«Por lo demás, no me quedo ocioso y trabajo mucho. En primer lugar, estoy escribiendo mis memorias, y en segundo —si las fuerzas me lo permiten— me preparo a escribir las últimas palabras sobre mis convicciones más profundas. Y leo mucho. Actualmente estoy leyendo tres libros a la vez: la Historia de la Cultura Humana de Kolb, la Autobiografía de John Stuart Mill y a Schopenhauer… Ya estoy harto de enseñar. Ahora, viejo amigo, en nuestros días de vejez queremos comenzar a aprender de nuevo. Es más entretenido» (M. Bakunin Carta a Nikolai Ogarev. 11 de noviembre de 1874).
Seguir leyendo Explotación y gobierno: El contrato social y la bondad o maldad humanaTodas las entradas de: Capi Vidal
Fascismo por doquier
Lo siento, pero se me llevan los demonios con el uso, excesivo y más bien irreflexivo, del término «fascista». Nos encontramos ya acabando el primer cuarto del siglo XXI y resulta habitual escucharlo, hay quien dice que incluso de forma más habitual que cuando, hace cosas de cien años, existía de verdad la barbarie fascista. ¿Qué se pretende con dicha comparación en plena posmodernidad? Es tan sencillo como que, de esa manera, acabas desprendiendo al concepto de contenido y le das armas al contrario para que te ridiculicen. La muy difícil de describir presidenta de la Comunidad de la capital de este inefable Reino de España, que puede ser una simple títere, pero cuyos hilos los maneja gente tan perversa como ladina, lo dejó muy claro sin el menor asomo de vergüenza: «si te llaman fascista, es que lo estás haciendo bien». Lo que cierta izquierda, congratulándose, quiso ver como un reconocimiento, se trataba en realidad de una maniobra tremendamente efectiva. Se estarán revolviendo en su tumba, debido a unos y otros, los que verdaderamente combatieron el fascismo. Me recuerda a cierta comedia televisiva donde un tipo viaja al pasado, para encontrarse con una versión suya más joven, y acabar avergonzándose de sí mismo por tildar casi todo de fascista. Sí, todos hemos sido jóvenes e irreflexivos y la palabra de marras resultaba demasiado jugosa para evitar emplearla y dejar claro, orgullosos, nuestro imaginario político netamente izquierdista.
Seguir leyendo Fascismo por doquierNo era una guerra, era un plan. El genocidio como estrategia
El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 181, en virtud de la cual se acordaba dividir el Mandato británico de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe. Pese a que los judíos poseían únicamente un 7% de las tierras palestinas en ese momento, la Resolución les otorgó el 55% del territorio, con el apoyo de Estados Unidos y la URSS – quien lo vio como una forma de debilitar a Gran Bretaña – y el rechazo de la comunidad árabe.
Seguir leyendo No era una guerra, era un plan. El genocidio como estrategiaEl feminismo no nos salva de todo, ni siquiera en los espacios liberados
Vaya por delante que escribo este texto con muchas ganas, pero también con mucho cuidado. De ninguna manera querría que estas líneas se entendieran como un ejercicio de sentar cátedra, sino, más bien, como un intento de abrir interrogantes, de compartir dudas y de pensar acompañada. Ni siquiera lo que parece que afirmo de forma tajante ha de ser entendido de manera dogmática. Empleando una expresión de Antonin Artaud, ardo en preguntas. También, y antes de empezar, querría agradecerle a mi amiga Marina Acero su lectura atenta y critica de este artículo y las conversaciones a las que este tema ha dado lugar.
Al lío, pues.
Seguir leyendo El feminismo no nos salva de todo, ni siquiera en los espacios liberados¿Hay un lado correcto de la historia?
Cuando el que suscribe escucha la frasecita de marras, «el lado correcto de la historia», expresada usualmente por alguien bien pagado de sí mismo asegurando estarlo, es como para echarse a temblar. Últimamente la pronuncia el inefable Pedro Sánchez, pertinaz presidente del Gobierno del Reino de España, pero también la oí de boca del no menos indescriptible Juan Carlos Monedero, palmero mayor de Nicolás Maduro (otro que debe estar en ese lado y a qué precio). No puedo evitar rememorar aquella máxima pronunciada por Fidel Castro: «la historia me absolverá»; debe ser algo así como «no importa las barbaridades que podamos hacer en el poder, todo tendrá al final una justificación y habrá merecido la pena». Pues no, no la tiene, ni en fines, ni mucho menos en medios, por eso uno, sin asomo de disculpa, es un ácrata irredento con esos inevitables tics nihilistas. Lo más gracioso y paradójico para los tremendamente progresistas Sánchez y Monedero es que la sentencia en cuestión, me refiero a estar en el lado correcto de esta convulsa historia de la humanidad, alude al libro de un ultraconservador estadounidense llamado Ben Saphiro. En la obra, sin asomo de vergüenza, se sostiene que todo lo maravilloso de la humanidad se ha hecho en Occidente y corresponde a los valores judeo-cristianos; creo que también menciona a Grecia, pero bueno, esto es por la visión pueril de que la razón brota en el ser humano pasando del mito al logos por obra y gracia, es de suponer, divina.
Seguir leyendo ¿Hay un lado correcto de la historia?Redes Libertarias entrevista al Ateneo Al Margen
Redes Libertarias (RRLL): ¿Cuándo surge el ateneo Al Margen?
Ateneo al Margen (AAM): Aunque el Ateneo empieza a programar actividades abiertas al público a partir de 1986, lo cierto es que el proyecto se va materializando ya en los años previos. Como primera referencia se puede citar la realización de la Semana Cultural de CNT (cine Alameda, 1980) por un grupo de militantes anarcosindicalistas de Valencia, cuyo núcleo organizativo también estaría en el nacimiento de Radio Klara en 1982. Los impulsores de estas iniciativas toman contacto con otras personas del ámbito libertario valenciano (unas de CNT, otras no) con el propósito de fortalecer el colectivo y dotarlo de un local estable y amplio, donde se puedan desarrollar el máximo de actividades de tipo cultural y artístico, al mismo tiempo que sirva de espacio para la difusión de las ideas anarquistas.
Seguir leyendo Redes Libertarias entrevista al Ateneo Al MargenPaul Goodman y los males de la civilización tecnológica
Paul Goodman insistía en las condiciones «deshumanizadoras» de la sociedad moderna, ya que la presión social y tecnológica acaba determinando nuestra conducta; es lo que denominaba un proceso (negativo, claro está) de socialización. Si la ciencia social se ocupa de la tensión entre la condición humana y las instituciones, esforzándose por lo tanto en ser siempre práctica y política, en la sociedad ideal existirá poca ciencia social, ya que las instituciones realizarán y promoverán las facultades humanas.
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Ursula K. Le Guin: mucho más que ciencia ficción
La obra de Ursula K. Le Guin (1929-2018) es reconocida por sus aportes literarios en la ciencia-ficción, como es el caso del llamado ciclo de Ekumen (a la que pertenece la famosa novela Los desposeídos).
Son conocidas las simpatías de Le Guin por las ideas anarquistas, a las que ha definido como las más humanas, complejas e interesantes de todas las teorías políticas.
Seguir leyendo Ursula K. Le Guin: mucho más que ciencia ficción¿Monarquía o res publica?
Algunas fuerzas políticas siguen dando la matraca con un posible referéndum sobre la elección de un sistema monárquico u otro republicano. Por supuesto, como en toda consulta al pueblo las opciones son constreñidas, ya que se limitan a dar a elegir entre una forma de Estado u otra. Es decir, o una dominación u otra. Como uno tiene una arrogante condición ácrata y nihilista, se niega a adherirse a principio trascendente alguno. Tampoco en política, qué le vamos a hacer. Es cierto que asquea bastante este inefable país en forma de reino, y con mayor motivo si recordamos los vínculos borbónicos con la ignominia histórica. ¡Ah, la memoria histórica! Cómo pedirle a las personas que recuerden lo que ocurrió hace cien años, si no parecemos capaces de reconocer a personajes infames recientes en este país para volver a tropezar una y otra vez en la misma piedra. Hagamos, no obstante, un poco de memoria. Probablemente, si uno hubiera vivido cuando el republicanismo debió emerger en tierras hispanas, allá por el tercer tercio del siglo XIX, la cosa hubiera sido diferente. La condición verdaderamente democrática y social de aquella militancia republicana, al menos, hubiera tenido que despertar ciertas simpatías entre los libertarios. Hasta uno, escéptico y nihilista hasta los tuétanos, hubiera cedido un poquito.
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Los anarquistas fueron, quizá, los primeros en denunciar el sistema burocrático y totalitario consecuencia de la Revolución rusa, que acabó con toda oposición, y los mismos libertarios sufrieron la represión. A pesar de todos los mitos que se produjeron en los años posteriores, llegando todavía hasta el día de hoy, la verdad estaba accesible para quien quisiera conocerla; precisamente, para una auténtica sociedad libre de explotación, es necesario insistir en esos hechos históricos donde se confió, incluso de manera exacerbada, en el autoritarismo. En 1905, en un primer momento revolucionario en Rusia, los anarquistas saludaron con entusiasmo el levantamiento espontáneo de las masas, en el que creyeron ver una plasmación de las ideas de Bakunin; sin embargo, no se produjo un movimiento libertario cohesionado y, después del fracaso revolucionario y de la consecuente represión, entrarían los anarquistas en un letargo hasta 1917. El fin de la monarquía, y el posterior derrumbamiento de la autoridad política y económica, hizo confiar a los ácratas en que el momento definitivo ya había llegado: se emprendió la tarea de acabar con el Estado y de dejar los medios de producción, campos, fábricas y talleres, en manos del pueblo. En la etapa de la insurrección y de la guerra civil, los anarquistas intentaron con todo su empeño llevar a cabo su programa de «acción directa»: control obrero de la producción, creación de comunas libres en el campo y en la ciudad, combate sin cuartel contra los enemigos de la sociedad libertaria… Desgraciadamente, frente a los intentos de construir una sociedad de libertad e igualdad plenas, la imposición bolchevique condujo a un nuevo despotismo levantado sobre las ruinas del viejo.
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