Toda la historia de la especie humana, desde el big bang a la actualidad, es una historia de la estupidez humana. Por resumir, ese cretinismo se muestra en todo su esplendor, en la siguiente creencia: que realizando sacrificios humanos, mejoran las cosas. Es decir, coges a tres mujeres cualesquiera, les atas el cuello a las rodillas, las entierras vivas, y a continuación llueve. Las cosechas son abundantes, los hijos obedecen a los padres, las naciones son más prósperas. Eso es.
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Eugène Lanti y el movimiento anacionalista
Eugène Lanti (1879-1947), pseudónimo de Eugène Adam, fue un anarquista, nacido en Normandía, vinculado al movimiento obrero esperantista y al concepto del anacionalismo, en el que profundizaremos en el siguiente texto.
Hay que decir que Lanti, término que deriva del apodo francés «L’anti tout» (el anti-todo), no es una figura demasiado conocida en la historia del anarquismo; del mismo modo, el movimiento político llamado «anacionalismo», que aspiraba a eliminar el concepto de nación (criticando con ello, incluso, al Internacionalismo obrero) no es recordado ni siquiera mencionado en las principales obras sobre cuestión nacional. Es por eso que hay que agradecer a Bernat Castany Prado, cuyos artículos seguimos para elaborar esta entrada, el dar a conocer a Lanti y sus ideas. Este autor, vinculado en un inicio al Partido Comunista Francés, no tardará en comprender que el comunismo soviético no era más que un capitalismo de Estado y un monstruo burocrático controlado por una nueva elite. Será después de la Primera Guerra Mundial cuando Lanti se una al movimiento esperantista, al considerar que esta lengua universal podría superar el concepto de nación, y llegará a fundar la Asociación Anacional Mundial (SAT, según sus siglas en esperanto: Sennacieca Asocio Tutmonda). Seguir leyendo Eugène Lanti y el movimiento anacionalista
Este inefable país
Hay quien considera, con una línea argumentativa preescolar, que algunas personas odian tanto a su país, que se muestran incapaces incluso de nombrarla. De esa manera, usan eufemismos como «este país» o «Estado español» (concepto este, por cierto, que siempre he detestado y me parece hacerle el juego al enemigo). Veamos si soy capaz de explicarlo aumentando el nivel de lucidez habitual de este blog, que ya es decir, aunque no me responsabilice de la dificultad de comprensión de lectura de nadie. En primer lugar, se quiere observar tantas veces como un problema dicotómico entre izquierda y derecha, siendo los primeros los enemigos de la patria, supuestamente, y los segundos los que la aman profundamente. Esto, no es que sea solo de un maniqueísmo que tira de espaldas al que tenga un poquito oxigenado el cerebro, es que para llegar a semejante conclusión hay que reducir notablemente conceptos más bien poliédricos y no tener una visión de la historia como repugnante culto a los poderosos. Del mismo modo, sería necesario clarificar a estas alturas qué diablos es izquierda, pero bueno, quizá podamos entender por derecha a todos los que reivindican la historia de este inefable país (obsérvese la habilidad del que suscribe, no exenta de cierto animus iocandi, para no mencionar a la sacrosanta patria).
Seguir leyendo Este inefable país¿Y qué nos espera en el feliz año nuevo?
Ahora que está a puntito de acabar el feliz 2023 voy a recopilarlos mis impresiones de este año.
1º Los Estados, son la peste. No solo Rusia y Ucrania siguen enzarzadas en una guerra estúpida y sin motivos de peso. Millones de hectáreas sembradas de metralla y de uranio empobrecido, ciudades liberadas demolidas, poblaciones huyendo, miles y miles de muertos, de heridos graves, de enfermos mentales despuntando o declarados… Un montón de tíos pelándose de frío en las trincheras, esperando que un dron les vuele la cabeza, o que un spetsnaz les corte el cuello. Y eso se repite en unos ochenta conflictos bélicos de diversa consideración, mundiales. Bueno, si es en verano, se asan de calor.
Seguir leyendo ¿Y qué nos espera en el feliz año nuevo?Nacionalismos (de nuevo)
A tenor de algunas respuestas en mi entrada anterior, con la cual yo pensaba que había rozado una vez más la sublimidad, no estoy seguro de que dejara bien claro mi absoluto rechazo por todas y cada una de las formas de nacionalismo. Cierto es que dedicaba la mayor parte de lo escrito a mostrar mi desprecio y escarnio sobre aquellos, nada nuevo en este inefable país, que abanderan una España unitaria y que, oh, sorpresa, rara vez se consideran a sí mismos nacionalistas. Y es que resulta sorprendente que, creo que especialmente a raíz del auge de las nacionalismos periféricos, los españolistas hagan una distinción entre patriotismo, lo de ellos (benévolo), y nacionalismo (lo de los otros, que como se sabe son el infierno). No hace falta tener el cerebro demasiado oxigenado para considerar los conceptos «nación» y «patria» sinónimos e intercambiables (y no por representar, desgraciadamente, la esa sí muy preciada fraternidad universal). Podemos aceptar, en cualquier caso, que la realidad es pertinazmente poliédrica, por lo que hay conceptos que tienen diversas lecturas semánticas y estamos obligados a una serie de lúcidas aclaraciones.
Seguir leyendo Nacionalismos (de nuevo)Alteraciones ideológicas (y morales)
Andan los más centralistas bastante alterados debido a que el vendepatrias Pedro Sánchez en aras de ser investido de nuevo presidente de este inefable país, supuestamente, ha pactado con los nacionalistas catalanes no sé muy bien qué, si el indulto del proceso aquel, la condonación de ingentes deudas o la definitiva ruptura de la sacrosanta nación. Claro, es muy raro que una fuerza política sea del pelaje que sea, para conservar el poder, pacte con dios o el diablo. Por supuesto, los subterfugios para defender esa indescriptible España, unidad de destino en lo universal, son diversos; el más divertido es decir que se desmantela el «Estado de Derecho» o que se trata de una cuestión de proteger la libertad y la democracia (contengamos las risas, viniendo de quién viene). Y es que sería solo hilarante, si no fuera tan peligroso, cómo esta fauna, que no puede apenas esconder su condición reaccionaria, alude a conceptos mistificadores más o menos asumibles por la masa y a figuras históricas, algo insondables para la gran mayoría, saltándose la inicua historia contemporánea de este inenarrable país. Sí, una vez más, recordaremos que, en plena modernidad, aquí ganó la reacción, una forma peculiar de fascismo luego «liberalizada». De aquellos polvos, estos lodos.
Seguir leyendo Alteraciones ideológicas (y morales)Nacionalismo y cultura
Esta obra de Rudolf Rocker debería haber aparecido, en Berlín, en otoño de 1933. No es necesario explicar qué gran catástrofe impidió que viera la luz, el nazismo puso punto final a todo discusión libre de los problemas sociales. Precisamente, Rocker trata en el libro del totalitarismo estatal, del peligro de que la maquinaria política absorba toda expresión de la vida intelectual y social. El desarrollo económico y estatal de principios de siglo XX, con la gran guerra mundial y sus terribles consecuencias, suponen para Rocker la aceleración de ese proceso de anestesia y devastación del sentimiento social.
Seguir leyendo Nacionalismo y culturaPatriotas molestos
Hace unos días, y esto es una anécdota rigurosamente cierta, me encontraba tomando algo en una terraza con mi padre y fue inevitable que un locuaz peluquero, conocido de mi progenitor, se acercara para darnos la chapa. Si menciono la profesión del susodicho, no es porque sea determinante en la historia, sino porque su lugar de trabajo se encuentra a escasos metros de la terraza en Seguir leyendo Patriotas molestos
El viejo y nuevo internacionalismo
Las ideas anarquistas, a diferencia de otras corrientes socialistas, que en origen también fueron internacionalistas, nunca abandonaron esa aspiración moral y política; la vía y el trabajo de los libertarios han estado siempre en la construcción de una libertad e igualdad, estrechamente vinculadas, junto a una hoy más necesaria que nunca fraternidad universal.
12 de octubre, ¡nada que celebrar!
¿Qué sucedió el 12 de octubre de 1492? No se trató de un descubrimiento, fue una invasión colonizadora. No fue una confluencia entre culturas, fue una masacre donde los más fuertes triunfaron. Evangelización, pillaje, muerte, destrucción y sometimiento bajo el lema de los Reyes Católicos de “un estado, una raza, una religión”. Seguir leyendo 12 de octubre, ¡nada que celebrar!