Cada vez que me flaquean las piernas y me entra la lejana tentación de creer en alguna estupidez abstracta, me siento a releer El único y su propiedad, aquella obra tan reivindicable del bueno de Max Stirner publicada en el lejano 1845 y, sin embargo, más actual que nunca en la tercera década ya del siglo XXI. Recordaremos que para esa fecha solo habían pasado unos escasos años desde que Proudhon le diera un significación positiva al término anarquía y todavía quedaba bastante para que pudiera hablarse, como tal, del movimiento anarquista. Y, ojo, Stirner nunca se llamó a sí mismo anarquista, ni seguramente le podamos considerar específicamente como tal, pero los que más le han reivindicado, reeditando una y otra vez su obra, han sido precisamente los ácratas; al menos, parte de ellos, ya que otros libertarios no lo han visto con tan buenos ojos. Y, en un primer vistazo, no resulta extraño ese rechazo, ya que hablamos de un tipo que abandera una suerte de nihilismo, según el cual cada ser humano debe abandonar toda causa general en beneficio de su propia personalidad. Pero, veamos, por qué me resulta tan atractivo su pensamiento y por qué debería gustar a todo libertario con algún tic nihilista (no sea que asome, sin pretenderlo, la sombra del dogma).
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Amador Fernández-Savater: A vueltas con el capitalismo, el cambio social y las políticas del deseo
Capitalismo libidinal. Antropología neoliberal, políticas del deseo, derechización del malestar (Ned Ediciones, 2024) de Amador Fernández-Savater es un libro en el que el autor continúa reflexionando sobre los temas que le preocupan, que le «afectan», que le traspasan el cuerpo y que aparecen en sus libros anteriores y en sus artículos en la prensa. El autor parte de un puzle de lecturas y conversaciones donde caben el Comité Invisible, Jean-François Lyotard, Marcuse, el colectivo Tiqqun, Diego Sztulwark, Jon Beasley Murray, Achille Mbembe, «Bifo» o Jorge Alemán. Y a partir de ese puzle articula la necesidad de tener una idea del funcionamiento del capital, del capitalismo libidinal, y se pregunta: ¿de dónde extrae las energías el capital, o las nuevas derechas a su servicio? ¿Cómo opera el capitalismo dentro de nosotras mismas? ¿Es posible resistir al neoliberalismo o no tenemos nada que hacer? Estas y otras preguntas y reflexiones recorren este libro que huye del pensamiento convencional y que trata de esclarecer las posibilidades que tenemos de afrontar al capital, un auténtico monstruo, un centauro bipolar que se muev e entre una pulsión de conservación, de normalidad y otra totalmente desquiciada de conquista y pillaje. ¿Es posible resistir a ese «monstruo loco»?
Seguir leyendo Amador Fernández-Savater: A vueltas con el capitalismo, el cambio social y las políticas del deseoAnarquismo y liberalismo: propiedad, mercado y competencia
John Locke afirmó: “El grande y principal fin que lleva a los hombres a unirse en Estados y a ponerse bajo un gobierno es la preservación de su propiedad”. La propiedad privada, para el liberalismo, es un derecho sagrado, pero nos preguntamos si su concepción de la misma no deja de estar directamente vinculada a la desposesión de gran parte de la sociedad. De hecho, Proudhon, al que se atribuye con ¿Qué es la propiedad? (1840) haber realizado el primer estudio científico en el ámbito de la economía política, pivotará toda su obra en torno a esta pregunta. Si Locke estableció los principios del liberalismo en vincular la propiedad privada a la libertad, Proudhon quebrará el altar sobre el que se colocó ese ídolo y, como es sabido, concluirá que se trata de una apropiación indebida. Pero el filósofo francés no pretendía ser lapidario en su conclusión, ni demonizar sin más el concepto, sino profundizar en algo que consideraba contradictorio. Con su oxímoron, pretendía señalar que la propiedad es una institución que se niega a sí misma, fundada en la contradicción y símbolo de la desigualdad social y política. Gaston Leval afirmará al respecto: “Proudhon negaba el derecho romano de la propiedad, la forma que permite a unos hombres usufructuar indebidamente el trabajo ajeno. Pero la consideraba indispensable en su forma generalizada”. Eso es algo que hay que poner delante de los liberales y su sacralización del concepto de propiedad, la gran premisa moral del anarquismo es su negación de la explotación, de “usufructuar indebidamente el trabajo ajeno”, por lo que está muy claro lo que quiso señalar el francés.
Seguir leyendo Anarquismo y liberalismo: propiedad, mercado y competencia“Ni dios, ni patrón, ni marido”
La participación de las mujeres en la cultura impresa anarquista a escala internacional fue imprescindible para la extraordinaria difusión de la prensa y producción editorial del movimiento libertario, desde finales del siglo XIX hasta principios del XX. Fueron mujeres que desafiaron las normas de clase y de género, mujeres que crearon proyectos editoriales y colecciones, editaron periódicos y folletos, tradujeron textos políticos y literarios. “Su participación se rastrea en las primeras planas y en las portadas, pero también en los talleres y las imprentas, y en las calles, distribuyendo publicaciones o cobrando suscripciones”. Así recibe la exposición ‘Moldeadoras de la idea: mujeres en la cultura impresa anarquista’, que, en las propias palabras de sus curadoras, “recupera ese trabajo intelectual y manual muchas veces invisibilizado, para recordar y homenajear a todas aquellas que llevaron a letra de molde las ideas de la revolución, la emancipación, la fraternidad y la igualdad, y que imaginaron un mundo absolutamente diferente del que conocían”.
Seguir leyendo “Ni dios, ni patrón, ni marido”Siendo cada vez más ricos, nos volvemos más y más pobres
Me señalan –con razón–, cuando afirmo con contundencia que «los ricos son cada vez más ricos», que también hoy «los pobres son menos pobres que nunca. Y eso es una conquista de la clase obrera». Es cierto. Pero insuficiente.
Os cuento un cuento que me contaba mi abuela sobre la hambruna de 1904, que ella con diez años más o menos, sufrió… Sus condiciones de vida en el pueblo andaluz en que residía eran las siguientes: Como estaban en crisis, los propietarios empleaban a los jornaleros por 60 cms de peseta al día. En esa época era un salario de subsistencia que permitía comer pan cocido en agua. Cuando se podía, tenían para una media panilla diaria de aceite (unos 50cm3), y algo de vinagre y sal. Nada más.
Seguir leyendo Siendo cada vez más ricos, nos volvemos más y más pobresAguirre, la iniquidad sonrojante
Anda gran parte del persona soliviantado porque la abiertamente repulsiva Esperanza Aguirre ha soltado, creo que en un acto organizado por la derecha de este inefable país en el reciente aniversario de aquella malograda Segunda República, que la culpa de la Guerra Civil Española la tuvo el Partido Socialista. Por supuesto, algunos no sabemos de qué diablos se sorprenden, ese argumentario fue el sostenido por los adláteres del franquismo, pervirtiendo lo bueno que se había hecho, y es el que mantienen en la actualidad algunos pseudohistoriadores mal llamados revisionistas fechando el comienzo del conflicto en la Revolución de Asturias de 1934. Cierto es que, usualmente, las figuras de la diestra hispana no lo usan de manera clara, pero sí de modo tácito en el único lugar donde triunfó manu militari una forma de fascismo. Por supuesto, Esperanza Aguirre, sin necesidad alguna a estas alturas de guardar las formas, sobrada de soberbia, y seguramente más inicua que necia, es capaz de espetarlo sin asomo de vergüenza alguna. Desgraciadamente, la distorsión sobre la historia reciente de este inenarrable país, recuperado en la Transición como Reino de España, no tiene fin.
Seguir leyendo Aguirre, la iniquidad sonrojante«Anarquismo no fundacional», libro de Tomás Ibáñez
La huella anarquista en la historia
Vamos a repasar en el siguiente texto, de forma somera, el atisbo del ideal libertario en algunos autores y corrientes previos a la modernidad, época en la que nace estrictamente el anarquismo; se trata de una lucha histórica por la emancipación, a través de determinadas concepciones y experiencias, basada en la ruptura con la tradición autoritaria y por el establecimiento sólido de los más nobles valores humanos.
Agustín Comotto: Stein
El título de la historia que se narra en Stein (Piedra) tiene un sentido poliédrico porque es el nombre de alguien que pudo existir, o no, pero que tiene un gran protagonismo en este libro ilustrado (o cómic) y, a la vez, significa piedra que es algo perdurable, mucho más que la propia memoria, protagonista también de este libro.
Seguir leyendo Agustín Comotto: SteinLa guerra está ahí
La guerra está ahí. No lo he dicho yo. Lo ha dicho en inglés, y con esas palabras, el llamado Jefe de la Diplomacia Europea, Josep Borrell. La diplomacia es, por lo visto, el arte de evitar la guerra… Este señor plantea que dado que en EEUU el señor Trump podría ganar las elecciones nuevamente, y EEUU se propone dejar de soltar pasta a la OTAN, hay que crear una hucha para disponer de un ejército europeo. Y viene a señalar que la guerra puede ser un buen momento para construir la Europa Unida…
A mí es que me entra la risa. No sé… ¿Holanda dará la cara por Letonia? ¿Grecia luchará por Finlandia? ¡Pero si la historia de Europa, es la historia de sus guerras, si aquí en el Continente nadie se puede ni ver!