Me señalan –con razón–, cuando afirmo con contundencia que «los ricos son cada vez más ricos», que también hoy «los pobres son menos pobres que nunca. Y eso es una conquista de la clase obrera». Es cierto. Pero insuficiente.
Os cuento un cuento que me contaba mi abuela sobre la hambruna de 1904, que ella con diez años más o menos, sufrió… Sus condiciones de vida en el pueblo andaluz en que residía eran las siguientes: Como estaban en crisis, los propietarios empleaban a los jornaleros por 60 cms de peseta al día. En esa época era un salario de subsistencia que permitía comer pan cocido en agua. Cuando se podía, tenían para una media panilla diaria de aceite (unos 50cm3), y algo de vinagre y sal. Nada más.
La inteligencia artificial (IA) está actualmente en boga de todos/as. No pasa semana sin que leamos artículos sobre el tema, escuchemos noticias en la radio o aparezca en series. Desde diferentes perspectivas, donde priman muy a menudo la distopía o el tecno-optimismo acrítico, se nos narra el impacto que la IA tiene y tendrá en nuestro presente y futuro, en nuestras vidas personales, laborales o incluso en nuestros momentos de ocio. En este contexto, creemos que es interesante recoger textos que huyen de este falso debate de titulares y que, desde posiciones antagonistas, tratan de analizar en profundidad este tema. Es por ello que hemos traducido parte de un muy extenso artículo publicado el pasado otoño en el número 112 de la revista alemana Wildcat. El artículo completo puede encontrarse en su web, en alemán, o en inglés en la web del colectivo Angry Workers of The World.
Siguiendo con el tema de las IA, resulta que leyendo aquí y allí, veo que mucha gente habla de los algoritmos. ¿Y qué diablos quieren decir con eso? Según dicen, «Los algoritmos en Inteligencia Artificial (IA) son conjuntos de instrucciones o reglas que guían a un sistema informático para realizar tareas específicas sin intervención humana directa». Por ejemplo, yo me sé el algoritmo de Soporte Vital Básico porque hice un curso de la Cruz Roja de Primeros Auxilios en Centros Comerciales. Ves a alguien tirado en el suelo inconsciente… Vaya, no me acuerdo de si hay que quitarle el vómito y darle tortas, o pegarle descargas eléctricas. La cuestión es que el algoritmo te va dando el camino. Si pasa esto, haz lo otro. Así que la IA no es más que una máquina programada por un humano, a la que le han metido un algoritmo. Es como una lavadora antigua, de las que ponías el programa 2 con suavizante y salía la ropa calcinada.
Hace unos días escribí un rollo de esos míos, y se me ocurrió ponerle una imagen generada por Inteligencia Artificial. Inmediatamente el Sindicato de Ilustradores y Diseñadores Gráficos de la CGT (SEGAP-CGT) me dio un tirón de orejas, y me pidió que retirase la estampica, tan graciosa. Malhumorado y descontento, sin entender el por qué, la retiré porque lo pedían compañeros. También me resultó sorpendente que haya gente que me lea… A ver. Es que resulta que Amalia, la Directora de alasbarricadas, me pide que ilustre los artículos con pinturas, porque la gente si ve mucha letra, ni se fija. Problema: ¿de dónde saco una ilustración? En fin, lo voy solventando como puedo, porque aquí en esta casa, los dineros brillan por su ausencia.
Acabamos un año que se ha llevado el demérito de ser el año con mayor número de asesinatos machistas desde que los últimos años fueran descendiendo. A 27 de noviembre de 2023 el número de mujeres muertas por “violencia de género” es de 55. En 2022 se cerró con la cifra de 50 asesinadas dentro de una relación, en 2021 fueron 49. Y en este dato no sé incluye el número de muertes de mujeres que, por ser prostitutas, mujeres sin familia que reclame su desaparición, etc.
Anda bastante gente decepcionada con el hecho de que un hasta ahora inmaculado deportista (¡ya será menos!), no estoy seguro, pero creo que es alguien con gran habilidad para dar a una bolita con una especie de mango con una red tensada, se ha convertido en promotor y embajador de un régimen tan repulsivo como el de Arabia Saudí. Alguien infinitamente más lúcido me aclara que no hace mucho se ha llegado a jugar un torneo balompédico (la misma palabra aclara algo sobre este deporte que despierta tantas pasiones) de este inefable país llamado España en la misma tierra saudita, por oscuros intereses crematísticos, sin que apenas nadie dijera ni mú sobre los derechos humanos, por lo que la hipocresía y consecuente indignación es aún mayor. En cualquier caso, no sé si hay mucho de lo que sorprenderse, con (muy) escasas excepciones, a estos deportistas de élite se les presupone una total falta de conciencia ética y social. Y, para el caso que nos ocupa en este más que lúcido blog, me interesa reflexionar en por qué este gente (o, más bien, auténtica gentuza), que tiene una cantidad incontable de dinero, para resolver la vida de los suyos durante varias generaciones, llega a semejante grado de indecencia moral llegando a corromperse hasta la náusea.
Hay cierta izquierda que asegura que el poder político se encuentra subordinado al poder económico y, claro, eso justificaría que los grandes gobernantes progresistas poco puedan hacer, en cuanto a un cambio verdadero, una vez que han llegado al poder. Yo pienso más bien, de forma obvia, que ambos poderes se encuentran fusionados. Gobierne quien gobierne. Debería ser evidente, a estas alturas, el hecho de que hace ya tiempo que los que aspiraban a manejar el cotarro tenían que innovar una nueva modalidad de gobernabilidad (algunos lo llamamos dominación) propiciada por la propia transformación del Estado y por el nuevo contexto de auténtica revolución tecnológica e informativa. No dejaremos de insistir en que la dominación (algunos lo llaman gobierno), por muy sutil y democrática que se presente tratando de integrar a los propios sometidos en sus estructuras, asegura que, en última instancia, las decisiones políticas y económicas continúen estando en manos de una minoría.
Es indudable que el neoliberalismo es un término que ha ido cambiando de significado con el paso del tiempo y en la actualidad se considera que es un modelo económico que tiene como principal objetivo disminuir el papel del Estado y desregularizar los mercados; se asocia a la derecha y el conservadurismo. No obstante, este sistema económico también hace referencia a la situación del trabajo en el posfordismo, la disciplina versus el control y su gran capacidad para incorporar fácilmente a los movimientos contrarios al capitalismo. Y es que el neoliberalismo no solo logra captar a quienes beneficia directamente, una minoría, sino a grandes masas de población a través de la hedonía: la felicidad creada por el placer, la felicidad momentánea producida por explosiones hormonales de recompensa en las que el consumo tiene un papel primordial.
Al parecer, al mismo tiempo que el superviviente al frente de este inefable país, Pedro Sánchez, supuestamente, criticaba al Estado de Israel y apoyaba al pueblo palestino, el Ministerio de defensa español corroboraba la compra de no sé cuántos misiles a una empresa hebrea. Para quien quiera confirmar la información, no la busquéis en los inicuos medios generalistas, haced un poquito de esfuerzo. Para mayor complicidad genocida, dichos misiles, utilizados por las fuerzas armadas israelíes, tienen el reclamo en el mercado internacional de haber sido probados en combate y todos sabemos lo que eso significa en cuanto a crímenes de guerra (valga el pleonasmo). Israel es toda una potencia en lo que atañe a la industria armamentística, y también en el control de las fronteras, y la complicidad con los principales países de la vieja y mezquina Europa es manifiesta. España, por supuesto, gobierne quien gobierne, no es ninguna excepción. Hay algunos Estados, como es el caso de Noruega, que se niegan a exportar armas a Israel; sin embargo, la cosa tiene trampa a nivel industrial cuando hay ciertos chips, u otros componentes de los armamentos, fabricados en el país escandinavo, o en muchos otros como es el caso de España, que pueden perfectamente acabar en armamento utilizados por las fuerzas israelíes.
Mientras el personal más acomodado sigue debatiendo sobre auténticas estupideces y creyendo en no pocas necedades, hay quien sostiene que este sistema capitalista que sufrimos nos está llevando al borde del colapso. Es decir, que como se siga por este camino de enloquecido crecimiento por parte de los países desarrollados el planeta no tardará en irse al garete, sin que tenga yo la menor intención de ponerme apocalíptico y recordando que gran parte de la humanidad sigue sumida en las más tristes calamidades con causas políticas y económicas muy definidas. La reciente crisis sanitaria, en forma de pandemia, al menos, parecía ser una posible forma de que abriéramos los ojos y empezara a cambiar un poquito nuestra conducta y nuestra conciencia, pero no, solo hay que echar un vistazo a lo que tenemos alrededor de forma mayoritaria para que no tardemos en tener que enjuagarnos las lagrimas. Parecen pocos los que insisten en formas políticas y económicas más racionales y solidarias, que nos dejemos de tan demencial dinámica de consumo y que tratemos de sembrar los valores más nobles que posee esa especie llamada homo sapiens. Y esos valores existen, lo sabemos, ya que en alguna ocasión tenemos constancia de que se han asomado a las comunidades humanas. Palabra de ácrata nihilista. Y es que el concepto de «revolución», tan importante antaño, con tantas lecturas y alguna terriblemente autoritaria, hoy parece en franco declive, para bien y para mal.
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