La lucha por la autonomía kurda se encuentra atrapada entre intereses contrapuestos mientras el enredo de los poderes regionales y locales entra en una nueva fase
La Asamblea Democrática Popular se reunió ayer (2 de diciembre) en Rojava para evaluar la reanudación de la guerra en Siria y planificar un posible ataque a la Administración Autónoma Democrática. Según un comunicado , se organizarán reuniones masivas para evaluar los acontecimientos políticos y se establecerán comités de emergencia en todas las ciudades, pueblos y cantones de la región, así como en los cruces fronterizos para dar la bienvenida a los refugiados de otras partes de Siria.
Las concepciones utópicas del pasado, que fueron por lo general de un optimismo exacerbado, han dado paso en la modernidad a un escepticismo más bien obtuso y conservador. Cómo no ser optimistas cuando preconizamos un mundo exento, en la medida de lo humanamente posible (y ahí está el quid de la cuestión), de injusticia, miseria y opresión. Es en ese punto, cuando se alude a una política «realista» (realpolitik es el término acuñado ya en el siglo XIX) cuando topamos con toda suerte de justificadores de lo establecido (el estado, y no necesariamente con E mayúscula, aunque seguramente en primer lugar).
Leer es evadirse, estar fuera del mundo, salir temporalmente de él. Los que leemos, lo hacemos, porque estar en el mundo las veinticuatro horas, nos parecería insoportable.
Quienes abrieron los libros y cogieron ese hábito ya son frailes de una cofradía, los lectores, que son los que no soportan este mundo.
Un amigo mío tiene una anécdota, a la que ya me referí en cierta ocasión, cuando paseaba con su anciano padre por un céntrico barrio madrileño. Un hombre de cierta edad, al verles, dibujó una sonrisa en su rostro y se acercó a ellos, deseaba saludar a la persona que en cierta ocasión le ayudó en su actividad antifranquista. Hay que aclarar que el progenitor de mi amigo trabajó como sereno durante los últimos años de la dictadura. Para los más jóvenes, hay que recordar que este oficio, que creo que duró hasta finales de la década de los 70, consistía en una suerte de vigilantes nocturnos, que en algunas ciudades además se encargaban de abrir las puertas e incluso, en otros tiempos, del alumbrado de las calles. Por supuesto, no dejaba de ser otra forma de vigilancia social, de hecho iban armados con un chuzo y portaban un silbato para avisar a las autoridades en cualquier circunstancia sospechosa. En cualquier caso, el padre de mi amigo debe ser una buena persona, que de alguna manera ayudó a un vecino cuando la temible policía de la dictadura iba en su busca. Para sorpresa de mi amigo, que recordaba el rostro de aquel hombre con nitidez, hoy con el caso de Íñigo de Errejón en el candelero, ha descubierto que se trataba del padre del (ex)líder de Sumar o de Más País (y, antes, de Podemos). La anécdota me ha empujado a estar un poco más al tanto sobre el caso, el padre se llama José Antonio Errejón y todo ello me suscita una serie de reflexiones sobre la sociedad en la que vivimos (y que sufrimos). Vamos allá.
Sobre los espacios en blanco de un libro guardado en una vieja biblioteca anarquista, alguien dibujó en lápiz un carro que estalla en pedazos, una muchedumbre en movimiento y un hombre vestido con harapos, armado con una bomba encendida. El anarquismo suele convocar ese tipo de imágenes, de estallido o de explosión. Sin embargo, con apenas una primera exploración del mundo libertario surgen otras imágenes acaso tan potentes e incendiarias: su pretensión de revolucionar las formas de amar y las relaciones entre los sexos. Fiel a su vocación de discutir todas las formas de autoridad, el anarquismo debatía al mismo tiempo sobre el amor libre y la huelga general, sobre la emancipación de la mujer y la lucha de clases, sobre las vicisitudes de un atentado y la destrucción del matrimonio burgués.
Esto de ser un ácrata, además con tendencias nihilistas, no es fácil. No es nada fácil, en serio. Como uno no tiende, precisamente, a ocultar su lúcida condición y le gusta la polémica para tratar de agitar las plácidas aguas existenciales, está sometido a toda suerte de gratuitos comentarios y no pocos improperios. Veamos algunas anécdotas totalmente reales. Recientemente, he comenzado a trabajar (no diremos en qué) con un tipo interesante, de origen argentino y ya afincado en el reino de España desde hace muchos años, que a poco que intercambiáramos algunos pocas reflexiones políticas se pudo comprobar de qué pie cojeaba cada uno. En su caso, de la pierna zurda, en el mío la cosa no estaba tan clara para alguien con un pueril e irritante afán polarizante. Aclararé que las personas de izquierdas, con toda la subjetividad de la que soy capaz, me siguen pareciendo infinitamente más interesantes que las conservadoras o reaccionarias (no hablaré de una derecha liberal e ilustrada, prácticamente inexistente en este inefable país). Al menos unas, equivocadas o no en cómo hacerlo, se esfuerzan en tratar de cambiar las cosas (a mejor, se entiende), mientras que otras tienden sin más a apuntalar el estado de las cosas y a los suyos en el poder (claro que, esto algunos izquierdistas, también). Sea como fuere, y ya sin etiquetas, tratemos de tender a cuestionar y no a aceptar acríticamente el estado de las cosas (valga también para los progres, máxime con este gobierno que tenemos y sufrimos a falta de algo peor).
¿Qué es lo que pasa cuando un Gobierno Popular llega al poder? Pues que lo que quiere es que le hagan palmas sus seguidores. Con el trabajo que cuesta llegar a mandar… ¿En qué se transforma esa peña? En una camarilla que intentan influir en los «asuntos de Estado» ¿Y en qué se convierten los que están todo el día criticando lo que hace el Gobierno? Pues en una pandilla que se asocia con fines delictivos y/o embaucadores. Así que te lees la prensa, y compruebas que el 95% de los titulares en nada interesan a los mortales comunes, que queremos agua caliente, papel higiénico y dentista (que son las mis cosas mejores de la vida). A ver, ¿A mí qué me importa que Bolsonaro conspirase para asesinar a Lula? Es como pretender que el Conde Drácula no beba sangre humana. En fin. Así es la aristocracia.
Os comento una noticia que sí es curiosa. En los países del Norte de Europa, los gobiernos están repartiendo a la población folletos en los que se les dan instrucciones para comportarse debidamente en caso de guerra o catástrofe (1).
Las guías finlandesa y noruega van en el mismo sentido. Y otros países fronterizos con la Federación Rusa actualizan su cartilla de cara a que la población sepa enfrentarse a situaciones como que haya una epidemia, que no te paguen (horreur), que se vaya la luz, ataques terroristas, guerra nuclear y guerra convencional, cortes de agua, envenenamiento de acuíferos, inundaciones, caída de internet, noticias falsas, ¡caídas de internet!… En la red podéis escuchar los diversos tonos de las alarmas de sirena uaaaaauuuuu y su significado. Se realizan simulacros para que la población se acostumbre y salga de najas en caso de que vaya a caer un misil intercontinental con varias bombas atómicas. Cosas así. Cada barrio tiene una especie de «punto seguro», y si no existe te explican cómo cavar un agujero, meterte bajo un puente o en el garaje de la urbanización. El sonido de las trompetas, es acojonante. Se acabó el estreñimiento. Así se debió de sentir Ulises atado al mástil.
Se recomienda además que acumules agua y comida pa aguantar al menos una semana. O sea, que a comprar latas de fabada y a guardarlas en el cuarto la agüela. No explican dónde hacer la caca. En fin, una delicia.
Aquí en el sur no tenemos ese problema, es decir que si hay guerra o nos bombardean, ni nos enteraremos. Todos muertos y se acabó. Luego tanto gobierno como oposición, y sus respectivas camarillas y pandillas, se dedicarán a tirarse los trastos unos a otros eludiendo responsabilidades, y despotricando que la culpa la tienen los otros. Y por supuesto, la izquierda dirá que la culpa de tó la tiene el comodín de los EEUU. Lo que pasa es que como Trump dice que va a acabar con la guerra y va a enflaquecer la OTAN…, les va a quitar discurso a los rojillos, que están cada día más perturbaos, como que no saben pa dónde tirar, que tienen una idea y resulta que se la ha quitado hace un par de meses un nazi.
¿Que qué podemos hacer? Amigos y amigas, la salida a todo este cacao, es el anarquismo. ¡Claro que sí! El anarquismo es organizarnos al margen de esta pandilla de desnortaos y pandilleros, es meter la cuña en las luchas sociales, por la vivienda, contra la guerra, contra la pobreza, contra la dominación, incrementando la resistencia a todo poder y autoridad.
———————— NOTA (1) «En los últimos años, la situación mundial ha empeorado drásticamente. En nuestro entorno se están librando guerras y los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más habituales. Se están utilizando amenazas terroristas, ciberataques y campañas de desinformación para debilitarnos e influirnos. Suecia se ha unido incluso a la alianza de defensa OTAN… Para resistir estas amenazas, debemos permanecer unidos y asumir la responsabilidad de nuestro país. Si nos atacan, todos debemos ayudar a defender la independencia de Suecia y nuestra democracia. Construimos resiliencia todos los días, juntos. Usted forma parte de la preparación general de Suecia para emergencias». https://www.msb.se/en/advice-for-individuals/the-brochure-in-case-of-crisis-or-war/download-and-order-the-brochure-in-case-of-crisis-or-war/ Todas las imágenes son cortesía del gobierno sueco. De su folleto en inglés pa residentes.
Un puntito amarillo en un mapa de otros colores. Eso era: un puntito amarillo que marcaba el único sitio donde se extraía oro en España. El mapa ilustraba el tema sobre la minería española que incluía mi libro de Sociedad, la asignatura vinculada al aprendizaje de ciencias sociales.
Vaya por delante que empatizo con las personas que de una manera trágica (pérdida de seres queridos), penosa (pérdida de bienes materiales: viviendas, negocios, coches, etc.) o desdichada, han vivido un suceso de «gota fría» tan terrible como el sucedido en la provincia de Valencia (29 de octubre de 2024). Vivo también en el Mediterráneo y conozco, sin haber vivido una experiencia tan límite, el miedo que causan esas tormentas ahora denominadas DANA (siglas de una Depresión Aislada en Niveles Altos).
Lejos de todo tipo de determinismo, ni el que insiste en condiciones objetivas y económicas, ni el que se alimenta de toda voluntad poder, los movimientos anarquistas trabajan por un imaginario social opuesto a toda forma dominación en el que las personas se involucren en los procesos sociales instituyentes (con la permanente crítica a lo instituido).
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general