Si no reflexionamos de modo amplio sobre lo que llamamos conciencia, sin dogmas, rigidez ni determinismo alguno, difícilmente podemos ampliar el horizonte de nuestra existencia, cambiar nuestra condición, individual y social, ni dar un sentido a nuestros propios actos.
Anomia significa, etimológicamente, ausencia de ley. Anómico tiene el sentido de «alegal», y no hay que confundirlo con algo «ilegal» (contrario a la ley). Parece ser que la palabra «anomia» (o «anomía», como aparece en algunas ocasiones) se forma por analogía con otras en las que interviene la misma formación originaria del griego: «autonomía» (ley propia), «heteronomía» (ley ajena), «teonomía» (ley divina), «eleuteronomía» (ley de la libertad)…
La lectura de este Manifiesto de Chiara Bottici [1], a finales de 2021, fue un golpe de aire fresco en el panorama del feminismo anarquista falto de ideas, ya no digamos de construcción de movimiento social, en este país. No minusvaloro, ni mucho menos, todos los esfuerzos que se hacen por construir una propuesta feminista desde el anarquismo, todo es útil y, mucho más, en estos tiempos. Sin embargo, tenemos que reconocer lo difícil y lento que es ponerlo en marcha: unas veces por falta de ideas, otras porque el activismo en otros campos deja poco tiempo a la creación de grupos anarco(a)feministas sólidos y con continuidad en el tiempo y, por último, muchas veces porque los enfrentamientos dominan el espacio feminista y anarquista y se pierde tiempo y energías en ellos.
No pocas veces se ha acusado al anarquismo de no captar en todo su complejidad la noción de poder. Para evitar confusiones, sería buena emplear el término de coerción, o de autoridad coercitiva (superando de paso la alegría con la que a veces utilizamos el de autoridad), aunque el tema es, obviamente, digno de estudio. Se ha hecho una distinción entre la autoridad, que tiene una connotación más tradicional o de fidelidad a unos valores, y el poder, que estaría más vinculado a la represión, la fuerza y la burocracia.
La memoria del anarquismo en la región chilena nos llega de la mano de los compañeros del Archivo Histórico La Revuelta, quienes ubicados desde 2019 en Santiago de Chile hacen una enorme tarea de recuperación y custodia de los documentos de la historia del anarquismo chileno, que en este año 2022 cumple 130 años desde que irrumpiera con abrumador potencial en el país andino. Un fino hilo rojinegro que alumbra un camino de lucha libertaria hasta la actualidad y que también ha estado presente en la reciente revuelta social en Chile iniciada el 18 de octubre de 2019.
Las diferencias entre las mujeres (clase, raza, orientación sexual, etc.) han abierto una brecha suficientemente importante en el sujeto unitario y homogéneo de «la Mujer». En esa vía de agua, «lo trans» ha abierto un cisma en el feminismo que parece augurar una herida difícil de suturar. El feminismo anarquista puede aportar una genealogía y una posición actual diferenciada del resto de los feminismos.
Como alternativa a la organización jerarquizada, uniformadora y clasista de los Estados-nación, el anarquismo propuso desde sus orígenes el principio federal, basado en la libre unión de regiones, que respondieran a las necesidades y deseos de las personas, caracterizadas por la diversidad y el derecho al disenso.
El anarquismo es tal vez la filosofía vital y política que más complejidad ha aportado a la noción de libertad, íntimamente vinculada con otros conceptos sociales: igualdad, autonomía, creatividad, solidaridad, apoyo mutuo…
Como creo que ya he comentado en más de una ocasión, uno tiene la muy oxigenante costumbre de indagar de manera reiterada en un horizonte libertario de aspiraciones innovadoras y lo más amplio posible. Me ha quedado algo retórico, pero así es. Esto me recuerda lo que dijo cierto ácrata en el pasado, y una vez más tengo que pedir disculpas por mi escasa memoria para los nombres de las citas, algo así como que sobre las espaldas del anarquismo se han cargado excesivas cosas. Esto es así y no temo pecar de insistente si recuerdo que sobre las ideas anarquistas, o si se quiere libertarias, se ha vertido el mayor número de ignominias. Hay que fastidiarse lo lírica que me está quedando hoy la columna. Sin embargo, la capacidad de falsear al anarquismo tiene todavía la capacidad de sorprenderme. Escuchando a los liberales más puros, y al menos a nivel teórico en España hay unos cuantos, bien es verdad que sin mucho recorrido y con cierta tendencia endogámica, uno llega a una confusión terminológicaque produce escalofríos.
Entrar en la visión anarquista sobre el derecho, usualmente de rechazo al considerarse solo legitimado en el poder político (el Estado), es un esfuerzo necesario para revitalizar las ideas libertarias. Si acudimos al anarquismo clásico, al mismo Bakunin, observamos ya un antagonismo entre el derecho jurídico (o positivo), en forma de autoridad externa al individuo, y el derecho natural (o humano).
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general