencia de una sociedad libre (liberal, dicen), basada en el consumo más atroz y en el sálvese quien pueda, es difícil comprender que tan pocos seres humanos sean conscientes de lo frágiles y determinados que somos. El libre albedrío, a poco que hagamos el esfuerzo de indagar, aparece como una fantasía reduccionista fruto de una tradición religiosa que deberíamos relegar a los museos de historia. Necio es el que no comprenda que la libertad humana es algo, tan complejo, como apasionante, y que la vida social está sujeta a excesivos condicionantes, máxime en una sociedad que, a pesar de los que aseguren lo contrario, sigue estando jerarquizada y sujeta a demasiados intereses de unos pocos. El que no ponga en cuestión sus actos y creencias, el que elija la vía de alienación del tipo que fuere y adopte la solución fácil del consuelo y la creencia, resulta en alguien más bien papanatas, intelectualmente pobre e indubitablemente determinado.
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Indultos, penados y presos
Una reflexión sobre el Reino en que vivimos. En 1995 se reformó el Código Penal, para –en resumen– endurecer las penas alargando más la permanencia en prisión (1). Fue durante el Gobierno de José María Aznar que se llevó a cabo el cambio legislativo, en medio de una histeria de tertulianos y periodistas que vendían este país de bendiciones, como el lugar en el que los delincuentes comunes y los terroristas mataban a una vieja, se la comían, entraban en comisaría y salían al cabo de un minuto. Así la derecha fomentó la prisión como alternativa necesaria y de ahí se pasó de la cifra de 18.000 presos de 1980, a la de 76.000 en 2009. Los problemas que generó esta locura presidiaria hicieron que el legislador optase en 2010 por ablandar un poquitín el castigo, y al rebajar las penas por delitos como el tráfico de drogas, la población reclusa es en la actualidad –más o menos– de 42.741 hombres y 3.312 mujeres. 46.000 personas encerradas en un confinamiento que ríete del COVID…
Seguir leyendo Indultos, penados y presosDerrotados, pero nunca olvidados
En la entrada anterior, incidía en los que pretender apuntalar la historia negra del anarquismo, que describe a sus integrantes como una suerte de bestias sedientas de sangre. Justo es decir que, de manera muy localizada en tiempos muy convulsos y represivos, en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, hubo ciertas figuras que decidieron adoptar en el movimiento libertario la vía de la violencia; igualmente honesto es recordar que fueron decisiones de individuos aislados, que no pertenecían a organización alguna, por lo que no resulta significativa su historia como para estigmatizar a todo un movimiento. La inmensa mayoría de los anarquistas han rechazado el uso del asesinato, con seguridad la suprema forma de poder de un ser humano sobre otro; no obstante, igualmente justo es contextualizar, por lo que también podemos recordar que algunos comprenderán estos actos en su momento, fundados en el deseo de justicia y consecuencia a veces de la represión gubernamental, e incluso elevarán a la condición de mártires a sus responsables conmovidos por su sinceridad. Tal y como el historiador del anarquismo George Woodcock afirmó, por mucho que condenemos estos actos, a nivel moral y político, no se puede calificar a sus protagonistas de meros intrusos y forman también parte de la historia del anarquismo, aunque sea de forma puntual y decididamente trágica. No obstante, la realidad es que los anarquistas se han esforzado, precisamente, en erradicar toda forma de coerción y violencia en la vida social y política; así, hay siempre que precisarlo, junto a aquello de buscar siempre la coherencia entre medios y fines, por lo que ciertas vías deberían ser repugnantes al objetivo.
Seguir leyendo Derrotados, pero nunca olvidadosSobre historiadores y academicismos
Una de las cuestiones que resulta en volverse tarumba, en el contexto de este inefable país, son las diversas visiones contrapuestas sobre la historia contemporánea y, más en concreto, sobre el hecho convulso de una Guerra Civil provocada por el golpe de Estado del criminal Franco y sus secuaces. Así, y aunque la derecha política y mediática no apoye de forma explícita ya, aunque lo hiciera hace no tanto, a historiadores que justifican plenamente el alzamiento reaccionario, sí pretende establecerse un terreno ambiguo sobre el conflicto con el subterfugio de evitar un nuevo enfrentamiento fraticida, cuyas causas no tiene una explicación social y política, sino que escapan al común de los mortales. Esta imbecilidad, que ya fue agitada durante la llamada Transición con el fin de agitar el miedo y evitar la verdadera ruptura con la cruenta dictadura, no debería ser aceptada por nadie que tenga el cerebro mínimante oxigenado. Uno se pregunta cómo puede sostenerse, al día de hoy, este discurso si no es entre una población convenientemente aborregada hasta el mayor hastío banal y consumista. A poco que uno tenga algo de inquietud intelectual, está obligado a indagar en la historia y sacar una serie de conclusiones, y esto con la dosis suficiente de honestidad y dejando al margen, de forma algo razonable, las simpatías ideológicas que podamos tener. Uno de los libros que me hizo fascinarme por las ideas libertarias, allá por una temprana juventud intelectual, fue La ideología política del anarquismo español (1868-1910), de José Álvarez Junco, el cual nos da una idea de la complejidad y de lo avanzado de lo que pensaban los ácratas, nada que ver con las idioteces y falsedades sembradas a diestra y siniestra.
Seguir leyendo Sobre historiadores y academicismos¿Puede el voto impedir el crecimiento del fascismo en Europa?
Aquí en el Reino, se ha manifestado de manera contundente una y otra vez, que la extrema derecha ha crecido, aparecido, o que nunca se fue, porque no se depuró al franquismo. Los fachas –dicen los expertos– han seguido mandando en empresas, en el Estado, en el Ejército y en la Policía. Vale. Esto lo he escuchado montones de veces en época de elecciones, cuando se nos incita a votar para parar al fascismo. Y resulta que cuanto más se vota… Más fascismo aparece. ¿No es divertido?
Seguir leyendo ¿Puede el voto impedir el crecimiento del fascismo en Europa?Ultraderecha en las urnas
El inefable Jorge Verstrynge, que empezó su carrera política en el fascismo (y no me refiero a Alianza Popular) y acabó en no sé muy bien qué híbrido totalitario, aseguró una vez que había no pocas similitudes programáticas, dejando aparte ciertos detalles sobre la inmigración, entre Podemos y el Frente Nacional de Le Pen. La expresión de Pablo Iglesias al escuchar esto, balbuceando algo así como que, por supuesto, había más diferencias, no tuvo precio. El excomunista Antonio Elorza ya insinuó en su momento que el auge del partido morado corría el riesgo de reunir las características de lo que se narraba en aquello de La ola como el nacimiento de un movimiento fascista: populismo ideológico, sumisión al líder, etc., etc. Ya se sabe que los conversos, no sé muy bien en base a qué mecanismo, tienden por lo general al despropósito. Aclarararé que no creo que Podemos haya supuesto, ni en un sentido, ni en el contrario, una fuerza que le haya hecho el más mínimo daño al sistema; más bien, una vez que han acariciado algo de poder, han derivado estrepitosamente hacia la más inofensiva socialdemocracia. Cabe preguntarse ahora si el partido de Le Pen, como es sabido con vínculos con Vox y con el mismísimo Putin, es verdaderamente un partido fascista.
Seguir leyendo Ultraderecha en las urnasMalnacidos comisionistas
Gracias a los dioses, o a quien se tercie, uno no tiene nada que ver con ese campo abonado para la enajenación, que es el deporte balompédico. Sin embargo, resulta inevitable no empaparse, dentro de esta cultura de la comisión y corrupción moral que nos invade, de lo acaecido recientemente al desvelarse ciertos audios sobre no sé qué leches de torneo deportivo español celebrado en Arabia Saudí. De entrada, a uno le puede sorprender que un evento futbolístico, de este inefable país que sufrimos, se celebre en tierras lejanas; si vamos un poco más allá, y vemos que en dicho lugar impera un repúlsivo régimen que vulnera todos y cada uno de los derechos humanos, el asco ya se manifiesta sin pudor. Por supuesto, la cosa tiene su explicación crematística si comprendemos que el negocio está por encima de cualquier atisbo moral. Así, de la conversación ahora hecha pública se desprende que un miembro de un todopoderoso club deportivo y el presidente de algo así como la Federación balompédica deciden negociar comisiones millonarias a cambio de celebrar la competición en un país dictatorial, que de paso queda convenientemente blanqueado de cara a la opinión pública.
Seguir leyendo Malnacidos comisionistasA vueltas con la república
Hoy, 14 de abril, es un día señalado para aquellos que reivindican, en forma de bandera tricolor, un régimen republicano para este inefable país llamado, precisamente, Reino de España. A priori, no es precisamente mi caso, pero maticemos, maticemos. Diremos lo primero, banderitas de colores al margen, que si de lo que se trata meramente es de echar a esa panda de sinvergüenzas que son los borbones, yo soy el primero en firmar lo que sea menester o, incluso, ahora que nadie me lee, realizar eso que me produce un sarpullido, que es introducir un papelito en la urna. Por cierto, siempre he mantenido que el mejor final para esta gentuza de la clase alta sería ponerles a trabajar; bien es cierto que eso requiere cierto talante punitivo, que choca frontalmente con las ideas de uno, pero no llevemos tampoco los principios demasiado lejos. Dicho esto, no es posible negar la importancia histórica de lo que se conoce como República que, al menos en sus orígenes, estaba impregnada de progreso democrático; bien es cierto, y los anarquistas ya lo sostuvieron desde el principio, eso de que los ciudadanos participen en la gestión del Estado no deja de ser una falacia como una catedral. No obstante, sigamos con nuestros queridos ácratas y eso tan necesitado que es la memoria histórica en este bendito país; si nos situamos en el siglo XIX, bien es cierto que la militancia republicana y su condición indudablemente democrática y social despertó con seguridad cierta simpatía entre los libertarios.
Seguir leyendo A vueltas con la república¿Rojipardismo?
En los últimos tiempos, vuelvo a escuchar con relativa frecuencia el término «rojipardismo», que viene a significar, lo habéis adivinado, la convergencia de discursos de extrema izquierda con los de la extrema derecha. Habría que dilucidar, lo primero, a qué diablos nos referimos en concreto con esas reiteradas etiquetas extremistas; me temo que la confusión semántica imperante en la llamada posmodernidad no ayuda demasiado. En primer lugar, parece un debate muy del gusto de cierta derecha, esos inefables «liberales» patrios, que relacionan toda forma de socialismo con la amenaza totalitaria. Por otro lado, nada nuevo. He de confesar que, por circunstancias que no vienen a cuento, tuve que leerme la obrita del inefable Friedrich Hayek, Camino de servidumbre, citada hasta la saciedad por los defensores de un capitalismo sin (apenas) barrerras. En dicho libro, sin subterfugio alguno, se vincula como parte de la misma familia socialista a fascismo y comunismo; esa vía, como reza el título, conduce a otorgarle el poder absoluto a una minoría y al desastre de la gestión totalitaria. Hayek, como no puede ser de otro modo, aboga por la propiedad privada y el libre mercado; cualquier tipo de planificación económica, nos conduce al horror, tal y como podía comprobarse en el momento de la gestación del libro, años 40, con el nazismo y el estalinismo, que vendrían a ser cosas muy parecidas. Camino de servidumbre, curiosamente, se publica casi al mismo tiempo que otro clásico de tesis opuestas, aunque considerablemente más voluminoso (y, creo, riguroso), La gran transformación; en esta obra, Karl Polanyi, critica precisamente el liberalismo económico, que supuso la ruptura de todo vínculo comunitario debido a la conversión en el siglo XIX de la sociedad en un gran mercado donde la mayoría de las personas se convierten, también, en mercancia.
Seguir leyendo ¿Rojipardismo?Bajada de salarios de en torno al 10%
La inflación acumulada llega al 10%. Total. Que el BCE se ha dedicado durante décadas a mantener la inflación en el 2% o menos. Para ello el BCE se ha valido de dos instrumentos: los tipos de interés con los que presta el dinero a la banca, (venden dinero barato que el banco revende caro); y el control de los salarios de la purria obrera por debajo de la inflación. Traducido al castellano: que los ricos sean más riquísimos, no afecta a la inflación; subir un 3% los salarios afecta la inflación. Ahora tenemos salarios bajos, dinero barato para la banca…, e inflación elevada. Resultado: fracaso del BCE. Sin dimisiones. Sin fusilamientos. Sin despidos. En cambio suben el SMI, y no veas la que se lía con los tertulianos. ¿Que tenías mil euros? Ahora son novecientos.
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