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Negocios sangrientos

Al parecer, al mismo tiempo que el superviviente al frente de este inefable país, Pedro Sánchez, supuestamente, criticaba al Estado de Israel y apoyaba al pueblo palestino, el Ministerio de defensa español corroboraba la compra de no sé cuántos misiles a una empresa hebrea. Para quien quiera confirmar la información, no la busquéis en los inicuos medios generalistas, haced un poquito de esfuerzo. Para mayor complicidad genocida, dichos misiles, utilizados por las fuerzas armadas israelíes, tienen el reclamo en el mercado internacional de haber sido probados en combate y todos sabemos lo que eso significa en cuanto a crímenes de guerra (valga el pleonasmo). Israel es toda una potencia en lo que atañe a la industria armamentística, y también en el control de las fronteras, y la complicidad con los principales países de la vieja y mezquina Europa es manifiesta. España, por supuesto, gobierne quien gobierne, no es ninguna excepción. Hay algunos Estados, como es el caso de Noruega, que se niegan a exportar armas a Israel; sin embargo, la cosa tiene trampa a nivel industrial cuando hay ciertos chips, u otros componentes de los armamentos, fabricados en el país escandinavo, o en muchos otros como es el caso de España, que pueden perfectamente acabar en armamento utilizados por las fuerzas israelíes.

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Antropología de la anarquía

Mi objetivo en este texto es presentar algunas ideas con respecto a la anarquía en la organización humana y considerar qué es o qué podría ser una antropología anarquista. Procederé en dos pasos: en primer lugar, examinaré las relaciones que ha habido hasta ahora entre el anarquismo y la antropología; en segundo lugar, esbozaré una hipótesis tentativa sobre las sociedades anárquicas (aquellas Seguir leyendo Antropología de la anarquía

La indignante mistificación de la condición libertaria

El éxito de Javier Milei, un peculiar economista reconvertido en político, en las elecciones argentinas ha traído a la actualidad, y exacerbado, algo que solo puede enervar a alguien con un mínimo de conocimiento político y sensibilidad social. Esto es, la apropiación por parte de vulgares ultraliberales del término libertario(1) y su reproducción, totalmente acrítica, por parte de los medios generalistas en su sentido fraudulento con, desgraciadamente, notable calado en un imaginario popular no siempre sobrado de bagaje moral e intelectual(2). Aunque no pocas veces podamos usar en el lenguaje lo libertario como sinónimo de anarquista, puede venir al caso la distinción que Carlos Taibo ha realizado en ciertas ocasiones y con la que podemos estar muy de acuerdo. Así, aunque, efectivamente, en nuestro idioma libertario y anarquista resultan prácticamente sinónimos, podemos considerar anarquista a alguien que conoce bien las ideas y las prácticas históricas adscritas a dicha filosofía (término que me resulta francamente preferible a los de doctrina o ideología), mientras que aquellas personas esforzadas en organizar la sociedad desde abajo, trabajando por la autogestión y el apoyo mutuo, podemos tenerlas, conozcan o no a los grandes pensadores ácratas, como inequívocamente libertarias. Realizando esta aclaración tan precisa, no podemos menos que preguntarnos cómo es posible, no ya solo esa indignante mistificación de la condición libertaria, también que se presenten como abanderados del concepto más amplio de libertad los partidarios de un capitalismo sin barreras, tantas veces asociados con la derecha más reaccionaria. Es más, la apropiación libertaria llega hasta el punto de usar una retórica con nociones como gestión por parte de la sociedad civil, libre contrato o cooperación social, además de no tener ningún problema en considerarse como auténticos rebeldes(3) ante la opresión estatal, aunque su intención sea de forma obvia cambiar una dominación por otra de carácter privado. Y es que esta gente, que a partir de ahora para entendernos vamos a llamar pseudolibertarios, no tarda mucho en colar el sacrosanto respeto a la propiedad privada, por encima de cualquier consideración moral, e identificar su idea de libertad casi de manera exclusiva con la práctica capitalista. Esto nos da una idea de lo que se quiere vender a infinidad de personas, que parecen dispuestas a comprar el mezquino discurso del individuo emprendedor capaz de acumular riqueza, aunque la triste realidad para la mayoría de la población sea estar condenado a vender su fuerza de trabajo en el “libre” mercado. No parece ser de otro modo, la aparente seducción de discursos como el de Milei hacia un público despistado, cuando una reciente entrevista en Twitter al economista argentino, obviamente muy preparada por un comentarista ultraconservador llamado Tucker Carlson para vender en Estados Unidos a un tipo ahora reconvertido en político, ha sido la más visitada en la historia de la red social; nos preguntamos lo que puede pasar por la cabeza de esos cientos de millones que han escuchado un discurso plagado de simplezas, comentarios grotescos y análisis de trazo grueso(4).

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¡Revolución, revolución, revolución!

Enfrentarse desde la historia a la investigación de una revolución como la que se produjo en España a partir del 19 de julio de 1936, implica tener claro qué se entiende por «revolución». Tan importante es, que hay que dilucidar incluso si hubo tal revolución. Para algunas personas que vivieron los hechos, la revolución se prolongó durante meses (es bastante frecuente que se considerara que se prolongó hasta mayo del 37: unos diez meses escasos) e incluso años (hasta el final de la Guerra Civil). Para algunos historiadores la revolución quedó limitada al verano del 36 (julio, agosto y septiembre): así quedó recogido en el emblemático título de la obra de Hans Magnus Enzensberger: El corto verano de la anarquía. Vida y muerte de Durruti. Incluso, algunos más atrevidos señalan que no hubo revolución porque fue traicionada desde el principio al optar la CNT y la FAI por el frentepopulismo que pronto los llevó a los gobiernos.

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Redes Libertarias. Tejiendo redes de afinidad en el movimiento libertario

Nace Redes Libertarias, colectivo que busca tejer redes de afinidad en el movimiento libertario con una revista digital y un sitio web, así como con la divulgación de otras muchas iniciativas

Somos un colectivo de afinidad que se basa en las similitudes ideológicas entre las personas que lo componemos, desde el reconocimiento de nuestras diferencias, tomando en consideración y aceptando el temperamento, las diferentes formas de sensibilidad, los diferentes rasgos de carácter y las diferentes maneras de integrarnos con las demás. La asociación basada en la afinidad debe ser el arte de despertar en cada persona la capacidad de movilizar recursos nuevos, positivos y portadores de libertad y de vida.

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Evitemos el colapso (sobre todo, moral e intelectual)

Mientras el personal más acomodado sigue debatiendo sobre auténticas estupideces y creyendo en no pocas necedades, hay quien sostiene que este sistema capitalista que sufrimos nos está llevando al borde del colapso. Es decir, que como se siga por este camino de enloquecido crecimiento por parte de los países desarrollados el planeta no tardará en irse al garete, sin que tenga yo la menor intención de ponerme apocalíptico y recordando que gran parte de la humanidad sigue sumida en las más tristes calamidades con causas políticas y económicas muy definidas. La reciente crisis sanitaria, en forma de pandemia, al menos, parecía ser una posible forma de que abriéramos los ojos y empezara a cambiar un poquito nuestra conducta y nuestra conciencia, pero no, solo hay que echar un vistazo a lo que tenemos alrededor de forma mayoritaria para que no tardemos en tener que enjuagarnos las lagrimas. Parecen pocos los que insisten en formas políticas y económicas más racionales y solidarias, que nos dejemos de tan demencial dinámica de consumo y que tratemos de sembrar los valores más nobles que posee esa especie llamada homo sapiens. Y esos valores existen, lo sabemos, ya que en alguna ocasión tenemos constancia de que se han asomado a las comunidades humanas. Palabra de ácrata nihilista. Y es que el concepto de «revolución», tan importante antaño, con tantas lecturas y alguna terriblemente autoritaria, hoy parece en franco declive, para bien y para mal.

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Carlos Giménez: talento, memoria y compromiso en la viñeta

Carlos Giménez nació en el madrileño barrio de Lavapiés, cuando solo hacía dos años del final de la Guerra Civil. Creció en un colegio de Auxilio Social, tal y como quedará reflejado en la serie de Paracuellos, una de sus grandes obras, y allí empezó a dibujar tebeos emulando a los que serían sus primeros maestros, como es el caso de Juan G. Iranzo artífice de las peripecias del personaje de El Cachorro.

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Puta feminista

Me considero feminista desde hace mucho tiempo, desde siempre incluso. Era una niña de barrio y en los juegos de calle, que eran la mayoría, no me gustaba que los niños con los que jugaba mandaran e impusieran su autoridad que les venía de la fuerza. Jugaba más a sus juegos que a los que se consideraban de niñas, me gustaban aquellos que implicaban acción: correr, esconderse por los patios de la vecindad, saltar por las graveras (mi barrio estaba en pleno crecimiento constructivo), robar fruta en los huertos, coger lagartijas, etc. Siempre llevaba las rodillas desolladas y con costras, llevar pantalones era impensable.

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El anarquismo y la renovación de sus propuestas emancipadoras

El anarquismo es enemigo de todo dogma y propulsor de un auténtico pensamiento libre; por ello, está obligado a revisar y renovar sus planteamientos emancipadores, máxime en un escenario tan diferente al que vivieron los militantes clásicos. Seguir leyendo El anarquismo y la renovación de sus propuestas emancipadoras

Nacionalismos (de nuevo)

A tenor de algunas respuestas en mi entrada anterior, con la cual yo pensaba que había rozado una vez más la sublimidad, no estoy seguro de que dejara bien claro mi absoluto rechazo por todas y cada una de las formas de nacionalismo. Cierto es que dedicaba la mayor parte de lo escrito a mostrar mi desprecio y escarnio sobre aquellos, nada nuevo en este inefable país, que abanderan una España unitaria y que, oh, sorpresa, rara vez se consideran a sí mismos nacionalistas. Y es que resulta sorprendente que, creo que especialmente a raíz del auge de las nacionalismos periféricos, los españolistas hagan una distinción entre patriotismo, lo de ellos (benévolo), y nacionalismo (lo de los otros, que como se sabe son el infierno). No hace falta tener el cerebro demasiado oxigenado para considerar los conceptos «nación» y «patria» sinónimos e intercambiables (y no por representar, desgraciadamente, la esa sí muy preciada fraternidad universal). Podemos aceptar, en cualquier caso, que la realidad es pertinazmente poliédrica, por lo que hay conceptos que tienen diversas lecturas semánticas y estamos obligados a una serie de lúcidas aclaraciones.

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