Herbert Read: Al infierno con la cultura Cuadernos Arte Cátedra, Madrid 2011. 305 páginas.
Herbert Read es una interesante personalidad de la que ya nos hemos ocupado, especialmente de su pensamiento anarquista, en alguna ocasión. Al infierno con la cultura es una de sus obras fundamentales, en su faceta de crítico de arte Seguir leyendo Al infierno con la cultura→
Hay libros que me cuesta muy poco comprender que serán libros importantes para mí, que me ayudaran a organizar mi mirada de forma diferente, que me orientaran por nuevos caminos, seguramente difíciles de transitar. Porque cuando un libro rompe ideas preconcebidas te das cuenta hasta que punto se te hacía difícil pensar de otra manera. Este es el caso del libro de Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía[1].
Rudolf Rocker (1873-1958) es uno de los nombres fundamentales del anarquismo moderno. Esta excelente obra se publica por primera vez en un momento dramático, cuando la Guerra Civil de España está en su última fase y el fascismo va a derrotar a los trabajadores y campesinos del país; tal y como el mismo Rocker expresa en un epílogo realizado en 1947: «El pueblo español tuvo que seguir su valiente lucha por la libertad, dignidad humana y justicia social, casi con una sola mano, mientras que el resto del mundo observó pasivamente la desigual batalla».
Esta obra de Rudolf Rocker debería haber aparecido, en Berlín, en otoño de 1933. No es necesario explicar qué gran catástrofe impidió que viera la luz, el nazismo puso punto final a todo discusión libre de los problemas sociales. Precisamente, Rocker trata en el libro del totalitarismo estatal, del peligro de que la maquinaria política absorba toda expresión de la vida intelectual y social. El desarrollo económico y estatal de principios de siglo XX, con la gran guerra mundial y sus terribles consecuencias, suponen para Rocker la aceleración de ese proceso de anestesia y devastación del sentimiento social.
Biografía y antología de Mauro Bajatierra Morán, panadero anarquista, sindicalista, periodista de acción, apodado por Lucía Sánchez Saornil como «el último resistente de Madrid» en 1939. Escrito por el historiador y compañero, Julián Vadillo Muñoz! Esperamos os guste la idea, contamos con vuestro apoyo. ¡Salud!
Mauro Bajatierra Morán (Madrid, 1884-1939) fue un personaje clave para entender la implantación y desarrollo del movimiento obrero y libertario en Madrid en el primer tercio del siglo XX. Panadero de profesión, su capacidad y autodidactismo le llevó al conocimiento de numerosos idiomas y a colaborar desde muy temprano en la prensa, lo que hizo de Bajatierra un periodista al servicio de los trabajadores. Algunas de ellas incluidas en esta antología.
A pesar de su pertenencia a las sociedades obreras de panaderos de la UGT, Bajatierra impulsó la creación del Ateneo Sindicalista de Madrid y del Centro de Estudios Sociales de la capital de España. Su participación y testimonio son fundamentales para entender al movimiento obrero en la crisis de la Restauración. Militante de la masonería, Bajatierra fue acusado sin pruebas de haber participado en el atentado contra el presidente del gobierno Eduardo Dato, saliendo absuelto de estas acusaciones. Escribió la obra “¿Quienes Mataron a Dato?” incluida en este libro.
Durante la dictadura de Primo de Rivera, su labor fue fundamental en los contactos que la oposición republicana tuvo con el movimiento anarquista, siendo uno de los fundadores de la FAI, la Federación Anarquista Ibérica, en 1927. Crítico con las medidas del gobierno republicano-socialista desarrolló a partir de 1931, el anarquista madrileño se mostró siempre partidario de la alianza revolucionaria entre la CNT y la UGT, participando también con su pluma en numerosos periódicos de la época.
La Guerra Civil fue el epítome de su carrera. Corresponsal de guerra para el periódico CNT, sus crónicas fueron de las más afamadas en la época. Igualmente, las actividades de Bajatierra se centraron en la literatura, siendo autor de numerosas novelas cortas, cuentos infantiles y obras de teatro, algunas de las cuales alcanzaron importante fama en la época. Su asesinato el 28 de marzo de 1939 en Madrid, a las puertas de su casa, hacen de Bajatierra una de las primeras víctimas del fascismo en la capital de España. Y como le apodo Lucía Sánchez Saornil: “El ultimo resistente de Madrid”.
Antonio Altarriba no debería necesitar presentación, ya dediqué una reseña a su estupenda “El arte de volar”, dedicada a su padre, díptico que completó más tarde con “El ala rota”, dedicada a su madre. Voy a reseñar ahora su trilogía, creo que etiquetado como “egoísta”, que pienso que no puede dejar indiferente a nadie y creo que, más bien, impresionará a la mayoría. El dibujo de los tres volúmenes corresponde al veterano Keko, seudónimo de José Antonio Godoy Cazorla, que me parece también muy notable, acorde con la atmósfera y el universo que Altarriba ha querido crear.
Nadie es responsable de esto en sociedades donde impera la corrección política, la permanente necesidad de autoestima y filosofías positivas de lo más detestables. Este es el contexto donde Altarriba, en “Yo, asesino”, nos muestra que el asesino en serie, que tanto prolifera en la ficción contemporánea, es un síntoma de la falta de interés por profundizar en los mecanismos del mal, de tantos males presentes en la sociedad, y en nuestra propia responsabildad e implicación en ello.
La RAE define al cuerpo como un conjunto de partes que forman un ser vivo, se puede agregar a este concepto inicial, el lenguaje simbólico significado por la cultura, estableciéndolo entonces, como una categoría política. Por ello, el cuerpo lo podemos considerar como lugar de lo político.
He leído dos veces seguidas el libro de Fernández-Savater: Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política[1]. La primera lectura fue de asombro, la segunda de reflexión y de tomar notas, también de placer al ir repensando, reimaginando y re-creando lo que había subrayado en la primera lectura. Soy consciente de que ha sido una lectura apasionada (sí, vehemente; pero con una vehemencia llena de alegría, sin perturbación alguna) y, por tanto, subjetiva. Digo esto porque es posible que a otras personas con otras trayectorias y otros intereses, el libro de Fernández-Savater no les apasione como a mí, o quizás, más. Ya sabemos que nunca hay una lectura igual y que el libro, en gran parte, lo construyen quienes lo leen. El caudal de posibilidades que ha sabido «encauzar» el autor es tan rico que solo recogeré retazos para animar a su lectura. I. Repensar El libro incita a repensar algunos aspectos de la lucha social y política. «Pero ¿qué es luchar? Podemos pensarlo así: es un acto de interrupción colectiva de las maneras establecidas de ver y vivir, una forma de parar el mundo…» (p. 17). Solo he vivido dos momentos en los que he sentido que se paraba el mundo: en la llamada «Transición», etapa que se abrió a la muerte de Franco, y durante el Movimiento 15 M. En la primera ocasión era tan joven que pensé que había sido una alucinación, unos 35 años después supe que era una realidad emocionada y posible. Ambas experiencias acabaron con ciertos cambios políticos y el ritmo del tiempo volvió a la monotonía… pocas cosas cambiaron. Este libro es fuente de inspiración para entender la agobiante política: del orden de la gestión dentro de un marco-argolla dado como necesario e inevitable. Mejor optar por la politización: hacerse preguntas radicales sobre lo existente. Repensar, o mejor confirmar certezas, que hace tiempo van definiendo mi manera de investigar: [basado en un libro de Eugenio Trias]: solo el historiador o investigador enamorado puede revivir un momento o una época. Hay vida si sigue pasando electricidad entre el pasado y el presente. Reinventar una memoria activa, reproponer historias del pasado para el presente. Fernández-Savater es un mago mezclando continuamente su palabra con la de otras personas, me gusta mucho esa manera de fusionar palabras sin la pesada losa de citar continuamente las palabras ajenas pero señalando en cada capítulo a los autores y autoras que le han ayudado a repensar y me van a ayudar a mí a hacer lo propio. II. Reimaginar Fernández-Savater reimagina la revolución, el nosotros, el enemigo, la organización, la estrategia, el conflicto, las tácticas. Elementos que son necesarios para la lucha pero que es necesario desbrozarlos de tantas concepciones que han llevado a la izquierda al fracaso en demasiadas ocasiones. Toma el autor de Gilles Deleuze esta afirmación de la que se puede partir para reimaginar: «Hay imágenes de pensamiento que nos impiden pensar». Estas «imágenes» son ideas preconcebidas. Organizan nuestra mirada: lo que vemos y lo que no, lo que valoramos y lo que no. También nos ayudan a orientarnos (o a desorientarnos), a movernos en lo real. Para pensar, para cambiar necesitamos dotarnos de otro imaginario: imágenes que organicen nuestra mirada de otro modo, que nos orienten en sentido diferente (p. 41). Y encontramos en todos los capítulos del libro propuestas, ideas, imágenes de cambio que no quieren cerrarse sobre sí mismas sino dejarlas abiertas y en construcción permanente. Sabemos el mal resultado de las teorías cerradas y acabadas que derivaron en distopias pese a sus planes emancipadores. Sabemos de los fracasos que conlleva separar a los que piensan de los que ejecutan y las construcciones jerarquizadas y totalitarias a las que da lugar. Conocemos en qué han acabado las noches gloriosas de «toma del poder» de las revoluciones clásicas. El autor propone diversas fuentes de inspiración en ese depósito de saberes que es el pasado y que hay que actualizar para el hoy. Pero también el Movimiento del 15 M se convierte en manos del autor en una fuente de imaginación y reimaginación necesaria que puso en práctica espacios de subjetivación, de transformación de los lenguajes, las percepciones y los comportamientos (dixit Jacques Rancière).

III. Re-crear
He leído dos veces seguidas el libro de Fernández-Savater: Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política[1]. La primera lectura fue de asombro, la segunda de reflexión y de tomar notas, también de placer al ir repensando, reimaginando y re-creando lo que había subrayado en la primera lectura.
Podría decir que está por estudiar la poderosísima relación del mundo anarquista con la palabra escrita. En realidad, y sin embargo, menudean los estudios al respecto. Desde tiempo inmemorial, allí donde ha habido, y donde hay, un grupo anarquista ha habido también una imprenta, una editorial, una revista y una vietnamita que permitía multiplicar las octavillas. El peso del fenómeno ha sido tal que me atrevo a adelantar que la imagen saludable que muchos de nuestros abuelos -y abuelas- libertarios siguen conservando entre nosotros algo le debe a un esfuerzo alfabetizador y culturizador estrechamente vinculado con libros y folletos, y protagonizado por gentes que se levantaron clara y hermosamente por encima de sus posibilidades.
Algo de eso ha llegado hasta nuestros días, y a mi entender lo ha hecho en virtud de tres canales diferentes. El primero nos habla de la pervivencia de un mundo editorial sorprendentemente fuerte. Siguen siendo muchas las editoriales de corte libertario que publican con talento y con mucho, pero que mucho, trabajo voluntario. Al respecto no está de más comparar lo que se edita en ese mundo con lo que sacan de las imprentas las fuerzas políticas al uso. Pese a su aparente modestia, cuantitativa y –creo yo- cualitativamente el mundo libertario gana de calle.
El segundo de esos canales que invocaba remite a la condición de un puñado de librerías que resisten heroicamente. Aun a sabiendas de que la lista es más larga, pienso en lo que significan LaMalatesta en Madrid y La Rosa de Foc en Barcelona. Pero podría proponer ejemplos de otras localidades de la piel de toro y de otras ciudades del mundo. En semejante escenario, y entre tanto, no parece que los malos tiempos que comúnmente se le auguran al libro hayan llegado para quienes tanto empeño han mostrado en seguir difundiendo las obras de Bakunin, de Kropotkin, de Louise Michel o de Emma Goldman.
Me interesa, con todo, prestar singular atención al tercer canal, que no es otro que el que proporcionan las ferias, los encuentros, del libro anarquista que, en el caso español, se celebran cada año, desde hace un tiempo, en un centenar de localidades. No sólo sirven, por cierto, para difundir las publicaciones de las editoriales de corte libertario: se han convertido a la vez en un genuino y transversal espacio de intercambio de opiniones en un mundo a menudo dividido y sectario. Qué hermoso sería que un movimiento como el que me ocupa levantase el vuelo, en un grado u otro, gracias al libro.
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general