Hace tiempo escribí un texto que empezaba tal que así: “El miedo siempre está presente. Es una emoción básica y uno de los motores para bien o para mal, de las sociedades humanas. Siempre he oído que hay que hacerlo cambiar de bando; pero el miedo está en ambos lados. Simplemente, unos tienen las armas y las herramientas para protegerse de sus miedos. Otros, nos las negamos.”
Seguir leyendo Miedo en tus ojosArchivo de la etiqueta: Movimientos sociales
Filosofía sin Escuela, y Escuela sin Filosofía
Con eso de que quitan la Filosofía de la escuela, resulta indispensable filosofar por nuestra cuenta. Filosofar es pensar sobre lo que nos rodea. Una luz no enciende, no se ve un huevo, hay que iluminar…, porque todos y todas somos filósofos y filósofas. Por lo tanto, hay que traducir la realidad al lenguaje común. Eso es fundamental para pensar, pues el mundo, por ser tan complejo, tiene que ser expuesto de forma sencilla. Filosofar, es comprender el mundo, ver el problema, mostrarlo diáfano, descubrir las soluciones. Dar a conocer la complejidad de manera incomprensible (misión de los académicos), a lo único que conduce es a lanzarse como loco a ver series de ficción en páginas piratas. Como lo oyes.
Seguir leyendo Filosofía sin Escuela, y Escuela sin FilosofíaLa resistencia como espacio de creación
« (…) los movimientos no se reducen a pedir cosas, sino que son también instancias creadoras de nueva realidad, nuevos valores, nuevas relaciones sociales, nueva humanidad (…)»
Amador Fernández-Savater, Habitar y gobernar, p. 95
Resistir no es solo oponerse a algo, sino crear otros modos de vida y otras relaciones sociales. A la lucha convencional le da miedo la Seguir leyendo La resistencia como espacio de creación
Okupación
Estado de alarma (social): otro artículo en defensa de la okupación
Creo que no será necesario que entremos a explicar qué ha pasado este verano con la okupación en los medios de comunicación. Aun así, si queréis profundizar tenéis un artículo muy completo en la web de este periódico («Reflexiones sobre la nueva campaña de intoxicación mediática contra la okupación») y otro del año pasado, “Sobre okupación y la penúltima campaña de intoxicación mediática”, pero que se ajusta perfectamente al momento actual. Estos artículos son realmente necesarios para contraponer datos, realidades y focos, pero no queríamos girar sobre lo mismo en esta página, sino tratar de reflexionar sobre el efecto de este tipo de campañas, no a un nivel más general sino en entornos militantes, y cómo abordar el nuevo contexto creado tras un verano de napalm informativo. Seguir leyendo Estado de alarma (social): otro artículo en defensa de la okupación
No somos un Banco de alimentos, pero…
Desde esta publicación siempre hemos defendido la solidaridad y el apoyo mutuo frente a la caridad. Como decíamos hace seis años, cuando hablábamos del trabajo del Banco de Alimentos de Tetuán, consideramos imprescindible “romper con la dualidad que se nos vende de buen/a ciudadano/a que da y pobre que recibe”. Seguir leyendo No somos un Banco de alimentos, pero…
La pataleta de los ricos y la respuesta en los barrios obreros de Madrid
La paciencia de los señoritos de alta alcurnia en plena cuarentena de la Covid-19 se ha acabado, ya están hartos de no poder ir al club de golf los fines de semana, ya no aguantan más sin que una sirvienta les prepare la comida, no soportan ni un solo día más sin pasearse por todas las tiendas de la «milla de oro» de Madrid. Seguir leyendo La pataleta de los ricos y la respuesta en los barrios obreros de Madrid
NO
Es obvio que la actual crisis provocada por la pandemia del COVID-19 hace aun mas perentoria la exigencia de gritar un clamoroso ¡NO! frente a un capitalismo y a un sistema social abyecto, contra el cual muchas personas venimos luchando desde largo tiempo. Hay que gritar NO y, además, procurar actuar en consecuencia. Bienvenidos sean, pues, los renovados e Seguir leyendo NO
De pandemias, guerras y revoluciones
Hoy, cuando apenas llevamos dos semanas del estado de alarma decretado por el Estado español, parece casi imposible hablar de otra cosa que no sea la invasión vírica. No hablaré más del origen de la epidemia o pandemia, ya que la información sigue sin ser clara al respecto, lo cual tal vez sea significativo. No es, tal vez, el momento idóneo para señalar que nuestra hoy depauperada sanidad pública, con seguridad, hace 15 o 20 años hubiera podido afrontar el problema de una forma más satisfactoria. Dejaré caer que, como síntoma inequívoco de la mezquindad y miserias de nuestro régimen político y económico, tal vez esta crisis sirva para en un futuro buscar salidas al horror neoliberal que padecemos. La sanidad no solo debe ser pública y universal, también gestionada por los propios trabajadores y profesionales, algo que se ha demostrado humano y eficaz, no por tecnócratas que priman el beneficio crematístico de inversores y promotores. No, no es ahora seguramente el momento más adecuado para insistir en esto, sino para arrimar el hombro para luchar contra el enémigo (casi) invisible.
Por supuesto, no se me ocurre mejor manera de hacerlo que ponernos al servicio integral y solidario de las personas más vulnerables, así como de los profesionales sanitarios, cuya protección es esencial para garantizar el triunfo final. Uf, lamento haber entrado, como tantos otros, en la terminología bélica. No obstante, pensándolo mejor, y recuperando un viejo dilema de antiguas luchas, la guerra resulta indisociable de la revolución. Suena añejo, pero uno sigue creyendo fervorosamente, de un modo u otro, en la transformación social. Esta crisis, como cualquier otra, exacerba actitudes humanas solo apenas vislumbradas en tiempos más plácidos. Así, ha habido quien simplemente ignora el problema, solo alarmado cuando parece cerca de su puerta, al igual que tantas veces ignoramos graves enfermedades y problemas que afectan a países lejanos. Otros, como si la civilización se acabara en breve, llevan ya tiempo desabasteciendo los habitualmente repletos supermercados del llamado mundo desarrollado. En todos estos comportamientos insolidarios, se ha insistido mucho, más que en otros, como si huyéramos de nuestro propio reflejo en el espejo señalando la mala actitud ajena.
Sin embargo, muchos otros, de forma encomiable y, atención, al margen de las autoridades, actúan de manera responsable y solidaria, prestándose a favor de los más vulnerables. Ese es el mundo en el que quiero vivir, que a pesar de lo que nos insistan los agoreros de la perversa condición humana está en este. Esa actitud local, algo impensable en un sistema globalizado guiado por la competencia y el beneficio, hay que extendera, y exigirla en estos momentos, a un nivel nacional e internacional. Ante las continúas llamadas de socorro, que escuchamos y leemos una y otra vez, por la escasez de material necesario para proteger a enfermos, sanitarios y trabajadores en general, toda la maquinaria productiva debe ponerse en marcha. ¿Cómo es posible que no se haga? Solo el edificio donde trabajo, ya que a día de hoy sigo yendo a trabajar con las debidas precauciones, hay trabajadoras de la limpieza sin una simple mascarilla. ¿Nadie piensa, como sujetos de riestos, en estos trabajadores que velan también por nuestra salud?. Estas mascarillas, las de verdad, no un mero trozo de tela, además, fabricadas como dicen fundamentalmente en Europa. ¿Cómo es que tienen que elegir los sanitarios con lagrimas en los ojos, ante la falta de material, poner respiradores a uno u otro enfermo? Esperemos que, si algo útil puede tener esta pandemia sanitaria, junto a la crisis económica de rigor que ya estamos vislumbrando, y que habitualmente fortalece a los más poderosos, sea para señalar el camino de un mundo más justo y solidario.
¿Por qué okupamos?
Con este texto pretendemos hacer una pequeña exposición básica sobre los motivos por los cuales la okupación es una herramienta válida a la hora de luchar y a la hora de vivir. Este pequeño anexo, que se complementará en futuros números, se explica cómo entendemos la okupación, qué utilidad tiene y por qué la asumimos como algo vital.
Entramos ilegalmente en viviendas, edificios, solares, espacios… abandonados y en desuso y tomamos posesión de ellos porque lo consideramos un acto de reapropiación, es decir, una forma de recuperar parte de lo que es nuestro y de todos, puesto que el planeta tierra no es de nadie y es de tod@s.
Porque con la propiedad privada nos han negado el libre acceso a los recursos básicos para la vida, y esto nos “obliga” a aceptar durante casi toda nuestra existencia la explotación que supone el trabajo asalariado, explotación que significa que parte del esfuerzo que realizamos los desposeid@s para vivir, nos es robado por l@s propietari@s, perpetuando así el circulo vicioso del capitalismo, es decir, que un@s vivan a costa de otr@s. Al okupar, rompemos con la necesidad de aceptar ese chantaje, recuperamos una parte de lo sustraído y, por extensión, de nuestro tiempo de vida. Nosotr@s, usamos la okupación como herramienta política, es decir, como un medio más en nuestro intento de crear espacios de vida al margen de las leyes, normas y valores que nos imponen el Estado y el Capital.
No somos okupas, somos personas, que estamos okupando con el fin de procurarnos, por nuestros propios medios y esfuerzos, viviendas, lugares de aprendizaje y trabajo, espacios de esparcimiento y de producción de lo que necesitamos: alimentos, bienes, etc. Okupamos por algo más que el interés personal, por algo más que para huir de la asfixia cotidiana que supone vivir al son de políticas y mercaderes.
Usamos la okupación como ensayo de un mundo nuevo, como puesta en práctica de nuestras ideas:
De acción directa: no necesitando de intermediarios, sino siendo nosotr@s mism@s quienes tomamos y llevamos a cabo las decisiones, y, por tanto, asumimos las responsabilidades de las mismas.
De autogestión: organizando entre tod@s nuestras relaciones y necesidades, manteniendo nuestra capacidad de decisión intacta ante posibles chantajes surgidos de la relación y dependencia de instancias externas: estatales, comerciales, etc.
De solidaridad: compartiendo y ayudándonos l@s un@s a l@s otr@s, respetando y reconociendo los intereses individuales en los colectivos, y viceversa.
De horizontalidad: nadie manda y nadie obedece. Funcionando a través del libre acuerdo, la responsabilidad y la confianza en la palabra dada. No queremos que nadie se vea obligad@ a hacer nada con lo que no esté de acuerdo, por eso no aceptamos la imposición de la mayoría, y por eso, no votamos.
De igualdad: tod@s somos diferentes, pero tod@s somos personas. Considerando a cada un@ como un ser vivo único, con su propia personalidad, identidad e idiosincrasia. Tratando de respetar a l@s demás como nos respetamos a nosotr@s mism@s. Respeto por respeto, porque sólo respetando la libertad de l@s demás podremos hacer crecer la nuestra.
Concluyendo, cuando okupamos estamos realizando un acto de reapropiación de nuestras vidas. Por un lado, al rechazar la lógica opresora del Estado y el Capital por la cual se crean y fomentan las desigualdades sociales a través de la propiedad privada, y se perpetúan gracias a la herencia; y, por otro lado, ensayando la construcción de nuestra realidad individual y colectiva un poco más libre día a día.