Archivo de la categoría: Auge y fin del capitalismo

Capitalismo, progreso y hambre

Los liberales, los más «puros» al menos, esos que aseguran que poco tienen que ver sus propuestas con el sistema globalizado que sufrimos, aseguran que la solución para la pobreza es que haya más y más riqueza (y, claro, ricos para que las migajas lleguen a otros). Hasta asegura tal cosa un (ex)ácrata como el inefable Antonio Escohotado, que dedica tres volúmenes, creo que más a meterse con el comunismo (estatalista; terrible, claro), que a defender el comercio y el liberalismo. El caso es que esta gente, que en última o primera instancia defiende y apuntala el estado de las cosas, y asegura que la humanidad avanza en línea recta hacia el progreso, son incapaces de explicar cómo es posible que ya avanzado el siglo XXI siga habiendo, según los datos más optimistas, cerca de 1.000 millones de personas que padecen hambre en el mundo. No estoy hablando de necesidad de algún tipo, que también se da en todos los grados posibles, me refiero a Hambre con mayúsculas. No, no hay progreso líneal, los datos oscilan de un año a otro, hacia arriba o, lamentablemente, hacia abajo. Y no tenemos en cuenta la terrible pandemia que afrontamos en la actualidad, y que como toda crisis afecta fundamentalmente a los más humildes dentre de sociedades dividades dramáticamente en clases (que es lo mismo que decir, señores «liberales», adalides de la sacra «propiedad privada», gente que tiene y gente que no tiene).

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Por la igualdad entre las generaciones

«Envejezco, luego vivo. He envejecido, luego existo».
Marc Augé 

¿Quién de nosotros no fue anarquista a los veinte años?, un abogado le dijo una vez a un juez para justificar la intemperancia de un joven al que asistía. El cliché, rastreable en el recetario internacional de lugares comunes de la cocina conservadora («anarquistas a los veinte, reformistas a los treinta, conservadores a los 40», se dijo en Francia), en realidad nos permite reflexionar sobre lo que el propio argumento quisiera negar: ya que hay muchos jóvenes anarquistas, pero también muchos anarquistas ancianos (es decir, convencionalmente mayores de 65 años), todos, a su manera, comprometidos desde hace mucho tiempo por cultivar la utopía y transmitirla en la sociedad, no hace falta decir que la edad es secundaria. a la cultural, conductual, práctica, la de vivir activamente la propia existencia, más allá de la edad, persiguiendo el sueño de un futuro mejor, incluso cuando, para los que están más avanzados en años, este futuro no será el propio. Lo que cuenta no es la edad, sino la forma en que se ha decidido afrontar la vida, incluido el horizonte utópico hacia el que son innatas las elecciones fundamentales.

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La mezquindad del capitalismo

La pandemia, que como su nombre indica afecta a países pobres y ricos, muestra en toda su evidencia la mezquindad del sistema económico en que vivimos. Los precios de las vacunas se disparan, en esa entelequia que llaman «mercado libre», y por supuesto, las regiones más desfavorecidas se quedan fuera del reparto. Las multinacionales farmacéuticas priman sus beneficios por delante de las innumerables vidas que se está llevando el maldito virus con el intolerable retraso en la aplicación de las vacunas. Y, de entrada, ni siquiera es cierto que estas grandes empresas hayan invertido su dinero y su esfuerzo en encontrar las soluciones a la pandemia, ya que todo el mundo sabe que beben, como los que más, del llamado capital público proveniente de los Estados y de la llamada Unión Europea. Capitalismo subvencionado, poder político y poder económico bien entrelazados. Uno de los aspectos de la situación es dejar en evidencia la falsedad de las premisas ideológicas e ideales del liberalismo (o neoliberalismo, no sé muy bien la diferencia): la mano invisible, que dijo el clásico, de un mercado «libre»; iniciativa privada, que es iniciativa de los que más medios tienen; creación de riqueza de los poderosos, para que caigan las migajas a los desposeídos; supuesta desregulación, que es más bien apuntalamiento por parte de los Estados al capitalismo; esa mistificación en la práctica social que denominan meritocracia

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Capitalismo

Leyendo a unos y otros, no cabe más que preguntarse qué opinar sobre ese sistema que tanto detestamos, pero que tanto nos envuelve, que denominamos capitalismo. Los liberales, los más puros me refiero, tan utópicos ellos, a pesar de su ya larga existencia, aseguran que lo que necesitamos es más libre mercado, eso sí, algunos usan un subterfugio atractivo: frente al Estado, dejar a la sociedad civil que gestione económicamente y que haga sus propios acuerdos. Insisto, esto lo dicen los defensores del capitalismo y de un Estado mínimo, no tanto acabar con el Estado, que eso es ya abiertamente una entelequia, que según ellos asegure la igualdad jurídica de todos los agentes. Para empezar, convendría concretar un poco más qué es eso del capitalismo, concepto que sí es cierto que usamos demasiado a menudo como algo abstracto, como un «mal abstracto y absoluto», casi me atrevo a decir. De un modo todavía demasiado genérico, podemos identificar capitalismo con la privatización de los medios de producción privados; yendo un poco más allá, este sistema económico va impepinablemente unido a la búsqueda de beneficios, dejando la ética a un lado las más de las veces, por lo que entramos ahí en una dinámica infernal. Para la relación del capital con otros factores, como es el trabajo o las materias primas, tendríamos que acudir ya a lecturas más sesudas y, a menudo, abstrusas.

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¿Qué tiene que ver la Covid con la Biodiversidad?

Hoy todo el mundo mira con expectación la aparición de una vacuna para el Coronavirus y se ponen todas las esperanzas en una solución técnica que resuelva no solo el problema de la enfermedad, sino todos los asociados a ella. Miles de millones se han invertido en grandes farmacéuticas, se han pre-comprado vacunas que aún no existen y no se toman medidas drásticas de contención esperando que la vacuna llegue cuanto antes. Todo para que vuelva la vieja normalidad, la economía se recupere y hagamos como si aquí no hubiera pasado nada.

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Ayn Rand, el anarquismo, lo libertario y la confusión política

Leyendo a Ayn Rad, uno se pregunta cómo es posible que alguien la haya querido acercar, aunque sea mínimamente, a lo libertario; la cuestión resulta jugosa en una sociedad actual en que no se favorece, precisamente, el conocimiento filosófico y político.

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El Dilema Social: somos mercancía

«Hay dos industrias que llaman a sus clientes “users” (usuarios): la de las drogas ilegales y la del software» – El Dilema de las Redes Sociales

Las expertas advierten que recibimos una notificación, sacamos el móvil del bolsillo y contestamos unas 80 veces al día. Cada vez que Seguir leyendo El Dilema Social: somos mercancía

EL «ESPONTANEISMO NEOANARQUISTA» NO ES ALGO SERIO

Llevo tiempo buscando poner al día algunas de las concepciones del feminismo anarquista actual. No resulta tarea fácil aprender a des-saber cómo señala Foucault, deconstruir el andamiaje de reglas y conceptos que instituyen lo real a nuestro alrededor: desandar el camino de esa «parte de pensamiento» que vincula lo real para las personas, mostrando –produciendo- los intersticios que cruzan su Seguir leyendo EL «ESPONTANEISMO NEOANARQUISTA» NO ES ALGO SERIO

Qué dicen estos de la CEOE

Durante 10 días de junio la patronal española, la CEOE, realizó una cumbre de alto nivel con los máximos representantes de las grandes empresas y sectores económicos del país. Esta Cumbre se enmarca dentro del proceso de “reconstrucción” que trata de imponerse tras la pandemia sanitaria que hemos sufrido, el parón económico que ha ocasionado y las crisis que ha acelerado. Como todo en momento de Seguir leyendo Qué dicen estos de la CEOE

El futuro por venir

Tiemblo cuando escucho sobre «volver a la normalidad». Es como una amenaza para mis oídos. Esa codiciada normalidad de la que se desborda el discurso del poder es un concepto terrible, que linda con el antihumanismo. ¿Podría ser la normalidad del mundo que generó el coronavirus? Bueno, en mi corazón espero que no vuelvas en absoluto, porque en su continuación hay muy poco deseable y Seguir leyendo El futuro por venir