Resulta esperanzador que, en un universo cinematográfico plagado de cansinas sagas galácticas y superheroicas, cine de acción, tan espectacular como vacuo, y comedias no sobradas de inteligencia, una película tan interesante como El monje y el rifle, que se produce y se desarrolla en un país tan exótico y poco conocido como Bután, halle su cuota de distribución y seduzca a una parte del público para acudir a una sala de proyección (al menos en Madrid, el film fue estrenado el 2 de agosto y, en el momento de escribir esta reseña, todavía continúa en cartel). El argumento del film no tiene desperdicio: en 2006, al Reino de Bután no le ha alcanzado la modernidad y algunos pretenden que llegue de golpe, así el país se convierte en el último donde llega la televisión e internet e incluso se pretende instaurar la democracia. Por supuesto, los butaneses tienen su modo vida tradicional, en un entorno rural donde la religión, la familia y la comunidad tienen mayor peso que toda innovación política. Habrá quien quiere hacer una lectura reaccionaria de lo que en El monje y el rifle se nos propone, pero particularmente no estoy en absoluto de acuerdo, la cosa tiene demasiadas aristas. Mediante una sátira mordaz, Pawo Choyning Dorji, que escribe, dirige y produce el film, nos ofrece una crítica feroz a la modernidad e ironiza sobre ciertos aspectos de la vida tradicional.
Seguir leyendo El monje y el rifleCapitalismo libidinal (ahora trato de explicarlo)
Alguien dijo una vez que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin de eso tan nocivo que llaman capitalismo. Como los anarquistas no somos amigos de lo fácil, pero nos sobra imaginación, añadimos además a nuestro imaginario sin dudarlo el final de eso que denominan Estado. El caso es que alguien que creo que no se ha puesto la etiqueta de ácrata, pero que sin embargo nos está dejando una notable obra con una considerable carga libertaria es Amador Fernández-Savater. Uno se pregunta las discusiones que puede haber en su familia dado el discurso actual del padre, ese autor tan interesante que una vez escribió Ética para Amador y Política para Amador, a años luz de distancia de lo que proclama ahora el hijo. Este año, Amador ha pubicado Capitalismo libidinal. Antropología neoliberal, políticas del deseo, derechización del malestar donde muestra sus preocupaciones y nos ofrece el reto de combatir el maldito capitalismo en el ámbito del deseo. No cabe demasiada duda, a poco que lo pensemos, que nuestra vida está marcada por el mercado e incluso tenemos, Amador dixit, «nuestra propia concepción de nosotros mismos como capital humano que explotar». Digno de reflexión. Y es que, efectivamente, si logramos un cambio en las personas, difícilmente va a ser por una idea o por un dato, sino por afecto, experiencia y buscando ser sensibles a algo nuevo (y, claro, mejor).
Seguir leyendo Capitalismo libidinal (ahora trato de explicarlo)La fragilidad de la apuesta cínica
El cinismo ha formado parte siempre de la política institucional de derechas y de izquierdas, porque es una herramienta necesaria para la gestión estatal. El cinismo también es imprescindible para lubricar las relaciones sociales en el Capitalismo. Entonces ¿qué implica su presencia cada vez mayor en los movimientos y luchas que se dicen anticapitalistas? ¿qué efectos tiene? Y, sobre todo, ¿cómo se podría superar la lógica cínica?
Seguir leyendo La fragilidad de la apuesta cínicaAnarquismo y religión: otra vuelta de tuerca
No cabe ninguna duda de que el anarquismo moderno, con alguna excepción, se muestra contrario a la creencia religiosa, aunque matizaremos más adelante. El pensamiento anarquista es eminentemente naturalista (un término que, tal vez, gustará más que «materialista» si lo utilizamos en un sentido amplio); es decir, se esfuerza en buscar causas naturales en los fenómenos, sin incidir en las fantasías religiosas, y en transformar la realidad social desarrollando en un plano terrenal la acción y el pensamiento humanos (en lugar de trasladarlos a un plano sobrenatural).
En origen, el anarquismo radicalizó la idea de que la religión hacía más soportable a las personas los males de este mundo vendiéndoles la idea de una realidad ultraterrena en forma de paraíso; Marx, lúcidamente, consideró que se trataba de un alivio para el sufrimiento de las personas, pero caben pocas dudas de que se trata también de algo que ha servido a los poderes instituidos para mantener dócil a los humildes. Aunque la realidad es ahora mucho más compleja que este análisis, la gran pregunta de cara a una transformación revolucionaria de la sociedad es si la actitud religiosa ayuda en ese sentido. Volvamos al anarquismo clásico. No cabe duda de que la visión ácrata dirige sus furibundos ataques, sobre todo, al teísmo; a un Dios personal, omnisciente y todopoderoso, creador y legislador de los asuntos humanos (es la línea seguida por Feuerbach y Bakunin, aunque está implícito el rechazo a toda visión sobrenatural). Una excepción a este antiteísmo anarquista la constituye otro autor prestigioso, León Tolstói, que trató de conciliar el cristianismo con las ideas libertarias; su visión anarquista sobre la propiedad y el Estado quieren verse, tal y como señaló Kropotkin en su conocida entrada de la Enciclopedia Británica, tanto en los dictados de la razón como en las enseñanzas de Cristo. Las ideas anarcocristianas tolstoianas, como hemos dicho, pueden verse como la excepción de un anarquismo fundamentalmente antiteísta; resulta lógico expresarlo así, ya que el anarquismo moderno nace en Occidente, por lo que su visión contraria a la religión se centra principalmente en el monoteísmo.
No obstante, Carlos Malato, en su Filosofía del anarquismo, arremete sin ambages también contra el budismo y lo identifica con un deseo de humillación (el nirvana); la visión general en este texto es que la religiosidad acaba pronto suponiendo una actitud conservadora, aunque en origen se muestre como algo nuevo. Malato no parece realizar una crítica superficial, ya que reconoce que el budismo supone cierta concepción panteísta y materialista, aunque no le falta razón cuando señala su alteración posterior en base a elementos netamente religiosos. Malato, en su sencilla obra escrita a finales del siglo XIX, y que puede considerarse un breve compendio de la visión anarquista clásica, la fe religiosa deberá ser reemplazada por la libertad de pensamiento. Aníbal D’Auria, en «Introducción al ideario anarquista» (en Anarquismo frente al derecho, Libros de Anarres 2007), realiza un concienzudo análisis de la condición ácrata contraria a la religión, que puede resumirse en dos puntos sobre los que se dirige la más feroz crítica: la idea de un fundamento primero no material del mundo (dios, mundo de las ideas, divinidad…), y la idea de la perennidad de las almas (que pertenecerían a ese mundo ultraterreno y serían súbditas de una instancia trascendente). La concepción de la autoridad en Bakunin tiene su origen en esta visión religiosa, que luego supondría la aceptación, consciente o no, del poder político del Estado. El anarquismo clásico, volvemos a insistir, considera la historia de la humanidad como un despliegue de la razón (conteniendo esta la verdad, la justicia y la libertad) en la que se va apartando la religión, por necesaria que fuera en origen.
Las preguntas sobre la relación entre anarquismo y religión, bien entrado el complejo siglo XXI, y a pesar de ese código genético a tener en cuenta, siguen pendientes. Herbert Read, en Anarquía y orden. Ensayos sobre política, considera que la moral antecede a la religión y a la política, y estas intentarán determinar la conducta natural de la comunidad; es otra visión, para nada simple si leemos la obra mencionada, claramente naturalista. El anarquista Read, no obstante, critica una rígida visión del materialismo y apelará a cierto idealismo; piensa este autor que la sociedad necesita de algo parecido a la religión (el racionalismo y el escepticismo, por sí solos, no podrían para él ocupar su lugar), aunque dejando a un lado todo creencia sobrenatural, y que el anarquismo podía cubrir esa necesidad dando lugar a un nuevo tipo de comunidad humana. Así, el despliegue de la razón en la historia de la humanidad debería ir paralelo a un desenvolvimiento espiritual desprendido ya de toda connotación sobrenatural en el que el anarquismo, netamente humanista y naturalista a nuestro modo de ver, tiene mucho que aportar.
El anarquismo, necesariamente, mira hacia adelante, no puede mostrarse inmovilista, ni mucho menos reaccionario (otra gran pregunta es si hay alguna religión que no lo sea, directamente relacionada con una actitud conservadora ante la vida). Ha habido ciertos intentos de vincular las ideas anarquistas con ciertas religiones; más adelante hablaremos de otras, pero recientemente se ha publicado un libro llamado El islam como anarquismo místico; la tesis presente no está lejos de la mantenida por Tolstói en su momento sobre el cristianismo: se niegan las jerarquías terrenales, así como a la clase sacerdotal, pero se traslada la autoridad a Dios realizando una lectura libertaria de los textos sagrados. Son muchas las vueltas que se ha dado sobre la interpretación de la Biblia o del Corán y, aceptando que puedan existir enseñanzas valiosas en esos libros, también están plagados de contradicciones y hechos terribles; lo verdaderamente pernicioso es su visión acrítica como una verdad revelada, por lo que retornamos a una critica radical de la religión en uno de sus principales rasgos. Por otra parte, no es posible negar, en la historia de la humanidad y en sus manifestaciones culturales, que se han producido en todo tipo de comunidades, incluyendo las religiosas, algunos rasgos anarquistas como el apoyo mutuo, la horizontalidad, la justicia social o el cuestionamiento de la autoridad. Algunos autores anarquistas, como no podía ser de otra manera, se han ocupado de ello de forma rigurosa, como es el caso de Kropotkin.
No podemos estar más de acuerdo con Heleno Saña, aunque no compartamos su visión sobre la Iglesia Católica, ni tampoco del todo su idea del anarquismo moderno (no consideramos tan circunstancial su ateísmo), cuando considera que los anarquistas deben respetar la fe religiosa y, no solo jamás coaccionar a nadie, sino defender a los creyentes cuando estén amenazados. No obstante, no hay que confundir jamás la crítica a las ideas y creencias de las personas con una persecución a la persona ni una ataque a sus derechos. Una persona puede estar inspirada en las doctrinas históricas más diversas, incluidas las religiosas, y perfectamente tener una sensibilidad libertaria; no obstante, insistimos en la identificación del anarquismo con un radical espíritu crítico, con el libre examen, con la heterodoxia y con la consecuente imposibilidad de asentar verdades definitivas, por lo que tal vez de forma necesaria apuesta por una espiritualidad tan profunda como naturalista fundamentada en sólidos valores sociales. Alfredo D. Vallota, en «Reflexiones anarquistas», incide en esa espiritualidad profunda dentro del anarquismo, que le lleva, a pesar de su código genético ateo, a no observar la religión ni la idea de Dios de manera simplista.
Conclusiones
Claro que han existido personas y corrientes que han tratado, desde posturas religiosas de todo tipo, conciliarlas con el anarquismo. A pesar de ello, seguimos pensando que son muy difíciles de conciliar los códigos religiosos, especialmente sus dogmas y su culto al pasado. El misticismo es probablemente una tendencia muy humana, por supuesto, susceptible de ser criticada como creemos que realiza el anarquismo de forma radical; liberados de toda institución coercitiva, las personas son muy libres de pensar y desarrollarse como consideren más adecuado. No obstante, consideramos que el anarquismo, dentro de la sociedad plural en la que cree, y lejos de simplificaciones y de certezas, apuesta por una espiritualidad humanista y naturalista (ajena a lo sobrenatural) capaz de ocupar a nivel social el lugar de la religión y de convertir en realidad los más nobles valores humanos.
Capi Vidal
http://libreexamen.blogspot.com.es/2014/12/anarquismo-y-religion-otra-vuelta-de.html
Louise Michel y los Juegos Olímpicos 2024
He dejado pasar un tiempo para digerir que la Francia de Macron haya considerado a Louise Michel como una de las diez «heroínas doradas» de la historia francesa homenajeadas en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos.
Seguir leyendo Louise Michel y los Juegos Olímpicos 2024Sobre derivas autoritarias y autoritarismo
Ese concepto, el de «deriva autoritaria», gusta mucho a opinadores políticos de toda índole, de esos que proliferan como las setas en otoño. Así, a diestra y siniestra, según sean las simpatías del sujeto en cuestión, se aplica a uno u otro gobierno, mientras que uno, más bien sobrado de lucidez, se pregunta si en realidad el autoritarismo no es sencillamente inherente a todos aquellos que conquistan el poder manteniendo un Estado cada vez más fuerte. Cierto es que algunos gobiernos parecen respetar, al menos, un mínimo de libertades formales e, incluso, si no vociferas demasiado, toleran que uno se queje del sistema y el poder instituido. Se establece aquí una maldita paradoja y es que, principalmente, los anarquistas que somos los que estamos ahítos de tanta injusticia y estupidez, principalmente podemos crecer y desarrollarnos en esas sociedades donde el poder, seguramente por interés y de manera coyuntural, afloja y tolera ciertas críticas. Seguramente, conceptos como «democracia constitucional» o «Estado de derecho» son meras concesiones liberales de las élites políticas y económicas, por lo que lo dejaré claro. No estoy defendiendo sistema instituido alguno, lo que mantengo es que son necesarias al menos ciertas libertades, algo que la historia nos ha enseñado a poco que uno se esfuerce en mirarla bien, partir de ello para tratar de ir conquistando un mayor horizonte de una libertad inequívocamente unida a la solidaridad (es decir, a la de todos).
Seguir leyendo Sobre derivas autoritarias y autoritarismoPor un anarquismo resueltamente ecosolidario
En el mundo de hoy nada o casi nada es alentador, todo o casi todo es portador de desesperanza. Además de las guerras y los genocidios, que pueden culminar en un apocalipsis nuclear, las crisis virales y climáticas pueden convertir la Tierra en un planeta inhabitable.
Efectivamente, jamás la supervivencia de la humanidad ha estado tan amenazada como lo está hoy por la locura bélica y la desmesura del desarrollo capitalista. Una terrible y paradójica amenaza puesto que es el modelo civilizacional autoritario y capitalista de vida -dominante hoy en el mundo y supuesto promotor del bienestar humano- el que la ha hecho surgir y no para de promoverla. Al punto de que la humanidad se encuentra hoy ante el dilema de cambiar dicho modelo para sobrevivir o seguir manteniéndolo (pese a amenazar su supervivencia) y resignarse a correr ese riesgo existencial.
Seguir leyendo Por un anarquismo resueltamente ecosolidarioAnarquismo: educación, cultura y emancipación social
Desde sus orígenes, el movimiento anarquista ha profesado un amor apasionado por la cultura y la educación; no nos referimos únicamente a las manifestaciones culturales específicas dentro del anarquismo, sino a la cultura y el conocimiento de un modo amplio y liberador.
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Sobre las ideas de Carlos Díaz. Su entrevista
Hace unos días leí una entrevista que le hacen a Carlos Díaz (1). Como las nuevas generaciones no le conocen, os lo explico: es un filósofo que tuvo en el ámbito anarquista bastante presencia en los años setenta y hasta el año ochenta a través de la Editorial ZYX. Y ha escrito muchísimo sobre anarquismo, el que más posiblemente estando vivo. No sé si algún muerto habrá escrito más. Y lo saco a la palestra, porque Carlos Díaz es un anarquista católico. No cristiano: católico. O sea, de los que están dentro de la Iglesia de Roma, los Papas, y esas cosas. Es un anarcopapista. Es una criatura a la que hay que conocer, porque además, llevaba décadas sin saber de él.
Seguir leyendo Sobre las ideas de Carlos Díaz. Su entrevistaMiseria moral (definitivamente)
El caso del periodista ruso-español Pablo González, por circunstancias, lo seguí de cerca. Tampoco sé, a día de hoy, si mucha gente en este inefable país conoce que este reportero se ha tirado dos años y medio en una prisión polaca, en condiciones infrahumanas, acusado sin pruebas de espiar para el ejecutivo ruso y sin juicio alguno. Las enormes pruebas de que el periodista podía ser un espía ruso estribaban en su doble nacionalidad, ya que González es nieto de uno de los llamados niños de la guerra acogidos en su momento por Rusia duranta el transcurso del conflicto civil y social en España. Ha sido tanto el tiempo de este hombre encarcelado, desde los inicios de la invasión militar de Ucrania por parte del ejecutivo ruso, que el gobierno de Polonia pasó de ser uno calificado de extrema derecha a otro considerado de centro derecha. Mucho tiempo sin que el gobierno de España, ese tan progresista, moviera un dedo para su liberación o, ni siquiera, para que se celebrara un proceso judicial. Hace unos días, Pablo González fue al fin liberado en una operación de canje de presos entre Estados Unidos y Rusia; desde ese momento, la miseria moral se ha desatado a todos los niveles, digno de estudio en una sociedad saturada de información basura, con escasa actitud crítico, con pocos indicios de conciencia moral y con una clase política subordinada a intereses diversos.
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