Archivo de la categoría: Opinión

Sobre los perroflautas y el perroflautismo

Como el lenguaje es importante, continúo con el análisis de ciertos términos provenientes en su mayoría de círculos casposos y reaccionarios. Es el caso de ‘perroflauta’, palabra popularizada en los últimos años, estoy casi seguro que a partir del 15M, y que no sé si hasta nuestra docta Rae la ha admitido a estas alturas o, tal vez, está a punto de hacerlo. Mi relación con el vocablo de marras es curiosa, ya que la primera vez que la escuché fue en boca, o mejor dicho en escritura, de nada menos que un picoleto. Como lo oís. En un contexto estrictamente personal, con aquel con el que había tenido una relación más estrecha años antes, se refirió de esa manera peyorativa en un correo a los que poblaban las manifestaciones desencadenadas por el 15M (acontecimiento que urge recuperar ya llegados al primer cuarto del siglo XXI). Mi estupor y perplejidad fueron considerables y no sería hasta tiempo después cuando comprendí el verdadero alcance, nada gratuito, de la expresión. Acabé entendiendo, antes de que las circunstancias lo confirmaran de forma inevitable, que el despectivo apelativo tenía, sin duda, un origen policial bien aderezado con intenciones repulsivamente clasistas. Pero, atendamos a la evolución y diversas acepciones del vocablo que nos ocupa. Seguir leyendo Sobre los perroflautas y el perroflautismo

Si quieres la Guerra, prepara la Guerra

El gobierno español, Europa en general, los EEUU, China, India, Irán, Rusia Ucrania, Brasil, Japón, y la República de Andorra, se están armando a marchas forzadas. Finlandia, Noruega, Suecia, Países Bálticos, Polonia, Alemania… ¿Andorra? Haciendo simulacros y disponiendo de refugios para civiles contra bombardeos de misiles, gases, radiaciones… Los rusos y bielorrusos hacen otro tanto.

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Reflexiones sobre la propiedad (con perdón)

Como a día de hoy, todavía, es posible escuchar de boca de algunos anarquistas que están en contra de la propiedad privada, esta aseveración me suscita no pocas preguntas y reflexiones. Uno es así de terco. Hay quien afirma que el anarquismo moderno nació como una corriente socialista, que a diferencia de otras no consideraba la libertad como algo dispensable y que proponía la colectivización de los medios de producción para participación y disfrute de todas y todos. Niego la mayor, uno considera desde su alabada ingenuidad que las ideas anarquistas (mejor en plural) son también herederas del liberalismo. Se me ocurrió, recientemente en cierto evento libertario, recordar aquella declaración del bueno de Rudolf Rocker, cuando sostuvo que se trataba el anarquismo de la síntesis de las dos grandes corrientes de la modernidad, socialismo y liberalismo, y observé con estupor cómo se torcieron varios morros entre aquel granado público. Recordemos, está muy bien indagar en la historia y aprender un poquito de ella sin ese detestable dogmatismo anclado en el pasado, algunas de las propuestas ácratas sobre el trabajo y la propiedad. Así, una de ellas es la que recibió el nombre de colectivismo, según la cual el productor debía tener todo el derecho a la propiedad de los bienes de consumo, ya que los mismos serían un garante de la libertad individual. Una vez escuché hablar de un anarquista de primera generación, no recuerdo el nombre, que ante el enfrentamiento con los marxistas, afirmó que esa gente, con sus prácticas autoritarias, iban a conseguir que las personas odiaran el término comunismo.

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Los Dólares, el Mundo, y la Identidad Europea

¿Qué es lo que une y define a Europa? ¿Cuál es su característica más señalada? La guerra. Es el signo de identidad de Europa y de los europeos. La historia de Europa es la historia de sus guerras y de sus apestosos Estados soberanos. Y es que Estado y Paz, son incompatibles. Por poder, por prestigio, por dinero, todos los Estados intentan ejercer su influencia, dominar territorios, recaudar tributos. Los Estados son expansionistas, y cuando no lo son, es porque algo los detiene. Andorra o Mónaco, por ejemplo, no se expanden por culpa de sus vecinos, aunque hacen lo que pueden. Hasta ahora lo que ha detenido a muchos otros Estados de formar sus respectivos Imperios, es el dólar. Y es que la economía mundial funciona de una manera muy curiosa en torno al dólar.

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Sonrisas y estulticia

Cuando alguien asegura que es abiertamente feliz, alguien como el que subscribe , tan negativo, tan frustrado y tan nihilista, no puede por menos que fruncir (aún más) el ceño. La primera reflexión es que, a poco que uno tenga un mínimo de conciencia, y de consciencia, no me cabe en la cabeza cómo puede uno abrazar sin más la felicidad de un modo tan simple e irreflexivo. Se me dirá que si la gente quiere repetir ante el espejo, con una sonrisa de oreja a oreja, que su vida se muestra pletórica de alegría y felicidad, allá cada uno. Claro, pero es que alguien tan amargado como yo, no solo no puede aceptar sin más semejante simpleza narcótica, además creo que el problema es un poquito más profundo. La exigencia de felicidad, junto a ese engendro pseudopsicológico denominado «filosofía positiva», no solo es uno de los más terribles síntomas de la progresiva idiotización social que sufrimos, también es fácilmente reconocible como algo generado por el sistema en que vivimos y que sufrimos. No hace falta que pongamos nombre a dicho sistema, productivista y consumista hasta la nausea, pero que da lugar a tantos problemas sociales, económicos y psicológicos, que uno no entiende cómo podemos continuar de forma pertinaz por el mismo camino, tantas personas de forma acrítica y con una obligada sonrisa en el rostro.

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Los valores del imaginario anarquista

Lejos de todo tipo de determinismo, ni el que insiste en condiciones objetivas y económicas, ni el que se alimenta de toda voluntad poder, los movimientos anarquistas trabajan por un imaginario social opuesto a toda forma dominación en el que las personas se involucren en los procesos sociales instituyentes (con la permanente crítica a lo instituido).

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La OTAN sin USA

Llevan décadas las izquierdas verdaderas pidiendo que se salga España de la OTAN y que se quiten las bases militares de EEUU del sagrado territorio nacional. Y ahora resulta que EEUU de la mano del señor Trump, dicen que en la OTAN se ha acabado vivir del cuento. Que EEUU, que es la potencia mundial con el mejor ejército, las mejores armas, bombas atómicas y un montón de dinero, deja de dar la cara por polacos, finlandeses o lituanos. Y, claro, los izquierdistas afirman que Rusia no es ningún problema, que es un país pacífico, con el que podemos establecer relaciones de amor y fraternidad. La culpa de todo la tiene la OTAN…. 
Es verdad. El problema no es Rusia, no, para nada. Ni el problema es la OTAN. El problema es Europa, que es un polvorín. 

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La industria del holocausto

Mientras los palestinos mueren hoy en día en Gaza, masacrados por el Estado de Israel, resulta llamativa la cantidad de cultura popular (el cine, mayormente) que sigue recogiendo el horror del holocausto producido, mayormente, sobre el pueblo judío (aunque sea ya un lugar común aclararlo, no solo contra los judíos). Solo en el momento en que escribo estas líneas, en la cartelera española se encuentran los films The Brutalist, premiada obra que hay quien ha calificado de propaganda sionista más o menos justificadora de que cualquier medio sería válido para construir la nación israelí (aunque sea con la sangre de otros), Lee Miller, sobre la fotógrafa de moda que acabó yendo al frente de guerra para recoger en imágenes los desmanes del Tercer Reich, o A Real Pain, situada en la actualidad, con tono de comedia, en la que dos jóvenes recorren Polonia recuperando la memoria sobre sobre el holocausto producido sobre sus ancestros. El paradigma de la obra fílmica más efectista sobre el tema lo constituye quizás La lista de Schindler, firmada por el a menudo sensiblero y superficial Steven Spielberg. El pianista, de Polanski, aporta en cambio algunos interesantes matices sobre la actitud (humanamente comprensible, dado el horror) de parte de la comunidad judía sin caer en ese atroz maniqueísmo. Si echamos un vistazo atrás, todos los años hay un bombardeo constante sobre la misma temática y, ojo, no digo que me parezca mal a priori siempre y cuando se denuncien todas y cada uno de las matanzas y opresiones originadas en autoritarismos de diversa índole.

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Los derechos de las mujeres en crisis

Existe una sensación, con sustento real en algunos países, de catástrofe, de que los derechos conseguidos pueden retroceder e incluso desaparecer. No digo que los derechos no estén en peligro, pero creo que debemos abandonar esa visión catastrofista y enfocar bien dicho peligro y, sobre todo, cómo afrontarlo1.

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Pasiones de diversa condición

Continúo en mi pertinaz empeño de tratar de arrojar algo de luz sobre la condición humana y  la deriva moral de la civilización que hemos construido. Un poco pretencioso, pero en este momento no tengo nada mejor que hacer. Habrá quién señale la paradoja de un tipo pretendidamente nihilista, y asumo la crítica de aquel que lo observe como una mera pose enrabietada en permanente tensión con cierto afán libertario, que por otra parte no para de lanzar moralismos varios. Así es, y es que si cierto reducto de mí persona se proclama sin rubor nihlista lo es, no por carecer de principio moral alguno, como el vulgo a veces quiero observar dicha condición, sino por considerar que es necesario destruir los valores instituidos para que, con suerte, algo mejor germine. Creo que, con ello, recojo de forma nada modesta el legado de alguien tan malinterpretado como Nietzsche, pero tampoco me hagáis demasiado caso al respecto, no vamos a ponernos demasiado intelectuales. Otro pensamiento reivindicable, y convenientemente distorsionado, es el del enérgico y bienintencionado Bakunin cuando afirma cosas como aquello de que la pasión destructora es también pasión creadora. No sé si tal aserto es generalizable, pero estoy seguro de que se aplica a las intenciones constructivas y loablemente transformadoras del gigante anarquista, que luego continuaron ácratas posteriores con encomiable esfuerzo. Pero, insisto, no divaguemos con reflexiones que, no digo que sea mi caso, alguno considerará meramente filosóficas. Vamos a lo práctico y situémonos en el milenio actual, transcurrido casi un cuarto del siglo XXI, que hace tiempo sonaba a ficción científica.

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