Como es sabido, Kropotkin fue geógrafo de profesión. Destacó, en ese aspecto, por los descubrimientos efectuados en el curso de dos expediciones en Siberia y Manchuria (1864), y en Finlandia y Suecia. Como gran interesado en cuestiones políticas y sociales, con 25 años se afilió en Suiza a la Primera Asociación Internacional de los Trabajadores como defensora de los principios socialistas, aunque su adhesión al anarquismo le obligó a finalmente abandonarla y acabaría convirtiéndose en un gran filósofo, en un meticuloso investigador y en uno de los pensadores libertarios más representativos.
Las huellas que deja el movimiento anarquista conforman un mapa de caminos andados y también de aquéllos que están por trazarse. En esa labor presente y futura donde aún está todo por hacer, no queremos olvidarnos de un colectivo que cumplió este año su décimo aniversario: la organización libertaria Embat en Catalunya. Hace una década se abría un proceso amplio de construcción de una organización basada en el anarquismo social y en el concepto estratégico del poder popular. Queríamos hacerles una entrevista para conocer los pormenores de esta década de andadura y, sobre todo, conocer más de cerca el panorama del movimiento anarquista y sus coordinaciones en la actualidad.
La apelación a la «libertad» en nuestras sociedades modernas (o posmodernas, si se quiere) es constante. Tanto a un nivel político, para el buen funcionamiento de la democracia representativa (ya saben, la dominación más «amable» y autoasumida), como en el plano consumista y en el mercado capitalista, se apela a un sujeto libre, que supuestamente actuaría libremente para elegir una cosa u otra.
Mientras se deciden temas trascendentales, todavía en un infernal agosto, como cuál va a ser el color de la coalición de gobierno en este inefable país o si dimite por fin el calvo ese impresentable que está al frente de no sé qué federación balompédica, este mundo en el que no has tocado vivir continúa su trágico devenir. Así, en lo que va de 2023, se han acreditado 3.472 muertes de personas migrantes, siendo una de la rutas más peligrosas la del Mediterráneo Central; por supuesto, la verdadera cifra de fallecidos por inacción de los que gobiernan nunca la sabremos, mientras que nuestros mezquinos medios solo se van a ocupar coyunturalmente de ello sin indagar lo más mínimo en las causas de un mundo deshumanizado. En este mes de agosto, se han cumplido también 500 y pico días de otra guerra cronificada que, poco a poco, no va ocupando ya tantos titulares, a no ser que se produzcan hechos excepcionales como la muerte de no sé qué dirigente mercenario; mientras tanto, siguen produciéndose víctimas civiles en un conflicto bélico producto, como todos, de mezquinos intereses. Se habla de hasta 57 guerras activas en la actualidad, con una cifra de muertes de 10.000 al año, sin que haya el más mínimo análisis, ni conciencia sobre ello, en nuestras inicuas sociedades «desarrolladas».
Durante la dictadura militar que sufrimos cuarenta años a los vencidos se nos secuestró, asesinó y encarceló durante largos períodos en sus sombrías cárceles. La de Carabanchel fue una de sus atrocidades más duras, la edificaron los presos que terminarían entre sus muros. Y durante la democracia vigilada que padecemos, que dura otros tantos años, nos han arrebatado la memoria.
Esto es una recopilación de las vivencias de cárcel –memoria militantes antifranquista– como la de otros compañeros que compartieron conmigo la lucha y las cárceles franquistas durante los últimos años de la dictadura.
Las vivencias de aquellos duros años de lucha y cárcel fueron protagonistas indiscutibles en las sobremesas de los encuentros que mantuvimos quienes habíamos compartido “mesa y mantel” durante los ‘70. Aquellos compañeros ‘de fatigas’ que nos denominábamos coloquialmente “los viejos rockeros” –supongo que lo decíamos porque “nunca mueren”–, seguíamos luchando y recordando.
“A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quienes están del otro lado”.
Un sector del anarquismo, al apoyar a los nacionalistas, ha perdido la trabazón con los obreros, pero parece haber encontrado un lazo bastante sólido con la clase media y el nacionalismo. El derecho laboral se ha hermanado con la libertad de los pueblos, y las papeletas electorales, con la acción directa.
Ahora que estamos en agosto y no pasa nada, salvo que se derriten los glaciares, violencia de género, asesinato en Ecuador, líos para la investidura con peleas venecianas, guerra en Ucrania con una ofensiva que dura ya meses, golpe en Níger, Israel destruyendo Palestina… Vamos, lo de siempre… Puede ser una buena idea hablar de teoría. Por ejemplo, a cuenta del barco prisión y de las muertes en la frontera con devoluciones de niños que se pasan por el arco de triunfo la Declaración de Derechos Humanos.
En una ocasión, escuché a cierto «intelectual», que antaño escribió una interesante tesis sobre el pensamiento libertario en España y que, hogaño, se encuentra bien apoltronado en el mundo académico soltando una sandez tras otra, que si bien en su juventud se sintió apasionado por la filosofía anarquista, luego comprendió que poco había aportado en realidad. Hasta su interlocutor en ese momento, otra figura poco sospechosa de afanes transgresores y revolucionarios, intervino rápidamente aclarando que le parecía una somera injusticia lo que estaba oyendo. Veamos, sin ánimo alguno de ser imparcial ni objetivo, pero con todas las intenciones de penetrar hasta el fondo y zaherir la insondable estupidez humana. Cierto es que los «clásicos», leáse Proudhon, Bakunin o Kropotkin, todos ellos con nombre en la historia del pensamiento por derecho propio, son a veces nombrados hasta el hastío en el mundo libertario y que da la sensación, a menudo, de no haberse revitalizado y revisado sus propuestas. No diré yo que el dogmatismo (algo que siempre he considerado vinculado a alguna suerte de papanatismo) sea siempre algo ajeno al mundo libertario, donde la autocrítica y capacidad de renovación deberían estar constantemente activadas, pero matizaremos. En primer lugar, hay aspectos de esos «padres fundadores» que sencillamente se dejan a un lado, siendo el caso más evidente el de Proudhon y su visión arcaica sobre la mujer, algo superado de manera inmediata por el anarquismo posterior, aunque con dificultades para llevar a la práctica una verdadera igualdad entre sexos.
¿Hay un principio en la anarquía? ¿Cuál es el nexo de conexión entre el arjé filosófica y la anarquía? Si la anarquía en primera instancia permite vislumbrar la caída y el agotamiento de una ideología, ¿de qué manera el anarquismo se acaba convirtiendo en un movimiento esencialista que opera tras una lógica trascendental? ¿cuál es el robo que pudo producirse desde la anarquía a la filosofía y en qué sentido la filosofía puede estar en deuda con ella?
Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general