Archivos de la categoría Anarquismo en la actualidad

ACRACIA ANARQUISMO NIHILISMO

Este inefable país

Hay quien considera, con una línea argumentativa preescolar, que algunas personas odian tanto a su país, que se muestran incapaces incluso de nombrarla. De esa manera, usan eufemismos como «este país» o «Estado español» (concepto este, por cierto, que siempre he detestado y me parece hacerle el juego al enemigo). Veamos si soy capaz de explicarlo aumentando el nivel de lucidez habitual de este blog, que ya es decir, aunque no me responsabilice de la dificultad de comprensión de lectura de nadie. En primer lugar, se quiere observar tantas veces como un problema dicotómico entre izquierda y derecha, siendo los primeros los enemigos de la patria, supuestamente, y los segundos los que la aman profundamente. Esto, no es que sea solo de un maniqueísmo que tira de espaldas al que tenga un poquito oxigenado el cerebro, es que para llegar a semejante conclusión hay que reducir notablemente conceptos más bien poliédricos y no tener una visión de la historia como repugnante culto a los poderosos. Del mismo modo, sería necesario clarificar a estas alturas qué diablos es izquierda, pero bueno, quizá podamos entender por derecha a todos los que reivindican la historia de este inefable país (obsérvese la habilidad del que suscribe, no exenta de cierto animus iocandi, para no mencionar a la sacrosanta patria).

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Libertad, autonomía y solidaridad: el devenir constante del movimiento anarquista

Lanzamos unas cuantas reflexiones sobre lo que es, y ha sido, el anarquismo; mejor dicho, el movimiento anarquista, ya que se caracteriza por la diversidad de ideas y de acción, por el constante devenir y la permanente reflexión, en busca de las mejores prácticas, algo que le garantiza como alternativa a todo sistema unificador y coercitivo.

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ANARQUISMO MUNDO ÁRABE

El anarquismo en el mundo árabe, “una semilla que puede germinar en cualquier momento”

Georges Saad, profesor jubilado de derecho de la Universidad Libanesa, y Laura Galián, profesora en el Departamento de Estudios Árabes e Islámicos de la UAM, revisan pasado, presente y futuro del movimiento libertario en el mundo árabe.

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Modernidad y posmodernidad, la tensión libertaria

Hace ya varias décadas que viene hablándose de una época posmoderna. ¿Es verdaderamente así? ¿Son disquisiciones de los filósofos o puede hablarse de una nueva era en que la que se han producido cambios radicales? Personalmente, es algo que me trae de cabeza desde hace tiempo y la respuesta no es sencilla. Por un lado, considero que las premisas de la modernidad siguen vigentes, por otro, es cierto que el mundo se ha transformado ferozmente en muchos aspectos y merece la pena, al menos, que reflexionemos sobre el asunto.

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¿Izquierda española?

Yo pensaba que iba de coña, pero no, se ha formado un nuevo partido que obedece al folclórico nombre de Izquierda Española. Ya puestos a invitar al jolgorio, yo la hubiera llamado «Izquierda de este inefable país», nos hubiéramos echado unas risas y, seguro, hubieran sacado más votos gracias al previsible animus iocandi de los que acuden a las urnas. Al contrario de lo que podría suponerse con tanta escisión y refundación de la izquierda más o menos radical (sea lo que sea lo que signifique eso), estos se definen como una formación progresista y socialdemócrata que centra su discurso en el rechazo a los nacionalismos. De ahí que adopten el gentilicio de este indescriptible país en el nombre del partido, aunque es de suponer que eso no tiene que empujar a pensar que apuestan por el nacionalismo (español). Al parecer, la cosa se ha aglutinado en torno a elementos que ya militaron en otras fuerzas políticas electoralistas, como el PSOE e Izquierda Unida, así como extintas alternativas al bipartidismo como las defenestradas UPyD y Ciudadanos.

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Ideas versus ideologías

Muchas cosas se me hicieron nítidas cuando pude diferenciar ideas de ideología. Igual quien me lee lo ha tenido siempre claro y piensa que es una simpleza lo que planteo: la oposición entre idea e ideología, o como dice Furio Jesi: «entre la epifanía inmediata de la idea y su endurecimiento en el canon ideológico, por lo tanto, entre novedad y continuidad (…)»[1].

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Nuevas formas de dominación

Hay cierta izquierda que asegura que el poder político se encuentra subordinado al poder económico y, claro, eso justificaría que los grandes gobernantes progresistas poco puedan hacer, en cuanto a un cambio verdadero, una vez que han llegado al poder. Yo pienso más bien, de forma obvia, que ambos poderes se encuentran fusionados. Gobierne quien gobierne. Debería ser evidente, a estas alturas, el hecho de que hace ya tiempo que los que aspiraban a manejar el cotarro tenían que innovar una nueva modalidad de gobernabilidad (algunos lo llamamos dominación) propiciada por la propia transformación del Estado y por el nuevo contexto de auténtica revolución tecnológica e informativa. No dejaremos de insistir en que la dominación (algunos lo llaman gobierno), por muy sutil y democrática que se presente tratando de integrar a los propios sometidos en sus estructuras, asegura que, en última instancia, las decisiones políticas y económicas continúen estando en manos de una minoría.

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¿Y qué nos espera en el feliz año nuevo?

Ahora que está a puntito de acabar el feliz 2023 voy a recopilarlos mis impresiones de este año.

1º Los Estados, son la peste. No solo Rusia y Ucrania siguen enzarzadas en una guerra estúpida y sin motivos de peso. Millones de hectáreas sembradas de metralla y de uranio empobrecido, ciudades liberadas demolidas, poblaciones huyendo, miles y miles de muertos, de heridos graves, de enfermos mentales despuntando o declarados… Un montón de tíos pelándose de frío en las trincheras, esperando que un dron les vuele la cabeza, o que un spetsnaz les corte el cuello. Y eso se repite en unos ochenta conflictos bélicos de diversa consideración, mundiales. Bueno, si es en verano, se asan de calor.

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La lucha de clases hoy y el anarquismo

¿Qué podemos decir hoy sobre la lucha de clases? La propia aclaración, por parte de algunos anarquistas, de que ellos sí están a favor de la lucha de clases es una invitación ya al debate, siempre saludable desde la perspectiva libertaria.

Desde sus orígenes, el anarquismo se ha opuesto a la sociedad de clases, y ha combatido cualquier forma de alienación y explotación; es así, por ser una variedad del socialismo, que confía plenamente en la libertad y espontaneidad de las personas, lo que le diferencia de otras corrientes. La cuestión es si esta visión tradicional sobre la explotación y la lucha de clases se ha visto tan influenciada por el marxismo, y su visión de que los trabajadores se vuelven inevitablemente revolucionarios, que hoy es un obstáculo primordial para la transformación social. El anarquismo no se limitó nunca a señalar solo la explotación económica, por lo que el antagonismo de clase bien se podría sustituir (o, mejor, extender) a la lucha por acabar con la dominación. Es cierto que este análisis, tal vez demasiado elemental, lo realiza a priori la mayor parte de los anarquistas, pero bien merece la pena insistir en ello una vez más.

Nos gustan demasiado las etiquetas, y los apelativos que acompañen a la palabra anarquista, por lo que tratemos de observar el asunto desde una perspectiva amplia. Cuando se realiza esta crítica, no estamos diciendo que la clase trabajadora hoy, bien entrado el siglo XXI y en lo que algunas llaman sociedad posmoderna y posindustrial, ya no existe. Sería una soberana estupidez afirmar tal cosa, lo mismo que asegurar que el poder tampoco; no existe el poder al modo tradicional, al menos no de una manera obvia, ya que ha sufrido su propia evolución integrando en él a las personas (el Estado «democrático» es eso). Lo mismo ocurre con el capitalismo y con la clase trabajadora, o más concretamente con el proletariado; ha habido muchos cambios, económicos y sociopolíticos, desde esa visión socialista que consideraba que sería el sujeto protagonista de la revolución. Insistiremos en que el anarquismo marcó la diferencia, pero es posible que gran parte de él sí se viera influenciado por esa visión. Seguir pensando que los trabajadores, los explotados, en su antagonismo de clase pueden acabar generando una conciencia revolucionaria (y, más importante, libertaria) resulta hoy ingenuo.

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Una dosis de nihilismo para el anarquismo

Los motivos por los que tantas personas se entregan a causas trascendentes (póngase aquí el término que se quiera, todos trasuntos de la vieja idea de Dios), ajenas en mi opinión a todo valor libertario, se nos antojan tan abstrusos como irritantes; por ello, tal vez el anarquismo necesite siempre de cierto nihilismo, la permanente reflexión crítica con los valores instituidos con el objeto de que germine un nuevo horizonte libertario.

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