La lucha de clases hoy y el anarquismo

¿Qué podemos decir hoy sobre la lucha de clases? La propia aclaración, por parte de algunos anarquistas, de que ellos sí están a favor de la lucha de clases es una invitación ya al debate, siempre saludable desde la perspectiva libertaria.

Desde sus orígenes, el anarquismo se ha opuesto a la sociedad de clases, y ha combatido cualquier forma de alienación y explotación; es así, por ser una variedad del socialismo, que confía plenamente en la libertad y espontaneidad de las personas, lo que le diferencia de otras corrientes. La cuestión es si esta visión tradicional sobre la explotación y la lucha de clases se ha visto tan influenciada por el marxismo, y su visión de que los trabajadores se vuelven inevitablemente revolucionarios, que hoy es un obstáculo primordial para la transformación social. El anarquismo no se limitó nunca a señalar solo la explotación económica, por lo que el antagonismo de clase bien se podría sustituir (o, mejor, extender) a la lucha por acabar con la dominación. Es cierto que este análisis, tal vez demasiado elemental, lo realiza a priori la mayor parte de los anarquistas, pero bien merece la pena insistir en ello una vez más.

Nos gustan demasiado las etiquetas, y los apelativos que acompañen a la palabra anarquista, por lo que tratemos de observar el asunto desde una perspectiva amplia. Cuando se realiza esta crítica, no estamos diciendo que la clase trabajadora hoy, bien entrado el siglo XXI y en lo que algunas llaman sociedad posmoderna y posindustrial, ya no existe. Sería una soberana estupidez afirmar tal cosa, lo mismo que asegurar que el poder tampoco; no existe el poder al modo tradicional, al menos no de una manera obvia, ya que ha sufrido su propia evolución integrando en él a las personas (el Estado «democrático» es eso). Lo mismo ocurre con el capitalismo y con la clase trabajadora, o más concretamente con el proletariado; ha habido muchos cambios, económicos y sociopolíticos, desde esa visión socialista que consideraba que sería el sujeto protagonista de la revolución. Insistiremos en que el anarquismo marcó la diferencia, pero es posible que gran parte de él sí se viera influenciado por esa visión. Seguir pensando que los trabajadores, los explotados, en su antagonismo de clase pueden acabar generando una conciencia revolucionaria (y, más importante, libertaria) resulta hoy ingenuo.

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Cristianismo (y distorsión moral)

Ahora que está a punto de celebrarse no sé muy bien qué, sobre el mito del cristianismo, y mientras en la tierra donde supuestamente nació masacran al pueblo palestino ante la indiferencia generalizada, no está demás lanzar unas reflexiones al respecto. Antes de nada, un lúcido comentario apriorístico ante las acusaciones de todos esos bodoques sobre que criticamos fácilmente una religión mientras con otras, supuestamente, no nos atrevemos. Y es que, de forma obvia, uno lanza exabruptos sobre las creencias e instituciones que sufre con mayor fuerza, máxime si pretende ser toda una luz civilizatoria como es el caso del cristianismo (en este inefable país, llamado España, sabemos mucho de eso). Diremos, por supuesto, que hay que combatir otras religiones, como es el caso de la musulmana, máxime con las teocracias que perviven en el siglo XXI y con la guerra santa proclamada por unos cuantos fanáticos dispuestos a hacer cualquier barbaridad en nombre de ella, algo por otra parte que también han hecho históricamente los seguidores de ese personaje de ficción evangelizadora llamado Jesús. Aclarado esto, vamos allá. Ya el gran Bertrand Russell lo dijo hace casi un siglo, pero trataremos de señalar de nuevo lo evidente ya entrado el nuevo milenio. Las brillantes diatribas de hoy no serán contra la religión en general, con sus peculiares fantasías sobre seres sobrenaturales y sus sueños sobre la inmortalidad, más bien sobre la figura que ha conformado culturalmente eso que llamamos Occidente.

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El antifascismo acabó con la revolución

Hay términos que para la izquierda son intocables, uno de ellos es el de antifascismo. Os preguntaréis porqué vengo a sembrar dudas sobre este término, ¿quién no se siente bien bajo el paraguas del antifascismo? ¿quién no comparte su carácter mítico y heroico que procede del siglo XX?

Hace tiempo que empezaron mis dudas, pero sabedora del «jardín» en el que me iba a meter, preferí mirar hacia otro lado.

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Una dosis de nihilismo para el anarquismo

Los motivos por los que tantas personas se entregan a causas trascendentes (póngase aquí el término que se quiera, todos trasuntos de la vieja idea de Dios), ajenas en mi opinión a todo valor libertario, se nos antojan tan abstrusos como irritantes; por ello, tal vez el anarquismo necesite siempre de cierto nihilismo, la permanente reflexión crítica con los valores instituidos con el objeto de que germine un nuevo horizonte libertario.

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Israel asesina periodistas mientras Europa los encarcela

“Solíamos tener grandes sueños, pero ahora el único sueño que nos queda es que, cuando nos maten, nuestro cuerpo no se rompa en pedazos para que nos puedan identificar”. Estas palabras las profirió la periodista y podcaster palestina Ayat Khaddoura, en un vídeo de Instagram que tituló “Mi último mensaje al mundo”, publicado el pasado 6 de noviembre. Una semana después, un ataque aéreo israelí acabó con su vida.

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¡Eres un sofista!

Recientemente, asistí a una acalorada discusión en una barra de un bar entre dos parroquianos, que no estoy seguro, pero creo que versaba sobre eternas rivalidades balompédicas. El caso es que, en pleno combate dialéctico, uno de ellos le espetó al otro: ¡eres un sofista! Un instante de tenso silencio parecía la antesala de una ensalada de bofetadas, cuando decidí intervenir raudo y veloz. Con una amplia sonrisa, les dije que, tal vez sin pretenderlo, habían tocado uno de mis temas favoritos. La palabra «sofista», en su sentido negativo, que alude a una persona que emplea un razonamiento falso con apariencia de verdad (es decir, un «sofisma»), llega a nuestro días. En mi opinión, continué alegremente mi discurso, esa mala prensa de los sofistas, filósofos de la Antigüedad, se debe a la imagen que de ellos quisieron dar autores como Platón o Jenofonte, pero también a la mala interpretación de sus frases. Como, entre palabra y palabra, puede ver que aquellos dos tipos adoptaban un ambiguo gesto, entre la perplejidad y el interés, me animé a continuar. Los sofistas, al contrario de lo que se ha sostenido de manera simplista y reduccionista, no representan un cambio de interés en la filosofía respecto a sus precedentes.


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La negación de toda necesidad histórica

Resulta curioso que los anarquistas, o al menos gran parte de ellos, a pesar de su repulsa a toda dominación, hayan analizado que la llamada «voluntad de poder» es uno de los estímulos más fuertes en el desenvolvimiento de la sociedad humana. A pesar de su importancia, y de ser de alguna manera la esencia del socialismo, se critica la rígida visión de Marx, según la cual todo acontecimiento político y social es únicamente el resultado de las condiciones económicas.

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Entrevista al Local Anarquista Magdalena: “Alimentamos una comunidad de lucha en torno al espacio, capaz de abarcar la diversidad de problemáticas que nos atraviesan”

Todo por Hacer (TxH): ¿Para quién no os conozca contadnos en líneas generales qué es el local anarquista Magdalena a día de hoy?

Local Anarquista Magdalena (LAM): El Local Anarquista Magdalena, situado a pie de calle en el barrio de Lavapiés, es una biblioteca social orientada a difundir las ideas libertarias y potenciar el pensamiento crítico, dispone de un fondo de más de 3.000 libros de temáticas variadas que podéis consultar en nuestra web. Además, cuenta con espacio y materiales para las actividades de colectivos asamblearios.

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Los callejones del neoliberalismo y un horizonte posible

Es indudable que el neoliberalismo es un término que ha ido cambiando de significado con el paso del tiempo y en la actualidad se considera que es un modelo económico que tiene como principal objetivo disminuir el papel del Estado y desregularizar los mercados; se asocia a la derecha y el conservadurismo. No obstante, este sistema económico también hace referencia a la situación del trabajo en el posfordismo, la disciplina versus el control y su gran capacidad para incorporar fácilmente a los movimientos contrarios al capitalismo. Y es que el neoliberalismo no solo logra captar a quienes beneficia directamente, una minoría, sino a grandes masas de población a través de la hedonía: la felicidad creada por el placer, la felicidad momentánea producida por explosiones hormonales de recompensa en las que el consumo tiene un papel primordial.

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Sueños de libertad y solidaridad

Me ha quedado hoy el título algo lírico, pero de vez en cuando aparece mi gran corazón tras esa máscara ferozmente nihilista que me gusta adoptar. El caso es que, dicho encabezamiento, define muy bien los deseos y aspiraciones de los ácratas sobre una sociedad, efectivamente, libre y solidaria. Y, ojo, cuando hablo de sueños, como en tantos otras conceptos hoy pervertidos por la cara más inane de la posmodernidad, no me refiero a no estar bien despiertos sobre el mundo en que vivimos y querer transformarlo para mejor. Me refiero exactamente a eso, a deseos y aspiraciones para el futuro bien conectadas con la realidad de hoy, ya que no hablamos de un mañana dictado por supuestas leyes teleológicas (sea lo que sea eso). Y no hay mayor concepción de la libertad que aquella que la concibe estrechamente vinculada a la solidaridad (es decir, la libertad propia ligada a la libertad de los demás, algo bello sostenido ya por los libertarios clásicos, que se deja a un lado con facilidad en la, a menudo, confusión posmoderna). Y, no debería hacer falta explicarlo, empleo la palabra libertarios (y libertarias) ex profeso, con su sentido originario de persona que busca una sociedad libre y solidaria. Nada que ver con su perversión actual, usada por los que buscan solo su propia liberación y la de su mezquino capital.

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Un espacio en la red para el anarquismo (o, mejor dicho, para los anarquismos), con especial atención para el escepticismo, la crítica, el librepensamiento y la filosofía en general