El caso del periodista ruso-español Pablo González, por circunstancias, lo seguí de cerca. Tampoco sé, a día de hoy, si mucha gente en este inefable país conoce que este reportero se ha tirado dos años y medio en una prisión polaca, en condiciones infrahumanas, acusado sin pruebas de espiar para el ejecutivo ruso y sin juicio alguno. Las enormes pruebas de que el periodista podía ser un espía ruso estribaban en su doble nacionalidad, ya que González es nieto de uno de los llamados niños de la guerra acogidos en su momento por Rusia duranta el transcurso del conflicto civil y social en España. Ha sido tanto el tiempo de este hombre encarcelado, desde los inicios de la invasión militar de Ucrania por parte del ejecutivo ruso, que el gobierno de Polonia pasó de ser uno calificado de extrema derecha a otro considerado de centro derecha. Mucho tiempo sin que el gobierno de España, ese tan progresista, moviera un dedo para su liberación o, ni siquiera, para que se celebrara un proceso judicial. Hace unos días, Pablo González fue al fin liberado en una operación de canje de presos entre Estados Unidos y Rusia; desde ese momento, la miseria moral se ha desatado a todos los niveles, digno de estudio en una sociedad saturada de información basura, con escasa actitud crítico, con pocos indicios de conciencia moral y con una clase política subordinada a intereses diversos.
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La muy maltratada Latinoamérica
Ahora que se sigue discutiendo sobre quién diablos ganó las elecciones en Venezuela, uno se pregunta, de verdad, más allá de la epidermis política de uno u otro país, sobre el panorama social en ese continente tan maltratado que es Latinoamérica. Yo que vivo en Madrid y, solo por mencionar a los que más trato, confluyo con personas cubanas, dominicanas, mexicanas, colombianas, venezolanas, ecuatorianas, peruanas, brasileñas, argentinas, bolivianas... Y que me perdonen las pertenecientes a otros lares, que también los hay de forma nutrida, hablamos de algo tan duro como abandonar el lugar donde naciste y a tu familia para tratar de buscar prosperidad en una nación más rica. ¿Por qué esto es así? ¿Cómo es posible que no se equilibre, al menos un poco (no digo ya una revolución tremenda) la riqueza mundial, lo suficiente para que la necesidad no te empuje a migrar o puede que a morirte? Son preguntas retóricas, por supuesto, y también ingenuas. Toda persona decente sabe a qué obedece esta situación de una economía globalizada, y esquilmadora, para disfrute de minorías como las que acogen y cuestionan a otros más pobres. Aún así, seguiremos aguantando las falacias polarizadas de dos discursos: o bien una falaz gestión estatal estatal que asegura privilegios más que protege, o bien un inicuo «libre» mercado incapaz de repartir el pastel lo más mínimo o, más bien, una mezcla de ambos para que todo siga más o menos igual.
Seguir leyendo La muy maltratada LatinoaméricaA vueltas con el (condenado y falaz) anarcocapitalismo
No pocos medios y escritores, se empeñan en definir lo de Argentina como el primer gobierno anarcocapitalista de la historia. Es posible que el evidente oxímoron sea solo un intento de atraer una audiencia poco esforzada intelectualmente. Lo que propugnan esos pseudolibertarios, supuestamente partidarios de un capitalismo sin barreras, debería suponer el fin de las instituciones coactivas del Estado. Obviamente, no están en contra de la explotación (sinónimo de acaparación de los medios de producción en manos privadas, digo yo), pero tampoco de la coacción más evidente, ya que se producirían fuerzas policiales también privadas multiplicadas por mucho. En otras palabras, una falacia como la copa de un pino, ni el inicuo Milei va a desmontar totalmente el Estado, más allá de simplemente recortar todo lo que pueda en cuanto a protección social, ni los llamados anarcocapitalistas tienen un mínimo asomo de sinceridad más allá de alguna conferencia en YouTube atractiva para los que tengan poco contacto con el mundo real. Lo que pretende todo esta caterva de ultraliberales pseudolibertarios es solo una exacerbación del terrible mundo político y económico en que vivimos. Ni siquiera esa estupidez del minarquismo resulta demasiado verosímil, ya que el Estado en los que es, con su propia lógica de dominación al margen de que sus instituciones sean más o menos extensas y de que acepte ciertas libertades formales para preservar los intereses de la élites económicas.
Seguir leyendo A vueltas con el (condenado y falaz) anarcocapitalismo¿Qué mundo deseamos verdaderamente?
Nuestra civilización es la culminación de un largo y prodigioso proceso cósmico, comenzado muy probablemente hace 13.800 millones de años con el Big Bang que posibilitó la formación del espacio-tiempo -llamado universo- y todo lo que hay en él, además de la aparición -hace unos 3,5 mil millones de años- de la vida sobre uno de los cien a mil billones de planetas existentes en el universo.
Seguir leyendo ¿Qué mundo deseamos verdaderamente?Duro es el camino. No se puede recorrer sin botas
Veréis… Se trata del proceso que se ha llevado a cabo contra seis personas que entrarán en la cárcel: sin haberle pegado a nadie, sin haber roto nada, sin haber robado, traficado o haberse enriquecido. La cosa –por lo que leo en la prensa– va de lo que sigue: la trabajadora, empleada en una panadería, estaba embarazada, se sintió mal, sangraba, y pidió ir al hospital. Vino la pareja a buscarla al hospital y tuvo un rifirrafe con el jefe. Su pareja le pegó un puñetazo al congelador. Y el empresario lo denunció a la poli: daños, agresión, pidió cárcel.
Seguir leyendo Duro es el camino. No se puede recorrer sin botasImaginario del personal (tengamos esperanza)
Para el que no sepa a qué alude eso del imaginario social, yo le instruyo muy amablemente. Se trata de una teoría, con la que yo puedo estar muy acuerdo, según la cual el funcionamiento de nuestras sociedades se haría sobre la base de una serie de ideas y valores que tenemos los homo sapiens (dicho sea sin recochineo), sobre la capacidad simbólica que poseemos para luego dar lugar a las instituciones consecuentes. Obviamente, cuando esa potestad queda acaparada por un minoría, o a veces también por una mayoría (el papanatismo no conoce de números), es cuando nacen las instituciones coercitivas del Estado y, llamémosle por su nombre, se produce una oligarquía (aunque esté «legitimada» democráticamente). Los anarquistas, tan majos, lúcidos y éticos ellos, se esforzaron por transferir a toda la comunidad social esa capacidad decisión combatiendo de esa manera el poder colectivo concentrado en pocas manos, de ahí que sean un notable ejemplo a seguir. Obviamente, si uno se siente explotado u oprimido (¿no son ambas cosas muy parecidas?), debería generar un imaginario personal que diera lugar a otro tipo de sociedad en la que se hubiera erradicado la explotación u opresión. El problema se produce cuando alguien no tiene ni un ápice de conciencia sobre dicha condición suya, más bien se considera libre y feliz a pesar de las evidencias; parte del discurso oficial, a veces puesto negro sobre blanco en libros de autoayuda sin el menor asomo de vergüenza, es que podemos ser lo que queramos, también libres y felices (eso, a pesar de las tristes evidencias).
Seguir leyendo Imaginario del personal (tengamos esperanza)De autarquía, autonomía y anarquía: sobre la dominación
En el núcleo de la política hay una práctica anárquica del disenso democrático (Simon Critchley, La demanda infinita)
En un artículo reciente sobre la necesaria renovación del anarquismo para afrontar los retos del siglo XXI («Anarco-sindicalismo: el orden de los factores»), terminaba diciendo: «En la búsqueda de ese Grial que se replantea el inicio de la experiencia en el orden de los factores (su arkhé-ología) figuran pensadores del mundo de la academia y de los movimientos sociales como Daniel Colson, Todd May, Saul Newman, Reiner Schürmann o nuestro amigo Tomás Ibáñez con su nuevo libro Anarquismo no fundacional. Postanarquistas de condición (Hakim Bey dixit) que pretenden un nomadismo libertario de largo aliento reseteando la anarquía». Propuestas de «rupturas epistemológicas» que, frente a lo que era habitual en el revisionismo marxista, hechas desde el confesionalismo militante, ahora surgen en los márgenes de la ideología. Muchos de los nombres citados no proceden de la cantera anarquista. Los hay que sí lo son, como el profesor Ibáñez que además es un referente histórico por su pictograma sinecista de la A circulada (nuestro Banksy del 68), pero la mayoría se declara orgullosamente no anarquista y sin embargo contribuye a su innovación intelectual. Un cierto cambio de paradigma que ofrece garantía de apertura de mente y espíritu crítico, precisamente cuando el ecosistema anarquista corre el riesgo de adulteración polisémica por la embestida ultraliberal promocionada como «anarcocapitalista» (https://elpais.com/eps/2024-01-13/la-palabra-anarcocapitalismo.html) y «libertaria».
Seguir leyendo De autarquía, autonomía y anarquía: sobre la dominaciónAntipoliticismo anarquista
Hace pocos días intentaba distanciarme del concepto «libertario» y «anarquista» que utiliza la extrema derecha con un desparpajo cabreante. Traté de enmarcarlo en nuestra genealogía, que nos ha costado sangre y fuego (sin querer ponerme transcendente ni intensa), nunca con afán de propiedad. El anarquismo es movimiento y lejos de mí la idea de que haya conceptos o ideas inamovibles y graníticas, pero tampoco soy partidaria de la volatilidad y lo «líquido» (que decía Bauman) porque detrás nuestro existen experiencias, personas, propósitos y emociones que nos enraízan a un proyecto que continúa vivo, cambiando y adaptándose a los nuevos tiempos.
Seguir leyendo Antipoliticismo anarquistaSobre lo que resulta sano y normal
Cierto terrorismo anarquista, aunque muy situado en el tiempo a finales del siglo XIX, realizado solo por escasas figuras ácratas y muy explicable por causas sociales, desgraciadamente, todavía perdura en gran medida en el imaginario popular. De nada sirve que se trate de explicar, con sobrada paciencia, que lo que tratan de hacer los libertarios, precisamente, es desterrar la violencia de lo instituido, de nada sirve el rico corpus filosófico y las encomiables prácticas históricas de las propuestas anarquistas, de nada sirve aclarar que ofrecen sobre todo una propuesta moral también a nivel social y político, uno tiene que escuchar de manera reiterada toda clase de necedades al respecto. No es casualidad toda esta vinculación del anarquismo con la violencia, ya que ya hay que recordar al, en su decimonónico momento, reputado médico Cesare Lombroso cuando lanzó la teoría, nada menos, de la criminalidad innata de los anarquistas. El fulano aquel, que consideró a nivel general que el crimen tenía más causas biológicas que sociales, incluso estableció ciertos rasgos físicos brutales y primitivos para los delincuentes. Hace falta ser muy miope, en lo intelectual y en la propia vista, ya que resulta evidente que los anarquistas por lo general estamos sobrados de magnetismo físico e intelectual.
Seguir leyendo Sobre lo que resulta sano y normalDeportes de masas (no tanto de individuos)
Creo que estos días se está jugando alguna competición balompédica, de esas en las que entran en lid selecciones nacionales, ya que resulta casi imposible que no le inunden a uno con imágenes de tíos en calzoncillos de diversos colores. No sé qué tendrá ese deporte que seduce y obnubila al personal hasta el punto de que no tarda en envolverse una bandera y, en caso de que su equipo meta la bolita en la red, agitarse alborozado como si hubiera alcanzado la eudaimonia. Como el único deporte que practica uno es correr cuando le persiguen, normalmente tipos uniformados muy malintencionados, y todo lo que huela a nación y derivados le repele abiertamente, le resulta ajeno todo esto fervor por alegrarse del triunfo de deportistas nacidos en este inefable Reino de España. Ya lo dijo el clásico, «un patriota viene a ser un bodoque que se alegra por recibir su vecino una medalla». No obstante, como el que subscribe no anda escaso de curiosidad antropológica, e incluso posee el admirable anhelo de una sociedad un poquito más inteligente y menos alienada, se ve obligado a poner el foco una y otra vez en los llamados deportes de masas.
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