Es ya un lugar común decir que la historia la escriben los vencedores. En el caso de la Revolución rusa, durante mucho tiempo se nos contó de manera simplista que un grupo de revolucionarios, comandados por Lenin, tomó el Palacio de Invierno para dar lugar al primer gran régimen socialista. Ahora, con otro tipo de historiografía oficial dominante, difícilmente se va a dar protagonismo en la historia a las masas y la defensa de sus organizaciones autónomas frente al poder.
Leyendo los textos de una figura marxista como Rosa Luxemburgo (1871-1919) se puede apreciar en qué medida se oponen al espíritu totalitario que caracterizó el comunismo nacido en la Revolución rusa de 1917. Una crítica lúcida al desarrollo del socialismo de Estado no puede limitarse a Stalin, como tantas veces se hace, sino comenzar con Lenin y Trotski. El militarismo prusiano asesinó de forma canalla, en la noche del 15 de enero de 1919, tanto a Luxemburgo como a su compañero Karl Liebknecht, dos destacadas figuras del movimiento socialista alemán de comienzos del siglo XX.
Howard Zinn, fallecido en 2010 a los 87 años, fue un historiador social y un radical próximo al anarquismo. Una de sus grandes obras fue A People’s History of the United States (edición en castellano con el título La otra historia de los Estados Unidos). Fue, además, autor de infinidad de conferencias y artículos, así como un dramaturgo con obras como Marx en el Soho (reciente versión en Madrid con el título de Marx en Lavapiés) o Emma, que recoge hechos de la vida real de Emma Goldman.
Proudhon consideraba que el progreso de la sociedad llevaría a la superación del principio de autoridad, el cual delega a determinados dirigentes el derecho a la verdad. Su confianza en la ciencia social, entendida como acumulación y ordenamiento del material empírico encontrado, además de como cierta visión histórica, le hacía ver una incompatibilidad entre ella y ese principio de autoridad (según expone en Révolution sociale).
Los pensadores anarquistas, por lo general, resultan de mucho mayor actualidad y vitalidad que otras corrientes emancipatorias, como puede ser la marxista. Así, el pensamiento de alguien como Bakunin, aunque no todo, como es lógico en cualquier autor, ha resistido muy bien el paso del tiempo.
Jean Meslier nació en Rethel (Champaña) en 1664 e, inexplicablemente dado lo que vamos a explicar a continuación (solo descubierto tras su muerte), ejerció discretamente sus funciones como párroco en Etrépigny, en las Ardenas belgas, hasta el fin de sus días en 1729. Michael Onfray en su libro Tratado de ateología (Anagrama, 2006) menciona al «padre» Meslier como punto de partida de la verdadera historia del ateísmo; Seguir leyendo Jean Meslier (1664-1729). Un padre para el ateísmo→
Reseña del libro La razón libertaria, escrito por Raquel Sánchez y editado por la Fundación Anselmo Lorenzo. Como bien señala la autora en la introducción del libro, la intención más general de su trabajo sobre William Godwin es mostrar la radical transformación del mundo de las ideas que se produce a finales del siglo XVIII.
Nunca he entendido lo de considerarse anarquista como una identidad. Para mí las identidades colectivas tienden siempre a constreñirnos en compartimentos estancos, en categorías cerradas, cuantificables, cómodamente identificables y asimilables. Respeto todas ellas, siempre y cuando no se configuren en oposición a otras identidades que tengan por inferiores, pero en mi opinión la Seguir leyendo La identidad anarquista→
Merece la pena que nos detengamos en la figura de Gustav Landauer, un hombre de gran actividad intelectual y militante, que fue capaz de elaborar un pensamiento social propio de forma sólida y coherente, y que trabajó hasta el fin de sus días por sus convicciones de emancipación de la humanidad, algo por lo que sería vilmente asesinado.Seguir leyendo Gustav Landauer y la revolución social→
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general