Esta obra, Alegato contra el cristianismo, del autor Michael Martin, que ya nos brindó otro impagable libro como es Introducción al ateísmo, está dedicada a la que es la religión actual con mayor número de seguidores. Obviamente, lo está de un modo devastador.
La sociedad política en la que vivimos está fundada en una serie de supuestos, que las personas deberían conocer si de verdad queremos jugar en igualdad de condiciones de cara a una alternativa transformadora; uno de ellos es el mito del Contrato Social, concepto de la modernidad justificador del Estado, pero que halla sus raíces muchos siglos atrás. Tratamos de conocer en el siguiente texto la visión anarquista al respecto.Seguir leyendo El anarquismo y el Contrato Social→
Suelen mencionarse como dos las corrientes políticas y filosóficas que marcan el desarrollo de la Modernidad, socialismo y liberalismo; sin embargo, el engaño de tal aseveración estriba en la marginación de una que, aunque ello precise de muchos matices, puede observarse como una síntesis de ambas. De esa manera, como dice Christian Ferrer, podrían ser tres las filosofías modernas con aspiración emancipatoria: liberalismo, marxismo y anarquismo; particularmente, creo que son muchas las diferencias que separan las ideas libertarias de las marxistas, mientras que de las ideas liberales no podían aceptar bajo ningún concepto que la libertad política y la justicia económica fueran irreconciliables. Es por eso que, para mí, posee la anarquista la más compleja concepción de la libertad que ha dado la Modernidad. Es cierto que las ideas libertarias, proudhonianas o bakuninistas en origen, nacen o al menos se desarrollan inicialmente como una corriente socialista en la Asociación Internacional de Trabajadores, pero pensamos que van mucho más allá y una muestra de ello sería la temprana ruptura con la rama marxista, por incompatibilidad entre medios y fines, por realizar la doctrina de Marx demasiado hincapié en la liberación obrera, pero también por la fe que depositaban los libertarios en la autonomía individual así como en el criterio y la responsabilidad personales.
Es recurrente hablar de que en España, paradójicamente, siendo el lugar donde ha existido el más poderoso movimiento libertario en la historia, no ha habido grandes teóricos. Como la historia de las ideas resulta apasionante, y consideramos que la pasión por la filosofía es algo que habría que inculcar a los chavales en toda pedagogía (y, especialmente, por sus ramas más prácticas como la ética o la política), queremos indagar continuamente en cómo pensaban gentes de otras épocas y establecer un necesario vínculo para renovar unas ideas que buscan con ahínco una auténtica emancipación individual y social. Porque contextualizar el pensamiento de una época es importante, pero desdeñarlo sin más, como ocurre tantas veces en nombre de ese concepto tan prostituido llamado «progreso», contribuye al empobrecimiento de valores y al permanente culto de un presente neutro, desmemoriado y despreocupado por el futuro.
Se ha dicho que Nietzsche fue el primero en golpear mortalmente cualquier principio trascendente; aunque se insiste en que se inspiró en gran medida en Stirner, dejaremos la controversia para otro momento. Otros autores, precursores de lo que ahora se conoce como posmodernidad, como Heidegger y Foucault, continuaron la labor del autor de Más allá del bien y del mal. El principio trascendente, concretado en el terreno religioso en la figura religiosa de un dios todopoderoso, es algo rechazable para el anarquismo, también para otras corrientes de izquierda surgidas de la Ilustración. Gracias a los pensadores de la Ilustración, con el optimismo que suponía la confianza en la llamada razón científica, se dejó a un lado aparentemente la superstición y el oscurantismo religioso socavando los cimientos sobre los que se había edificado la antigua concepción del poder. Se substituyó la verdad sustentada en la divinidad por una nueva verdad que lo hacía en la razón. Gracias a ello, existía una fe en el progreso y en el advenimiento de una nueva era en la que se construiría el paraíso terrenal.
Introducimos en el siguiente texto al pensamiento de Eduardo Colombo, importante autor anarquista, cuya obra realiza una aproximación a las fundamentales ideas de imaginario social y espacio público; frente a la apatía política y la desesperanza social de gran parte de la sociedad, se impone la necesidad de extender un imaginario colectivo revolucionario que reproduzca los rasgos de una sociedad verdaderamente libre.
Los hombres creen que llegará un día en que serán libres e iguales cuando hayan destruido los obstáculos que le impiden serlo, sin darse cuenta que sólo lo son mientras luchan para conseguirlo. Gustav Landauer
Vamos a repasar en el siguiente texto la visión moral, y las consecuentes propuestas éticas, que han propuesto los grandes pensadores ácratas; junto a ellos, algún autor no explícitamente anarquista, pero reivindicado por la tradición libertaria. Si el desarrollo moderno de la política ha tratado de desvincular radicalmente la ética de la política, encontramos en el anarquismo propuestas abiertamente diferentes, muy necesarias en el mundo que vivimos en la actualidad.
Se dice que cuando un acontecimiento da lugar a un efecto de extrañeza la inteligencia produce mecanismos de defensa con afán de anularlo, desde la simple negación hasta incluso la exclusión. Naturalmente, a este esfuerzo de la inteligencia puede seguir el trabajo de la reflexión, sopesando con ecuanimidad y distanciamiento los argumentos tratando de acercarse a los hechos con una mirada más abierta, desinteresada y comprensiva.
Si no reflexionamos de modo amplio sobre lo que llamamos conciencia, sin dogmas, rigidez ni determinismo alguno, difícilmente podemos ampliar el horizonte de nuestra existencia, cambiar nuestra condición, individual y social, ni dar un sentido a nuestros propios actos.
Anomia significa, etimológicamente, ausencia de ley. Anómico tiene el sentido de «alegal», y no hay que confundirlo con algo «ilegal» (contrario a la ley). Parece ser que la palabra «anomia» (o «anomía», como aparece en algunas ocasiones) se forma por analogía con otras en las que interviene la misma formación originaria del griego: «autonomía» (ley propia), «heteronomía» (ley ajena), «teonomía» (ley divina), «eleuteronomía» (ley de la libertad)…
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general