Todas las entradas de: Capi Vidal

Libertad liberal versus libertad anarquista

Un concepto clave de la modernidad política es, sin duda, el de la libertad y, más en concreto, el de una libertad individual que ha sido objeto de preocupación, tanto para la filosofía liberal, como para la libertaria. Karl Polanyi, autor de una obra primordial que critica el desarrollo del liberalismo económico en la modernidad, La gran transformación; curiosamente, publicada en el mismo año 1944 que otra obra con conclusiones opuestas, Camino de servidumbre, de Hayek. Polanyi consideraba dos lados contradictorios de la libertad en las sociedades complejas; una negativa, que explotaba a los supuestos iguales, buscaba ganancias ilimitadas sin contrapartidas sociales e impedía los beneficios públicos gracias a la innovación tecnológica, y otra positiva concretada en libertades elementales (de conciencia, expresión, asociación, libre elección…), pero consideradas subproducto del mismo sistema económico que producía las libertades perversas.

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Los Abogados Cristianos en el Día de Reyes

El asunto de los Abogados Cristianos me resulta sugestivo. ¿Qué hubiera pasado de haber tenido Jesús, cuando el juicio rápido con Pilatos, un abogado cristiano? ¿Hubiera aceptado que lo representase un chupatintas español? Es dudoso, porque entonces no nos hubiera o hubiese salvado. ¿Que de que qué nos salvó? No se sabe.

¿Del pecado? ¡Pero si no hago otra cosa!

La cuestión es que nos ha salvado de la Muerte Eterna, para darnos el Cielo y el Infierno. De un abogado cristiano, y de un juez cristiano, no. De eso no nos ha salvado. De eso no nos salva ni Dios.

Lo cierto es que un Abogado Cristiano, que hubiese acompañado a María y a José cuando el parto, probablemente hubiera…, no sé, se encuentra con unos viajeros y un bebé, en un establo con un burro y buey, pastores de clase obrera tocando la zambomba y tres reyes sin reino conocido, que en definitiva, eran unos brujos, científicos dedicados a la adivinación astrológica… El Abogado Cristiano seguro que monta la Inquisición. Los tres brujos, los pastores, las bestias, a juicio y ejecución. Y el bebé…, vamos a pensar que Herodes no se lo carga, y que es entregado a una familia romana. ¡Hubiera cambiado el curso de la Historia! ¡Jesús hubiera acabado en la Legión, cantando lo del Novio de la Muerte en el bosque de Teutoburgo! Sin crucifixión y sin resurrección… ¡Cáspita!, ¡no nos hubiésemos salvado!

Tal vez hubiera realmente un Abogado Cristiano en la corte del Emperador. El tipo se llamaba Gayo, el Emperador digo, pero optó por un apodo, César Augusto, que es como que más impresionante. La cosa es que ordena un censo, con fines recaudatorios y militares. Y José y María, por seguir sus costumbres ancestrales van a censarse a Belén, donde no residen. Porque vivían en Nazaret. Pero para cumplir una profecía de Miqueas (el Mesías tiene que ser de Belén) cogen el burro, e inician un viaje. Una semana por caminos horrendos. Unos 160 km con recovecos para no atravesar Samaria, que los samaritanos eran mala gente. Con una embarazada a punto de salir de cuidado. En diciembre. Con un frío que pela. Un montón de gente desplazándose para lo del censo. El camino lleno de cagadas de rumiantes. Los hoteles llenos… Todo es una locura. Tenía que haber ya por la corte romana un abogado cristiano, o un mago inspirado por Dios, para urdir semejante barbaridad. No quiero ni pensar en el lío que se harían los recaudadores de impuestos, cuando con el censo en mano, no encontrasen ni al Tato…

En fin. Todos sabemos que Dios, por ser Todopoderoso, no puede ofenderse. Dios es el vivo ejemplo de la autoestima, el empoderamiento y la resiliencia absoluta. Pensar que un vil mortal, como yo, puede ofenderle, herirle en lo más profundo, fastidiarle con mis bromas, es menoscabarle. Es una verdadera herejía. Es tan estúpido como imaginar que con halagos y súplicas, uno puede torcer la voluntad de Dios y hacer que te toque la Lotería del Niño.

A lo que voy es que todo el relato del nacimiento de Cristo, incide en unos contenidos simbólicos: el viaje, las dificultades, el pesebre, los animales dando calor, tres magos (astrólogos, científicos) de Persia, Arabia y Babilonia, pastores… Están ausentes militares, empresarios, gobernantes, abogados y curas. Todo incide en señalar un origen humilde y un mensaje universal de salvación para todos. Es un mensaje que un Abogado Cristiano, empeñado en denunciar a los blasfemos y llevarlos a juicio, no hace más que reproducir las costumbres de Anás, Caifás, Herodes, Pilatos, de coger al que se le encarte, y sin compasión, sin escrúpulos, pisotear sus creencias, ponerlo ante una multitud de fanáticos, y crucificarlo o quemarlo vivo…

Ya. Porque no pueden. Que si no… Ese es el sueño húmedo, de la abogacía cristiana.

Acratosaurio rex
https://www.alasbarricadas.org/noticias/node/56302

La indomable rebeldía de Claire Auzias

Conocí a Claire Auzias en 2017 cuando me llegó por casualidad su reseña sobre el libro Mujeres Libertarias de Zaragoza en A Contretemps.1 No hablamos mucho, pero lo suficiente para darme cuenta de que estaba ante una compañera que pensaba por sí misma y que transmitía calidez y afecto. Después la entrevisté en 2019 tomando como excusa su estupendo libro: Gitanas.2 Durante varios meses estuvimos intercambiando correos y hablando de muchas cosas que no tuvieron espacio en los dos textos que fueron publicados.3 Hicimos planes para vernos en Barcelona, ciudad a la que viajaba, me dijo, con cierta frecuencia. Luego vino la pandemia y todo quedó suspendido. Me llegó la triste noticia de su muerte acaecida el 6 de agosto de 2024 y fue inevitable retornar a los folios en que tenía la información de aquellas conversaciones. Sirva este texto para recordarla y para homenajearla.

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«Nuestra hermana aguafiestas», Ama Ata Aidoo

«No voy a protestar si me llamas feminista. Pero no soy feminista por el hecho de escribir sobre mujeres. ¿O es que son los hombres machistas sólo por escribir sobre hombres? ¿Acaso es un escritor un nacionalista africano por el mero hecho de escribir sobre africanos? ¿O es un revolucionario sólo por escribir acerca de la pobre humanidad oprimida? Obviamente, no».»
Ama Ata Aidoo,
Nuestra hermana aguafiestas

«La novela-poema de Aidoo es, con mucha diferencia, una de las obras más audaces, «modernas», visionarias y radicales que han surgido de África en la época de las postindependencias».»
Marta Sofía López, en el prólogo de la obra

Ama Ata Aidoo, que desgraciadamente no será una autora muy conocida para el gran público en España, nació en Ghana en 1942, en el seno de una familia pudiente cuando el país todavía formaba parte de la Costa del Oro británica, y falleció en 2023, puede considerarse una de las grandes plumas de África. Fue Aidoo una autora prolífica que practicó todos los géneros literarios, comenzó a escribir en una época donde lo hacían pocos africanos y mucho menos mujeres. Además de su carrera literaria, Aidoo llegó a ser nombrada ministra de Educación, pero pronto dimitiría de su cargo al percatarse de que no era una vía auténtica para cambiar las cosas. El libro que ocupa esta reseña, Nuestra hermana aguafiestas, lúcidamente subtitulada O reflexiones desde una neurosis antioccidental, una obra que, desgraciadamente por mucho de lo que critica, no ha perdido en absoluto vigencia, es una excelente manera de iniciarse en la lectura de la autora. Desafortunadamente, si no me equivoco, se trata de lo único que podemos encontrar en nuestro idioma.

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Apolítica, ¿qué diablos es eso?

No poca gente me he encontrado a lo largo de mi agitada vida, que se ha definido como «apolítica» y uno no puede evitar que un escalofrío de irritación le recorra el cuerpo. Dejaremos a un lado, al menos de momento, el hilarante comentario de la gran película Patrimonio nacional (¡gracias por tanto, Azcona y Berlanga!), de un tipo interesado que asegura ser apolítico, es decir, «¡De derechas de toda la vida, como mi padre!«. Tampoco atenderemos, de entrada, la urgente necesidad hoy en día de actualizar los conceptos de izquierda y derecha, descerebradamente simplificados y polarizados, cuya única variable es más o menos Estado (variable falaz, ya que en ambas posturas, profesionalizadas, se aspira a conquistar el poder estatal para asegurar el mando político y económico). Muy probablemente, lo que quiere decir el que se define como «apolítico» es que muestra rechazo o desinterés hacia lo que entiende como posturas políticas. De acuerdo, pero qué demonios entiende el susodicho por esas posturas, me temo que sencillamente votar a unos u otros. Y, ojo, esto es más intuición que otra cosa, ello no significa que no acuda el supuesto desinteresado a meter el papelito en la urna cada tanto para elegir a los que mandan. Es posible que definirse de esa manera, sencillamente, aluda a que se consideran neutrales o imparciales respecto a lo que consideran los posionamientos habituales políticos en función de unas supuestas ideologías. Sería algo semejante a esa majadería llamada ser de centro, ya que si no están nada claros, al margen de irritantes reduccionismos, los dos lados del espectro ideológico, que alguien nos explique donde se encuentra el término medio.

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Lily Litvak, La voz de los vencidos. Doce entrevistas con anarquistas que vivieron la guerra civil en España

Editorial Universidad de Granada
Fundación Anselmo Lorenzo, 2024

Hace 35 años era posible escuchar la voz de los vencidos en sobremesas, en paseos al aire libre, mientras se preparaban paquetes de propaganda o cuando se salía a pegar carteles al anochecer. Tras la derrota de 1939, su existencia se había encriptado durante años –demasiados–; habían permanecido en España, apurando la clandestinidad o entre rejas, o habían deambulado en el exilio y retornado. En todo caso, hace 35 años se encontraban disfrutando del tiempo libre que les permitía la jubilación, y podían emplear buena parte de él en actividades en las que encontrar sentido a la existencia. Lily Litvak vino de Austin y escuchó algunas de estas voces en un periplo realizado entre 1989 y 1991; tomada la confianza suficiente, grabó las conversaciones, ajustadas a la espontaneidad de la conversación más que a un guion preciso.

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Sobre algunas perspectivas libertarias y el anarcocapitalismo

Nos lamentamos mucho las y los anarquistas, de manera quizá pertinazmente reiterada, pero la mayor parte de las veces con razón, de las muchas falsedades que se han vertido sobre nuestras ideas y prácticas. De hecho, la Real Academia Española, por decirlo con delicadeza, no resulta muy afortunada en su definición de anarquismo. Dejaremos a un lado la segunda acepción, una suerte de pleonasmo que plasma un absurdo como «Movimiento social inspirado por el anarquismo», y nos centraremos en la primera. En la misma, se asegura lo siguiente: «Doctrina que propugna la supresión del Estado y del poder gubernativo en defensa de la libertad absoluta del individuo». Resulta imposible en la insigne institución lingüística mayor imprecisión, por no hablar de mera mistificación, con tan escasas palabras. No queda clara la sociedad a la que aspiran los anarquistas, hubiera sido tan sencillo como aclarar que desean «una sociedad exenta de cualquier forma  de dominación» (por lo tanto, no se oponen solo al Estado y sus instituciones coactivas), ni podemos subscribir desde ninguna perspectiva libertaria, incluso yo diría que tampoco desde la tradición más ferozmente individualista, ese despropósito filosófico de una «libertad absoluta del individuo». Nos sirve la errada e irritante acepción de la RAE, al menos, para profundizar en unos cuantos conceptos libertarios en la actualidad, más que nunca, extremadamente confusos.

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Anarquía y anarquismo

Acotaciones al libro: Anarquismo no fundacional de Tomás Ibáñez.

En el excelente libro de Tomás Ibáñez, el anarquismo no fundacional, parece ser, la exposición clara de una transfusión filosófica que se les está aplicando a los anarquismos, para revitalizarlos y dotarlos de mayor energía. También es calificado el anarquismo no fundacional de «antídoto» (p.15) contra el fundacionalismo, contra toda lógica de poder y es considerado, efectivamente, como un fármaco o un reconstituyente. Pero como la palabra pharmakon en griego quiere decir tanto remedio como veneno, lo cual depende de la dosis, hay que aplicarlo: «tratando de no reproducir en la lucha aquello mismo que se pretende combatir» (p.15). El anarquismo requiere una renovación, pero no tal que destruya, sino que amplíe y renueve sus perspectivas integrando lo ya alcanzado con anterioridad.

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«Anarquismo versus liberalismo. ¿Un abismo infranqueable?» (prólogo del libro)

Suelen mencionarse como dos las corrientes políticas y filosóficas que marcan el desarrollo de la modernidad, socialismo y liberalismo; sin embargo, el engaño de tal aseveración estriba en la marginación de una que, aunque ello precise de muchos matices, puede observarse como una síntesis de ambas. De esa manera, como afirma el sociólogo Christian Ferrer, podrían ser tres las filosofías modernas con aspiración emancipatoria: liberalismo, marxismo y anarquismo; particularmente, creo que son muchas las diferencias que separan las ideas libertarias de las marxistas, mientras que de las ideas liberales no podían aceptar bajo ningún concepto que la libertad política y la justicia económica fueran irreconciliables. Es por eso que, una de las tesis de este libro, es que la anarquista es la más compleja concepción de la libertad que ha dado la modernidad. Es cierto que las ideas libertarias, proudhonianas o bakuninistas en origen, nacen o al menos se desarrollan inicialmente como una corriente socialista en la Asociación Internacional de Trabajadores, pero pensamos que van mucho más allá y una muestra de ello sería la temprana ruptura con la rama marxista, por incompatibilidad entre medios y fines, por realizar la doctrina de Marx demasiado hincapié en la liberación obrera, pero también por la fe que depositaban los libertarios en la autonomía individual y en el criterio y la responsabilidad personales.

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¿Falta de «humanidad»?

Recientemente, en cierto contexto (muy concreto, pero que no viene al caso aclarar), una persona me acusó de lo que reza el título de esta entrada dentro de este superlativo blog: falta de «humanidad». Bien, adelantaré que hace tiempo que procuré poner cada opinión ajena sobre mí, sin tomármelo demasiado a pecho a nivel personal (un signo, tal vez, de inmadurez y/o de excesiva fragilidad), en su debido lugar. No diré tanto como que no me importan según qué opiniones, a pesar de ser uno un lúcido ácrata de tendencias nihilistas (o, de forma falsamente paradójica, precisamente por eso), pero siempre es bueno contextualizar y profundizar. Así, aclararé en primer lugar que me preocupa dicha opinión, ya que las circunstancias me empujan a tener cierta interacción, incluso cotidiana, con la persona en cuestión. A buen entendedor… Se trata de una persona con la que, muy probablemente, mi camino nunca se hubiera cruzado si fuera exclusivamente por nuestros caracteres y, sobre todo, por nuestros imaginarios (ambos, muy distintos). Muy probablemente, la elección del epíteto en cuestión fue algo precipitado y hubiera sido mucho más ajustado otro término más concreto, pero miremos lo que dice el diccionario de esta lengua tan peculiar tan hablada en este inefable país y en tantos otros lugares del mundo. Así, como era previsible, nos encontramos con hasta nueve acepciones del vocablo «humanidad». Pasaremos por alto la primera, que alude a algo tan cuestionable como «naturaleza humana» (enfrentándonos con ello, con plena consciencia, al dogmatismo religioso), la segunda, que aclara una cosa tan obvia como el «género humano» (al que pertenezco, a pesar de las acusaciones, para bien y para mal), y también la tercera, describiendo simplemente un «conjunto de personas».

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