Muchas cosas se me hicieron nítidas cuando pude diferenciar ideas de ideología. Igual quien me lee lo ha tenido siempre claro y piensa que es una simpleza lo que planteo: la oposición entre idea e ideología, o como dice Furio Jesi: «entre la epifanía inmediata de la idea y su endurecimiento en el canon ideológico, por lo tanto, entre novedad y continuidad (…)»[1].
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Nuevas formas de dominación
Hay cierta izquierda que asegura que el poder político se encuentra subordinado al poder económico y, claro, eso justificaría que los grandes gobernantes progresistas poco puedan hacer, en cuanto a un cambio verdadero, una vez que han llegado al poder. Yo pienso más bien, de forma obvia, que ambos poderes se encuentran fusionados. Gobierne quien gobierne. Debería ser evidente, a estas alturas, el hecho de que hace ya tiempo que los que aspiraban a manejar el cotarro tenían que innovar una nueva modalidad de gobernabilidad (algunos lo llamamos dominación) propiciada por la propia transformación del Estado y por el nuevo contexto de auténtica revolución tecnológica e informativa. No dejaremos de insistir en que la dominación (algunos lo llaman gobierno), por muy sutil y democrática que se presente tratando de integrar a los propios sometidos en sus estructuras, asegura que, en última instancia, las decisiones políticas y económicas continúen estando en manos de una minoría.
Seguir leyendo Nuevas formas de dominación¿Y qué nos espera en el feliz año nuevo?
Ahora que está a puntito de acabar el feliz 2023 voy a recopilarlos mis impresiones de este año.
1º Los Estados, son la peste. No solo Rusia y Ucrania siguen enzarzadas en una guerra estúpida y sin motivos de peso. Millones de hectáreas sembradas de metralla y de uranio empobrecido, ciudades liberadas demolidas, poblaciones huyendo, miles y miles de muertos, de heridos graves, de enfermos mentales despuntando o declarados… Un montón de tíos pelándose de frío en las trincheras, esperando que un dron les vuele la cabeza, o que un spetsnaz les corte el cuello. Y eso se repite en unos ochenta conflictos bélicos de diversa consideración, mundiales. Bueno, si es en verano, se asan de calor.
Seguir leyendo ¿Y qué nos espera en el feliz año nuevo?La lucha de clases hoy y el anarquismo
¿Qué podemos decir hoy sobre la lucha de clases? La propia aclaración, por parte de algunos anarquistas, de que ellos sí están a favor de la lucha de clases es una invitación ya al debate, siempre saludable desde la perspectiva libertaria.
Desde sus orígenes, el anarquismo se ha opuesto a la sociedad de clases, y ha combatido cualquier forma de alienación y explotación; es así, por ser una variedad del socialismo, que confía plenamente en la libertad y espontaneidad de las personas, lo que le diferencia de otras corrientes. La cuestión es si esta visión tradicional sobre la explotación y la lucha de clases se ha visto tan influenciada por el marxismo, y su visión de que los trabajadores se vuelven inevitablemente revolucionarios, que hoy es un obstáculo primordial para la transformación social. El anarquismo no se limitó nunca a señalar solo la explotación económica, por lo que el antagonismo de clase bien se podría sustituir (o, mejor, extender) a la lucha por acabar con la dominación. Es cierto que este análisis, tal vez demasiado elemental, lo realiza a priori la mayor parte de los anarquistas, pero bien merece la pena insistir en ello una vez más.
Nos gustan demasiado las etiquetas, y los apelativos que acompañen a la palabra anarquista, por lo que tratemos de observar el asunto desde una perspectiva amplia. Cuando se realiza esta crítica, no estamos diciendo que la clase trabajadora hoy, bien entrado el siglo XXI y en lo que algunas llaman sociedad posmoderna y posindustrial, ya no existe. Sería una soberana estupidez afirmar tal cosa, lo mismo que asegurar que el poder tampoco; no existe el poder al modo tradicional, al menos no de una manera obvia, ya que ha sufrido su propia evolución integrando en él a las personas (el Estado «democrático» es eso). Lo mismo ocurre con el capitalismo y con la clase trabajadora, o más concretamente con el proletariado; ha habido muchos cambios, económicos y sociopolíticos, desde esa visión socialista que consideraba que sería el sujeto protagonista de la revolución. Insistiremos en que el anarquismo marcó la diferencia, pero es posible que gran parte de él sí se viera influenciado por esa visión. Seguir pensando que los trabajadores, los explotados, en su antagonismo de clase pueden acabar generando una conciencia revolucionaria (y, más importante, libertaria) resulta hoy ingenuo.
Cristianismo (y distorsión moral)
Ahora que está a punto de celebrarse no sé muy bien qué, sobre el mito del cristianismo, y mientras en la tierra donde supuestamente nació masacran al pueblo palestino ante la indiferencia generalizada, no está demás lanzar unas reflexiones al respecto. Antes de nada, un lúcido comentario apriorístico ante las acusaciones de todos esos bodoques sobre que criticamos fácilmente una religión mientras con otras, supuestamente, no nos atrevemos. Y es que, de forma obvia, uno lanza exabruptos sobre las creencias e instituciones que sufre con mayor fuerza, máxime si pretende ser toda una luz civilizatoria como es el caso del cristianismo (en este inefable país, llamado España, sabemos mucho de eso). Diremos, por supuesto, que hay que combatir otras religiones, como es el caso de la musulmana, máxime con las teocracias que perviven en el siglo XXI y con la guerra santa proclamada por unos cuantos fanáticos dispuestos a hacer cualquier barbaridad en nombre de ella, algo por otra parte que también han hecho históricamente los seguidores de ese personaje de ficción evangelizadora llamado Jesús. Aclarado esto, vamos allá. Ya el gran Bertrand Russell lo dijo hace casi un siglo, pero trataremos de señalar de nuevo lo evidente ya entrado el nuevo milenio. Las brillantes diatribas de hoy no serán contra la religión en general, con sus peculiares fantasías sobre seres sobrenaturales y sus sueños sobre la inmortalidad, más bien sobre la figura que ha conformado culturalmente eso que llamamos Occidente.
Seguir leyendo Cristianismo (y distorsión moral)El antifascismo acabó con la revolución
Hay términos que para la izquierda son intocables, uno de ellos es el de antifascismo. Os preguntaréis porqué vengo a sembrar dudas sobre este término, ¿quién no se siente bien bajo el paraguas del antifascismo? ¿quién no comparte su carácter mítico y heroico que procede del siglo XX?
Hace tiempo que empezaron mis dudas, pero sabedora del «jardín» en el que me iba a meter, preferí mirar hacia otro lado.
Seguir leyendo El antifascismo acabó con la revoluciónUna dosis de nihilismo para el anarquismo
Los motivos por los que tantas personas se entregan a causas trascendentes (póngase aquí el término que se quiera, todos trasuntos de la vieja idea de Dios), ajenas en mi opinión a todo valor libertario, se nos antojan tan abstrusos como irritantes; por ello, tal vez el anarquismo necesite siempre de cierto nihilismo, la permanente reflexión crítica con los valores instituidos con el objeto de que germine un nuevo horizonte libertario.
Israel asesina periodistas mientras Europa los encarcela
“Solíamos tener grandes sueños, pero ahora el único sueño que nos queda es que, cuando nos maten, nuestro cuerpo no se rompa en pedazos para que nos puedan identificar”. Estas palabras las profirió la periodista y podcaster palestina Ayat Khaddoura, en un vídeo de Instagram que tituló “Mi último mensaje al mundo”, publicado el pasado 6 de noviembre. Una semana después, un ataque aéreo israelí acabó con su vida.
Seguir leyendo Israel asesina periodistas mientras Europa los encarcela¡Eres un sofista!
Recientemente, asistí a una acalorada discusión en una barra de un bar entre dos parroquianos, que no estoy seguro, pero creo que versaba sobre eternas rivalidades balompédicas. El caso es que, en pleno combate dialéctico, uno de ellos le espetó al otro: ¡eres un sofista! Un instante de tenso silencio parecía la antesala de una ensalada de bofetadas, cuando decidí intervenir raudo y veloz. Con una amplia sonrisa, les dije que, tal vez sin pretenderlo, habían tocado uno de mis temas favoritos. La palabra «sofista», en su sentido negativo, que alude a una persona que emplea un razonamiento falso con apariencia de verdad (es decir, un «sofisma»), llega a nuestro días. En mi opinión, continué alegremente mi discurso, esa mala prensa de los sofistas, filósofos de la Antigüedad, se debe a la imagen que de ellos quisieron dar autores como Platón o Jenofonte, pero también a la mala interpretación de sus frases. Como, entre palabra y palabra, puede ver que aquellos dos tipos adoptaban un ambiguo gesto, entre la perplejidad y el interés, me animé a continuar. Los sofistas, al contrario de lo que se ha sostenido de manera simplista y reduccionista, no representan un cambio de interés en la filosofía respecto a sus precedentes.
La negación de toda necesidad histórica
Resulta curioso que los anarquistas, o al menos gran parte de ellos, a pesar de su repulsa a toda dominación, hayan analizado que la llamada «voluntad de poder» es uno de los estímulos más fuertes en el desenvolvimiento de la sociedad humana. A pesar de su importancia, y de ser de alguna manera la esencia del socialismo, se critica la rígida visión de Marx, según la cual todo acontecimiento político y social es únicamente el resultado de las condiciones económicas.